Economía Ingresá
Economía

Supermercado en el Cerro (archivo, abril de 2022).

Foto: Alessandro Maradei

Desentrañando la inflación de 2023

5 minutos de lectura
Contenido exclusivo con tu suscripción de pago

Sobre la dinámica anual de los precios y la trayectoria de las distintas agrupaciones de la canasta de consumo.

Contenido no disponible con tu suscripción actual
Exclusivo para suscripción digital de pago
Actualizá tu suscripción para tener acceso ilimitado a todos los contenidos del sitio
Para acceder a todos los contenidos de manera ilimitada
Exclusivo para suscripción digital de pago
Para acceder a todos los contenidos del sitio
Si ya tenés una cuenta
Te queda 1 artículo gratuito
Este es tu último artículo gratuito
Nuestro periodismo depende de vos
Nuestro periodismo depende de vos
Si ya tenés una cuenta
Registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes
Este audio es una característica exclusiva de la suscripción digital.
Escuchá este artículo

Tu navegador no soporta audios HTML5.

Tu navegador no soporta audios HTML5.

Leído por Joaquín Fernández.
Llegaste al límite de artículos gratuitos
Nuestro periodismo depende de vos
Para seguir leyendo ingresá o suscribite
Si ya tenés una cuenta
o registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes

Editar

El dato de diciembre: la mirada tradicional

El índice de precios al consumo (IPC) cayó 0,1% en términos mensuales y cerró el año en torno a 5,1%, ubicándose dentro del rango meta establecido por el Banco Central del Uruguay (BCU) (3% a 6%). En promedio, la inflación anual fue 5,9%.

La división con mayor incidencia detrás de la variación mensual de diciembre fue “Vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles”, que cayó 3% frente al mes de noviembre. Esto se explicó por la reducción de la factura de energía eléctrica, que ascendió a 9,3% –lo cual repite la dinámica típica de los diciembres–.

En sentido contrario, “Alimentos y bebidas no alcohólicas” fue la división con mayor incidencia positiva sobre el comportamiento de la inflación durante el último mes del año. Concretamente, estos precios aumentaron casi 1% en términos mensuales. Al interior de esta categoría, destacó el incremento de la carne y otros productos derivados (0,4%). En particular, aumentaron los precios de la nalga (1,6%), la carne picada (1,5%), el pollo (2,5%) y los chorizos (1,4%). Estos aumentos no lograron ser compensados por la reducción que exhibieron los precios de la carne ovina (8,7%) y el jamón (1,8%).

En el caso de la agrupación que nuclea la leche, otros productos lácteos y huevos, el aumento mensual de precios se situó en el orden de 0,4%. En términos agregados, los precios de las frutas y frutos secos aumentaron 6,9% con respecto a noviembre, impulsados por el incremento del precio de limones (15,9%), naranjas (9,1%), mandarinas (11,4%), manzanas (12,2%) y frutillas (22,4%). En el caso de las hortalizas, los tubérculos y las legumbres, la dinámica al cierre de 2023 pautó un incremento de 2,3% para el conjunto, destacándose los avances de la lechuga (13,1%), las espinacas (21,8%) y los tomates (10,8%).

El último destaque del mes fue el de la categoría “Transporte”, que cayó 1% jalonada por la reducción del gasoil (3,4%) y la nafta (2,6%).

Dinámica 2023: rearmando el IPC según mecanismos de formación de precios

La canasta de consumo que se utiliza para medir la inflación está compuesta por una multiplicidad de productos que difieren en su naturaleza, es decir, incluye un montón de bienes y servicios cuyos precios se forman a partir de distintos mecanismos (por ejemplo, pueden depender o no del dólar) y suelen experimentar vaivenes más o menos pronunciados (por ejemplo, pueden estar más o menos ligados a condiciones climáticas).

Por este motivo, el reagrupamiento de los componentes de la canasta en función de otros criterios (distintos al tradicional, que publica el Instituto Nacional de Estadística [INE] y que fue analizado antes) es útil para comprender mejor la dinámica de precios, las fuerzas que los llevan hacia un lado o hacia el otro y también, obviamente, para desentrañar las perspectivas.

Comenzando por la distinción entre los llamados “mecanismos de formación de precios”, la inflación transable cerró el año con una variación interanual de apenas 2,5%, luego de incrementarse por tercer mes consecutivo a raíz del leve repunte del dólar. La inflación transable refleja la evolución de los precios que están más emparentados con el dólar y con los precios internacionales, en tanto se trata de productos que son objeto de comercio externo (el precio se determina por condiciones de oferta y demanda globales). Esta categoría recoge aproximadamente al 45% del total de los productos que conforman la canasta de consumo, aunque su medición varía de acuerdo a los criterios adoptados por cada analista (no es una medición que publique el INE). La carne es el ejemplo clásico de un producto transable asociado a condiciones externas.

