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Economía

Matìas Brum.

Foto: Alessandro Maradei

Dudas, mitos y verdades sobre la pobreza en Uruguay

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Las referencias a la pobreza suelen estar muy presentes en los discursos públicos, pero no siempre con un abordaje que le ponga sustancia y baje el fenómeno a lo cotidiano. En entrevista con la diaria, el economista Matías Brum, profesor del Instituto de Economía (Iecon) de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de la República e investigador especializado en temas de pobreza, aceptó un diálogo sin eufemismos buscando echar más luz al asunto.

¿Cuánto creés que saben los uruguayos sobre la pobreza –qué es, cómo se mide y cuánta cantidad de gente pobre hay en el país–?

No lo tengo claro, es una mala respuesta inicial. El tema es el siguiente: conceptualmente los uruguayos tienen una idea de lo que es el concepto de pobreza, y el uruguayo promedio tiene una idea ligada a lo que entendemos como pobreza multidimensional. Vos hablás con cualquier persona, le decís cuánto es la línea de pobreza y se te ríen, te dicen “pero hay un montón de hogares que ganan más que eso y son pobres, está mal esa definición”.

Entonces, hay una intuición y una percepción de que la pobreza es un fenómeno que toca a mucha gente, más de lo que la estadística sugiere, pero eso coexiste con una percepción bastante errada que tiene la gente acerca de su propia ubicación en la distribución del ingreso. Esa es una cosa que se da en Uruguay y en otros países: todo el mundo piensa que es de clase media. Pasado a datos: en enero de 2020, un hogar de Montevideo con una persona que gane más de 15.000 pesos no es pobre.

Yo le digo a un uruguayo promedio que si ganás eso no sos pobre y se te ríe en la cara, porque todo el mundo sabe que no vivís con eso. Ahora, vos le decís a una persona que gana 50.000 pesos o 40.000 pesos, que está en el top 20% de la distribución del ingreso, y tampoco lo cree. Me parece que el uruguayo no es consciente de los niveles de pobreza que existen, pero a la vez es consciente de que hay mucha gente pasando privaciones que no pasan por lo monetario, o que con lo monetario sólo no alcanza. A mi entender, coexisten estas dos aproximaciones a nivel colectivo.

Asocio esto con algo que se suele decir, que la pobreza es un fenómeno invisibilizado por la sociedad. ¿Coincidís?

Estoy de acuerdo. Me parece que el uruguayo es sensible, en esa lógica de decir ‘hay más gente viviendo en la calle’, eso sí lo ve. En Estados Unidos tienen una expresión que es working poor, pobres que trabajan. Ellos tienen el siguiente problema: en su imaginario el pobre es aquella persona que no tiene ingresos o tiene ingresos muy bajos, y está asociado a alguien que no labura, que se droga o que tiene problemas mentales. Y las estadísticas muestran que hay un montón de gente que tiene un trabajo, o dos, y con lo que gana no le alcanza para salir de la línea de la pobreza.

Creo que en Uruguay pasa una cosa de ese estilo. Está la idea instalada de que la pobreza está asociada a la privación, y eso se ve cuando uno sale a la calle y ve más gente durmiendo a la intemperie, o cuando hay más gente haciendo cola en una olla popular. Ahora, capaz que un uruguayo promedio se cruza en la calle con un laburante y no se le ocurre pensar que esa persona es un trabajador que integra un hogar pobre.

¿Eso tiene que ver con la lógica más meritocrática de las sociedades actuales?

Claro, “¿cómo vas a ser pobre si tenés laburo?”; puede pasar y de hecho pasa. Es un mito la idea de que los hogares pobres están compuestos por una mujer que no trabaja y tiene siete hijos. Eso en la estadística no está. Los hogares pobres en su mayoría tienen un solo jefe de hogar, pero esa persona labura, y tiene uno o dos trabajos. Sí está en la informalidad, y ahí aparecen un montón de cosas que se retroalimentan. Lo de la invisibilización es eso, vas caminando por la calle, ves gente que trabaja, un feriante, alguien que tiene un puesto en una esquina, gente que hace un montón de cosas de laburo, a los que uno mentalmente no los cataloga así; pensás “no puede ser que esta persona integre un hogar pobre”, y en realidad sí lo integra.

