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Ilustración: Ramiro Alonso

La Asociación Nacional de Micro y Pequeñas Empresas renueva su reclamo de mayor justicia tributaria y mejores condiciones crediticias

9 minutos de lectura
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El presidente de la Asociación Nacional de Micro y Pequeñas Empresas, Pablo Villar, dijo a la diaria que el sector representa el 99,5% de las empresas en Uruguay y cerca del 70% del empleo privado ocupado, y reclamó mayor justicia tributaria para que las empresas más chicas paguen impuestos en la medida de sus posibilidades.

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Desde hace años, las micro y pequeñas empresas reclaman mayor justicia tributaria y crediticia para crear un sistema más adecuado, que tome en cuenta la espalda financiera de las empresas más chicas.

Es por eso que la Asociación Nacional de Micro y Pequeñas Empresas (Anmype) renovó su pedido a la nueva administración de gobierno, apuntando a dos planteos centrales: que el impuesto a la renta de las actividades económicas (IRAE) sea más progresivo y se adecue a la espalda financiera de cada empresa y que, al mismo tiempo, se adapten las condiciones del crédito a la capacidad de repago que tiene una micro o pequeña empresa.

Así lo planteó el presidente de Anmype, Pablo Villar, quien dijo a la diaria que uno de los temas más importantes que debe analizar el nuevo gobierno es pensar una reforma del régimen general, ya que, sostuvo, al “sistema le falta justicia”. “No es lo mismo que una microempresa pague IRAE del 25% a que lo haga una pequeña, mediana o gran empresa. Si bien estamos hablando de que es el mismo 25%, no es equivalente en la rentabilidad según su productividad para una microempresa que para una gran empresa”, agregó.

Anmype plantea que las microempresas paguen un 5% y las pequeñas un 25%, una propuesta que Anmype ha puesto sobre la mesa desde 2012. “Lo hemos planteado en gobiernos del Frente Amplio y en la administración pasada y, si bien hemos tenido un buen recibimiento de la iniciativa, no obtuvimos ninguna novedad con respecto a su implementación. La renuncia fiscal es menor y estaríamos ganando muchísimo en lo que hace a la consolidación y, sobre todo, al mejoramiento y la potenciación de estas 170.000”, remarcó.

Villar expresó que las micro y pequeñas empresas son “relevantes” en la economía del país por su capacidad de generación de empleo y porque distribuyen la riqueza de una forma más “homogénea”; sin embargo, el sector no está lo suficientemente visibilizado porque “faltan datos” y políticas específicas que lo beneficien directamente. Con respecto al diálogo con el gobierno, consideró que aunque “puede haber buena disposición”, hay que “continuar incentivando los contactos y las propuestas”.

¿Cómo describiría la situación general de las micro y pequeñas empresas en Uruguay?

La situación es bastante diversa en Uruguay. Hay diferencias entre las micro y pequeñas en general y también hay divergencias entre las microempresas, según su rubro de actividad, y lo mismo sucede entre las pequeñas empresas. No obstante, existen algunos denominadores comunes: cuando el mercado interno se retrae o pierde poder adquisitivo, estas micro y pequeñas empresas industriales y comerciales pierden ventas o posibilidades de desarrollo.

En momentos como los que hemos sufrido en años anteriores con la debacle que sufrió Argentina y con la diferencia cambiaria resultante, la situación impactó en casi todas las empresas, tanto en las comerciales como en las que pertenecen al sector industrial. Ahora, por ejemplo, hay un impacto importante de las compras por internet, lo que se ha denominado el “efecto Temu”. Cuando uno ve que, de repente, va en aumento la cantidad de paquetes mensuales y eso lo anualiza, surge una pérdida muy importante, de varios millones de dólares que pierden los comercios y también las industrias proveedoras. Por lo tanto, a veces hay que hacer el análisis por sector y otras por tamaño de empresa.

Y al analizar por sector, ¿cuáles son los que están enfrentando una situación más complicada?

Hay sectores que trabajan con el mercado interno, sobre todo los comercios chicos, que lo hacen a niveles barriales, que están pasando por un momento un poco complejo. Ahora, por ejemplo, está en el horizonte la nueva ronda de Consejos de Salarios y se vienen manejando algunos indicios de que puede haber pautas diferenciales para los salarios más bajos. Eso va a tener como resultado un aumento del poder adquisitivo de las franjas de los percentiles más bajos, lo que se verá reflejado en el comercio, sobre todo en los pequeños comercios barriales. Ese es un sector que está, de alguna manera, con un empantanamiento en lo que refiere a su rentabilidad.

¿Cuál es el impacto de las micro y pequeñas empresas en la economía uruguaya?

Antes, el tejido de microempresas estaba distribuido prácticamente en tercios en lo que se refiere al sector comercio, industria y servicios. Desde hace una década y media, más o menos, ha venido bajando el sector de la industria y han venido aumentando los otros dos. Pero, en su conjunto, el sector de micro y pequeñas empresas es relevante en la economía nacional por dos factores. Primero, por la cantidad de empleos que es capaz de generar o sostener, que está en el entorno del 65%-70% del empleo privado. Y segundo, a nuestro entender, porque son unidades empresariales que, de alguna manera, hacen una distribución de la riqueza bastante homogénea entre los diversos sectores y en el concierto nacional. Por otro lado, en la otra punta, tenemos a las grandes empresas y, sobre todo, a las grandes superficies comerciales, que tienen un efecto concentrador de la riqueza.

