Emprender, una de las tantas palabras y conceptos que se pusieron de moda tras la pandemia de la covid-19. Algunos por oportunidad, otros por necesidad, muchos trabajadores con tiempo libre o desempleados llevaron adelante ideas de negocios gestionadas por ellos mismos. Pero si separamos la realidad del mito, nos encontramos con que la realidad del emprendedurismo, particularmente en Uruguay, es mucho más compleja de lo que parece. Y una de las personas que trabaja constantemente para facilitar esfuerzos y lograr que los emprendimientos salgan adelante es Ana Laura Trías, licenciada en Comunicación especializada en innovación, quien desde 2019 lidera la Red Uruguay Emprendedor, un programa que coordina más de 100 instituciones de apoyo a emprendimientos en todo el territorio nacional.
En conversación con la diaria, Trías contó acerca del camino que atravesó la red para llegar a donde está, sobre los desafíos de la cotidianidad del ecosistema emprendedor y puso la mirada en poder impulsar una segunda Ley de Emprendimiento este año.
¿Qué es la Red Uruguay Emprendedor?
Lo que tratamos de hacer es generar programas de apoyo, organizar eventos para nuclear instituciones y coordinar. Hoy la ANDE [Agencia Nacional de Desarrollo] es el organismo que gestiona lo que es la Red Uruguay Emprendedor, que nuclea el ecosistema de apoyo de más de 100 instituciones en todo el país desde hace más de 20 años. Esto permitió que, a partir de la ley de emprendimiento de 2019, y de algunas iniciativas que pusieron sobre la mesa la agenda del emprendedurismo, el tema cobrara otra relevancia y recibiera otro foco de atención. Pero el ecosistema emprendedor uruguayo tiene 20 años. De hecho, la primera incubadora se llama Ingenio y data de 2001. Entonces, si surgió una incubadora es porque ya había demanda, lo que evidencia que el ecosistema emprendedor tiene ya muchísimos años.
A partir de que se fundó la ANDE y la Red Uruguay Emprendedor, pudimos trasladar esa experiencia de articulación que ocurría con instituciones de Montevideo a todo el país, y nos propusimos hacer una red nacional que realmente les dé apoyos a todos los emprendimientos y que en todos los departamentos exista alguna institución que impulse a quienes están emprendiendo. Ese fue el primer desafío, y hoy podemos decir que hay un 60% de las instituciones de la red que están en Montevideo y un 40% que están en el interior, persiguiendo el objetivo de generar actividades para mejorar el entorno para emprender en Uruguay.
Lo que tratamos de hacer es articular esfuerzos para generar una vía de apoyo al emprendimiento a largo plazo, dado que no todos los emprendimientos necesitan lo mismo; ni siquiera necesitan lo mismo en cada una de las etapas en las que están. Entonces, la idea de la red es que los emprendedores puedan ser derivados a la institución que pueda ayudarlos en cada fase. De repente, una institución puede dar apoyo en cierta etapa y en determinado momento agota su función, por lo que deriva al emprendedor hacia otra. Esa es la idea: conocernos entre las instituciones, saber quién está haciendo qué, articular recursos y esfuerzos y poder dar apoyo y acompañamiento más sólido y a más largo plazo. Esa es la razón de esta red.
¿Cómo han trabajado para que la red llegue al interior?
Bueno, en este desafío de ser una red nacional hubo varias estrategias. Primero, la ANDE ya tenía alguna red de instituciones aliadas con las que promovían algunos proyectos, y ellos fueron los primeros aliados para desarrollarnos a lo largo de todo el país. Luego empezamos a visualizar la importancia de contar con una red nacional que no desatendiera lo local, dado que, pese a ser un país chico, descuidamos a los pueblos pequeños. Por eso comenzamos a trabajar en la articulación con las necesidades que han sentido en el territorio, desarrollando programas de fortalecimiento para la articulación y promoción de los ecosistemas locales de emprendimiento.
La ANDE tuvo un programa llamado Fortalecimiento de Ecosistemas Regionales de Emprendimiento, que abordaba la articulación en lo local, listaba las instituciones que estaban trabajando que podrían estar apoyando emprendimientos en el interior y, a partir de eso, se formó la red que ahora tenemos, con datos de quién está trabajando, qué tipo de apoyo da y demás. En ese marco, notamos que había algunos departamentos que tenían un nivel de madurez en temas de emprendimiento similar, con instituciones que efectivamente estaban apoyando. Entonces, les propusimos formalizar a quienes estén trabajando allí y plantear una agenda a tres años para mejorar el entorno, brindar más apoyo y generar más iniciativas.
