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Jorge Nasser.

Foto: Alessandro Maradei

Vuelve Níquel para tocar todo el disco Gusano loco

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Jorge Nasser reúne a una versión de su antigua banda este domingo.

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“Tan sólo digo si no cansa un poco / hacer la cola en el gusano loco”, cantaba Jorge Nasser en “Gusano loco”, la canción que le dio nombre al segundo disco de su banda, Níquel, editado en 1989, que tuvo su infaltable videoclip con los músicos tocando arriba del famoso juego del parque Rodó. Ese álbum empezó a definir el sonido de Níquel, que explotaría en popularidad en la década siguiente, y fue el último que el grupo grabó en formato trío, con Nasser en bajo y voz, Pablo Faragó en guitarras y coros y Claudio Cabral en batería. Luego se integraría el ex Traidores Pablo Pato Dana, a cargo de las cuatro cuerdas, y Nasser pasaría a colgarse la guitarra hasta hoy, y el domingo.

Más de 35 años después de aquel disco, cambió todo. En realidad, casi todo, porque Nasser aún mantiene a Níquel –luego de un impasse de dos décadas y varios cambios de integrantes– y el gusano loco sigue dando vueltas en el mismo lugar del parque Rodó.

Ahí, a pocos metros del vueltero amarillo y de lengua afuera, está Plaza Mateo, en donde este domingo Nasser y compañía van a tocar aquel disco entero, compás por compás. El germen del show no tiene misterio: fue idea de los organizadores, y a Nasser le pareció que si tienen un lugar que está al lado del gusano loco y quieren hacer un show, “es una oportunidad única”.

Hay canciones del álbum que formaron parte del repertorio en vivo de todas las encarnaciones de Níquel, como “Hay una falla en tu mente”, la del gusano y “Porque no puedo amarte”, pero hay varias que no interpretan en vivo desde aquella época y por lo menos un par que ni siquiera llegaron a ver la luz en un escenario. Al enfrentarse de golpe con todo el disco para ensayarlo –está disponible en plataformas digitales, por si alguien se lo perdió–, Nasser dice que no se parece “en nada” a aquel que toca el bajo y canta en esos temas, porque cambió el mundo y también él. Pero resalta la “energía” que irradia la música, con algunas canciones muy rápidas (“Con esa voz” y “No estoy muerto”, por ejemplo) que etiqueta como “punk sofisticado, al estilo The Police”. A su vez, también le llama la atención que las estructuras de las canciones son “bastante simples”, al punto de que no sabe si hoy resolvería las composiciones así.

Nasser ahora está en su casa, en pleno barrio Cordón, y anda un poco inquieto por un celular que no se deja configurar. Después de dar un par de vueltas para aquí y para más allá, como gusano loco, le cambia el semblante cuando toma una guitarra acústica y se sienta en el sillón para conversar con la diaria cerca de una hora, en la que no soltó el instrumento ni por un segundo, como si fuera una especie de objeto de apego.

¿Qué te atrajo del gusano loco como para hacer la canción y titular el disco así?

En ese momento mi hijo Francisco era chico y lo llevaba al gusano loco, pero se construyó como una metáfora de un juego que no te lleva a ninguna parte, das vueltas sobre un lugar. Y después, por algo estético, era ese atractivo. Además de que era representativo de la niñez de miles y miles de personas. Pero obviamente no me senté a escribir una canción que llevara a la niñez, nada que ver con eso. Es algo que apareció, en algún momento pintó por un chiste, fue como una chispa de “inspiración”. Y en esa época tampoco era tan nuevo, ya tenía como una cosa medio bizarra, por su estado.

La canción “Gusano loco” fue la que eligieron para arrancar el espectáculo sinfónico que editaron como disco en 1995, con una versión bastante distinta a la original.

Sí, me había olvidado. En el momento en que escribí ese material, que fue toda una tanda de canciones, como una racha, estaba muy entusiasmado con ese tema. Las canciones no eran como las del primer disco, por cómo sonaban y estaban armadas, me entusiasmaban, me parecía que rendían, y “Gusano loco” era el tema insignia de todo eso. Entonces, propuse cambiarle el nombre a la banda. Como no nos conocía casi nadie, dije “¿y si le ponemos Gusano Loco y dejamos de llamarnos Níquel?”. Era perfectamente posible, pero nadie me dio bola: éramos tres y perdí dos a uno. A lo que voy es que “Gusano loco” era una idea fuerza, como el comienzo de algo. Es aquella cosa de “yo no te pido que compres la entrada”, o sea, si te gusta a vos, genial, pero no lo hago para agradarte sino por una necesidad mía.

Como les pasó a muchos músicos y bandas del rock posdictadura, y fuera de ese género también, el sonido de The Police está en casi todas las guitarras del álbum.

Sí, y en los arreglos de batería, la forma de tocar tipo [Stewart] Copeland. Todos los bateros estaban para esa en ese momento. Bueno, los que podían, porque técnicamente no era tan fácil.