¿Está lo suficientemente visibilizado el rol de las micro y pequeñas empresas en la economía?

Lamentablemente, algunos instrumentos que existían y que permitían conocer más el interior de estos sectores se dejaron de hacer. Este es el caso, por ejemplo, de la Encuesta Mipymes que se hizo en 2008 y en 2012, y que tendría que haberse repetido en 2016 y en 2020. Ese tipo de relevamientos permiten construir estadísticas y seguir tendencias del sector, brindando información sobre el empleo, por ejemplo, lo que permite conocerlo más hacia su interior y, con base en ese conocimiento, desarrollar instrumentos que atiendan las restricciones operativas que enfrentan en materia de desempeño, consolidación y, sobre todo, que favorezcan su expansión.

Yo creo que lo importante desde el punto de vista económico es que muchas empresas nacionales, como pasa en el resto del mundo, arrancan siendo microempresas que, gracias a políticas de mercado adecuadas, medidas tributarias y de desarrollo industrial, logran avanzar y crecer, pasando de micro a pequeñas y de pequeñas a medianas. En definitiva, logran escalar en ese universo empresarial generando empleo, mayor productividad y más riqueza. Todo eso es relevante para la economía nacional.

Ahora, si tú me preguntas si están suficientemente visibilizadas, creo que faltan datos, diagnósticos, pero contamos con cifras suficientes como para darles su relevancia. La cuestión es que muchas veces se avanza muy lento o no se promueven políticas específicas para estos sectores en particular.

Desde Anmype, por ejemplo, siempre hemos señalado que ese paquete dirigido a las empresas que nucleamos, que incluye a unas 170.000 o 180.000 unidades, pierde especificidad, más allá de que se diga que desde el sector público –sea del ministerio de Industria [Energía y Minería], de Economía [y Finanzas] o de Ganadería, Agricultura y Pesca– se están implementando políticas particulares para estos sectores. En definitiva, si las medidas abarcan al 99,5% de las unidades económicas del país, entonces no pueden considerarse realmente específicas.

Foto: Alessandro Maradei

¿Cuáles serían las principales medidas que entiende que debería implementar el gobierno para ayudar a estas empresas a crecer y consolidarse?

En principio, pensamos que tiene que haber un análisis en materia tributaria. Si bien desde la Anmype siempre hemos rescatado que el régimen general es una tendencia a la que todas las empresas que tengan actividad económica tienen que ir, nos parece que a ese sistema le falta justicia; no es lo mismo que una microempresa pague IRAE del 25% a que lo haga una pequeña, mediana o una grande. Si bien estamos hablando de que es el mismo 25%, no es equivalente en la rentabilidad según su productividad para una microempresa que para una gran empresa.

Desde Anmype venimos reclamando que tiene que haber un régimen general en el que todas las empresas tributen, pero la alícuota del IRAE debe ser progresiva. Hemos planteado que las microempresas, en vez de pagar un 25%, paguen un 5%, porque es la herramienta que les va a permitir contar con una rentabilidad líquida para invertir, mejorar en su actualización tecnológica, en la capacidad de sus funcionarios y trabajadores, en la productividad y, por lo tanto, en sus expectativas de crecer y pasar a ser una pequeña empresa. Lo mismo para la pequeña empresa: pensamos que en vez de un 25% pudieran pagar un 10%. Es el mismo razonamiento. En ese sentido, Anmype está planteando que un 50% de ese beneficio tenga –por obligación– que reinvertirlo en la empresa para nuevas tecnologías que generen ese círculo virtuoso que comentaba.

¿Esa propuesta ha sido escuchada por el gobierno? ¿Han tenido algún diálogo?

Esa propuesta ha sido planteada por Anmype desde 2012. Se ha planteado en gobiernos del Frente Amplio y en la administración pasada. Hemos tenido un buen recibimiento de la iniciativa, pero no hemos tenido ninguna novedad con respecto a un ápice de su implementación. La renuncia fiscal es menor y estaríamos ganando muchísimo en lo que hace a la consolidación y, sobre todo, al mejoramiento y potenciación de estas 170.000 empresas.

¿Cree que la carga tributaria es clave para la sostenibilidad del sector?

Yo creo que sí. No solamente para la sostenibilidad, sino para que estas empresas se puedan desarrollar. De alguna manera, no les queda líquido anual para poder reinvertir en la propia empresa. Entonces, tenemos negocios que, de alguna forma, en vez de ir aumentando y mejorando su productividad y rentabilidad, la vienen peleando, cuando no perdiendo. Porque si la brecha tecnológica aumenta, la productividad baja. Y respecto a las empresas de la región, o respecto al comercio global, venimos perdiendo.

¿Cómo está afectando la competencia de grandes superficies o de plataformas internacionales al sector?

