El Banco de Pagos Internacionales,1 conocido como el “banco de los bancos centrales”, continúa advirtiendo sobre la acumulación de riesgos y las consecuencias que podría tener su materialización sobre la dinámica económica y sobre la estabilidad financiera global.
Vale recordar que, previo al estallido de la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos durante 2008, esta institución había alertado, en repetidas ocasiones, sobre las consecuencias derivadas de un conjunto de desequilibrios que por aquel momento comenzaban a confluir. Entre ellos destacaban los efectos asociados a las políticas monetarias expansivas, el excesivo apalancamiento (deuda), los elevados precios de los activos financieros y la ausencia de transparencia en varios mercados importantes.
Como recuerda el prestigioso editor de la revista británica Financial Times Martin Wolf,22 estas advertencias no fueron suficientes para promover los ajustes necesarios y contener los excesos durante aquel momento, hasta que un día la burbuja finalmente estalló y generó una crisis financiera profunda en las principales economías occidentales y un legado de deuda y descontento social (producto de la respuesta política a la crisis y el salvataje de bancos y banqueros) cuyas ramificaciones continúan operando hasta el día de hoy (como evidencia el auge del populismo, del proteccionismo, del nacionalismo y de la desconfianza y descreimiento en la política y las instituciones).
Casi 20 años después, la situación parece estar repitiéndose. En efecto, el Banco de Pagos Internacionales lleva ya un tiempo expresando preocupaciones similares. Como señaló la semana pasada su director general, Pablo Hernández de Cos, el ratio de deuda sobre PIB se encuentra en los niveles más altos desde la Segunda Guerra Mundial y, en ausencia de una aceleración del crecimiento, continuará escalando durante los próximos años.
Detrás de este pronóstico son varias las razones que están operando, entre las que destacó los riesgos de que se desate una nueva crisis económica y financiera, los aumentos de la tasa de interés de los bonos soberanos (que refleja una mayor percepción del riesgo), la “hostilidad hacia la inmigración”, “una evidente falta de voluntad para soportar el dolor político de reducir los déficits fiscales” y las presiones crecientes para elevar el gasto en defensa en un contexto de tensiones geopolíticas en aumento.
Como señala Wolf, el aumento del endeudamiento público es una preocupación relevante, como también lo es la forma en que se está financiando. Y esto, en su visión, “forma parte de un cambio mayor: el declive relativo de los bancos y el auge de los intermediarios financieros no bancarios dentro de las tenencias globales de activos financieros”. En efecto, la proporción de las tenencias de activos financieros por parte de estos intermediarios aumentó 74 puntos porcentuales entre 2008 y 2023, mientras que la de los bancos sólo aumentó 17 puntos porcentuales.
El problema es que este grupo de intermediarios es heterogéneo, por lo que se suele distinguir entre los inversores con “dinero real”, como los fondos de pensiones y las empresas aseguradoras, y los especuladores que se apalancan con deuda, en particular los fondos de cobertura.
Entonces, si bien los bancos pueden estar ahora menos expuestos, dado el “declive relativo” de su participación en la tenencia de activos, el problema se recuesta sobre la capacidad que puedan tener estas instituciones financieras no bancarias (en particular, las más apalancadas) para absorber los riesgos y las limitantes de sus balances para mitigarlos en caso de ocurrencia (la falta de espalda financiera para soportar la materialización de estos riesgos).
Cabe agregar, además, que los fondos de cobertura “han podido obtener préstamos por importes iguales o incluso superiores al valor de mercado de sus garantías”, lo que exacerbaría el alcance del problema ante la ocurrencia de un escenario adverso, como el que podría configurarse rápidamente ante la activación de cualquiera de los riesgos económicos, financieros y geopolíticos que están latentes.
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Es una organización internacional con sede en Basilea que fomenta la cooperación monetaria y financiera internacional y actúa como banco para los bancos centrales. Se trata de la organización financiera internacional más antigua, dado que fue fundada el 17 de mayo de 1930. ↩
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It’s time to sound the alarm on growing fiscal and financial risk. Financial Times. ↩