En una callecita de Rusia a la que no le hace falta ninguna geografía, respirando partidos con los ojos, oyendo a la gente con las venas y haciendo goles con las ganas, dos personas, con todo el cuerpo, desarrollan esta conversación:
–Ya sabés lo que apunta Mario Benedetti: “Conozco este camino de memoria pero igual me sorprendo”.
–Tanto como vos ya sabés qué propone Eduardo Galeano: “La felicidad es un trayecto, no un destino”.
–Y acaso eso es posible recordando lo que deja entender Felisberto Hernández en su cuento “Mur”: “Me gusta mucho más una plantita que muchos hombres”.
–O acaso siguiendo los versos de Eduardo Mateo en “María”: “Horizontes María yo vi / de tus ojos mirando feliz”.
–Me parece que el secreto de esto que charlamos y de todo lo que acabamos de decirnos lo resume Horacio Quiroga: “Ten fe ciega no en tu capacidad para el triunfo, sino en el ardor con que lo deseas”.
En una callecita de Rusia, los que escuchan este diálogo sólo con las orejas no comprenden nada, porque escuchar sólo con las orejas es como besar sólo con la boca o mirar fútbol sólo con las pupilas. Los que escuchan sólo con las orejas suponen que las dos personas hablan de literatura y de escritores.
Los que, en cambio, respiran partidos con los ojos, oyen a la gente con las venas, hacen goles con las ganas y conversan con todo el cuerpo están, a su manera, en una callecita de Rusia a la que no le hace falta ninguna geografía y conocen que esa conversación es sobre lo que dejará para siempre, gane o pierda y pierda o gane, dos emociones y dos detalles, el paso de la selección de Uruguay por el Mundial 2018.