¿Y cuánto de todas esas características de percepción de la pobreza de los uruguayos creés que tiene que ver con la forma de medición monetaria con base en el ingreso?

A mí me parece razonable pensar que la pobreza es un fenómeno multidimensional, todo el tiempo los economistas decimos eso. Muy lindo eso, pero ¿cómo lo medís? El INE [Instituto Nacional de Estadística] va a ser un indicador multidimensional, es complicadísimo hacerlo y es dificilísimo implementarlo, llevarlo a la práctica y estimarlo para atrás. Entonces, la medida de pobreza por ingreso es arbitraria; más allá de que hay una lógica detrás, eso no contempla si los hijos van a la escuela, si el trabajador es informal, si tienen acceso al sistema de salud, no contempla un montón de cosas que entrarían en la medición multidimensional.

Es como un límite arbitrario [la línea de pobreza] pero que está muy sólido, te permite hacer comparaciones entre los años y es bastante eficaz en calcular lo que pasa con las otras cosas, especialmente en el corto plazo. De un año al otro la pobreza se te dispara tres puntos medida por el ingreso [como ocurrió en 2020], no tengo idea cuánta era la pobreza multidimensional antes, pero creció mucho también, no hay otra. El problema es que la medición por ingresos en el mediano plazo termina erosionando las otras partes de lo multidimensional. Digamos que [el método de medición por ingresos] no es muy bueno, pero es rápido y fácil de comparar en el tiempo.

¿Entre lo negativo está la temporalidad? Yo un año puedo estar ganando más de 15.000 pesos, pero eso no garantiza que pueda lograr solucionar necesidades básicas insatisfechas.

Sí, está la temporalidad. Un ejemplo que pongo es que si vos tenés una gotera en tu casa, y si ganas 600 pesos por arriba de la línea de la pobreza, vas a necesitar un montón de meses para juntar la plata para comprar los materiales o llamar a un albañil para que te arregle la gotera. Superar el umbral no quiere decir que soluciones lo otro. Ahora, si vos estás por arriba de la línea de la pobreza y bajaste de ingreso un poco, en general los hogares en lo primero que dejan de invertir es en el mantenimiento de la vivienda, porque tenés que comer. Si estás un año sin arreglar la gotera, eso te va a comer los cimientos y te va a joder la casa.

Entonces, es esperable pensar que una caída en el nivel de ingresos te puede aumentar los problemas multidimensionales. Y también es razonable pensar que una suba por encima del nivel de ingreso no te soluciona inmediatamente los problemas multidimensionales. La línea de pobreza, al final, mide, entre comillas, mal la aproximación a lo que sería la pobreza coloquial, pero es muy útil para hacer comparaciones en el mediano o largo plazo, para seguir el fenómeno en dos, tres años o más años. No quiere decir que no necesites calcular la otra [la pobreza multidimensional], pero alcanza con que en este último año la medición por ingresos creció tres puntos para saber que se complicó todo y no necesitás la otra metodología.

¿Hay ejemplos de países que tengan alguna otra forma de medición más avanzada?

Los países de América Latina, y los más pobres en general, suelen medir la pobreza en términos absolutos: tenés un umbral de dinero y si el hogar está por debajo es pobre. Ahora bien, ¿qué pasa cuando las sociedades son relativamente más ricas? Empieza a ser un poco más difícil definir esa especie de canasta de subsistencia, porque, hablando mal y pronto, hay países en los cuales comer y vestirse son cosas que más o menos socialmente están solucionadas.

