Alfredo Antía encabezó la lista que tras 20 años ofreció competencia en las elecciones de la Cámara de Industrias del Uruguay (CIU), obtuvo dos tercios de los votos y asumió como presidente de la gremial a principios de mes. En diálogo con la diaria, el director de EFA Laboratorios aclaró que se trató de “una renovación parcial”, porque tanto él como otros directivos tuvieron experiencia previa en la actividad gremial. Más allá de prioridades, como mejorar la competitividad de las empresas y apostar por recuperar el empleo perdido, repite un objetivo: “Reivindicar el rol del empresario”. Asociado a esto, advierte por los procesos de “extranjerización” y las facilidades para el ingreso de productos del exterior. Por esto, informó que la CIU solicitó al gobierno, para enfrentar la pandemia y la posterior recuperación, que se eleve de 8% a 20% la preferencia para la industria nacional en las compras públicas. Sobre estos y otros temas trató la entrevista con Antía.
Para conocer la realidad del sector, le propongo ir en orden cronológico. ¿Cómo llegó la industria a marzo?
Llegamos con dificultades. La industria no crece desde 2014, tuvo un pequeño repunte en 2017, pero hablamos del promedio de la producción, lo que incluye sectores que tiraron hacia arriba y sectores que se fueron deprimiendo. Pero la fotografía es una plancha hasta 2020, donde se produce esta caída pronunciada desde marzo, que a sectores que los tenía ya bajos los golpeó aún más.
¿Por qué esos problemas?
Las condiciones de competencia del Uruguay en el mundo realmente son difíciles por los altos costos de producción que tenemos. Veníamos de un proceso de muchos años de un dólar muy planchado que favoreció mucho la penetración de productos extranjeros y que, asimismo, dificultó la presencia de productos uruguayos fuera de frontera. A eso se agregan las dificultades de los mercados, porque el Mercosur nunca terminó de consolidarse y no aparecieron otros acuerdos que brindasen beneficios más que puntuales, es un tema pendiente. Otro punto en que insisto es que tenemos que trabajar mucho con las fuerzas del trabajo, con el PIT-CNT, para reconocer la circunstancia que vive el país y entender que debemos estar hombro con hombro para recuperar ya no las empresas que estaban con dificultades antes de marzo, que eran muchas, sino las que están de marzo a hoy con dificultades. Hoy estamos con unas 90.000 personas en seguro de desempleo, y además tenemos un desempleo que ya era alto prepandemia y que ahora se está incrementando, eso es un llamado de atención para todos los actores. Tenemos que buscar en los segmentos donde nos tenemos confianza y vemos oportunidades, para tratar de recuperar empresas y puestos de trabajo.
Viendo las razones detrás del período de estancamiento que vivió la industria: ¿qué tanto responde a factores internos y qué tanto a temas externos?
La verdad que es muy difícil de dimensionarlo, habría que hacer un recorrido dentro de cada sector de actividad y ver dónde estuvieron sus flancos más débiles. El comercio a veces se vuelve negativo a los intereses del Uruguay. Nosotros vemos que es muy fácil ingresar con productos extranjeros y es muy difícil hacer ingresar nuestros productos a otros mercados, porque en general los países buscan más allá de los acuerdos comerciales, en la letra chica, regulaciones que nos alejan de la posibilidad de ingresar.
Ahora sí, ubicados en el escenario actual, ¿cómo evalúa la ayuda que dio el gobierno a las empresas para enfrentar esta crisis?
El gobierno ha tomado medidas desde el primer día, ha flexibilizado para las micro y pequeñas empresas algunos corrimientos en los pagos, ha establecido medidas como el seguro de paro parcial, que fue un estímulo importante. En la ley de presupuesto se restablece una condición previa al año 2016, en la que las pérdidas acumuladas se van a poder descontar de futuro al 100% y no al 50%, como establecía la ley que regía hasta ahora.
Estamos expectantes con las medidas que tienen que ver con el aspecto energético, que es un rubro que afecta particularmente a la industria. El concepto de ir hacia el precio de paridad de importación es algo que saludamos, porque creemos que empezar por ese lado es la base de la competitividad. Creo que es un proceso de maduración, que el Uruguay ha visto que se requiere darle mejores condiciones de competitividad al trabajo para poder competir en el mundo.
¿Tienen información de que haya habido cierre de empresas en este período?
Sí, efectivamente. La industria tenía en 2019 unas 17.000 empresas habilitadas y tuvimos una pérdida importante, que se ve en el empleo: el año pasado teníamos 164.000 empleados en el sector industrial, y estimamos la pérdida desde marzo en 20.000 puestos, que se han ido recuperando, 40%, a un ritmo creciente al principio y ahora bastante aplanado. Algunas empresas han quedado por el camino, y como presidente de la CIU creo hay que tratar de hacer una retrospección, mirar cómo estaban esas empresas antes de marzo y aquellas que eran viables, que estaban en el ámbito de la competencia y la producción, ver de qué forma las podemos traer nuevamente. Porque lo que vive el mundo es algo absolutamente excepcional y tenemos que encontrar la forma de recuperar cada posición industrial y cada fuente de trabajo, esté donde esté.
Asociado al repaso de temas que hacía, ¿cree que el gobierno llegó con una agenda alineada con los intereses del sector empresarial?, ¿y cómo ve el avance de las promesas de campaña?
