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Banco Central del Uruguay (archivo, febrero de 2025).

Foto: Gianni Schiaffarino

Política monetaria: nuevo descenso de la tasa de interés

4 minutos de lectura
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El BCU recortó la tasa en 25 puntos básicos y sugirió que continuará con el ciclo de recortes durante los próximos meses, dejando atrás la instancia contractiva de la política monetaria.

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Nueva reducción de la tasa

El Banco Central del Uruguay (BCU) recortó nuevamente la tasa de política monetaria (“el precio del dinero”), esta vez en 25 puntos básicos. Con este movimiento, la tasa pasa de 8,25% a 8,0%, lo que implica que la política monetaria continúa su viraje desde una postura contractiva (orientada a moderar la inflación y contener las expectativas en torno a la meta del 4,5%) hacia una instancia más neutra.

Dado que la tasa de neutralidad se sitúa apenas por encima del 7%, lo anterior sugiere que habrá más recortes durante los próximos meses. Formalmente, el comunicado establece que, “en la medida en que el escenario continúe evolucionando acorde con lo esperado, el BCU avanzará gradualmente en el ciclo de reducción de la tasa de interés hacia la instancia neutral de la política monetaria”. 

La decisión y su contexto

Evolución reciente de la inflación

El comunicado difundido por el Comité de Política Monetaria (Copom) destaca que la inflación de octubre fue 4,3% interanual, por lo que continúa evolucionando en torno a la meta por quinto mes consecutivo. La inflación subyacente, que opera como una aproximación a la inflación de largo plazo, descendió al 4,7%, aproximándose también a la meta oficial.

Sin embargo, advierte el Copom, el componente no transable de la inflación permanece en torno al techo del rango de tolerancia (6%). Este componente refleja la evolución doméstica de los precios, excluyendo la variación de aquellos que dependen del tipo de cambio y de los precios internacionales (que quedan capturados en el componente transable de la inflación.

Evolución reciente de las expectativas

Sobre este punto, el comunicado señala que “la credibilidad de la política monetaria continúa consolidándose”, como refleja el promedio de las expectativas de inflación a dos años (es decir, en el horizonte relevante para la política monetaria) que considera el BCU para orientar sus acciones.

Por un lado, las proyecciones de los mercados financieros y la de los analistas se sitúan en torno al 4,7%, levemente por encima de la meta. Las expectativas empresariales, por su parte, se mantienen un poco más lejos de ese umbral, en tanto se ubican actualmente en el entorno del 5,5%.

Con respecto a lo anterior, el relevamiento que realizó en noviembre el BCU entre los analistas económicos anticipa una inflación de 4% para el cierre de este año, previendo una aceleración durante 2026 (4,7%) y cierta estabilidad para el correr de 2027 (4,7%).

La mirada empresarial, además de quedar recogida en la encuesta mensual del Instituto Nacional de Estadística, queda también plasmada en el relevamiento semestral que realiza la consultora Exante y que fue difundido la semana pasada. De esta encuesta se desprende que dos de cada tres empresarios esperan una inflación en torno a la meta para este año y que casi el 9% la sitúa incluso por debajo del 4%.

Para el cierre del año que viene, los empresarios visualizan la inflación en torno al 4,9%, por encima de la meta (4,5%) y por encima de las proyecciones elaboradas por los analistas que conforman la muestra del Banco Central (4,7%). El informe también destaca que, desde mediados de 2023, “venía siendo casi unánime la opinión de que la inflación ya no volvería a superar el 8%, pero no era tan extendida la percepción de que se ubicaría de manera sostenida por debajo de 6%”. En este sentido, se trata de la primera edición de esta encuesta (que se realiza en abril y en octubre de cada año) en la que más del 90% de las respuestas sugieren una inflación menor al 6% para el año siguiente.

A mediano plazo, no obstante, las expectativas empresariales “no están plenamente alineadas con el objetivo oficial”, aunque también descendieron. Concretamente, el 80% de las respuestas señalan que la inflación se mantendrá dentro del rango de tolerancia oficial en un horizonte de tres o cuatro años (en abril esa cifra era del 48%). De esta manera, el promedio de las respuestas prevé una inflación de 5,1% a ese plazo, el nivel más bajo, al menos, de la última década.

Evolución reciente de la actividad

La otra dimensión clave para calibrar la orientación de la política monetaria tiene que ver con la marcha de la economía, que viene mostrando señales de desaceleración desde el segundo trimestre. Sobre este punto, el comunicado del BCU indica que “la actividad mantiene indicadores de crecimiento en torno a su nivel potencial, en línea con lo evaluado en reuniones previas y con una brecha de producto cercana a cero”. Agrega, además, que “los niveles de incertidumbre global y regional, aunque menores que en el Copom pasado, se mantienen elevados”.

Con relación a esto, la actualización del indicador mensual de actividad económica elaborado por el BCU volvió a marcar un retroceso mensual durante agosto, una vez depurada la estacionalidad (-0,8%). En términos interanuales, por su parte, el indicador se mantuvo prácticamente incambiado (0,2%).

Algo similar sugiere el índice líder elaborado por el Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social, que se mantuvo estable en octubre por segundo mes consecutivo. Esto “ratifica la desaceleración que la actividad económica muestra desde mayo”, que marca “un período de enfriamiento” durante el tercer trimestre y lo que va del cuarto.

En línea con esto, los analistas relevados por el BCU ajustaron levemente a la baja su proyección de crecimiento para este año, que ahora se ubica en torno a 2,3% (manteniendo en 2% las estimaciones correspondientes a 2026 y 2027). La misma situación se desprende del último informe de política monetaria del BCU, correspondiente al tercer trimestre del año, que también trajo una revisión a la baja de la dinámica económica en el próximo bienio.

Otros aspectos considerados

El comunicado también se detiene en la debilidad global que exhibe el dólar y en la estabilidad de los precios de la mayoría de las materias primas, con excepción de la carne, que se mantiene todavía en niveles elevados. En nuestro país, la cotización del dólar permanece por debajo de los 40 pesos, lo que implica una caída acumulada cercana al 10% en lo que va de este año.

Si bien las proyecciones macroeconómicas del presupuesto asumen un ritmo de depreciación anual constante durante el próximo quinquenio, los analistas consultados por el BCU revisaron fuertemente sus conjeturas sobre la evolución del dólar en nuestro país: en enero anticipaban una cotización de 45,8 y 47,6 pesos para el cierre de 2025 y 2026, respectivamente, mientras que ahora apuntan a 40,2 y 41,2 pesos.

El mes pasado, el ministro de Economía y Finanzas, Gabriel Oddone, volvió a advertir que los problemas actuales de competitividad no pueden corregirse a través del tipo de cambio, en tanto no hay nada que el gobierno pueda hacer para determinar su valor. A este respecto, indicó que, “a diferencia de lo que pasó en los últimos cuatro años, cuando la apreciación del peso uruguayo era un evento espurio, lo que ocurre hoy va en línea con lo que está ocurriendo a nivel global. El fenómeno de depreciación del dólar es un fenómeno global respecto del cual la política monetaria no puede hacer nada para evitarlo”.

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