Entonces, algunos hacen lo que se llama una línea relativa. Eso tiene una ventaja y un inconveniente. La idea es la siguiente: agarrás a toda la población, la ordenás de menor a mayor en ingresos, ves cuál es la mediana –cuánto gana el hogar del medio, por decir algo, 20.000 pesos– y decís: “Todo hogar que gane menos de un tercio de la mediana es pobre”. Hacés como una definición arbitraria y decís que la gente que está en la parte más baja de la distribución del ingreso, no me importa si con esa plata pueden comer o tomarse un ómnibus, es gente que yo entiendo que está en condición de privación. Esto lo hacen países sobre todo del viejo bloque del este [que formaban parte de la URSS].

¿Eso implica que inevitablemente siempre va a haber una población pobre?

Sí. Cuando hacés esa medición estás tratando de aproximarte a una noción de pobreza que va más allá de llegar a los bienes básicos para no morirse de hambre, pero te va a pasar, sí, que nunca va a dejar de haber pobres. Yéndome para otro lado, cuando Cristina Fernández salió a decir que en Argentina había menos pobres que en Alemania, el tema es que los alemanes miden la pobreza de manera tal que siempre van a tener pobres. Pero al pobre alemán no me lo compares con el pobre argentino, que vive en una villa miseria, come basura y tiene la misma camiseta puesta toda la semana. Ahí está un poco el problema. Vos tenés sociedades ricas que definen la pobreza de manera tal que aproximan mejor ese problema, pero que introducen este tema de que nunca van a estar sin pobres, y para los países como nosotros es un poco chocante.

¿En la región no hay países que apliquen este método?

No. Lo que hay son países que tienen medidas oficiales multidimensionales muy buenas, como México, Chile o Colombia. Ellos combinan, porque agarran la línea de pobreza absoluta, pero se fijan en otras cosas: si tienen acceso a la educación, si son informales, cómo está la vivienda, y ahí calculan. En Chile, por ejemplo, midiendo por una línea de pobreza como la nuestra, les dio que en 2017 había 400.000 personas en pobreza extrema y un millón en pobreza no extrema –lo que sería nuestra indigencia y nuestra pobreza–; y la pobreza multidimensional les dio que tenían 3,5 millones de pobres.

En México hacen distinto, miden la pobreza multidimensional y dicen: “Para ser pobre hay que estar por debajo de la línea de pobreza y además tener algún problema de estos”. A ellos la pobreza multidimensional les da más baja, porque si ganás menos de 15.000 pesos pero no tenés problemas de salud, ni de vivienda, ni de educación, ni de trabajo, no tenés ningún problema de los definidos, entonces no sos pobre multidimensionalmente.

Aprovecho para atar esto a un tema local. El INE prevé contar a partir de 2022 con indicadores de pobreza multidimensional, ¿lo ideal sería combinarlo con lo que surja de la medición por ingresos?

Lo razonable sería hacer como Chile, arrancar con la línea de pobreza [por ingresos] y empezar a complementar para arriba. Tengo la sensación de que el INE está yendo en esa dirección, por lo que ha anunciado.

En Chile dio 3,5 veces más pobres por la medición multidimensional que por la de ingresos. ¿Es posible que haya una relación similar en Uruguay?

Eso para Uruguay ya se hizo. El Ministerio de Desarrollo Social [Mides] lo hizo y ocurrió una cosa algo paradójica, pasando ya a una línea política: ganó el Frente Amplio [FA] el gobierno, se creó el Mides y empezaron los programas de transferencias, luego el Plan de Equidad, y se fue viendo cómo la pobreza empezó a bajar. Ahí los propios técnicos del Mides, gente de adentro, empieza a advertir “esto ya no es un tema sólo de ingresos, hay que medir la pobreza de otra manera”. El Mides empieza a hacer mediciones de pobreza multidimensional que dan que efectivamente hay otros problemas, y lo que ocurrió en un momento fue que la que era entonces oposición empieza a decirle al FA “ustedes les dan plata a los pobres y los pobres no dejan de ser pobres”; y dentro del Mides había un conjunto de personas que decían lo mismo, pero con otro discurso. La oposición decía que se necesitaba emprendedurismo, salir adelante, que el pobre es vago, que vos le das plata y no hay ganas de trabajar, y la gente del Mides lo que estaba diciendo es que no alcanzaba, vos le estás dando una plata y sacaste a un montón de gente de la pobreza, pero esa gente necesita otras herramientas. No es que no quiera trabajar, no son vagos, es gente que con esta plata y con estas transferencias no le estás moviendo la aguja.

