El lunes se cerrará el grupo A. Como se sabe, Rusia y Uruguay están clasificados. En este orden, porque los rusos tienen mucho mejor saldo de goles que los celestes. De ahí se desprende que Uruguay pasará a octavos de final como primero si y sólo si consigue los tres puntos, porque el empate favorecerá a los locales. Vamos, nada que no se sepa.
Óscar Washington Tabárez ha tomado los entrenamientos como test de pruebas. Nuevas pruebas, porque de momento no le han convencido algunos rendimientos individuales o asociados. Lo dejó bien claro en una de las conferencias de prensa. Dos frases cortas y contundentes: “Se puede trabajar para ver mejorías en el equipo” y “estamos muy lejos de nuestro nivel normal”.
Esto no quiere decir más que lo que dice. Es un entrenador haciendo su trabajo, buscando nuevas alternativas que den soporte a un juego colectivo consistente y, como consecuencia, más goles. Es verdad que en el segundo tiempo del partido con Egipto Uruguay tuvo chances claras que no consolidó, ya sea por deficiencia en las definiciones como por las virtudes defensivas del rival, pero también es verdad que ante Arabia Saudita el partido fue malo y las chances concretas de gol fueron pocas. Por todo esto –y alguna que otra cosa– Tabárez está dándole vueltas al equipo.
Técnica y táctica
En concreto, las posibilidades de Uruguay para enfrentar a los rusos no pasarán de dos: el clásico 4-4-2 con el que se ha parado, o un 3-5-2 similar al que intentó en el final del juego contra los sauditas.
Paso a paso. Lo primero parece ser lo que más se amolda a la idea que quiere el Maestro. Arquero y defensa no parecen estar en cuestión, mucho menos los delanteros. Pero sí habitan los problemas en la mitad de la cancha. Salvo por lo que hizo Rodrigo Bentancur en los encuentros iniciales, ni Matías Vecino, ni Giorgian de Arrascaeta ni Nahitan Nández, y sí pero no Cristian Rodríguez y Carlos Sánchez. Y si el medio, zona de neurociencia por definición, no anda, el resto puede hacer poco.
En el entrenamiento de ayer Tabárez metió en la oncena a Lucas Torreira y Diego Laxalt –precisamente dos que entraron a la vez en el segundo tiempo contra los sauditas–, dejando de lado al Pato Sánchez y al Cebolla Rodríguez. El resto, los mismos: Fernando Muslera; Guillermo Varela, Josema, Diego Godín, Martín Cáceres; Vecino, Bentancur; Luis Suárez y Edinson Cavani. O sea, 4-4-2.
Laxalt tiene posición definida: mediocampista por la izquierda. Torreira iría de pac-man en el doble 5, y esto haría correr a Bentancur a la derecha, posición en la que ya jugó en algunos partidos de las Eliminatorias y también en su equipo, la Juventus italiana.
Pero, como a Tabárez le gusta mucho la polifuncionalidad de los jugadores, con esos mismos 11 puede encontrar y probar otras variantes: línea de tres con Cáceres junto a los de Atlético de Madrid, Varela un poco más adelantado como carrilero por la derecha y Laxalt haciendo lo mismo por la izquierda, casi casi como lo hizo en la China Cup. Con ese plan, Torreira se metería a lo Egidio Arévalo Ríos como volante tapón, Vecino y Bentancur por delante más sueltos, y arriba los fenómenos.
Incluso, para el caso de que no quiera arriesgar con una línea de tres final –que eventualmente puede ser de cinco cuando se replieguen los carrileros– hay una variante que se parece a la selección de un tiempo no tan lejano: cuatro atrás, un tapón, dos por delante, que serían Bentancur y Vecino, Laxalt por la izquierda, Cavani por la derecha y Luis al medio.
La quieta también
Las jugadas con balón detenido son otro factor no menor en el juego celeste, tanto para la defensa como para el ataque. El poderío está, y de dos envíos aéreos Uruguay tiene los dos goles que lleva en el Mundial.
Hay un tema en este sentido, sobre todo en ataque: quién patea. En el primer partido fueron De Arrascaeta –mientras estuvo– y Sánchez, mientras que en el segundo partido fue Sánchez –hasta que lo cambiaron y no hubo especialista–. En la práctica de ayer, los que se encargaron de la pelota detenida –tanto de los tiros libres como de los centros– fueron Suárez y el propio Sánchez. Si no está el Pato, ¿será Suárez quien levante los centros? Parece ser que sí. Y no es extraño, porque, igual que en los casos de rotación de jugadores, esto ya pasó antes.
Habrá que ver. Tabárez tiene las cartas y sabe jugarlas atendiendo su juego y también el de Rusia. El lunes a las 11.00 de nuestros relojes será la cita en el estadio de Samara con los rusos. Unas horas más tarde de que termine ese encuentro se definirá el grupo en el que buscan dos lugares tres equipos: España, Portugal (ambos con 4 puntos) e Irán (que tiene 3). Los primeros se cruzarán con los segundos. Empieza el otro Mundial.