Es algo súper valorado, porque parte del reconocimiento de que ahí pasan cosas muy importantes; no es una montevideana que viene a explicarles que el agua no se mastica, sino a reconocer lo que existe para generar mesas de trabajo y juntos promover una agenda con ejes estratégicos. Desde sensibilizar en el emprendedurismo y formar gente que después haga acompañamiento a entender qué es lo que se necesita para que se vaya cumpliendo lo planteado. Ese era el objetivo.
¿Y cómo abordan ese desafío de coordinar todas esas instituciones con realidades tan distintas?
Eso es importantísimo, porque la articulación en teoría es buenísima, pero hay que empujarla un poquito para que en la cotidiana no te coma lo urgente. Hay que tener grupos definidos, herramientas tecnológicas que agilicen, instancias ordenadas y metodologías de diálogo. Ese es mi rol dentro de la red nacional. De ahí surge la necesidad de que las instituciones tengan un marco metodológico para que el diálogo sea ordenado, para que se den dinámicas que sirvan y para apoyarse con una cierta periodicidad y seguimiento.
Esto ocurre cada cuatro meses. En las primeras semanas se tiran todos los problemas y es un poco catártico, pero después es un laburo de bajar a tierra y ver sobre qué temas podemos aportar o cuáles vamos a elegir para trabajar. En eso la confianza es crucial, para que se dé una verdadera red, que delegue funciones, movilice el conocimiento y cumpla los objetivos. De esa forma hemos propulsado la profesionalización de las instituciones, trabajado en líneas como el desarrollo de la actitud emprendedora en edades tempranas, negocios de impacto y demás, y cada 15 días vemos ese desarrollo.
¿Cómo ha evolucionado el ecosistema emprendedor?
En Montevideo surgió de algunas instituciones, fundamentalmente privadas, preguntarse qué capital social hay en Uruguay para emprender. A partir de eso se lanzaron competencias de ideas de negocio para motivar que se realicen y plantearles instrumentos de apoyo dependiendo de lo que vayan necesitando. Esa experiencia fue evolucionando para incluir la formación, sensibilización y apoyo, pero también para generar nuevos instrumentos con una incidencia fuerte de las universidades, que empezaron a hacer talleres de creatividad y diseño de ideas. Además, se esforzaron en establecer vínculos con el medio, identificar oportunidades que puedan dar lugar a emprendimientos, algo que permitió que hoy por hoy las universidades tengan un programa de emprendimiento propio, aunque todavía muy asociado a determinadas carreras.
Vuelvo así a tu pregunta: en todos los ámbitos me parece que se ha avanzado, pero todavía hay para hacer doble clic en algunos temas. Por ejemplo, el financiamiento, dado que no es lo mismo pedir financiamiento para desarrollar una idea que pedir capital semilla para cuando querés avanzar en el emprendimiento. También tenemos, por primera vez, un URUCAP, que nuclea a inversores uruguayos en el apoyo al emprendedurismo, a pesar de que todavía queda por laburar.
Después, se han mejorado, sobre todo, los programas de apoyo para cada etapa del emprendimiento, en buena medida se fue creciendo de manera sistémica en la identificación y apoyo de esa y de las siguientes etapas. Para ese tipo de cosas sirve la articulación interinstitucional; una da apoyo en la etapa inicial, otra más adelante, otra capacita en la búsqueda de inversores, otra en formación en marketing y así. En ese sentido, está bueno que las instituciones no se pisen, que colaboren y que no intenten hacer todo, porque así se genera un circuito en el que el emprendedor se va nutriendo de lo mejor de cada una.
Otra cosa que hemos institucionalizado es esto de que en Uruguay nos conocemos todos. Parece algo malo a veces, pero para quienes emprenden es un valor, porque yo puedo atender a alguien que no es el tipo de público de mi institución, pero sí conozco a otra persona que le pueda dar apoyo, entonces es sencillo conectarlos.
¿Qué rol juega el emprendedurismo en la sociedad?
