Nacional se coronó campeón uruguayo 2025 en el Gran Parque Central y ante Peñarol. Escenario ideal para los hinchas tricolores que llenaron su escenario en la lluviosa jornada dominical.
Con el término del partido, se desataron los festejos, brazos al cielo y abrazos entre los jugadores. Los que estaban en el banco invadieron la cancha para festejar con sus compañeros, y el cuerpo técnico, que asumió hace pocas semanas y rápidamente se transformó en campeón uruguayo. Escenario perfecto de locura máxima que brinda la pasión del fútbol y sus alegrías para los ganadores.
En la tribuna, abrazos entre amigos, familiares, parejas y gente que quizás no sabe cómo se llama la persona con la que terminó entrelazada, pero festejaron juntos por el simple hecho de compartir el sector en la tribuna y los colores.
Los jugadores corrieron de la tribuna Abdón Porte a la Héctor Scarone saludando al público de las cuatro gradas. Maximiliano Gómez divisó el palco del sexto piso, donde estaba la bandera de Paysandú, y saludó a lo lejos a su familia, con la que se iba a abrazar un rato más tarde en la cancha.
La lluvia le dio el marco épico a la ceremonia. Desde el vestuario se arrimó una bandera con la foto de Juan Izquierdo, que rápidamente desplegaron entre los futbolistas, muchos de ellos excompañeros de Juancito, que le dio el nombre a la copa que levantó Sebastián Coates y que quedará en la vitrina de la sede.
Una de las presencias que no pasaron inadvertidas fue la de Diego Polenta, que arrancó la temporada como capitán del plantel y que decidió terminar su carrera profesional luego del partido del Apertura ante Juventud de Las Piedras, cuando se dio la salida de Martín Lasarte.
Entrevistado al pie de la cancha, Polenta se mostró emocionado. Lo primero que hizo el excapitán fue destacar la importancia del título, porque la copa llevaba el nombre de Juan Manuel Izquierdo. “Era una copa súper importante y pesada para nosotros, y que se quede en la avenida 8 de Octubre me llena de orgullo. Los muchachos pudieron cumplir con la familia. Se lo debíamos a él y a la familia. Por suerte, se pudo dar”, comentó Polenta.
Premiación en familia
Los colombianos Juan Pablo Patiño y Julián Millán se colgaron la bandera colombiana en los hombros. Rápidamente se formó el estrado donde los jugadores fueron pasando para recibir la medalla y el trofeo de campeón que levantó el capitán Coates. Antes, Ebere fue elegido como mejor jugador del partido, el primer galardonado de la tarde.
Con la familia de los protagonistas en la cancha, la copa fue al cielo, los papelitos salieron y el público siguió coreando en el festejo largo, que de a poco fue tomando forma de vuelta olímpica.
Entre fotos con la copa que quedarán para la posteridad, el festejo fue perdiendo efusividad. Con la tranquilidad del paso de los minutos, la celebración mesurada marcaba la chance de tomar dimensión del objetivo cumplido. El público dejó las tribunas con la alegría que sólo brinda el último partido del año y se quedó festejando en el barrio en una fiesta que, seguramente, se extenderá hasta la madrugada.