El gobierno ha aplicado algunas promesas electorales que el pueblo uruguayo aprobó con su voto, quizás la más significativa vinculada al mundo del trabajo tiene que ver con la caída del decreto que habilitaba las ocupaciones. Hay otras que tienen que ver con compromisos electorales que nosotros reclamábamos independientemente de quien ganara la elección, como el tema de la competitividad, esencialmente del costo país, el problema energético y de los combustibles. Ahora la ley de presupuesto está reconociendo la competencia en los puertos y aeropuertos; ya antes lo había reconocido para las zonas francas de UPM y Montes del Plata. Uno ve que para que puedan venir de afuera debemos adaptarnos al mundo; en el caso de las zonas francas nos adaptamos a normas de menor imposición, porque de lo contrario no vienen. ¿Y para nosotros que estamos en competencia con ese mundo? Porque no es que competimos sólo cuando salimos al exterior, competimos acá con empresas importadoras que traen productos de todos lados y que muchas veces hasta orillan la normativa uruguaya para penetrarla.
¿Qué solución propone para ese asunto?
En ese sentido, nosotros planteamos al gobierno que revise el margen de preferencia en la compra pública [para la industria nacional] que hoy es de 8%, y pretendemos que se valore la posibilidad de llevarlo a 20% por un tiempo determinado. Con eso debemos ir por las capacidades ociosas de la industria, que las tenemos, y unirlas con la necesidad de empleo que tiene el país. Porque además muchas veces lo que ocurre es que en la importación de productos hay precios predatorios, precios que son ridículamente bajos y las posibilidades de competencia son imposibles. Antes de comprar barato veamos si no lo podemos comprar acá y de paso damos trabajo.
¿A qué atribuye que cueste entender ese discurso de defensa de la industria nacional por parte de los políticos, o incluso de la sociedad?
No lo sé, pero desde la primera vez que me preguntaron qué me gustaría que ocurriese con mi presidencia de la CIU respondí reivindicar el rol del empresario, particularmente del empresario industrial, por todo lo que implica la transformación de productos y la cantidad de personas que intervienen. Cambiar la imagen del empresario industrial en la comunidad, que se valore esto como un proceso integrador, que agrega valor a la economía, que genera puestos de trabajo dignos y que es la forma de tener empleo genuino.
¿Pero no puede haber razones internas al empresariado que no permiten que se vea esa imagen que usted dice?
Creo que es una cultura que viene por varias razones. Seguramente ha habido y hay empresarios que no han hecho honor a las palabras que he dicho. Del mismo modo, uno podría decir que ha habido algunos excesos en las relaciones laborales que quizás han alimentando esa idea. Quizás es algo que culturalmente los uruguayos venimos heredando de generación en generación. Lo cierto es que estamos en un mundo en competencia y que nosotros cuando vamos a comprar cosas y vemos que vienen de cualquier parte del mundo, estamos comprando trabajo que han hecho otros. Es ahí donde nosotros como uruguayos debemos ver qué hicimos mal para deslumbrarnos con espejitos de colores que vienen de afuera y rechazar lo que acá podemos hacer. Cambiar esa cultura es un objetivo y un compromiso.
Hace un tiempo el sindicalista Richard Read dijo que el empresariado uruguayo está en vías de extinción. ¿Lo ve así?
No sé en qué contexto Richard Read dijo eso. Lo que sí ha ocurrido en Uruguay es que ha habido una gran extranjerización del patrimonio de las empresas, es algo que salta a la vista. No creo que esté en extinción, sí creo que hay que estimular el emprendedurismo, desde la educación básica en adelante. Quisiera contribuir a mostrar la cara que implica riesgo, producción, valores ‒que son trabajo, convivencia‒, y que es la única alternativa que tiene el Uruguay para poder desarrollarse. Están los servicios, el turismo, el agro, pero nosotros necesitamos dar trabajo al uruguayo. Si recomponemos el ánimo emprendedor, de la mano con quitar esa conciencia colectiva que el empresario es mala persona, que por algo cambió el auto o por algo mejoró, que a alguien le sacó eso; si convivimos con la realidad que el mundo en que vivimos tiene estas reglas y que Uruguay no es ajeno a ese mundo, entonces capaz que podemos pensar el día de mañana tener más emprendedores, más industrias y más oportunidades para todos.
Respecto del comercio regional, a mitad de año una delegación de la CIU fue al Parlamento y advirtió que los países vecinos se están abaratando y que pospandemia podrían inundar Uruguay con sus productos. ¿Ese escenario puede ocurrir?
Sí, efectivamente, porque claramente hoy los productos en Argentina y Brasil son mucho más baratos. Es el eje de la dificultad que tenemos como país en cuanto a la pérdida de competitividad, y estamos atentos a esto, porque claramente hay precios con los que no se puede competir sin pedir protecciones adicionales; por lo menos pedimos que se respete la normativa regulatoria nacional y que todos reciban los controles y análisis correspondientes, sobre todo en cuanto a la formalidad. El cierre de fronteras actual ha disminuido el flujo de mercadería que viene por fuera de la Aduana, por decirlo de algún modo, y que en este momento se encuentra controlado. Sí estamos preocupados por lo que pueda ocurrir, porque claramente los países vecinos van a ser más competitivos de lo que ya eran.
Como líder de una cámara empresarial importante, a la hora de relacionarse con el gobierno, los partidos políticos o los sindicatos, ¿qué peso tiene el hecho de tener un apellido ligado al Partido Nacional y ser hermano del intendente de Maldonado?
Me es indiferente, porque yo llevo diez años siendo presidente de la Asociación de Laboratorios Nacionales, y en este tiempo me ha tocado reunirme en más de una oportunidad con los dos presidentes que tuvo la República, Vázquez y Mujica, y con todos sus ministros, y con muchos de ellos no sólo he desarrollado relaciones institucionales sino también relaciones personales, de consideración y hasta en algún caso de afecto. Porque uno es lo que es y no tiene otra cara, entonces cuando uno transmite con transparencia sus posiciones en la vida, las relaciones se vuelven mucho más efectivas.