El 99% de las empresas de nuestro país son mipymes. Nuestra economía se basa en el emprendedurismo y en esa forma de ser empresario, por eso fomentar y generar ese semillero de emprendimientos es súper importante. Y no estamos hablando solamente en términos económicos; impulsar nuevos emprendimientos genera una demanda y un desarrollo que no es sólo importante en materia económica, sino que pasa por lo sociocultural, demanda mayor capacitación, mayor vínculo con otros sectores. Entonces, lo que se logra es una mayor actitud emprendedora en edades tempranas, y ahí no estamos hablando de negocios, estamos hablando de una cuestión de actitud y de contribución a la sociedad, de aportar soluciones, de hacer alianzas y demás. Por eso es que estamos enfocados también en transversalizar a distintas edades esto de ser emprendedor.
¿Qué tendencias ven en el sistema emprendedor? ¿Hay rubros que están ganando fuerza por sobre otros?
Dentro del ecosistema emprendedor hay de todo, y lo importante es que hay oportunidad para todos. Me parece que, durante un buen tiempo, cuando vos le preguntabas a alguien qué se imaginaba cuando le decían “emprendedor” o “emprendimiento” capaz que enseguida lo asociaban con un emprendedor hombre, universitario, tecnológico, que desarrolló una aplicación y la pegó. Pensábamos más en cuestiones de software, en PedidosYa y en cosas asociadas a universidades.
Sin embargo, de un tiempo a esta parte estamos viendo que necesitamos promover distintos modelos de rol, y hacer entender que emprender no es solamente para el que tiene posibilidades de ir a la universidad y desarrollar una aplicación. Estamos identificando pequeños casos de éxito a nivel territorial y en distintos rubros. Hay algunos que son innovadores, otros que tienen cierto valor diferencial, otros que son emprendimientos tradicionales y hay también emprendimientos de autoempleo. Todos esos son emprendimientos valiosos más allá del rubro en el que se muevan.
Durante mucho tiempo se puso mucho foco en temas de innovación, la pandemia nos puso sobre la mesa que había un montón de gente que estaba emprendiendo tanto por oportunidad, que vieron una demanda y aprovecharon el aislamiento para desarrollar una solución, como por necesidad. Un montón de gente se quedó sin trabajo y se puso a hacer algo a partir de lo que mejor sabe hacer. Y con eso emprendieron, incluso sin saber todo el apoyo que hay para hacerlo.
Eso nos puso en un desafío de identificar si tenemos apoyo para todos, que entre lo lamentable de la pandemia salga una oportunidad de impulsar al emprendedurismo, sin romantizar ni la pandemia ni el ejercicio de emprender, ¿no? Porque el emprender tampoco es que sea para todo el mundo, no es sólo el “ser tu propio jefe”, muchas veces se trabaja más que las ocho horas en un trabajo común y corriente, no es todo lindo. Pero sí la pandemia puso sobre la mesa que hay oportunidades y casos de éxito extendidos de distinta manera en todo el territorio. Por ejemplo, empiezan a surgir sectores grandes vinculados a economía plateada, a los que tienen más de 50 años, o la economía naranja, enfocada en las industrias creativas para aportar soluciones a otros sectores.
Y después de la pandemia surgieron muchos emprendimientos científicos y hay todo un sector de biotecnología que se ha desarrollado un montón. Hay incubadoras específicas de apoyo a emprendimientos biotecnológicos y científicos.
¿Ven que haya masa crítica para más emprendimientos que apliquen ciencias básicas?
Sí, hay, y mucha. La Facultad de Ciencias de la Udelar, el Instituto Pasteur y el Polo Científico Tecnológico de Pando están desarrollando una pata de vinculación con el medio con motivo de generar nuevos emprendimientos de ciencias, tecnología e innovación. Ya empiezan a surgir iniciativas con más fuerza, hay interés de generar un fondo biotecnológico para fomentar emprendimientos de biotecnología, entonces se está moviendo algo ahí.
Algo que nos propusimos fue nuclear todas las universidades del Uruguay para dialogar sobre su rol dentro del ecosistema emprendedor, y lo que surgió es que había que aportar conocimiento, vinculación con el medio y aplicarlo a las necesidades del sector productivo. En base a eso empezamos a trabajar en generar nuevos espacios de ciencia aplicada e innovación, y considero que estamos en un momento en el que los astros se alinearon, y todos los actores están hablando y generando discusión, por ejemplo, para crear un Ministerio de Ciencia y Tecnología. Eso habla también de cómo llegamos a la madurez de hacer ciencia también aplicada a las demandas del día a día. El futuro se ve bien en ese sentido.
