En las décadas de 1980 y 1990 el futuro laboral de los actores y actrices recién egresados era tan incierto como injusto. Su inserción pocas veces dependía de su talento, sino más bien de sus contactos, su temperamento, su relacionamiento social y hasta de poder pagar mensualmente Antel, en el caso de que su casa contara con el famoso borne. Muchos y muchas desistían de arriesgar sus trabajos estables para acudir a los castings de películas y comerciales, que en esa época no eran abiertos ni publicitados, sino que había que ser seleccionado. En el caso del teatro, los castings –aún hoy escasos– eran prácticamente inexistentes.
En esa época no tan lejana, cuando un actor le contaba a otro que había conseguido trabajo, la frase siempre comenzaba con “me llamaron para…”. En tiempos en que no existían los celulares, muchas veces quien buscaba –algún director bohemio– no dejaba mensaje en el contestador y, en el caso de las actrices, pululaban los casting-entrevistas, frecuentemente en la vivienda del director, que resultaban un acto de exposición violento y por demás desmotivador. Fue entonces que surgieron los primeros grupos de compañeros de formación, que al egresar constituían contra viento y marea un grupo independiente.
Ejemplos importantes y recordados son el grupo Aquelarre, fundado en 1989 por la generación de Juan Antonio Saraví, que abordó desde Aristófanes a Woody Allen, pasando por Antón Chéjov, Sergi Belbel, Henrik Ibsen o Molière. En la misma época, pero en una cuerda más revolucionaria, un grupo de egresados de la Escuela Multidisciplinaria de Arte Dramático (EMAD) comandados por la profesora Adriana Lagomarsino emprendió puestas de autores nunca interpretados en nuestro país y creaciones colectivas oxigenantes, a veces en lugares no tradicionales. Se autodenominaron La Comedia Peñarol, en clara contraposición con el elenco estatal. Con el tiempo –las vueltas de la vida– Lagomarsino dirigió La vida es sueño, de Calderón de la Barca, en la Comedia Nacional (2007) y Mario Ferreira, uno de sus integrantes, estuvo al frente de la institución entre 2016 y 2019.
Más tarde llegarían La Cama Grande y La Fragata, integrada por Laura Pouso y Gustavo Zidán, hoy directora de la EMAD y coordinador del Instituto Nacional de Artes Escénicas, respectivamente.
Hoy, con celulares, castings virtuales y megaproducciones internacionales que incluso se filman en nuestro país, la inquietud de salir de la escuela de teatro trabajando persiste y resulta una excelente oportunidad para establecer una línea laboral continua e imprimir el sello propio.
En familia
Mateo Altez es egresado de la EMAD y desde 2019 trabaja con quienes fueron sus compañeros. Actualmente dirige a Martín Maristán y Damián Gini y actúa con Ezequiel Núñez. El gran beneficio, según Altez, radica en “el tiempo que uno se ahorra para explicar ciertas cosas… no hay que darle tanta vuelta al lugar desde donde uno parte o al que pretende llegar, porque son motivaciones en su mayoría colectivas, que fueron criadas juntas”.
Actualmente se los puede ver en En familia, de Florencio Sánchez, los domingos en el Teatro de la Candela.
La señorita Julia
Otro ejemplo de compañeros que hoy trabajan juntos en la órbita profesional es el elenco de La señorita Julia, de August Strindberg, que se puede ver en el teatro El Telón Rojo, que pertenece a la Escuela del Actor. Con el apoyo de la institución, todo fue pergeñado por los recién egresados; incluso diseñadores y técnicos lo son, además de los actores Victoria Focco, Guillermo Francia y Ana Beirao. En este caso la dirección corre por cuenta Amparo Zunín, profesora de educación de la voz especializada en la técnica de Berto Fontana.
El difícil trabajo que realizan es de calidad superior, y la frescura y la honestidad que ostenta es muy propia de su generación. La señorita Julia va los fines de semana de setiembre.
Ojalá sea Cándida
Por su parte, Ojalá sea Cándida comenzó como una propuesta académica que entusiasmó tanto a las alumnas del IAM que fue llevada de la clase de audiovisual al escenario del teatro. El instituto dirigido históricamente por María Mendive, Gabriela Iribarren y Marisa Bentancur, que está cumpliendo 25 años, incluye talleres de producción y autogestión que los estudiantes ponen en práctica antes y después de egresar. Un ejemplo es la obra Democracia en el bar, que los recién egresados terminaron montando con la dirección del mismísimo Leo Maslíah.
En este caso, el colectivo hizo una investigación exhaustiva que incluyó el trabajo con una psicóloga especializada en género para abordar en tono de comedia la historia de cuatro chicas que en un reto viral en internet terminan enterándose de que dos de ellas estén posiblemente embarazadas. Según Julieta Conde Berthier, “los temas que trata son sumamente importantes y queríamos poder acceder a un público que quisiera también cuestionarse y poner sobre la mesa varias problemáticas que nos interpelan hoy como mujeres jóvenes: el aborto, el embarazo no deseado o la salud sexual y reproductiva”.
Completan el elenco Victoria de los Santos, Candelaria Díaz y Martina Fernández Lapettina.
En familia. En La Candela (Ellauri 308) los domingos a las 18.00. Entradas a $ 600. Reservas por Whatsapp: 098 588 787.
La señorita Julia. En El Telón Rojo (Soriano 1274) los sábados a las 21.00 y domingos a las 19.00. Entradas a $ 660 en Redtickets.
Ojalá sea Cándida. En La Madriguera Refugio Cultural (Sarandí 241). Sábado 6 de setiembre a las 19.00 y domingo a las 19.00 y a las 20.30. Entradas a $ 450. Reservas: 095 199 928.