Las mediciones de pobreza multidimensional que se hicieron en Uruguay dieron más [que la pobreza por ingresos]. Lo hecho por el Mides en 2018, con base en entrevistas, dio 7% o 256.000 personas pobres por ingresos, pero 42% o 1.642.000 personas con al menos un derecho social vulnerado, sin ser pobre por ingresos. La pobreza por derechos también cayó de 2006 en adelante, pero en 165.000 personas contra 714.000 por ingreso. Se sabía y se sabe que la pobreza multidimensional va a dar más alta, como el caso de Chile. Lo que se hicieron fueron ejercicios sueltos, hay más de 20 estudios de pobreza multidimensional para Uruguay. Este anuncio de ahora es ya un tema institucionalizado, que el Estado a través del INE dice “vamos a medir la pobreza multidimensional a través de esta metodología”, y eso yo lo saludo aunque dé horrible, porque es lo que tiene que dar.

El INE es una institución independiente y es lo más grande que hay, no importa quién está en el gobierno nacional. Más allá de eso, ahora el INE empezó con una nueva encuesta de gasto e ingreso para actualizar el ponderador de la medición de la línea de pobreza, y puede pasar que un montón de gente diga “cambian la metodología, actualizan todo y la pobreza pega un salto” –aunque vos puedas correr la línea para atrás–. Ahora bien, ¿cuándo fue la última vez que se actualizó esto? En 2005 o 2006, cuando asumió el FA. No creo que haya intencionalidad, pero en el momento que vos hacés un cambio político general es el momento para impulsar y renovar [las estadísticas].

Manteniendo esa visión desde la política, ¿ocurre en los gobiernos una suerte de enamoramiento de las cifras? “Yo logré esto, si actualizo y me da peor, tengo un costo político”.

Y sí, es la verdad, no te conviene actualizar. Desde el punto de vista estadístico la actualización debió hacerse hace cinco años, porque cada diez años vos tenés que cambiar la encuesta de gasto. En su momento no se hizo y ahora están los incentivos dados para hacerlo. Pasa que eso requiere plata también, y cuando el INE va a pedir presupuesto hay maneras que tiene el poder político, por más que el organismo sea independiente, para cortarle un poco las alas. Hoy el gobierno tiene incentivos para cambiar todo, para decir que la pobreza estaba alta antes, o que la pobreza está mal medida, y estas dos cosas en sentido estricto son falsas. Porque la metodología de medición siempre fue la misma, la línea de pobreza fue igual y nadie tocó las cifras; y la pobreza es más alta si la medís multidimensionalmente, la medida por ingresos está donde debe estar. Ahora bien, cuando el INE actualice la encuesta de gastos e ingresos va a dar que la pobreza era un poco más alta que antes, pero hay que ver toda la línea para atrás. El FA va a poder seguir diciendo que tuvo una baja en la pobreza monetaria muy importante, y el partido de gobierno, que cuando agarró las cosas estaban peor.

Matìas Brum.

Foto: Alessandro Maradei

Decías antes que la medición por ingresos tiene como virtud que permite comparar y ver la evolución en el tiempo. ¿Desde qué año hay estadísticas confiables y qué surge de ver la evolución de los datos? ¿Hay una correlación con el PIB?