Hace unas semanas presentaron una segunda ley de emprendimiento para integrar a la Rendición de Cuentas. ¿De qué se trata?
Sí, pero antes revisemos un poco la historia. Con la primera ley de emprendimiento de 2019 ya se lograron implementar cosas como son las SAAS (sociedades anónimas por acciones simplificadas), una figura empresarial que dio mucha flexibilidad, y un montón de otras buenas iniciativas que quedaron allí plasmadas, aunque no hubo una reglamentación aplicada. Entonces, lo que estamos impulsando es el avance en la reglamentación y en la actualización de aspectos para fortalecer este rol de la red nacional de emprendedores.
Lo que hicimos fue preguntarles a todas las instituciones de la red qué no podía faltar en una segunda ley de emprendimiento y fue ahí que surgieron un montón de temas que clasificamos en cuatro grandes aspectos: tributarios, regulatorios, cultura y educación y financiamiento. Tuvimos que priorizar y ahí surgieron tres que están alineados con el plan estratégico de emprendimiento de la red y que tomamos como nuestro foco.
La primera de las propuestas que se presentó en la ley anterior era plantear un espacio llamado Consejo Consultivo de Emprendimiento para el Poder Ejecutivo, en el que se van a plantear temas para generar políticas públicas que fomenten el emprendimiento, y que representen a todas las instituciones. Al final resultamos ser nosotros, entonces, en la segunda ley de emprendimientos vamos a solicitar que se reglamente para poder tener una jerarquización en el ecosistema emprendedor y que se nos permita volcar más recursos para fomentarlo. Eso nos permitiría hacer donaciones especiales a sectores como los de la educación, el deporte, idear programas en ese sentido, coordinar para que el sector privado impulse aún más el sector emprendedor; nos posicionaría para apalancar el desarrollo del ecosistema emprendedor.
La segunda es reposicionar el rol de las universidades en el ecosistema y, como te contaba, institucionalizar esos espacios de diálogo entre la academia, la investigación, el sector privado y el gobierno para generar mayor vinculación universidad-empresa. Eso puede dar lugar a más emprendimientos, patentes y buenas prácticas de vinculación entre dos mundos que a veces parecen lejanos.
Por otro lado, está lo de transversalizar programas de emprendimiento que mencionaba antes: a veces están muy enfocados a las carreras de negocios, pero hay oportunidad de que cualquiera de las carreras universitarias pueda interiorizarse. Y también en que sea transversal a todos los ciclos educativos, empezar a hablar de actitud emprendedora desde la escuela o antes para que cuando lleguen a la universidad podamos hacer doble clic directo en lo que al estudiante le interesa o quiere potenciar, a sus ideas. Esto toca la formación de docentes también, que incorporen la actitud emprendedora a su lenguaje, en los investigadores, que puedan volcar su saber a las soluciones del día a día.
Por último, la tercera línea refiere al financiamiento, con aportes concretos de cómo flexibilizar ciertos mecanismos, reglamentar algunas plataformas de financiamiento colectivo y en temas de educación financiera. Esto último es especialmente relevante, porque mientras escribíamos la ley salió una noticia de que había casi un millón de uruguayos en el clearing de informes, entonces nos pareció que ameritaba hablar de este tema y que sea transversal a la educación y en todas las edades. El apoyo al emprendimiento no es sólo darle plata, sino también ayudar en el orden de las finanzas, poder llevar las cuentas del día a día con responsabilidad y mirada crítica, que incorporen herramientas tecnológicas que faciliten el trabajo.
Esa es una dimensión importante para que los emprendimientos prosperen, que sepan a dónde recurrir para qué financiamiento y de qué tipo, y que puedan tener prospectos a futuro. Otra área es la capacitación a los inversores y posibles nuevos inversores, hay un grupo de inversores que apuestan por el emprendimiento y hay otros que de repente invierten sin conocer esa realidad. Es muy distinto invertir en ganado o en inmuebles a invertir en un emprendimiento. Las preguntas que hacés, el riesgo que asumís, el acompañamiento, todo es muy distinto, a veces al emprendedor le duele que para invertir en él le exijas cambiar su filosofía de negocios, su forma de relacionarse, su marca de identidad.
Ese tránsito debería ser menos doloroso para que el emprendedor se sienta bien porque invirtieron en él, que el inversor le aporte otras cosas y pueda abrirle puertas, facilitando contactos para que se desarrolle, todo lo cual va mucho más allá de sólo poner la plata. Hay todo un trabajo para hacer con quien está invirtiendo y con quienes pueden ser posibles inversores, sensibilizar y aumentar mucho más esa masa crítica de posibles inversores en emprendimientos.