Habría que hacer un estudio sobre cómo acá y en todos lados pegó The Police en los 80.

Sí, pero en Uruguay en particular, porque les pegó a los jóvenes pero también a los músicos que ya estaban tocando, y cambiaron su forma de tocar. Fue una innovación musical. Creo que The Beatles y The Police son los dos grupos que más influenciaron acá, más que los Stones y los Clash, por decir opuestos.

¿Ustedes eran new wave o punk?

Éramos más new wave que punks. ¿Pero cuáles son los punks? The Stooges...

Sex Pistols.

No, los Pistols no eran punks sino unos amigos de unos locos de una casa de moda, no seas malo. Las canciones estaban buenas, tocarlas así.

Foto: Alessandro Maradei

¿Pero lo que importa no es la música en última instancia?

Entonces, sí, era música punk, pero eran como The Police: música new wave o punk hecha por tipos que la usaban como un vehículo artístico, como quien usa una técnica de pintura, pero el punk de la calle es otra cosa. Nosotros éramos new wave de la calle, nos fumábamos la calle media hostil, como los tipos que tenían quiosquitos con fotos del Puma Rodríguez en 18 de Julio. Esos eran particularmente agresivos con nosotros, todos los días que pasábamos, pero te acostumbrabas a no darles bola.

En el disco Gusano loco sólo tocás el bajo. ¿Cómo fue la transición hacia la guitarra?

En esa época era más bajista, estaba tocando el bajo con Jaime [Roos] y la guitarra la agarraba para componer, no para tocar en público. Tuve que aprender a tocar la guitarra y a mejorar mis habilidades. Supongo que fue porque queríamos ir hacia un rock más clásico, a la sombra de los Stones, y salirnos de la sombra de los Beatles. También de eso ya nos dábamos cuenta en ese momento, que la sociedad uruguaya y la comunidad musical eran demasiado beatleras; y es una vara peligrosa, porque por intentar estar en ese juego podés hacer una porquería o te conduce a caminos más intelectuales; nosotros íbamos hacia algo más simple.

¿En la canción “Hay una falla en tu mente” a quién le hablás?

A la industria musical, a un productor o a alguien que en algún lugar quería que abandonáramos nuestra idea de dedicarnos a la música y a tocar rock. En esa época había gente que te desalentaba. Acá el rock hasta el siglo XXI prácticamente fue una música de lucha, rebeldía y confrontación, después se convirtió en algo agradable y aceptable. Casi todas las letras [de ese disco] son bastante antisistema, antisociedad... Anti, digamos.

Decís que el rock no fue bien visto hasta la década del 2000, y fue justo cuando Níquel se separó. Pero en los 90 fueron populares. ¿Pensás que luego podrían haber sido más masivos?

No había gente grande que le gustara el rock como ahora. Ninguno, nadie; era una cosa bien de jóvenes. Entonces, ya te perdiste la mitad de la sociedad o más. Nosotros quisimos hacernos masivos, yo siempre tuve vocación por lo popular. Obviamente, nos hubiera ido mejor si hubiéramos entrado en esa otra camada, pero entrás donde entrás. Tampoco entramos en la primera camada, de Los Estómagos, somos posteriores a eso y se nota, por cómo tocamos y todo.

No suele ser común que un músico diga que quiere ser masivo. Supongo que todos quieren serlo, pero de ahí a explicitarlo es otra cosa.

Ahora se levantan y se fijan cuántos likes tiene la publicación, no se lo tienen que decir a nadie. Ser populares significaba trabajar de la música, no que fuera nuestro segundo laburo: ser dibujantes u oficinistas y después disfrazarnos de rockeros e ir a tocar rock; queríamos ser rockeros y vivir de eso. Eso implicaba manejarte con las reglas de juego: si había que estar en la televisión, televisión; si había que armar en las tandas para tocar en vivo... Al principio hicimos un par de playbacks y nos dio vergüenza, nos sentimos horribles. “Es demasiado esto, toquemos en vivo”, dijimos. “Va a sonar como el orto”, pensamos. “No importa”. Tocábamos y a veces el bajo no sonaba, pero no nos importaba, porque nos parecía que estábamos haciendo algo que era necesario. No olvides que estábamos en plena conformación del rock en castellano, que ya tiene un cuerpo de obra muy grande, nuestros vecinos [Argentina] fueron los grandes impulsores. En ese momento era algo que estaba bueno hacer. Está buenísimo hacer rock en castellano y a la gente joven le encantaba. Había ganas de que eso fuera popular.

¿La televisión era la primera vía para lograrlo?

