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Espectáculo de luces proyectado en la fachada de la Basílica de la Sagrada Familia, que marca el inicio de la Semana Santa, el 14 de abril, en Barcelona.

Foto: Lluis Gene, AFP

La iglesia católica dio el primer paso hacia la canonización de Antoni Gaudí

2 minutos de lectura
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Para que el arquitecto español sea considerado santo se deberán “verificar” dos milagros atribuidos a él.

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El papa Francisco ratificó el martes un decreto que reconoce las “virtudes heroicas” del arquitecto modernista español Antoni Gaudí, diseñador del edificio más reconocible de la ciudad de Barcelona, el Templo Expiatorio de la Sagrada Famila, y lo declaró “venerable siervo de Dios”. Según explicó la cuenta de la Sagrada Familia en redes sociales, “un venerable es un cristiano que, con motivo de haber vivido de acuerdo con las virtudes cristianas, es candidato a ser beatificado”.

“La consideración de venerable constituye el segundo paso en el camino de la canonización, después de haber sido sirviente de Dios y una vez examinada la práctica constante y alegre de las virtudes teologales y morales durante un largo período de su vida”, agregaron desde la Sagrada Familia.

El cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos del Vaticano, que se encarga de supervisar este tipo de procesos, fue recibido por Francisco en el primer encuentro oficial de la agenda del papa tras su egreso hospitalario del 23 de marzo. El Dicasterio describió a Gaudí como un fiel laico que, “movido por el anhelo de unión con el Señor, condujo una vida espiritual y moral buena, por encima de lo ordinario, con algunos rasgos de vida mística. Gaudí fue un católico practicante y “la fama de santidad se desarrolló sobre todo en los últimos años de su vida y ha perdurado viva e intensa en el tiempo”, tanto en España como en el mundo, agrega el decreto. “Ofreció a Dios los frutos de su propio trabajo entendido como una misión para dar a conocer y acercar al pueblo a Dios, e hizo del arte un himno de alabanza al Señor”.

Para que se confirme la beatificación, de acuerdo a los procedimientos de la iglesia católica, es necesario “verificar” un milagro que le sea atribuido al candidato, y luego comprobar un segundo milagro para que sea declarado santo, en un proceso que puede extenderse durante siglos.

Gaudí nació en 1852 y se hizo cargo del proyecto de la Sagrada Familia en 1883, un año después de que comenzara la construcción del templo. Empleó más de cuatro décadas de su vida a la obra, y los últimos 12 se los dedicó en exclusividad. Murió en 1926, luego de haber sido atropellado por un tranvía y enviado al hospital de pobres de Barcelona al ser confundido con un vagabundo. Solamente llevaba consigo un rosario y un libro con la interpretación de los Evangelios, y sus últimas palabras, entre la confusión y la agonía, fueron “¡Dios mío, Dios mío!”.

En 2010, el papa Benedicto XVI consagró la basílica, que permanece inconclusa, y allí describió a Gaudí como “un arquitecto creativo y un cristiano practicante que mantuvo encendida la antorcha de su fe hasta el final de su vida, una vida vivida con dignidad y absoluta austeridad”. El llamado “Arquitecto de Dios” creó “un espacio de belleza, fe y esperanza, que conduce al hombre al encuentro con quien es la verdad y la belleza misma”, había agregado el sumo pontífice.

Desde 1992 existe una asociación para promover la beatificación de Gaudí mediante la organización de charlas, exposiciones y publicaciones. En 2023, con la intervención oficial de la arquidiócesis de Barcelona, la causa se sometió al Vaticano. El arzobispo de Barcelona, el cardenal Juan José Omella, recibió con alegría la declaración de venerable, un reconocimiento “no sólo de su obra arquitectónica, sino de algo más importante, que es su santidad: es un hombre que era bueno”.

El edificio de la Sagrada Familia, mientras tanto, se acerca a su esperada finalización. La Fundación de la Sagrada Familia espera que la torre más alta esté acabada para 2026, año del centenario de la muerte de Gaudí. Originalmente, esa era la fecha de terminación de todas las obras, pero la pandemia de coronavirus obligó a cambiar los planes y hoy se estima que la finalización se produzca en 2033, 150 años después de que el arquitecto se pusiera al frente del proyecto. Cuando ello ocurra, medirá 172,5 metros y no sólo será la basílica más alta del mundo, sino el edificio más alto de Barcelona.

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