Remar es un verbo de acepciones varias, como tantos otros del lunfardo tradicional. Remar es un verbo común. Espíritus inquietos reman contra la incertidumbre del cauce en el que estamos. Las películas apocalípticas aquellas no hicieron más que distanciarnos de un viaje así, hacernos olvidar de que hay depredadores tan crueles como nosotros, y que es el propio mundo el que se pudre... ¿de nosotros? Quizás. Un cauce de desapego obligado, “de soledad y rabia”, diría Zitarrosa.
Vaya momento para repasar esa biblia cantada o dicha.
Remar es un verbo para todos los deportes. Diría, un verbo constante en camarines. Hay que remar, ¿me la remás?, te la remo, pares exquisitos para espíritus inquietos de deportes colectivos. Cuarentena en algún lunfardo debería querer decir “reflexión”. Todo empieza a caerse cerca; antes, por la tele. En Buenos Aires cuarentena obligatoria, y siempre soplan nubes hacia acá. Los clubes tambalean. Algunos hablan de seguros de paro, otros de licencia. Otros ni eso, porque están en negro. Las remeras y los remeros reman, los futbolistas y las futbolistas también. En el cantero de Varela, en la canchita de Apex, en la rambla de Montevideo, saltando un muro de Las Acacias o en el lago Calcagno. Reman con la incertidumbre del cauce en el que estamos. En algo nos parecemos.
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