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Jimmy Kimmel, tras recibir un premio Emmy, el 7 de setiembre en Los Ángeles.

Foto: Kevin Winter, Getty Images, AFP

La censura al humorista Jimmy Kimmel y otras consecuencias de la reacción trumpista al asesinato de Charlie Kirk

5 minutos de lectura
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La muerte del activista conservador tuvo consecuencias para periodistas y comunicadores, en lo que ya se ve como una supresión del disenso y la libertad de expresión en Estados Unidos.

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El miércoles 10 de setiembre, mientras se encontraba realizando un evento en la Universidad Utah Valley, el activista conservador Charlie Kirk fue asesinado de un disparo en el cuello. La existencia de múltiples filmaciones del hecho y el peso de Kirk en el discurso de extrema derecha en Estados Unidos hicieron que el tema explotara en las redes sociales y traspasara las fronteras.

Kirk, defensor de la libre portación de armas, solía mencionar la teoría racista del Gran Reemplazo, según la cual hay un gigantesco complot para reemplazar a los ciudadanos blancos por otros, integrantes de minorías. Pero desde sus plataformas también fomentaba discursos que en varias ocasiones fueron tildados de machistas, xenófobos, homófobos o transfóbicos.

Es por eso que, mientras se especulaba sobre la identidad de su asesino (el gobernador de Utah declaró que rezaba para que no fuera “uno de nosotros”), surgieron numerosas voces que no mostraron dolor ante la muerte del nativo de Illinois de 31 años. Esa actitud les costó el empleo incluso a algunas personas cuyas opiniones estaban lejos de celebrar lo ocurrido.

Matthew Dowd, analista político del canal MSNBC, fue despedido poco tiempo después de haber sido consultado al aire sobre el entorno en el había ocurrido el hecho y sobre el propio Kirk. “Ha sido una de las figuras más divisivas, en especial entre las figuras jóvenes que constantemente promueven este tipo de discurso de odio dirigido a ciertos grupos. Y siempre vuelvo a lo mismo: los pensamientos de odio llevan a palabras de odio, que luego llevan a acciones de odio. Y ese creo que es el entorno en el que estamos. No podés tener estos pensamientos horribles, decir palabras horribles y no esperar que ocurran acciones horribles. Ese es el entorno desafortunado en el que nos encontramos”.

Fuera del ámbito de las comunicaciones, el vicepresidente estadounidense, JD Vance, llamó a la ciudadanía a denunciar a compañeros de trabajo que se hayan manifestado de manera poco respetuosa sobre la muerte de Kirk, y en el departamento de Defensa ya hubo cientos de despidos por ese motivo.

Prohibido reírse

La consecuencia más mediática de esa reacción llegó días más tarde, cuando la cadena ABC anunció que “reemplazaría indefinidamente” el programa televisivo Jimmy Kimmel Live!, luego de que la compañía Nexstar, propietaria de casi 200 canales de televisión a lo largo de Estados Unidos, anunciara que suplantaría ese late night show con programación alternativa en sus 28 señales afiliadas a ABC.

“Los comentarios del señor Kimmel sobre la muerte del señor Kirk son ofensivos e insensibles en un momento crítico del discurso político nacional, y no creemos que reflejen el espectro de opiniones, miradas y valores de las comunidades en las que estamos ubicados”, dijo el comunicado de Nexstar.

Se referían especialmente a una frase de su monólogo cómico del día martes, en el que mencionó al movimiento de trumpistas acérrimos conocido como MAGA (por Make America Great Again). “El fin de semana tocamos fondo cuando los MAGA trataron desesperadamente de describir al chico que asesinó a Charlie Kirk como cualquier cosa que no fuera uno de ellos, y haciendo todo lo posible para sacar rédito político”, había dicho Kimmel.

La primera respuesta fue de Brendan Carr, director de la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC), agencia que regula la actividad de radio y televisión. “Lo que la gente no entiende es que las emisoras tienen una licencia otorgada por nosotros en el FCC, y que trae consigo la obligación de operar por el interés público”, dijo en una entrevista.