No, la primera vía era tocar en cualquier lugar que haya para tocar, porque cuando sos una banda under no tocás por plata. Me acuerdo de una vez que fuimos a Kamboche [boliche que quedaba en Constituyente y Minas] y dijimos “tenemos una banda, se llama Níquel, queremos tocar acá”. “¿Hacen cóvers?”, nos preguntaron. “No”, contestamos. “Entonces no”, nos dijeron, y seguimos caminando. Pero después entramos en Kamboche y empezamos a tocar en boliches. Primero hay que tocar mucho, en lugares chicos, a beneficio, lo que pinte. Como ahora... Bueno, ahora ya vino otra música. Hoy si sos joven y tocás rock es porque tus viejos te pasaron la discoteca o te pinta, pero como antes a alguno le gustaba tocar música brasileña, es más como un gusto. En aquel momento no era un gusto, sino lo que había que hacer para ser joven y lograr que esta sociedad se destapara, para poder fumar un porro sin que te llevaran preso. Las banderas que enarboló nuestra generación: libertad sexual y de comportamiento, y un encare con la droga menos punitivo. Eso como mínimo.

¿Pensás que se logró todo eso?

Y sí, ganamos nosotros. El sistema lo aceptó, mejor dicho, dijo “vamos a hacer guita con esto”.

Foto: Alessandro Maradei

¿Cómo te cae, como compositor, que ahora con cualquier aplicación potable de inteligencia artificial se pueda hacer una canción?

Voy a intentar hacer alguna así a ver qué da, es una herramienta. ¿Decís si lo siento como una competencia? No, es ridículo. Eso es no saber lo que es la inteligencia artificial: una base de datos amplísima. Consiguieron la manera de juntar un montón de datos sin tener que hacer una catedral a través de unos algoritmos que fácilmente recaudan información. Pero todo lo que está ahí adentro lo hicieron autores, por eso tendrían que pagar; están de vivos, como todas las tecnologías nuevas, como Youtube: “Che, ¿me pagás algo?”. “Sí, aguantá”, y a los dos años: “tomá algo”. La tecnología está dominada por las corporaciones, que buscan hacer negocio, y el negocio es que cualquier persona diga “mirá, hice una canción”, es como para jugar. Pero siento que no desmedra para nada mi vida. Soy compositor de canciones, las mías salen mal.

¿A qué te referís?

A que tienen la potencialidad de equivocarse, llevan incluido el error, tu duda, tu miedo y tu inseguridad. Hice tres veces el estribillo, cuando lo tendría que haber hecho dos o menos largo. Todos esos defectos que les ves a las canciones, por los que sufrís como un perro cuando las escuchás, son justamente lo que la inteligencia artificial nunca va a hacer porque las va a hacer perfectas.

En 2022 Níquel sacó un nuevo disco, Paz y swing, luego de más de dos décadas sin material de estudio. ¿Tienen pensado publicar algo más?

Ahora estamos por sacar un tema, no sé por qué todavía no salió. Loco, para mí ahora es más difícil sacar un tema y un disco que antes.

Volvemos a los quilombos con las discográficas a las que les cantabas hace 35 años.

Y más quilombo, capaz. Lo que pasa es que ahora la mátrix está muy sofisticada. Ya estamos en la distopía de [George] Orwell, por desbloquearla y pasar a otra cosa que todavía no sabemos qué es. No podés hacer nada. 45 días para que te pitcheen un tema, no podés sacar un tema ya. “No conviene porque esto, lo otro”. El dominio de la industria sobre los artistas es muchísimo mayor.

Entonces, ganaron ellos.

En lo macro, sí. Lo que pasa es que a los músicos ya no les interesa hablar contra el sistema. La canción “Lo que voy a decir”, que inicia el último disco de Níquel, habla algo del sistema: “El templo y los mercaderes azuzan con su refrán/ si apenas dejan respirar”. Pero lo que podés hacer ahora con una canción es mucho menos, también controlaron eso. Creo que un John Lennon ahora no tendría ninguna posibilidad de salir adelante, por lo menos por el lado del rock. Capaz que hay un tipo que hace hip hop que dice unas cosas que de verdad joden. ¿Pero sabés por qué jodían las cosas antes? Porque la gente las escuchaba y le movía algo. Los locos lograron correr la música cada vez más hacia el lado del entretenimiento puro, con excusas: “No le tengas miedo al baile” y todo eso, que también obedece a una estrategia de dominación.

Y cada vez más la música se escucha en plan de acompañamiento, como para lavar los platos, y no como un ritual per se.

No hay tiempo, porque no te lo permiten, la vida se aceleró. Introdujeron tanta información… “Too much information” [canción de The Police, de 1981], ¿te acordás? El hombre [Sting] ya la veía venir. Entonces, estás todo el tiempo consumiendo información y no tenés tiempo ni para pensar ni para aburrirte. Si no te aburrís, es difícil que te salga una buena canción. Porque una canción nace de estar rompiendo las bolas con la guitarra: puede ser que en algún momento metas el dedo donde no va y aparezca algo, porque hay tiempo. Ese tiempo no está más, te lo sacaron. Ahí también ganaron.

Níquel tocando Gusano loco. Domingo a las 20.00 en Plaza Mateo. Entradas en Redtickets, 2 x $ 800.

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