Somos conscientes de que las grandes superficies vienen afectando al sector desde el año 2000. Ya en ese momento hubo una movida muy importante de Anmype que fue parte fundamental, en la que, a través de la concertación para el crecimiento y a través del trabajo gremial, venimos reclamando y advirtiendo que, de continuar la instalación de grandes superficies o, por ejemplo, la instalación de shopping centers, que casi siempre tienen una tienda ancla de las grandes cadenas, se genera una pérdida de empleos y se produce muchas veces el cierre de comercios minoristas. Esta situación, que en el 2000 básicamente sólo se producía con los comercios de la rama alimenticia y en los comestibles, hoy ocurre en el sector farmacia, en ferretería y en otros en los que hay grandes superficies.

Ahora está en tratamiento algún proyecto de ley que se viene trabajando y ajustando para tratar de que estas cadenas no puedan tener más de un número determinado de comercios por departamento. Nos parece que es una medida razonable. En algún momento se veía que esto sólo tendría un impacto negativo en la parte asociada a la cadena comercial, pero insistimos con que todas las ramas industriales que trabajan para el mercado interno, una vez que estas grandes cadenas empiezan a tener supremacía en la cantidad de ventas y se agudizan esa asimetrías con respecto a las grandes superficies, comienzan a verse afectadas por fallas del mercado que son insostenibles.

Desde el Banco Central se ha propuesto ampliar el acceso a crédito para micro y pequeñas empresas. ¿Qué piensa sobre las iniciativas que se están manejando desde el gobierno y cómo definiría el diálogo que están teniendo con las nuevas autoridades?

Todas las iniciativas que tengan que ver con la mejora del acceso al crédito para micro y pequeñas empresas van a ser acompañadas por nosotros. Esto tiene que ver con el hecho de que la problemática del crédito no refiere sólo a la tasa de interés, sino también a la garantía. Esto se ha venido resolviendo de mejor manera por medio del Sistema Nacional de Garantías, el SIGA, donde la banca privada también está participando. Pero insistimos con que la microempresa tiene que acceder a tasas y plazos razonables y, además, a períodos de gracia, de comienzo de pago razonable, porque muchas veces la inversión que uno hace en una máquina, en una herramienta o en una instalación comercial no tiene un impacto inmediato de repago. Entonces, se necesita adecuar y adaptar las condiciones del crédito a la capacidad de repago que tiene una micro y pequeña empresa. Por tanto, todo lo que venga sobre este tema lo vamos a ir evaluando y seguramente lo acompañemos.

En lo que tiene que ver con el relacionamiento con el nuevo gobierno, hemos tenido algunas reuniones con las nuevas autoridades del Inefop [Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional] por toda la parte de capacitación, que nos parece relevante en los sectores de micro y pequeña empresa. Hemos tenido reuniones con el presidente y con la gerencia del Banco República para analizar la problemática del crédito. También estuvimos reunidos con el director nacional de Industria para tratar de hacer llegar algunas iniciativas que desde Anmype venimos impulsando desde hace algunos años, como por ejemplo propuestas del Fondo Industrial que fueron bien evaluadas tanto por empresarios como por los propios ministerios anteriores.

Cuando un instrumento del Estado sale con un plazo determinado de convocatoria, hay empresas que tienen estructuras más grandes, que ya tienen un proyecto armado, por lo que, apenas se proponen las iniciativas, se presentan y prácticamente captan todos los fondos. Eso no pasa con el resto. Una microempresa primero se entera, después identifica su problemática, elabora el proyecto y cuando va muchas veces con su carpeta, la ventanilla se rompe porque terminaron los fondos.

Por lo tanto, primero, debemos asignar mayores fondos a este tipo de instrumentos y, segundo, debemos segmentarlos. Porque si queremos realmente tener un impacto en microempresas, démosle un pedido de esa apertura de ventanilla para proyectos únicamente destinados a este sector. Si vencido ese plazo no se agota el fondo, se abre al resto de las empresas. Porque si no, las que tienen más estructura, más rapidez en la presentación de proyectos, captan todos los fondos.

¿Cómo diría que ha sido el diálogo a raíz de todas las reuniones que ha tenido con distintos representantes del nuevo gobierno?

Pensamos que puede haber buena disposición, pero estamos convencidos de que hay que continuar incentivando los contactos y las propuestas. Todavía tenemos una reunión pendiente con el Ministerio del Trabajo [y Seguridad Social], tenemos también un encuentro pendiente con el nuevo directorio de ANDE, la Agencia Nacional de Desarrollo, y tenemos además un contacto futuro muy relevante para nosotros que es con el ministro de Economía, Gabriel Oddone.

Hay necesidad de políticas transversales muy concretas, que se diseñen por sectores. Hay buenos diagnósticos ya realizados por la Oficina de Planeamiento y Presupuesto en la administración pasada y en la anterior, para tratar de, por medio de consejos sectoriales –como ya hubo–, abordar estos trabajos y que tengan la capacidad de hacer foco, dentro de esa cadena, en que todas las empresas de todos los tamaños participen.

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