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Alguien que no está. Foto: Reinaldo Altamirano, difusión.

Domingo Milesi regresa a la actuación con un unipersonal de suspenso criollo y humor

3 minutos de lectura
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Dirigido por la argentina Carolina Adamovsky, el espectáculo va sólo por cuatro funciones en la Zavala Muniz.

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“Pedro vuelve al pueblo, a la casa de su infancia, y allí se encuentra con la fiesta de los muertos”. Aunque esta sinopsis pueda sugerirlo, cualquier parecido entre Alguien que no está y la novela Pedro Páramo es mera coincidencia, porque el proyecto que Domingo Milesi lleva adelante junto con Carolina Adamovsky surge de otras búsquedas.

“Fue un poco a la inversa, donde el texto aparece ya avanzado el proceso. Nos interesaba investigar a nivel de actuación, de diferentes lenguajes y de posibles móviles para poner en escena –la muerte, la ancestralidad, los orígenes familiares, lo chamánico– y después recién eso se tradujo en un texto más concreto. Pero fueron apareciendo escenas con mi cuerpo y el espacio, se investigó desde ahí”, explica Milesi, que con este unipersonal volverá a la actuación esta semana.

En los últimos años estuvo dedicado a la dirección. Llevó a escena Bette Davis, ¿estás ahí? (2021) y, con la Comedia Nacional, La trágica agonía de un pájaro azul (2022), de la chilena Carla Zúñiga. También su agenda se ocupa con horas de docencia. De este modo, es doblemente significativo este regreso, porque lo hace con todo el escenario para él. La última vez que pisó uno fue con Ayer pensé en decirte adiós, en 2019, y fue parte de una adaptación de La novela luminosa, de Mario Levrero, titulada Qué sabrán sobre la muerte las palomas en el Circular.

Ahora está a punto de estrenar y “el personaje transita la obra en un limbo entre su presente y su pasado, no puede avanzar, está atrapado en su historia, viviendo entre fantasmas”, adelantan sobre la dimensión sobrenatural.

“Queríamos generar posibles cambios híbridos, digamos, de lenguaje, cambios en el ritmo, disociación. Que la obra pasara del drama a la comedia o el terror. Había cosas muy técnicas también en el proceso de entrenamiento, que no digo que no se han integrado, pero por lo menos las transité. Eso fue al principio; la historia, si bien pasa por diferentes lenguajes, no es decididamente eso. A veces el lenguaje se convierte en una masa que se estira”, explica Milesi.

“Hay algo inminente”, dice, pero hay que articular los tiempos para que eso no se caiga, encontrar las motivaciones que hagan que el tiempo del suspenso se pueda sostener. Avanzado eso, se empezaron a compartir también un poco la anécdotas del equipo, vivencias en relación con los recuerdos de la niñez y lo que es el presente, o sea, un poco la deformación de la memoria”.

Con Adamovsky ya venían trabajando asuntos temporales, comenta, y en este caso el espectador no sabe si el personaje está recordando o reviviendo, e imprime otro matiz sobre la percepción. Como ambos son docentes y vienen de distintas escuelas, durante la investigación, cada uno con su sistema, también fueron probando distintas maneras de encarar la actuación, primero muy físicas, pero Milesi recuerda además momentos de intercambio o de inspiración en materiales que derivaban en improvisaciones creativas. “Entonces, era realmente un salto al vacío, en el sentido de que todavía no sabíamos hacia dónde iba el núcleo. Pero íbamos de los bordes hacia el centro. Se estaba descubriendo la pintura, digamos”.

Sobre el resultado, puede adelantar que “no es un lenguaje realista, pero tampoco es grotesco ni expresionista, sino que se busca un extrañamiento. Carolina trabaja mucho la escucha y también todo el campo imaginario, no solamente lo que dice el personaje, sino todo lo que ve pero no podemos ver”.

Milesi y Adamovsky se conocieron en 2017 en un taller en el Instituto Nacional de Artes Escénicas (INAE). “Yo estaba en un proceso de investigación de Ayer pensé en decirte adiós y ella daba un taller que era sobre cine y absurdo”, cuenta, así que se anotó. “Después terminamos haciendo una investigación, a los dos años, acerca del tiempo en el sentido escénico, pero también del tiempo en sí como un móvil temático, como recurso narrativo y también de acción”. Y después pasaron cinco años. “Yo había tenido un cambio en mi sistema de vida por el tema de los tiempos y demás, y le dije que bueno, que tenía ganas de volver a actuar”.

El desafío no termina ahí para Milesi en 2025. Cuando termine con las funciones, en mayo, se meterá de lleno en un proceso de reescritura de Los derechos de la salud, de Florencio Sánchez. “Ya anduve con el material”, cuenta el dramaturgo. “Tomando los móviles principales, ya tengo la idea de lo que me gustaría hacer con la madre, y a partir de ahí voy a buscar moverla en el papel, en la escritura”, boceta sobre el montaje que prepara, nuevamente con el elenco oficial, en la tercera franja anual de estrenos, prevista para octubre.

Los ensayos dividirán su tiempo, otra vez ese asunto del reloj, con sus tareas como asesor académico en la Escuela Multidisciplinaria de Arte Dramático. “Voy a complementar el tiempo entre las dinámicas de la vida. O sea, entre la escuela y la escritura, que es lo que seguro me va a llevar bastante tiempo, por lo que me imagino, por lo que me gustaría hacer. Ahí le voy a tener que poner bastante cabeza, a ver hacia dónde se dispara”.

Alguien que no está. 30 de abril, 2 y 3 de mayo a las 20.30 y 4 de mayo a las 18.30 en la sala Zavala Muniz del teatro Solís. Entradas a $ 600 en Tickantel y boletería del teatro.

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