En efecto, la trayectoria de esta variable durante el año revela la importancia que ha tenido la caída del dólar para moderar el crecimiento de los precios al consumo (así como la moderación de los precios de los commodities alimenticios). Es a partir de este tipo de consideraciones que puede argumentarse que el fuerte descenso de la inflación fue la contracara del atraso cambiario. En ese sentido, la variación interanual de estos precios llegó a ubicarse por debajo del 1% en setiembre, promediando el año en 3,3% (gráfica 1).

A este respecto, la consultora Exante compartió desde sus redes la distribución anual de los aumentos dentro de esta categoría, clasificando 206 ítems de la canasta como transables (de un total de 367). A partir de este análisis, concluyó que 59% de los rubros transables tuvieron variaciones en el año que se ubicaron por debajo del piso del rango meta, 19% se movieron dentro del rango y solamente 22% varió por encima de su techo.

La inflación no transable, por su parte, nos cuenta qué pasó con la dinámica de los precios que se determinan bajo condiciones domésticas (no están atados a los vaivenes del tipo de cambio o de los precios internacionales). El ejemplo clásico en este caso sería el precio del corte de pelo. Sacando frutas y verduras (por su particularidad), la inflación no transable –que representa cerca del 30% del total de bienes y servicios que conforman la canasta– cerró el año con un incremento de 6,5%, nivel similar al que mostró durante la segunda mitad del año. En este caso, el promedio anual se situó en el entorno de 7,5%. Volviendo al análisis realizado por Exante, el 67% de los precios considerados como no transables (114 ítems) exhibió un incremento anual superior al techo del rango meta (y sólo 11% aumentó por debajo del piso).

Siguiendo con este criterio de agrupación –en función de los mecanismos de formación de precios– aparecen las frutas y las verduras, que representan cerca del 4% de la canasta. En este caso, los precios cerraron el año un 26% por encima del nivel que tenían en diciembre de 2022. En promedio, el aumento de este conjunto de bienes en el año ascendió al 31% interanual (gráfica 2). Cabe recordar que esta categoría, sensible a los vaivenes climáticos, llegó a mostrar crecimientos interanuales superiores al 52% durante el segundo trimestre del año, como resultado de la afectación que produjo la sequía sobre la oferta.

Por último, en lo que refiere a la categoría de precios administrados, el crecimiento interanual de los precios se ubicó en torno a 5,2%. Esta categoría incluye los productos cuyos precios no dependen de condiciones de oferta y demanda, sino de otros factores. Se trata, entre otros, de tarifas públicas, tabaco, salud y transporte.

Dinámica 2023: rearmando el IPC según estabilidad de precios

Otro criterio útil para entender la dinámica de los precios consiste en separar los productos del IPC de acuerdo al grado de estabilidad que exhiben sus precios. Siguiendo esta línea, encontramos dos agrupaciones alternativas: la inflación tendencial (o subyacente) y la inflación residual. La primera recoge la evolución de los precios que son más estables dentro de la canasta. Por este motivo, funciona como una señal más fiel sobre la trayectoria de su núcleo duro. Todo lo que se excluye en esta categoría va a parar a la llamada “inflación residual”, que incorpora justamente la dinámica inflacionaria de los componentes cuyos precios tienen un comportamiento más volátil o errático (típicamente frutas y verduras o alimentos frescos).

Analizando la dinámica inflacionaria anual bajo esta lógica, 2023 se caracterizó por una moderación importante de las presiones inflacionarias, como evidencian los registros inferiores al 5% que ha venido mostrando la inflación tendencial. No obstante, durante la segunda mitad del año la trayectoria de esta dimensión mostró un repunte, sugiriendo un incremento de las presiones inflacionarias luego del piso alcanzado en setiembre (3,9%). En el caso de la inflación residual, el registro para el cierre del año fue cercano al 6% interanual, tras tres meses de aceleración.

Perspectivas

Según estima el Centro de Investigaciones Económicas, la inflación permanecería dentro del rango meta hasta mediados de 2024, pero cerraría el año en torno al 7%. Por su parte, los analistas encuestados recientemente por el BCU anticipan una inflación de 6,4% para diciembre de 2024. De cara a 2025, las proyecciones sugieren una nueva moderación de los precios, que finalizaría el año en el eje del 6%.

¿Tenés algún aporte para hacer?

Valoramos cualquier aporte aclaratorio que quieras realizar sobre el artículo que acabás de leer, podés hacerlo completando este formulario.

¿Te interesa la economía?
Suscribite y recibí la newsletter de Economía en tu email.
Suscribite
¿Te interesa la economía?
Recibí la newsletter de Economía en tu email todos los lunes.
Recibir
Este artículo está guardado para leer después en tu lista de lectura
¿Terminaste de leerlo?
Guardaste este artículo como favorito en tu lista de lectura