Diría que desde 1990 tenés una estadística confiable, y a medida que pasan los años tenés cada vez una mejor visión. El tema de si correlaciona o va de la mano con el PIB depende del período. Cuando el país crece lo hace con base en qué y cómo se distribuye ese crecimiento. El país ha tenido momentos en que el PIB crece y la pobreza no cae o cae poco. Con la recuperación democrática del 84 en adelante vuelven los sindicatos, se vuelve con algunas políticas sociales –medio magras, pero las hay–, y tenés un crecimiento económico con una baja en la pobreza, que arrancaba de un punto relativamente alto. Después, con la liberalización y la apertura de la economía [en los 90] el país empezó a crecer, pero no la redistribución.

Ahí ves que la pobreza no reacciona tanto a los cambios del PIB cuando va para arriba, pero sí reacciona a los cambios para abajo. Hay estancamiento en 1998, recesión y crisis en 2002, donde se fue todo de mambo. Todo se fue ahí, porque el PIB cayó, subieron el desempleo, la informalidad y la pobreza. Después hay un cambio de signo para gobiernos que se preocupan explícitamente en hacer políticas para que la pobreza baje. Se creó el Mides y hay una correlación importante del aumento del PIB y la baja de la pobreza, que no necesariamente es mecánica.

Ahí ocurrió que empezó a crecer el país, subió el empleo y mejoraron las variables macroeconómicas. Pero también había un gobierno que tenía la idea de hacer políticas específicas para que bajara la pobreza, cosa que en años anteriores no tenías, era más una política de pensar en el derrame, y [cuando había crecimiento] derramaba un poco, pero así derrama más, porque tenés un Mides y tenés Consejos de Salarios subiendo el mínimo y los laudos. Entonces, la caída de la pobreza en el primer gobierno del FA, entre 2005 y 2010, ¿es crecimiento [de la economía]? Sí, pero también es por políticas de redistribución.

¿Entonces hay una cierta dependencia o relación entre la pobreza medida por ingresos y la tónica política de los gobiernos en momentos de crecimiento del PIB?

Diría lo siguiente: la economía uruguaya de 2005 en adelante crece un montón, vuela como un avión, y la pobreza bajó. Hubiera bajado en el marco de un gobierno de centroderecha, de partidos tradicionales, sin un Mides y sin Consejos de Salarios, hubiera bajado y lo hubiera hecho bastante. Bajó más porque hubo medidas específicas, yo no sabría descomponer de esa caída qué parte es crecimiento y qué parte, políticas.

En la actualidad la pobreza subió en unos 100.000 pobres nuevos, y en el ejercicio que hicimos con Mauricio [de Rosa, economista del Iecon] vimos que las medidas de política evitaron un crecimiento de 20%. O sea, la pobreza hubiera subido en 120.000 personas, pero subió en 100.000. Esas 20.000 no subieron por las políticas sociales que hizo el gobierno actual. ¿Hasta qué punto lo que pasa con los pobres medidos por la línea de pobreza depende de las políticas, en términos coyunturales, de un año al otro? Bastante; en términos estructurales, pensando en el largo plazo, resulta que no tanto. Las políticas importan para lo coyuntural, pero en términos estructurales hay como un núcleo de pobreza de la que Uruguay no va a zafar en cinco o diez años, porque no puede.

Relacionado con las políticas sociales y su vínculo con la pobreza, te planteo como disparador un comentario que, más allá de la opinión individual, está presente en la sociedad: hay quienes piensan que esa ayuda no logra generar estímulos para que las personas salgan de la pobreza.

Mi opinión personal, con base en lo que he leído académicamente para Uruguay y para el mundo, es que eso es un disparate. Es falso. Se dice que la asistencia social es un desestímulo para que las personas trabajen o para que hagan otras cosas, cuando la evidencia empírica a nivel internacional y regional que trata de estudiar los efectos de los programas no encuentra pruebas de que ese sea el caso especialmente para países como Uruguay. Hay que sacarse eso con peine fino, los pobres no son pobres porque quieren, siempre podés encontrar un caso, pero estructuralmente no lo son y estructuralmente la asistencia social no desincentiva ni desestimula que los pobres trabajen y traten de salir adelante.

