La pobreza en Uruguay es uno de los problemas más importantes que enfrenta el país y significará un “enorme desafío” para el nuevo gobierno. Así lo afirmaron, en diálogo con la diaria, destacados economistas, quienes consideraron que la situación es especialmente “preocupante” tanto en términos de pobreza por ingresos como en su dimensión multidimensional.
Según Gonzalo Salas, doctor en Economía por la Universidad Autónoma de Barcelona y profesor de la Universidad de la República, el país atraviesa “desafíos enormes” en materia de pobreza, que requieren una fuerte respuesta “estructural”.
También Matías Brum, economista y profesor universitario con un doctorado en Economía de la Universidad de Londres, expresó su preocupación por la situación de la pobreza en Uruguay. El especialista señaló a la diaria que “el 20% de la población uruguaya vive en situación de vulnerabilidad, lo que es preocupante, especialmente considerando que se trata de un país de renta media-alta y con un estado de bienestar desarrollado”. Según Brum, este indicador enciende “una luz amarilla”, ya que “aún hay una parte importante de la población a la que las políticas públicas no están llegando adecuadamente”.
Ambos economistas remarcaron que uno de los principales factores que perpetúan la pobreza es la educación. “El índice de pobreza multidimensional muestra el enorme peso que tiene la educación en la movilidad de ingresos de los hogares. Los bajos niveles educativos condicionan el desempeño futuro de las generaciones venideras, perpetuando así la pobreza”, indicó Salas.
En la misma sintonía, Brum advirtió que esta situación podría representar un obstáculo para el crecimiento económico de Uruguay a largo plazo. “El mundo está cambiando hacia trabajos y empleos que requieren cada vez más educación. Este es un problema a largo plazo para el crecimiento y el desarrollo del Uruguay”, agregó.
Los especialistas advirtieron que la reducción de la pobreza enfrenta grandes desafíos, especialmente en su dimensión multidimensional, que requiere estrategias a largo plazo más allá de los ciclos políticos.
Salas enfatizó que las mejoras en vivienda y educación, factores clave en la pobreza multidimensional, demandan tiempo y no pueden supeditarse a resultados electorales inmediatos. Además, alertó que, sin cambios en el sistema impositivo ni un aumento del gasto público, será difícil lograr avances significativos.
En el mismo sentido, Brum subrayó la urgencia de una reforma educativa para reducir la vulnerabilidad laboral y propuso medidas para formalizar el empleo, especialmente entre los jóvenes y las mujeres. Señaló que, con recursos limitados, la educación debería ser la prioridad, ya que es “fundamental” para mejorar las condiciones de vida a largo plazo; y en cuanto a vivienda, advirtió que los programas actuales no siempre llegan a quienes más los necesitan.
En Uruguay, el 18,9% de la población vive en situación de pobreza multidimensional, según un nuevo indicador presentado el 19 de febrero por el Instituto Nacional de Estadística (INE).
El índice de pobreza multidimensional (IPM) evalúa 15 indicadores que se integran en cinco dimensiones: educación, condiciones habitacionales, servicios básicos del hogar, protección social y empleo. La calificación de “pobreza multidimensional”, en la que se encuentra el 18,9% de la población, está dada por la privación de cuatro o más de los 15 indicadores.
Consideraciones
Salas explicó que, tanto el IPM como el índice monetario, son mediciones complementarias y responden a fenómenos distintos. Según el economista, la pobreza multidimensional evalúa factores “estructurales y crónicos” de los hogares, por lo que sus variaciones en el tiempo son menores en comparación con la pobreza de ingresos.
Asimismo, dijo que es difícil evaluar si el nivel de pobreza multidimensional es alto o bajo, porque depende de los indicadores que se usan para medirla. “Para poder decir si la pobreza multidimensional en Uruguay es alta o baja, deberíamos compararla con otros países. Pero si las variables que se utilizan para medirla son muy distintas, los niveles de pobreza van a ser bastante diferentes”, afirmó.
Indicó, en ese sentido, que en otros países se utilizan indicadores de salud que no fueron tenidos en cuenta. “Si se incluyera datos sobre la situación nutricional de la población, por ejemplo, retraso de talla o índice de masa corporal, Uruguay estaría bien posicionado y el IPM sería menor. Entonces, depende mucho de las variables y dimensiones que se decida incluir. Por eso, lo importante es tomar esta medición como un punto de referencia y ver cómo evoluciona en el tiempo para el caso uruguayo”, remarcó.
Por su parte, Brum indicó que “no debiera sorprender” que la pobreza multidimensional sea aproximadamente el doble que la que se mide por ingreso. “La pobreza multidimensional mide carencias que no son exclusivamente monetarias, y sabemos que hay muchas personas que tienen dificultades estructurales más allá de su nivel de ingresos”, explicó.
