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Gráfico de la semana | El mercado laboral y sus múltiples aristas

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Un recorrido por los principales indicadores que dan cuenta de la calidad del empleo y las restricciones que enfrentan los trabajadores al vincularse con el mercado de trabajo.

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En setiembre la tasa de desempleo se ubicó en torno a 6,9%, uno de los registros más bajos de la última década. Si bien en octubre esta tasa repuntó, el incremento se explica por una mayor oferta (más personas buscando trabajo) y no por una menor demanda (destrucción de puestos de trabajo). Se trata, por lo tanto, de una evolución muy favorable, que igualmente no debería conducirnos hacia lecturas complacientes sobre la marcha del mercado laboral. En este sentido, vale la pena repasar otras dimensiones relevantes para completar este diagnóstico.

Las múltiples dimensiones del mercado de trabajo

Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el 21,5% de los ocupados no estaban registrados en la seguridad social, lo que implica que no se encuentran cubiertos por las prestaciones que hacen a la malla de protección (como el seguro de desempleo, maternidad o salud) y que además no realizan aportes para financiar su jubilación.

Otra dimensión relevante para alcanzar un diagnóstico más completo del mercado de trabajo tiene que ver con la insuficiencia de las horas trabajadas (o, lo que es lo mismo, con una subutilización del factor trabajo), un fenómeno que queda capturado en la tasa de subempleo. Esta tasa refleja la proporción de aquellas personas que trabajan menos de 40 horas a la semana y que manifiestan la voluntad de trabajar más, pero no consiguen opciones para completar esa jornada. Actualmente, esta condición afecta al 9,5% de las personas que están ocupadas, una proporción relevante teniendo en cuenta el impacto que la problemática tiene sobre la suficiencia de ingresos por trabajo.

En efecto, en nuestro país existe un número relevante de trabajadores que perciben ingresos bajos, un fenómeno que, entre otras cosas, se refleja en las cifras de salarios sumergidos. Según el Instituto Cuesta Duarte, cerca de un 30% de los ocupados percibe menos de 25.000 pesos líquidos al mes. De hecho, la pobreza es un fenómeno que opera dentro del mundo laboral, en tanto la inestabilidad, los salarios sumergidos y la ausencia de mecanismos de protección social suponen que haya una proporción no menor de trabajadores pobres.

Atención particular merece la coexistencia de estas dos problemáticas, es decir, de trabajadores informales que están subempleados. A este respecto, al día de hoy casi el 6% de los ocupados padecen ambas condiciones; por tanto, sólo la informalidad afecta el 15,6% y sólo el subempleo el 3,7%. El resto comparte ambas restricciones, lo que agudiza su situación de vulnerabilidad, más allá de su participación en el mercado de trabajo.

En suma, si agrupamos a las personas que buscan trabajo, pero no lo consiguen, con aquellos que cuentan con un empleo informal o con reducida carga horaria, podríamos argumentar que más de un 30% de la población activa enfrenta algún tipo de restricción en su vínculo con el mercado laboral (algunas más severas que otras).

El análisis temporal de este tipo de dimensiones evidencia que en los últimos años se alcanzaron mejoras, no sólo porque la proporción de desocupados es menor, sino también porque las restricciones descritas afectan con menor intensidad que en el pasado a los trabajadores que se encuentran activos. Igualmente, al desentrañar la composición de estas restricciones se observan algunos cambios. Por ejemplo, se constata un alza leve para los subempleados formales, que pasaron de 2,9% a 3,7% entre 2019 y 2025. Y, si bien los subempleados e informales se redujeron con respecto a los umbrales prepandemia, aún se ubican en niveles superiores a los vigentes una década atrás.

En síntesis, la condición de ocupado por sí sola no garantiza que el trabajador esté satisfecho con su situación laboral, que esa situación lo blinde de caer en la pobreza, que le permita acceder a derechos laborales básicos o que cuente con salvaguardas ante situaciones económicas adversas del país o del hogar. Revertir esta situación requiere ajustar y readecuar las políticas de empleo, de forma de atacar las problemáticas que se acumulan en los márgenes del mercado de trabajo e incorporar las nuevas realidades en materia de tecnología y modalidades de contratación.

Joaquín Pascal, Centro de Estudios Etcétera.

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