Hay trabajos que muestran que la manera en que algunos programas funcionan desestimula algunas actividades. Por ejemplo, el diseño del Panes [el programa del Mides conocido como Plan de Emergencia] era tal que los hogares recibían un ingreso siempre y cuando sus ingresos formales estuvieran por debajo de cierto monto, y entonces los hogares salieron a trabajar más en la informalidad por cuestiones obvias.

Al final el Panes terminó funcionando como un incentivo a la informalidad, un poco sí, y eso está mal, pero no terminó funcionando como incentivo para que la gente no trabajara más. Los hogares que reciben las tarjetas y las transferencias se rompen el lomo trabajando. Esa idea de que hay hogares que como reciben asistencia se quedan quietos recibiendo de la teta del Estado no va; es muy magra esa teta del Estado. Por un lado, discutimos que [no sea pobre] un hogar de una persona que gana 15.000 pesos y por otro decimos que si a ese hogar de una persona le das 1.200 pesos ya deja de salir a laburar. No son consistentes ambas cosas.

Los últimos datos muestran que hay unos 400.000 uruguayos que están bajo la línea de pobreza. ¿Qué características se pueden identificar dentro de esa población?

De los 400.000 pobres que hay en Uruguay, un poco menos de la mitad son menores de edad. De los pobres de entre 18 y 65 años, alrededor de 55% trabaja. Hay gente que no trabaja, gente mayor, amas de casa, etcétera. De los pobres que trabajan, en torno a 40% son cuentapropistas con local o inversión, y alrededor de 45% son asalariados privados. Dos tercios son informales.

Fijate lo que decía sobre los working poor, tenés alrededor de 40.000 o 45.000 personas que trabajan, son formales y son pobres. Después de los menores de 18 años, el siguiente grupo son la población de entre 36 y 65 años, gente que no llega a ser jubilada, el famoso problema del trabajador veterano. Un tipo de 45 o 50 años que lo sacás del mercado de trabajo un par de años y después no va a conseguir laburo nunca más, las empresas van a contratar a un tipo más joven.

También una parte muy importante son cuentapropistas, con o sin local. Con local son trabajadores por cuenta propia que no están asalariados ni dependen de un patrón, y se llaman con local o con inversión. Esto incluye un puesto, un carrito, un plomero, un albañil, es esa idea. El viejo ejemplo sería una mujer con una máquina [de coser] Overlock en su casa. Sin inversión sería un vendedor en el ómnibus, aunque es muy disímil la categoría. Por ejemplo, yo que soy economista, si me abro una unipersonal para hacer consultoría soy un cuentapropista sin local. Entonces, comparto categoría con el tipo que se sube al ómnibus... es medio raro.

¿Sigue habiendo gente, como se dice coloquialmente, fuera del sistema? Me refiero a personas que el Estado no tiene idea de que viven en la pobreza o de las condiciones en que viven.

Las debe haber, pero creo que menos. Rescatando parte de la experiencia de lo que hizo el FA en 2005, inventaron una cosa llamada “el desembarco”. ¿Cuál es el problema cuando vos decís “voy a hacer una política social” y anunciás que al que precise plata le vas a dar algo? ¿Por dónde lo anuncian? ¿Por Twitter, por la televisión o por la radio? El FA lo que hizo con el desembarco fue agarrar una bañadera con un montón de trabajadores sociales y los llevó al medio del contexto crítico. Que caminara cuadra por cuadra, casa por casa, y diga “Hola, soy el gobierno, ¿usted tiene cédula? ¿No? Bueno, si me llena este formulario, tiene una cédula, y con esa cédula yo le voy a dar dinero”. Eso es ir vos a empujar esa política.