¿Cómo llegaron a configurar esa ley? ¿Creen que podrán incorporarla a la Rendición de Cuentas que se empieza a tratar a fines de junio?
Había un timing que parecía apropiado y más rápido de incorporar en esta Rendición de Cuentas, y por eso nos habilitaron a poder presentar nuestro trabajo y propuesta, mostrar los aportes del ecosistema emprendedor y lo que nosotros consideramos que no debería faltar en esa segunda ley de emprendimiento. Ahí se nos terminó la cancha y ya no depende de nosotros, pero destaco que desde el Parlamento se nos pregunte, porque saben que tenemos el termómetro de la situación y llegada a todo el territorio para ver qué podemos aportar.
Entonces esa ventana de oportunidad que nos abrieron me parece que supimos aprovecharla y planteamos esos tres temas que te enumeraba. Y además pudimos contarles que hay más de 100 instituciones en todo el país que están trabajando en estos temas, que hay dimensiones latentes como la economía plateada, negocios de impacto social y ambiental, mujeres emprendedoras, oportunidades en agro y tecnología, fintech, ciencias e innovación. Se nos acercaron algunos ministros a preguntarnos cómo podíamos seguir trabajando, y para nosotros como ecosistema emprendedor es importante buscar alianzas estratégicas que nos permitan impulsar juntos algunos temas, y eso muestra la cultura de articulación y diálogo que generamos con todas las instituciones de la red. Vamos a ver qué sale, la pelota está en la otra área ahora.
¿Qué esperan lograr como red en los próximos años?
Me parece que se nos vienen nuevos desafíos. Esto que te contaba de trabajar en edades tempranas, incidir más en el sistema educativo para que esto sea algo realmente transversal a todos los ciclos, generar esa actitud emprendedora, desarrollar habilidades blandas y competencias como el marketing, las finanzas, la comunicación efectiva, el trabajo efectivo. Ahora estamos en una instancia de transformación educativa que pone el foco en las competencias, y ahí vimos como una oportunidad el poder incluir competencias emprendedoras y aportar herramientas y demás.
También persiste el desafío de ser una red a nivel territorial, que emprender no es morirse en la capital, que realmente hay que profesionalizar las instituciones en todo el territorio para generar más iniciativas. Hay veces que las instituciones son una sola persona, o dos, que hacen todo el trabajo de apoyo a los emprendedores, y eso no puede pasar, ahí tenemos que dar una mano, generar formación para esas personas y revalorizar su rol en las comunidades.
Otra cosa que necesitamos es generar indicadores, para poder saber quién pasó por tales instituciones, qué pedidos hizo, a dónde pasó después de esa institución, cómo son los procesos de un emprendedor con determinadas características. La idea es ir identificando esa receta que genere casos de éxito, que podamos evidenciar que todo este trabajo que hacemos nos dio como resultado estos emprendimientos que ahora cumplen esta función. En la medida en que no tengamos registro de eso, indicadores, seguimiento y datos, va a ser difícil convencer de que lo que hacemos vale la pena, y de que vale la pena seguir confiando en nosotros.
¿Qué se puede esperar del emprendedurismo en Uruguay en los próximos tiempos?
Me parece que la apuesta de Uruguay para los próximos años es convertirse en un verdadero laboratorio de emprendimientos, que desde cualquier lugar del mundo sepan que nuestro país es un gran sitio para venir a emprender. ¿Por qué? Porque tenemos un ecosistema de apoyo, porque podés hacer tus prototipos, podés tener tus primeros capitales de inversión y podés desarrollar tu emprendimiento. Podemos conectarte con Brasil, con Chile, con Argentina, estamos bien ubicados a nivel de Latinoamérica y tenemos buenas relaciones con el resto del mundo.
Esa es un poco la apuesta para los emprendedores en los próximos años. Me parece que tenemos todo para convertirnos en tierra fértil de semillas emprendedoras y ver crecer el ecosistema; acá tenés este colchoncito de apoyo de que no te va a ir tan mal, si te caés va a haber arena y te podés volver a levantar. También somos reconocidos por la formación, por la madurez del ecosistema, por la institucionalidad del país, por su seguridad jurídica. Esa apuesta está buena, creo que nos va a dar una marca país muy interesante.