En la tercera edición de la Liga Uruguaya de Básquetbol Inclusivo (LUBI), disputada en el presente año, se retomó la competencia, el encuentro y el intercambio deportivo entre los proyectos participantes y organizadores: Street Basket Libertad (SBL) de San José, Básquet para Todos Defensor Sporting Club (BxT), Larra Plateado y Grupo Rojo Capurro.
Patricia de los Santos, coordinadora de BxT, contó a Garra que esta edición “estuvo un poco condicionada por los protocolos sanitarios” y “apretada en el tiempo por la misma razón”, aunque “fue una LUBI súper disfrutable por la necesidad de juego acumulada, ya que el año pasado no pudimos realizarla”. “Este año fue maravilloso volver a encontrarnos con el juego. Cuando hacemos un partido amistoso o entre nosotros, no es lo mismo que el partido de liga”, coincidió Ignacio Bueno, estudiante del Instituto Superior de Educación Física y referente del Grupo Rojo Capurro.
Los proyectos participantes de la LUBI funcionan desde hace mucho más tiempo de forma autónoma con prácticas y amistosos, pero su creación significó un antes y un después para ellos. Así lo explicó a Garra Rubén Suárez, profesor de Educación Física referente del proyecto comunitario SBL, que este año cumple diez años: “Si bien teníamos contacto y encuentros antes, continuamos en crecimiento gracias a la LUBI, que funciona como un empujón competitivo para los cuatro proyectos. Además, en la segunda edición [2019] se sumó el grupo de Olimpíadas Especiales de Tacuarembó”.
En la misma línea, Álvaro Lesna, referente de Olimpíadas Especiales Tacuarembó y profesor de Educación Física en centros educativos y en la asociación civil Amigos y Padres del Discapacitado de Tacuarembó (Apadista), resumió: “Desde hace 12 años funcionamos como Olimpíadas Especiales; hemos competido y viajado a encuentros departamentales e internacionales”. Específicamente sobre la participación en la LUBI, destacó que han logrado una experiencia muy linda que aporta a la integración: “Las competencias ayudan a que conozcan más personas, que viajen, que se diviertan y se formen a través del deporte. Es muy importante, enriquecedora y especial”.
Competir o no
Frente a los proyectos que involucran al deporte y a jugadores en situación de discapacidad, surge el debate de qué tan pertinente es su modalidad competitiva.
El origen de la LUBI reside en “la necesidad de tener un espacio de competencia para el crecimiento de los proyectos participantes”, explicó De los Santos y añadió: “La LUBI es algo muy esperado por los chicos. Se esfuerzan por crecer deportivamente y es muy importante para ellos esta instancia en la cual pueden medirse con sus pares”.
BxT cuenta con dos planteles competitivos, pero además tiene un grupo de adolescentes que participa a partir de este año en la modalidad de encuentro, sobre todo con el grupo Larra Plateado. “Nosotros participamos, componemos y apoyamos la LUBI, hemos estado siempre presentes, pero no competimos porque hasta ahora la idea es otra: que todos puedan jugar”, resaltó Eduardo Sarni, referente de Larra Plateado, y completó: “Es una decisión que evaluamos en cada cierre de año”.
“Nos enorgullecen mucho nuestros proyectos; no nos gusta la mirada que algunas veces generan los medios y [en la que] somos ‘los pobrecitos’”. Rubén Suárez
“Algunos se asustan de marcar la versión competitiva, que en sí es lo mismo, simplemente que se adecua a la situación que tengan los jugadores”, opinó Suárez, y explicó que poco a poco se animan a más. “Nos enorgullecen mucho nuestros proyectos; no nos gusta la mirada que algunas veces generan los medios y [en la que] somos ‘los pobrecitos’”, valoró el referente de SBL.
Para el referente del Grupo Rojo Capurro, los objetivos competitivos “cambiaron a medida que participaron en distintas ediciones de la LUBI”. En primera instancia, el fin era participar. Este año “se intentó conseguir algún resultado, competir y ejercer el derecho de practicar un deporte, que además muchas veces tiene una lógica competitiva”.
Específicamente sobre sus jugadores, Bueno detalló: “Para nuestro grupo de gurises del plantel competitivo la LUBI es como esa zanahoria que persiguen. Esto nos hace caer en la realidad de que los jugadores vienen para participar en la liga y que estuvimos dos años entrenando y en 2020 no pudimos jugar ni siquiera un amistoso”.
“Todos nuestros proyectos trabajan desde hace más de seis años y no tuvimos un precedente cercano para crear el reglamento de la LUBI, más allá de Olimpíadas Especiales”. Rubén Suárez
A medida
Para poder competir, además de un grupo de equipos se necesitó un reglamento y jueces que lo hicieran cumplir. Sobre lo primero, Suárez desarrolló: “Todos nuestros proyectos trabajan desde hace más de seis años y no tuvimos un precedente cercano para crear el reglamento de la LUBI, más allá de Olimpíadas Especiales, que es una organización internacional que tiene el suyo propio”.
