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Escollera Sarandí, Montevideo (archivo, abril de 2020).

Foto: Ernesto Ryan

La economía mundial y sus perspectivas

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Según el último informe de perspectivas globales del FMI, la economía mundial está “encaminada, pero no fuera de peligro”

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El vaso medio lleno

El crecimiento mundial será mayor del previsto

La finalización oficial de la crisis sanitaria y la normalización del funcionamiento de las cadenas de suministros han contribuido a impulsar la actividad global en lo que va de este año. Y en el mismo sentido han operado la reducción de los precios de las materias primas –tras los picos históricos alcanzados luego del estallido de la guerra– y la menor incertidumbre asociada a la situación de los bancos y sus posibles impactos sobre el sistema financiero global.

En este contexto, y a pesar de que la coyuntura continúa siendo atravesada por problemas de índole diversa, las perspectivas para este año han mejorado con relación a lo previsto tres meses atrás. En ese sentido, las proyecciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) divulgadas recientemente anticipan un crecimiento del PIB mundial del entorno de 3% para este año, lo que representa una mejora de dos décimas con relación a lo estimado en abril.

En la misma línea, el organismo destaca también “la inusitada solidez” del mercado de trabajo: “Los mercados laborales siguen arrojando señales muy alentadoras; en muchas economías se observan tasas de desempleo inferiores a las registradas antes de la covid-19 y niveles de empleo más altos”. Sin embargo, la heterogeneidad continúa siendo un rasgo distintivo, tanto entre países y sectores como en lo referente a la forma en la que se distribuyen los beneficios asociados al mayor dinamismo de la actividad.

La inflación continuará moderándose

Un panorama similar se desprende al desentrañar las perspectivas de inflación, que también han mejorado con relación a las estimaciones previas y reflejan los esfuerzos desplegados por los bancos centrales y la reversión del precio de los alimentos y de la energía. Sobre esta dimensión, el organismo anticipa una inflación de 6,8% para este año (casi dos puntos porcentuales menor que la del año pasado), previendo un descenso adicional para 2024 (5,2%).

Sin embargo, como alerta el informe, “aún hay muchos nubarrones en el horizonte y sería prematuro celebrar”.

El vaso medio vacío

La desaceleración podría ser más pronunciada

Si bien el crecimiento será mayor del previsto hace unos meses, la economía mundial continuará perdiendo dinamismo con respecto a lo observado durante el año pasado. Concretamente, crecería cinco décimas menos de lo que creció en 2022. Este fenómeno responde esencialmente al enfriamiento de las economías avanzadas, dado que se espera una mejora dentro de la órbita de los países emergentes y en desarrollo.

En el primer caso, el crecimiento en 2022 se ubicó en el entorno de 2,7%, y sería de 1,5% y 1,4% en 2023 y 2024 respectivamente. En particular, la desaceleración será más pronunciada en la Eurozona, que continúa golpeada por los elevados precios de la energía y por otros factores. En el caso de las economías emergentes y en desarrollo, el crecimiento se aceleraría y pasaría de 3,1% (2022) a 4,1% (2023 y 2024). Sin embargo, alerta el FMI, este promedio oculta importantes disparidades entre países: “En las economías emergentes y en desarrollo de Asia, el crecimiento alcanzará un firme 5,3% este año, en tanto que muchos productores de materias primas acusarán una disminución de los ingresos por exportaciones”.

Además, si bien algunos riesgos que estaban latentes se fueron disipando, en particular en la órbita financiera, “la balanza no deja de inclinarse a la baja”. En ese sentido, uno de los riesgos principales refiere a las posibilidades de experimentar una desaceleración más pronunciada, producto del endurecimiento de la política monetaria y sus efectos rezagados sobre el consumo y la inversión. Según señala el organismo, lo anterior viene frenando el crecimiento del crédito al sector no financiero, incrementando los pagos de intereses de los hogares y las empresas, y ejerciendo presión sobre los mercados inmobiliarios, todo lo cual supone un lastre para la actividad que podría ser mayor del esperado al día de hoy.

Vale destacar el caso de Estados Unidos, donde el ahorro excedentario que se generó en el contexto de la pandemia se diluyó, y el de China, donde la situación del mercado inmobiliario vuelve a situarse como un foco global de preocupación ahora que comenzó a agotarse el impulso derivado de la reapertura de la economía.

Ante el riesgo asociado a una profundización de la desaceleración, “las empresas podrían dar marcha atrás y recortar fuertemente el empleo”, revirtiendo la mejora que fue reseñada en la sección anterior.

La inflación subyacente no se moderó tanto

La medición tendencial de la inflación, que excluye la dinámica de los precios más volátiles de las canastas de consumo (típicamente alimentos y energía), continúa superando los umbrales objetivos definidos por los bancos centrales. En ese sentido, para el FMI “está claro que la batalla contra la inflación aún no está ganada”. En este frente, el devenir de los acontecimientos continuará atado a evolución en los mercados laborales y a la dinámica de los salarios y las utilidades de las empresas.

Como señala el documento, los salarios reales más bajos han reducido el costo de la mano de obra, y eso podría explicar la solidez de los mercados laborales en un contexto signado por una desaceleración del crecimiento. Si el empleo conserva el dinamismo reciente, cabría esperar una mejora salarial que podría impactar sobre la trayectoria de los precios.

No obstante, como señaló Pierre-Olivier Gourinchas, consejero económico y director del Departamento de Estudios del FMI: “Dado que los márgenes de ganancia de las empresas promedio han aumentado considerablemente en los últimos dos años, sigo confiando en que hay espacio para un repunte de los salarios reales sin que se desencadene una espiral salarios-precios”.

Persisten riesgos geopolíticos y medioambientales

Más allá de los vaivenes de la actividad mundial de corto plazo, los desafíos de mediano y largo plazo continúan incrementándose. Por un lado, la mayor fragmentación geoeconómica, que está dividiendo la economía mundial en bloques rivales, impactará sobre las economías emergentes y en desarrollo “que dependen más de una economía mundial integrada, de la inversión directa y de las transferencias de tecnología”.

Por el otro, los escasos avances en el ámbito de la transición climática “dejarán a los países más pobres más expuestos a shocks climáticos cada vez más severos y a crecientes temperaturas, a pesar de que estos países son responsables de sólo una pequeña fracción de las emisiones mundiales”.

Si bien la cooperación multilateral continúa siendo la forma más eficaz de mitigar estos problemas, los riesgos geopolíticos y derivados de la disputa hegemónica entre China y Estados Unidos reducen los márgenes de maniobra para consolidar los avances que son necesarios a efectos de reencauzar el crecimiento de mediano plazo y hacer frente a la creciente problemática ambiental.

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