–¿Qué es cripto?
–Las cripto son monedas digitales que no dependen de un agente intermediario...
–No, no. Entiendo cómo funciona. ¿Pero qué es? ¿Qué significa?
De acuerdo con lo poco que entiendo de la lingüística saussuriana, un significante –que conforma junto con el significado, como las dos caras de una moneda, el signo lingüístico– no es simplemente una palabra, es también el resultado de las relaciones que se establecen con otros significantes. Por tanto, al ser producto de una relación con otros elementos, puede ser dinámico, cambiar de significado.
Dentro del mundo de los significantes existe el significante vacío, que es aquel que no tiene significado específico. Esto no implica que no lo tenga, sino que no existe uno solo, es decir, lo que hay es un abanico de posibilidades. En mi opinión, “cripto” es el último significante vacío que nos interpela, sobre el que diferentes agentes disputan actualmente la hegemonía para establecer su visión particular. En otras palabras, para definir y enmarcar la tecnología más transformadora de los últimos 20 años. Identifico, esquemáticamente, cuatro posturas en pugna por esculpir el significado de este fenómeno.
Por un lado, existe una postura tecnoidealista, que entiende que cripto es una innovación cuyo rol fundamental es mejorar la calidad de vida de las personas, principalmente aquellas que tienen menor acceso al sistema financiero tradicional. Debo admitirle al lector que esta es la postura con la que simpatizo, y esto no es meramente un discurso, es un enfoque sobre el cual desarrollar productos. Algunos de los más conocidos son UBI, un proyecto encabezado por el tecnólogo argentino Santiago Siri que, a través de una criptomoneda, genera una renta básica universal para más de 16.000 personas registradas (entre las que me incluyo). Cada uno de los inscriptos recibe un $UBI por hora en su wallet. Pese a que ahora está depreciado por las condiciones del mercado, ha sido de gran ayuda para muchas personas que pudieron generar un ingreso adicional o para comprar artículos de primera necesidad, mayormente en Venezuela. También existe ImpactMarket, una iniciativa similar que busca generar una renta básica universal en cripto y se define como un protocolo descentralizado de mitigación de la pobreza. Cuenta con más de 44.000 beneficiarios en 34 países y ha entregado más de 2,6 millones de dólares en la forma de una renta básica universal.
Por otro lado, existen los que visualizan a cripto como un mecanismo más dentro del sistema financiero y lo utilizan en busca de rentabilidad. Podríamos llamarlos “los nuevos traders”. El ejemplo más ilustrativo de este esquema, por brutal y reciente, es el escándalo del ecosistema Terra-Luna. Este ecosistema tenía dos monedas, $LUNA y $UST, siendo la última una stablecoin, es decir, una moneda que siempre mantenía la paridad uno a uno con el dólar. Semanas atrás, y debido a un retiro masivo, esa paridad se rompió, es decir, el modelo algorítmico que ataba la moneda a ese valor (un dólar) se rompió.
Si bien esto sucedió por una debilidad en la construcción de esta moneda –supuestamente estable–, la realidad es que el problema devino de un ataque orquestado para ganar dinero shorteando (apostando a la baja) la moneda de $LUNA. En criollo, fue una jugada que hizo que unos pocos hicieran mucho dinero y que otros, con menos fondos, perdieran todo. De hecho, fuentes confiables confirman al menos ocho suicidios relacionados con esta debacle e incontables historias de gente que perdió todos sus ahorros.
Esto generó, además, un efecto de contagio hacia todo el universo cripto, ya que el equipo de Luna vendió Bitcoin para recomprar su moneda, intentando mantener su valor. Esto ejerció presión a la baja sobre Bitcoin, cuyo valor tiende a influir en el resto de las criptomonedas. Si bien este hecho es más que relevante, debe tenerse presente el carácter cíclico de todos los mercados, particularmente del mercado cripto. Sin ir más lejos, los hackeos a Mt.Gox –principal exchange cripto en su momento– y a TheDao –una de las primeras organizaciones autónomas descentralizadas– de hace unos años supusieron amenazas existenciales para Bitcoin y Ethereum. Sin embargo, hoy en día son sólo anécdotas que cuentan algunos “veteranos” del ecosistema.
A pesar de la lógica de suma cero de algunos instrumentos, como los que usaron los que se beneficiaron de la caída de Luna, algunos nuevos traders, que ganan dinero con este tipo de actividades, lo justifican mediante el argumento de que, a pesar de que la mecánica en sí misma es igual al sistema tradicional, los participantes del mercado (los que pueden aprovechar estas estrategias) son mucho más diversos, pudiendo cualquiera (si tiene los conocimientos necesarios) participar en un sistema que hace tan sólo diez años estaba completamente cerrado. El lector puede sacar sus propias conclusiones respecto de la validez de este planteo.
En tercer lugar están los criptofanáticos, que vendrían a ser la versión extrema –y mucho menos productiva– de los tecnoidealistas. Un criptofanático cree que las criptomonedas mejorarán cada aspecto de la vida en sociedad y serán la base de una seudoutopía de abundancia y paz para el pueblo. Generalmente no saben –ni les interesa– explicar cuál es el camino para llegar a eso, ya que lo entienden como algo inexorable y, por lo tanto, no gastan energías en construirlo. En contraposición, los tecnoidealistas estudian las áreas en las que cripto puede tener mayor impacto positivo y se dedican a construir, con mayor o menor éxito, soluciones posibles.
Por último, existe una postura, que tiende a ser transversal a las ideologías y más de corte demográfico (social y etario), que sostiene que todo el fenómeno cripto es innecesario porque las herramientas que existen ya son suficientes. Incluso va más allá: plantea que es dañino y negativo para sus usuarios y para la sociedad en su conjunto. Si bien me parece una postura que tiene paralelismos con los comentarios que se hicieron en la década de 1990 sobre internet (uno de los más famosos fue el del reputado economista Paul Krugman, que dijo que su impacto no sería mayor que el de la máquina de fax), también me parece estéril discutir con ella. El tiempo es el único que debe y puede juzgar, a favor o en contra, este tipo de argumentos.
En síntesis, ¿qué es cripto? En mi opinión, como cualquier fenómeno relevante socialmente, es la suma de sus contradicciones. Le confieso al lector que no sé qué es lo que terminará siendo en el futuro. Sólo sé que no será irrelevante.
Apenas un esbozo tipológico
Este artículo no pretende encasillar el sinfín de visiones que convergen dentro de este universo, que además está en permanente fase de expansión. Son simplemente arquetipos, modelos ideales para ordenar algunas ideas en este momento particular que atraviesa el ecosistema cripto en el mundo. Es decir, no se pretende poner todo en blanco y negro, ni ignorar que al final la realidad siempre deriva en una mixtura. Es posible, en ese sentido, que todos quienes compartimos el interés por este fenómeno tengamos un poco de los cuatro modelos y que, además, con el tiempo y las vivencias, nos acerquemos y nos alejemos de unos y de otros en un proceso dinámico.
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