En el proceso de creación “adecuamos a nuestra realidad ese reglamento y lo modificamos con elementos del minibásquet y del baskin, que es una modalidad de juego que hay en Europa. Tomamos algunos elementos, como los tiros libres al comenzar y la posibilidad de contar con un jugador unificado, es decir, un jugador de apoyo que no está en situación de discapacidad”, apuntó.
“Buscamos que la población que tenemos no quede excluida. Tanto de forma competitiva como recreativa, todos están jugando”. Rubén Suárez
También participan jugadores con discapacidad motriz que no pueden cumplir un rol fijo en la cancha pero pueden tirar tiros libres: “Buscamos que la población que tenemos no quede excluida. Tanto de forma competitiva como recreativa, todos están jugando”, sentenció Suárez.
En ese aspecto, Sarni detalló algunas modificaciones entre los partidos competitivos y los encuentros: “Tenemos reglas adaptadas. No es un equipo que juega al básquetbol de competencia con reglas comunes y corrientes. Nuestras reglas siguen la lógica de que jueguen todos”.
“Nosotros jugamos básquet adaptado y el resto de los equipos de la LUBI juega básquet inclusivo. Cuando compiten los equipos entre sí, lo hacen de forma inclusiva: ellos juegan con cuatro jugadores en situación de discapacidad y uno que no, que oficia de jugador referente”, distinguió. “Nuestro jugador referente ordena a sus compañeros, no puede tirar ni picar. Debe tener la capacidad, por ejemplo, de bloquear a un jugador para que otro, que sabemos que demora en tirar, tenga el tiempo para hacerlo. Es muy difícil que esto funcione en los tiempos que demanda la competencia”, consideró el referente de Larra Plateado.
También especificó que es frecuente que en el básquetbol competitivo jueguen con aros de categorías mayores (3,05 metros de altura), mientras que en los encuentros usan los de minibásquet (2,60 metros). Otro ejemplo del básquetbol adaptado es que cuando un jugador comete una falta, todo el equipo contrario tira libres.
Nadie afuera
Además de que los proyectos comparten grandes similitudes actualmente, surgieron frente a una necesidad o motivación: incluir.
Por ejemplo, BxT “es un proyecto para niños a partir de los seis años, jóvenes y adultos en situación de discapacidad intelectual”, contó De los Santos, y cuentan con división de grupos por edad.
En la camiseta de Larra Plateado se lee la consigna “Todos juegan”. Cuenta Sarni que “cada jugador, como en cualquier plantel, tiene sus objetivos propios: para uno es correr, porque antes no lo hacía; para otro es el tiro, aunque tengas que acompañarlo. Ese es su juego y todos los demás deben respetarlo”.
La idea inicial de Suárez una década atrás fue “tirar la pelota a la calle y ver quién se sumaba”. Recuerda que poco después conformaron un vínculo con la escuela especial 107 de San José y, como el espacio es comunitario, “se formó un lugar donde la gente podía vincularse, hacer deporte y socializar. Se apropiaron del proyecto muchos chiquilines en situación de discapacidad, entonces el perfil que tomó la propuesta era de ir a ver, llegar y jugar con el que quisiera”.
Pandemia y proyecciones
Más allá de las limitaciones coyunturales como la pandemia de covid-19, Lesna identifica algunas limitaciones características de la falta de descentralización, que impiden su participación en la LUBI de manera sostenida en el tiempo. “Tenemos los costos de transporte, que son los más complicados, pero contamos con recursos como las canchas en el interior, que son más accesibles que en la capital porque hay menos actividad”, aseveró.
Quizá una forma de integrar la LUBI sea mediante el viaje de todos los grupos a lugares intermedios, aunque a veces eso es otra limitación, porque para viajar entre departamentos necesitan el permiso de las familias de los jugadores. “El apoyo y la confianza que las familias nos tienen es muy valorable”, manifestó Bueno, y explicó: “Las familias participan, están presentes, ya sea al venir con los gurises o en el desapego. Sobre todo porque nosotros les insistimos a algunos jugadores que son grandes, a los que tienen 25 años o 30 y pico de años les decimos que tienen que venir solos y hacerse responsables de sus cosas, armar su bolso, estar en hora, etcétera”.
Lesna destacó que “siempre hay muchos aspectos a mejorar, pero creo que dependemos mucho de los recursos humanos”. “Conozco proyectos similares a los que integran la LUBI en el interior, por ejemplo, en Artigas, Rivera, Cerro Largo y Durazno. Ninguno ha participado en las ediciones de la LUBI”, lamentó.
Suárez sostuvo que el presente es destacable y agradeció el aporte de la Unión de Jueces de Básquetbol, que les arbitran de forma gratuita, aunque le gustaría “que nos reconozcan más los organismos rectores del deporte, internacionales o nacionales”.
Finalmente, la coordinadora de BxT expresó su deseo de contar con más proyectos en las próximas ediciones y que se dé el retorno de Olimpíadas Especiales Tacuarembó. “Cuantos más seamos, más crece un producto que tiene muchas aristas de inclusión”, enfatizó.