Los tres principales problemas
Brum destacó que los tres “problemas principales” que surgen del análisis del índice son “educación, informalidad y vivienda”.
“El 17,5% de los problemas establecidos en el índice multidimensional proviene de los años de escolarización incompletos. [...] Ya sabíamos que la educación uruguaya estaba en crisis. Tenemos un problema serio de retención en el sistema educativo”, afirmó. Además, indicó que “el 46% de los hogares tiene al menos un integrante que no completó el nivel educativo esperado para su edad”.
Sobre la informalidad, Brum recordó que, si bien ha disminuido en los últimos años, “más del 20% de la población sigue afectada por este problema”. En este sentido, consideró que “la falta de educación está directamente relacionada con la dificultad para acceder a empleos formales y de calidad”. Asimismo, el economista se refirió a la situación habitacional: “El índice también refleja carencias en vivienda, como materiales inadecuados o hacinamiento, lo que reafirma problemas que ya se habían identificado con indicadores previos”.
Según el INE, los datos obtenidos en el IPM expresan que el 17,5% de la población vive en hogares pobres donde al menos uno de sus integrantes mayores de 18 años presenta carencias en años de escolarización, 13% cuenta con un miembro de 18 años o más que enfrenta condiciones de informalidad laboral y que el 11,2% de la población habita en hogares pobres multidimensionales con problemas relacionados con la infraestructura de sus viviendas.
Luz amarilla
Por otro lado, Brum remarcó que son “preocupantes” los resultados del índice en materia educativa. “La gente puede vivir en malas condiciones de vivienda toda su vida y, sin embargo, puede progresar de alguna manera si tiene el nivel educativo suficiente. Todavía existe una cierta movilidad social que implica que nacés en un lugar y vivís ahí, pero después podés salir de esas malas condiciones. La clave para salir de esas malas condiciones, entre otras cosas, es la educación”.
Foto: Gianni Schiaffarino
Si muchos ciudadanos no están completando su nivel educativo, se prende una “luz mucho más amarilla” que la de la vivienda, porque el indicador lo que está mostrando es que “hay generaciones enteras de personas que están comprometidas en educación y eso implica problemas en el mediano y largo plazo para esas mismas personas”. “El mundo está cambiando, está yendo hacia trabajos y empleos que requieren cada vez más educación. Esto es un problema a largo plazo para el crecimiento y el desarrollo del Uruguay. Si se lo piensa en términos macro, la acumulación de capital humano es una condición necesaria e importante para tener niveles de crecimiento y de desarrollo”, añadió.
Políticas estructurales
Por otro lado, Salas subrayó que la pobreza multidimensional no puede entenderse sin analizar la desigualdad: “Los altos niveles de desigualdad en Uruguay explican estos indicadores. Pobreza y desigualdad son fenómenos intrínsecamente vinculados”.
Sobre las perspectivas a corto y mediano plazo, el economista advirtió que los cambios en la pobreza multidimensional serán difíciles de lograr sin políticas estructurales de largo plazo. “El hacinamiento, las condiciones de la vivienda y los niveles educativos son características difíciles de modificar en poco tiempo. Por lo tanto, uno no podría esperar en el futuro que haya cambios muy importantes con estos indicadores. Lo segundo es que en la medida en que los niveles de desigualdad no se ataquen con políticas concretas, probablemente eso no derrame en mejoras en los niveles de pobreza multidimensional”, afirmó.
El experto consideró que lo que se requiere en estos casos es tener niveles de desigualdad “mucho menores” para que en el mediano plazo se puedan observar cambios en estos niveles de pobreza multidimensional. “Si no existen políticas que combatan fuertemente la desigualdad y que ataquen los problemas de pobreza de ingresos en la primera infancia, los indicadores se van a mover muy poco”, sentenció.
Desafíos
Con la asunción de las nuevas autoridades, Salas señaló que los principales desafíos deberán centrarse en la reducción de la pobreza. “Es muy difícil pensar en políticas que afecten la multidimensionalidad si la agenda política condiciona el diseño de las políticas públicas que se implementan, porque los efectos no se van a ver en el corto plazo. Si vamos a hablar de pobreza de ingresos, probablemente una política de transferencias o algún tipo de subsidio a los hogares pueda tener impacto de un año para otro. En el caso de la pobreza multidimensional, requiere estrategias que no estén mirando el corto plazo”, remarcó.
