Una de las características marcadas de Domingo Milesi como director teatral es que siempre remite de algún modo al lenguaje del cine con citas, con personajes, con música. En La trágica agonía de un pájaro azul la Comedia Nacional lo invita a enfrentar un texto ajeno, de la chilena Carla Zúñiga. Sin ser responsable de la dramaturgia, entonces, igualmente incide con habilidad en esta comedia negra con procedimientos que problematizan la representación. Milesi (Ayer pensé en decirte adiós, Bette Davis, ¿estás ahí?) agrega al numeroso elenco que por momentos convive completo en escena, en armónico ruido, una camarógrafa que obliga a los intérpretes a un doble registro: para la platea y para la pantalla donde se proyecta lo que va sucediendo. Y seguramente esa duplicación de intenciones y sentidos sea la clave también de muchos parlamentos y personajes, que tomados linealmente serían incomodísimos remedos de xenofobia, racismo, gordofobia, intolerancia multiplicada.

En el contexto de una pieza sobre una mujer que anuncia su suicidio, que transita de la risa a la crudeza y el melodrama, esas provocaciones terminan de dibujar un entorno incompetente para disuadirla y subrayan una preocupación que la autora tiene en primer plano: las reglas del patriarcado, incluso en ausencia de figuras masculinas.

A las prometedoras escenas iniciales, que plantan el tono del intercambio entre una madre desbordada y ocultadora (a cargo de Roxana Blanco) y su hija Nina (Florencia Zabaleta), la protagonista, que acaba de quedar desempleada por romper a llorar y orinarse durante su turno, sigue un desfile entrópico de aspirantes: una compañera de trabajo que quisiera ser su amiga incondicional aunque no puede cuidar de sí misma (se desplaza en patines y se accidenta constantemente), la terapeuta que como si fuese un detective formula su diagnóstico en base a un interrogatorio circular, un posible hijo sustituto criado fuera de la humanidad, a lo Kaspar Hauser, una travesti a la que le pagan para que, modificando una vez más su aspecto, finja interés en ella.

La franqueza de Nina, incluso una resignada calma, para remarcar su propósito de terminar con la impostura de su vida luego de la muerte de su hija, contrasta con el deliberado cliché de varias metáforas: los estertores del pájaro del título, estrellado contra el pavimento, culminan por obra de un clemente tenedor, el único hombre con el que Nina estuvo es un payaso y los paliativos que la rodean terminan pareciendo un triste circo.

Mamy Blue, un hit pop de 1971 versionado incansablemente, es parte de la música que acompaña la deriva de Nina, aunque un tema reciente de la banda Exilio Psíquico podría sumarse sin problemas a la banda sonora: “Cuando me muera/ voy a estar tan contento, descansado y tranquilo/ mejor que en un spa”, canta Maximiliano Angelieri en el video casualmente filmado en el Teatro Solís.

La trágica agonía de un pájaro azul, de Carla Zúñiga. Dirección de Domingo Milesi. Jueves, viernes y sábados a las 21.00 y domingos a las 18.00 en el Teatro Solís. Entradas a $200 (jueves) y $350 en boletería y en Tickantel. Tras la función del domingo, en el marco del Día Nacional de Prevención del Suicidio, se realizará una mesa redonda sobre suicidio y salud mental con el psicólogo Alejandro De Barbieri, la doctora Silvia Peláez (ONG Último Recurso) y Gabriel Calderón, director de la Comedia Nacional.