Panorama general
El Fondo Monetario Internacional (FMI) presentó, como es habitual en julio, la actualización de sus perspectivas globales, recogiendo las últimas innovaciones sobre la marcha económica y los avances en el frente sanitario.
La visión en torno a la magnitud de crecimiento que exhibiría este año la economía mundial se mantuvo incambiada respecto al último informe (abril 2021) y mejoró levemente la previsión para el año que viene: el PIB mundial crecería 6,0% y 4,9% en 2021 y 2022, respectivamente; un crecimiento históricamente alto, consistente con una caída históricamente alta. Para las economías avanzadas, las expansiones previstas para esos dos años ascienden a 5,6% y 4,4%, respectivamente; mientras que en el caso de los países emergentes se ubican en torno a 6,3% y 5,2%. En términos agregados, esto representa una buena noticia.
Sin embargo, el panorama cambia cuando nos adentramos en la composición de ese crecimiento y en la variación de los pronósticos según los distintos grupos de países. En este caso, las noticias no son tan buenas, en tanto anticipan una profundización de las brechas entre países y regiones. Este es, de hecho, el concepto fuerza que da nombre al informe: “Perspectivas globales: se ahondan las brechas en la recuperación mundial”.
En ese sentido, y como se señaló, las perspectivas de crecimiento mundial en 2021 se mantienen sin cambios en torno al 6%. Sin embargo, este resultado surge de un empate entre la mejora esperada para las economías avanzadas y el deterioro previsto para el resto de los países. En particular, es en Asia donde está alojada la corrección a la baja más acentuada para este año, producto de la situación que actualmente está atravesando India en el frente sanitario. Lo mismo ocurre con las proyecciones para el próximo año: la revisión al alza está impulsada por el dinamismo de las economías avanzadas, que continuarán incrementando la distancia que las separa del resto.
En términos de ingreso per cápita, y en relación con las tendencias previas, la crisis desatada por la irrupción de la covid-19 supuso un retroceso equivalente a 2,8% en la órbita de las economías avanzadas, una cifra que contrasta con la pérdida de 6,3% para los países emergentes y en desarrollo (sin incluir a China).
Los fundamentos detrás de la divergencia
Según el organismo, las revisiones “reflejan en gran medida la evolución de la pandemia ahora que la variante Delta es dominante. Cerca del 40% de la población en las economías avanzadas ha recibido la vacunación completa, en comparación con el 11% en las economías de mercados emergentes y una fracción mínima en los países de bajo ingreso”. Este es el primer motivo detrás de la bifurcación de la senda de recuperación: el ritmo de avance en el proceso de vacunación y el consecuente tránsito hacia la normalización de las actividades.
El segundo motivo detrás del ensanchamiento de las brechas refiere a la potencia de los apoyos de política económica. En el caso de las economías avanzadas, una parte importante de la revisión al alza de las perspectivas agregadas está asociada a la magnitud y a la continuidad del apoyo fiscal en Estados Unidos y al plan de estímulos desplegado por la Unión Europea (Next Generation European Union).
En el caso de las economías emergentes y en desarrollo, el principal problema es que “la mayoría de las medidas expiraron en 2020” y los márgenes para dar sostén adicional son más acotados, una situación que se agravaría ante una normalización monetaria más rápida de lo previsto en Estados Unidos (por el consecuente impacto que tendría sobre el costo y las condiciones de acceso a financiamiento en los mercados internacionales de deuda).
Las perspectivas para América Latina
Durante 2020 nuestra región fue la más golpeada por la crisis inducida por la pandemia. En términos generales, el PIB de América Latina y El Caribe cayó 7% (aunque detrás de esa contracción conviven realidades muy dispares). Para este año el FMI prevé un rebote de la actividad de 5,8% en la región, cifra que representa una mejora importante en relación con el informe elaborado en abril cuando se anticipaba un crecimiento de 4,6%.
Según el organismo, esta mejora es el resultado de revisiones alcistas para Brasil y México (en esta oportunidad, el FMI no presenta las proyecciones para el resto de los países). En el caso de Brasil, las nuevas proyecciones anticipan una expansión económica de 5,3% y 1,9% para 2021 y 2022, respectivamente. Esto está en línea con las expectativas del último relevamiento realizado por el Banco Central de Brasil entre diversos analistas, aunque es levemente más pesimista en lo que refiere a la situación del próximo año.