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Nicolás López y Lucas Villalba tras el segundo gol de Nacional a Bahía, el 7 de mayo, en el estadio Arena Fonte Nova en Salvador de Bahía, Brasil.

Foto: Arisson Marinho, AFP

Inolvidable triunfo de Nacional en Bahía: 3-1

4 minutos de lectura
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Los tricolores jugaron un partidazo en Brasil y se acomodaron en el grupo F de la Libertadores.

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Nacional jugó y ganó un partido inolvidable en el estadio Fonte Nova de Salvador. Derrotó a Bahía 3-1, le quitó el invicto y se acomodó en la lucha por llegar a los octavos de final. Ahora, cuando falta el partido entre Inter y Nacional de Medellín, la tabla quedó con los bahianos primeros con 7 puntos, Inter con 5, el bolso con 4 y los colombianos con 3.

Los tricolores, que empezaron perdiendo 1-0 a comienzos del segundo tiempo, dieron vuelta el partido, el resultado y el desarrollo del juego para terminar ganando 3-1, con anotaciones de Lucas Morales, Nicolás Diente López y el colombiano Julián Millán. No anotó pero fue factótum de la victoria el joven Lucas Villalba, un avión por la derecha con carreras de tiempos récord y decisiones determinantes.

Fue un triunfazo construido con esfuerzo pero, fundamentalmente, con la ejecución de un plan y de respuestas ante la contingencia de haber recibido un gol inesperado. No es sólo animarse, sino animarse y hacerlo. Eso fue lo que hizo el equipo de Pablo Peirano, que tuvo una actuación colectiva de destaque, a la que hay que sumar una enorme gestión de Luis Mejía y sus tres centrales y una inolvidable noche de Villalba y López con el trabajo completo de Luciano Boggio

¡Meu deus!

La tensión inevitable entre protagonista y antagonista parece multiplicarse cada vez que una oncena uruguaya se presenta en Brasil ante un club de esa tierra. Es inevitable esperar el aluvión del tíquiti túquiti de los brasileños, con laterales subiendo como aviones y con condiciones de delanteros, como si todos fuesen descendientes de Cafú, con los medios tirando interminables paredes, con los punteros falsos bisnietos de Garrincha, sucesores de Edmundo, haciendo la que los abuelos les contaban de Rivelinho.

Si bien eso parece plantear un escenario de dominación y propicio a la superioridad de los locales, no siempre se traduce en lo que realmente sucede en la ejecución de los planteos y en el desarrollo de los partidos. Más acá o más allá, los uruguayos pondrán acento especial en lo que históricamente mejor han podido sostener en los últimos 50 años: la escuela de neutralización defensiva que, por lo general, se ejecuta de la mejor manera para después, con la pelota en los pies, intentar, primero, que no la vuelva a tener el rival y, después, propiciar tres, cuatro, cinco jugadas ofensivas de real peligro que les permitan llegar al gol.

No es sólo un plan y desarrollarlo. El fútbol es una competencia interactiva contra otros y además contra los movimientos colectivos y la respuesta física que se pueda tener, sin dejar de tener como ítem básico la concentración para la aplicación en conjunto de esas habilidades entrenadas.

¡Aquí estoy yo!

Nacional apareció bien plantado para el supuesto aluvión de Bahía. Por lo menos así lo hizo en los primeros minutos, en los que incluso llegó a tener una enorme corrida de Villalba que terminó en un remate un poco tibio, tras el centro inicial de Morales. El hijo de OJ, un poco la sorpresa del elenco tricolor, se paró por la derecha delante de la ya habitual línea de tres que ha planteado Peirano para jugar ante los elencos brasileños.

Ante la actitud de Bahía de darle campo a Nacional, el equipo oriental tuvo la pelota en muchos momentos, aunque a la altura del círculo central, sin arriesgar ni dividir. Esto bajó el ritmo del partido tras los ataques avasallantes pero esporádicos del conjunto bahiano.

El orden táctico de Nacional y la concentración al aplicar el plan esbozado por Peirano opacaron el desempeño de los locales, que, al igual que todos sus pares del Brasileirão, juegan rápido e incisivo y no están tan acostumbrados a planteos pegajosos y seguidos al pie de la letra.

Al llegar a la media hora hubo una excelente combinación entre Villalba corriendo por la derecha, la pausa para esperar a Boggio y el pase filtrado para el Diente, que quedó frente al arquero brasileño y definió ahogado por el achique de Marcos Felipe, lo que permitió que el arquero la terminara sacando al córner.

Se aflojó mínimamente el equipo uruguayo por el desgaste físico y de concentración en los últimos diez antes de irse a vestuarios, pero supo acomodarse el 0 en su propio arco para llevárselo apretadito al entretiempo y que no le pasara como en Medellín.

Al minuto del segundo tiempo vino el baldazo de agua fría. Un tic-tac-¡toc! entre Everton Ribeiro, Willian José y Jean Lucas terminó con el gol de este último definiendo solo ante Mejía como si fuera un gol en el final de la práctica y antes de irse a bañar. Casi como romper el guión antes de salir a escena.

Nacional empezó de nuevo y empezó bien. Puso contra el arco a Bahía con cuatro o cinco córners seguidos hasta que, en el último de López, apareció Morales suelto, atrás del punto penal, y le metió un zurdazo que infló las redes para poner el 1-1.

No me la cuenten

Los que no lo vieron no se imaginan lo que fue Nacional después. Fue un aluvión sobre el arco de Bahía y Marcos Felipe salvó en tres oportunidades el segundo tricolor.

¿Cuánto mete Villalba en los 60 metros llanos? Eso fue lo que corrió, tras y con la pelota, el velocista de Nacional cuando llegó y se metió al área, la cruzó atrás para López, quien, igual que hizo mil años atrás el Polillita da Silva en un triunfo en San Pablo ante Corinthians, amagó su definición de primera y con el engaño dejó de culo a David Duarte y al golero Marcos Felipe. Y, como en el barrio, la empujó a las redes.

Después, la ingrata e incómoda tarea de defender cuerpo contra cuerpo rodeando a Mejía. No se debe, muchas veces no se puede, pero el bolso se apretó, le dio de punta y para arriba y, cuando puso a correr otra vez a Villalba, Lucas, maravilloso, otra vez marcó un tiempo digno de estudio de la Federación Internacional de Atletismo y, ya lejos dentro del área, la tocó para la entrada de su compañero, que no era otro que el zaguero colombiano, que corrió como un viernes cuando era escolar en su pueblo Bugalagrande, para llegar a la gloria del gol y anotar el estupendo 3-1 que galvanizó, remachó y aseguró la maravillosa victoria tricolor en Bahía para ponerse a tiro en la pelea por avanzar a los octavos de final.

Triunfazo inolvidable.

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