A partir de 2005 me parece que el Estado como institución abrió los ojos a eso, al punto que cuando asumió este gobierno ya tenía las herramientas, como las AFAM [asignaciones familiares] y las TUS [tarjeta Uruguay Socia], y lo primero que hacen es levantar las perillas para transferir más dinero, y con eso sólo ya están cubriendo a una parte importante de la gente que está en la lona. ¿Hay gente que está por fuera del sistema, en el sentido de que el Estado no sabe que existe y está pasando privaciones? La hay, pero no creo que sea un porcentaje importante porque hubo esfuerzo de gobiernos anteriores en por lo menos conocer, llegar y saber quiénes son esas personas. Eso por esta lógica de ir, no de esperar que vengan. Así y todo, hay gente que efectivamente está por fuera, en especial en el segmento de informales. La población vulnerable informal fue una de las que perdieron con la pandemia, porque, como no era pobre, no entró en todas las políticas anteriores del FA, y cuando caen en la pobreza, como son informales, no los tenés en el BPS.

Hay que tener presente que parte del discurso de los partidos en el gobierno es que había un montón de gente que estaba en situación de vulnerabilidad y cuando los moviste un poquito cayeron en la pobreza. Eso es cierto, pero tuvimos una contracción del PIB de seis puntos, eso no es “los movés un poquito”. Un montón de gente que cayó en la pobreza eran trabajadores formales, que por ejemplo fueron al seguro de paro; ¿cuántos hogares hay que pierdan un tercio del ingreso y no caigan en la pobreza? Eso no es un shock chiquito.

Acerca del nivel de pobreza infantil que mencionaste antes, ¿qué tanto condiciona eso al Uruguay del futuro? ¿Deja un piso de pobreza hacia adelante?

Sí. No lo puedo cuantificar, no podría dar una cifra. Pero es bastante intuitivo pensar que vos venías con un núcleo duro de pobres, porque la pobreza nunca bajó de 6,5% o 7%, incluso cuando la economía volaba y tenías los programas sociales, y ahora lo que vos hacés es agarrar una generación entera de personas y la sumergís en la pobreza un año.

Eso fue lo que pasó. En marzo llegó la pandemia, bajó el empleo, esa gente que salió del mercado te aumenta la informalidad, pero había un montón de esos guardados en sus casas por las restricciones, y los tenés un año en la pobreza. La situación [provocada por la pandemia] lleva también a que las tasas de repetición crezcan, igual que la deserción estudiantil, o mismo la calidad de la educación de aquellos que no abandonaron, porque las clases por Zoom intensifican la heterogeneidad del sistema público de educación.

¿Todo eso sirve para reducir la pobreza? Lógico que no, va a aumentar el núcleo de pobreza para adelante, y eso compromete los fundamentos o la capacidad de crecimiento de Uruguay a largo plazo. La pobreza estructural es difícil que sin obrar ninguna política específica, sólo con crecimiento económico, llegue a los mismos niveles de 6,5% o 7%. Eso va a ser difícil dejando que la economía crezca y sin una política específica.

Y ya no pensando en volver a esos niveles, sino en retomar un ciclo de mejora de los números de pobreza, ¿cuánto tiempo puede llevar eso?

Te respondería con cautela, pero en mi opinión personal lo veo así: el PIB cayó seis puntos [el año pasado], y si los analistas piensan que no volvemos al PIB prepandemia hasta dentro de uno o dos años, entonces es de esperar que la pobreza no vuelva al nivel anterior antes. Sería muy raro que la pobreza rebotara más que el PIB, especialmente porque hubo algunas políticas, pero escasas. Yo esperaría que la pobreza no volviera a los niveles iniciales hasta dentro de uno o dos años como mínimo. Con la continuidad del escenario actual, pensaría que la pobreza no va a volver a niveles prepandemia hasta que el PIB no vuelva a niveles prepandemia; puede demorar más, sí, menos es difícil.

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