“Cuando vemos cosas así, podemos hacerlo por las buenas o por las malas. Estas compañías pueden encontrar la manera de cambiar su conducta o tendremos trabajo extra en la FCC”, agregó. Consultado por los pasos a tomar, mencionó la posibilidad de “pedir el despido de Kimmel. Creo que se puede vislumbrar un camino hacia la suspensión por ello. La FCC va a aportar soluciones”.

Al conocerse la suspensión indefinida, Carr dijo a The Hollywood Reporter que agradecía a Nexstar por haber hecho lo correcto. “Las emisoras locales tienen la obligación de servir al interés público. Si bien es una decisión sin precedentes, es importante que las emisoras se opongan a la programación de Disney (propietaria de ABC) que consideren que no refleja los valores de la comunidad. Espero que otras emisoras sigan el ejemplo de Nexstar”.

“Quiero agradecer a Nexstar por hacer lo correcto”, declaró Carr a THR. “Las emisoras locales tienen la obligación de servir al interés público. Si bien esta puede ser una decisión sin precedentes, es importante que las emisoras se opongan a la programación de Disney que, según ellas, no refleja los valores de la comunidad. Espero que otras emisoras sigan el ejemplo de Nexstar”.

La noticia también fue celebrada por Donald Trump. “Grandes noticias para Estados Unidos: el programa carente de audiencia de Jimmy Kimmel fue cancelado. Felicitaciones a ABC por tener el coraje de finalmente hacer lo que tenía que hacerse. Kimmel carece por completo de talento y tiene peor rating que Colbert, si es que eso puede ser posible. Eso deja a Jimmy [Fallon] y Seth [Meyers], dos completos perdedores, en la cadena de noticias falsas NBC. Sus ratings también son horribles. ¡Hazlo, NBC!”, escribió el presidente de Estados Unidos.

Para numerosos analistas, estos comentarios fueron una medida de presión y se suman a otros similares. Recordemos que hace unas semanas la cadena Paramount anunció la cancelación de su propio late show, llamado justamente The Late Show, cuyo conductor, Stephen Colbert, era abiertamente crítico del gobierno de Trump. La necesidad de contar con la aprobación para la fusión de las empresas de comunicación Paramount y Skydance llevó a que de un plumazo se prometiera el final de la “era Colbert” y se llegara a un acuerdo extrajudicial millonario con el mismísimo Donald Trump por una denuncia que casi nadie creía que podría prosperar.

La propia Nexstar está buscando la aprobación de la FCC para adquirir a su rival Regna por más de 6.000 millones de dólares, lo que la convertiría en la mayor propietaria de estaciones televisivas en Estados Unidos, superando el límite del 40% establecido por la FCC. Para concretar la compra, la comisión debería hacer una excepción.

El Partido Demócrata publicó un tibio comunicado condenando lo ocurrido, en lo que consideran “la guerra del Partido Republicano contra la Primera Enmienda”, que es la que garantiza la libertad de expresión. “La censura de artistas y la cancelación de shows es un acto de cobardía. Y también podría ser un esquema corrupto de pagar para poder transmitir”, dicen.

También se pronunció en forma personal el expresidente Barack Obama, quien escribió: “Después de años quejándose de la cultura de la cancelación, la administración actual la ha llevado a un nuevo y peligroso nivel, al amenazar rutinariamente con tomar medidas regulatorias contra las empresas de medios a menos que amordacen o despidan a los periodistas y comentaristas que no le agradan”.

Juicio a The New York Times

En medio de esta polémica, el martes Trump inició un juicio por difamación al periódico The New York Times por 15.000 millones cde dólares. En la demanda sostiene que el diario es un “portavoz del Partido Demócrata” y que difundió información falsa sobre él, su familia y sus negocios, y cita tres artículos publicados durante la campaña electoral de 2024.

La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) se solidarizó con el periódico. “Esta acción no busca justicia, sino utilizar los tribunales como arma política para intimidar y castigar a la prensa crítica. Se trata de un ataque directo contra la libertad de prensa”, dijo en un comunicado el presidente de la SIP, el salvadoreño José Roberto Dutriz.

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