Mejorar las condiciones de la vivienda y cambiar los niveles educativos son dos de las principales variables que explican lo que sucede con el indicador de pobreza multidimensional, y ambas demoran en modificarse con el tiempo, remarcó el especialista. No se puede tener “miopía a la hora de mirar las políticas públicas ni buscar resultados que sean rentables electoralmente”, resaltó.
“En la medida en que el gobierno tome la restricción presupuestal como un dato, es decir, que solamente se va a poder gastar más en este tipo de políticas si hay más crecimiento […] creo que muy difícilmente observaremos cambios en los próximos años en estos indicadores. No se puede pensar que no se va a hacer nada con el sistema impositivo y que se va a lograr cambios en estas dimensiones”, remarcó.
Mientras tanto, Brum destacó la urgencia de una reforma educativa: “Es clave mejorar la retención y culminación del ciclo educativo. Si no logramos que más jóvenes completen la educación media, vamos a seguir generando poblaciones vulnerables con dificultades para acceder a empleos formales y de calidad”.
En cuanto a la informalidad, sugirió que se tomen medidas concretas para mejorar la inserción de los jóvenes y de las mujeres. Asimismo, remarcó que se deben mejorar los mecanismos de control, ya que se puede hacer un mapa para ver dónde se concentra la informalidad.
“Hay que encontrar maneras de reconvertir industrias o sectores concretos que sobreviven en base a la informalidad. Una tercera pata que se puede estudiar es cambiar el sistema de protección social para darles mayor incentivo a las personas para que entren al sistema formal, por ejemplo, las unipersonales”, añadió.
Finalmente, en materia de vivienda, sostuvo que “es necesario revisar los programas existentes y evaluar cómo mejorar la calidad habitacional de la población más vulnerable”. “No está tan claro que los programas de construcción de vivienda social terminan ayudando a las personas que tienen carencias estructurales […], los programas están muy arriba. Muchas personas no llegan a comprar las casas nuevas que se están haciendo”, observó.
“Si hay recursos limitados, yo priorizaría la inversión en educación por sobre la vivienda, porque a largo plazo la educación es la herramienta que permite que las personas puedan mejorar sus propias condiciones de vida”, concluyó Brum.
Crítica a la anterior administración
Ambos economistas criticaron la postura de la anterior administración del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), liderado por Azucena Arbeleche, que, a pocos días de dejar el cargo, rechazó los datos del IPM.
Salas indicó que el anterior gobierno afirmó dos cosas que tienen un “problema muy grande”. “El Ministerio de Economía mencionó la inconsistencia con las cifras de empleo, lo cual fue mencionado en un documento que sacó hace unos meses el Instituto de Economía [...], donde se mencionaba que las cifras de empleo que estaban derivando de la información de la encuesta de hogares tenían problemas. Y eso es por el cambio de la metodología que se implementa”, añadió.
La encuesta de hogares realiza un panel rotatorio que consiste en entrevistar a las personas en un momento determinado, y volver a hacerlo seis meses después. “Lo que sucede con ese panel rotatorio, que es una buena idea mal ejecutada, es que cuando vuelven a entrevistar a las personas no las encuentran, no completan la entrevista. Por tanto, las cifras de empleo que publicó el INE el año pasado estaban sesgadas”, remarcó.
El anterior gobierno indicó que para hacer el índice se debían usar esas cifras para el cálculo. “Lo que dijo el Ministerio de Economía es que tiene que usar esas cifras para calcular el índice de pobreza multidimensional [...] Lo que pretende con eso es bajar artificialmente las cifras de pobreza multidimensional, al tomar en cuenta que la problemática del empleo informal es menor que la que realmente existe”, agregó.
Otro aspecto “erróneo” es que afirmó que las nuevas cifras de pobreza no son comparables con las del índice calculado por ingresos, aseguró el especialista. “Eso es mentira. El número de casos entrevistados es menor, pero es algo que ya sucedió antes. [...] Las cifras de pobreza siempre fueron comparables. ¿Por qué? Porque las mediciones puntuales de la pobreza de ingresos no se ven afectadas, debido a que el número de casos es suficientemente grande como para poder hacer este tipo de estimaciones”, añadió.
En la misma sintonía, Brum sostuvo que “el comunicado del MEF fue bastante infeliz” y argumentó que “el INE realizó un cambio metodológico, pero la medición de la pobreza sigue siendo comparable a la serie histórica”. “Me resulta gracioso, porque en realidad parte de la campaña electoral de la coalición se basó en la cifra de que había 100.000 nuevos empleos, y ese número no se puede calcular. Cuatro días antes de irse, mandaron un comunicado diciendo que no, que ‘no sabemos cuántos puestos de trabajo nuevos hay porque hubo cambio de metodología’. Me resulta divertido, ridículo e irónico”, concluyó.