La clase multigrado, en la que estudiantes de distintas edades y nivel escolar están mezclados y guiados por un solo docente, es la realidad de las 1.105 escuelas rurales del país, que tienen un promedio de cinco alumnos por institución. En el Octavo Seminario Internacional de Investigación sobre Educación Rural que se se llevó a cabo el jueves y viernes en Canelones, uno de los ejes fue la metodología multigrado, tema principal de las investigaciones presentadas por uruguayos.
Mejor juntos
La escuela 308 está en Manga, Montevideo, y con más de 400 alumnos está lejos de ser catalogada como rural, pero su directora, Stella Maris, es integrante de la línea de investigación Estudio de la Didáctica Multigrado (Edimul) de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (FHCE), y decidió incorporar la metodología multigrado a parte de la rutina de la institución. “Partimos desde un diagnóstico que hicimos en marzo. Los docentes veían que estaban trabajando muy encerrados en la clase y querían trabajar en equipo, planificar con otros; además, los chiquilines no tenían referentes en la escuela, sólo escuchaban a su propio maestro, y no tenían comunicación con los compañeros de otras clases”, detalló la docente a la diaria.
“Me pareció oportuno trasladar la metodología multigrado a nuestra realidad. Asumir el desafío fue una locura porque tenemos 437 chiquilines, entre los cuales 100 están en nivel inicial, pero por suerte la experiencia resultó maravillosa”, aseguró. Comenzaron a trabajar la integración desde el plantel docente; cada uno debía juntarse con otro que no fuera su paralelo para crear un taller basado en lo que ellos tuvieran ganas de enseñar. De esta forma, se crearon 14 talleres distintos, como Música, Cocina, Teatro, Huerta, Expresión Corporal, Bicicletas, Ajedrez, Club de Narradores. A los estudiantes les pidieron que se anotaran al taller que más les gustara y que tuvieran en cuenta que la idea era trabajar con compañeros de otros grados; los talleres comenzaron a impartirse los miércoles cada 15 días con 20 niños de diferentes edades, y terminaron este martes en un gran festival con los padres.
El resultado fue “fabuloso, realmente mejor de lo que se podía imaginar. Los grandes buscaban a los chicos para empezar los talleres, todos saben el nombre de todos los maestros, de los otros compañeros, se tratan mejor en los recreos”, comentó la directora, y aseguró que los cambios se dieron también a nivel docente: “Los maestros volvieron a trabajar con niños que habían tenido como alumnos seis años atrás; es muy movilizador ver ese progreso y compartir con otros colegas una mirada sobre el mismo niño”.
Otra consecuencia positiva de los talleres fue “la visión que obtuvimos de algunos niños; los llegamos a conocer de otra manera y eso es muy bueno, descubrimos otras formas de expresarse”, destacó Stella. Para la docente, fue importante crear talleres que ayudaran a los alumnos con mayores dificultades a darles herramientas para que lleguen “de otra forma” a la educación media.
Desde la Udelar
La visión de la Universidad de la República (Udelar) en la mesa llegó de la mano de Mariana Mercadal, de la línea de investigación Edimul, que además es maestra y docente en el Consejo de Formación en Educación. En su ponencia reveló distintas líneas de investigación sobre los vínculos entre maestros y estudiantes en el aula rural.
Entender la importancia de los vínculos humanos que se forman en el aula ha sido tema de estudio desde Paulo Freire hasta Zygmunt Bauman, según Mercadal. Basada en estos autores clásicos y en la española Roser Boix, la investigadora uruguaya trató de demostrar las fortalezas de los vínculos formados en las aulas y especialmente los característicos de las multigrado, “como el trabajo cooperativo, que se da naturalmente, porque son miembros que permanecen juntos por muchos años. Además, hay una relación muy fuerte de ayuda entre los alumnos tutores, que son más hábiles en algunas áreas, y los otros; hay un fortalecimiento constante de los vínculos”, explicó.
Mercadal tiene dos investigaciones en proceso. Por un lado, estudia las relaciones de parentesco entre los estudiantes, principalmente entre los hermanos que van a la misma clase: “Es interesante, encontré, en esta primera etapa de investigación, una clase en Durazno donde hay ocho hijos adoptivos de la misma familia en la misma clase.
Los datos muestran que es un tema muy diverso, algunos docentes me dicen que se nota la diferencia porque hay niños que avasallan al hermano o lo cuidan, mientras que otros me dicen que no se nota que sean parientes”.
La otra investigación en la que trabaja Mercadal es sobre los “jornaleros migratorios, aquellos que son hijos de empleados zafrales y que en un año recorren muchas escuelas. Este fenómeno ha incrementado en los últimos años por las nuevas ruralidades. “Ya no sólo sucede en la cañada de azúcar, sino también en la forestación y la soja; a veces la familia tiene que ir detrás de ese trabajo”.
Viajar para saber
Desde Los Cerrillos, Canelones, llegaron Verónica Gnuschke Walasek y Rossana Montero, maestras de las escuelas 4 y 7, respectivamente, para contar su experiencia de aprendizaje a partir de vivencias. Las escuelas, que físicamente están separadas por más de siete kilómetros, se unieron para que sus estudiantes pudieran trabajar ciencias sociales, particularmente historia y geografía, desde los propios lugares de los hechos. Con ese objetivo, desde el año pasado organizan distintas salidas didácticas que movilizan no sólo a las escuelas sino a toda la comunidad. Hasta el momento han pasado por Colonia, Rocha, Florida, Soriano y partes de su propio departamento.
El objetivo, según comentaron las docentes, es que “los chicos puedan valorar el lugar histórico. La idea es acercar a los niños al momento histórico en su tiempo y espacio y de esta forma provocar el interés en ellos, algo que a veces no surge leyendo los libros solamente”.
Parte fundamental de estas dinámicas era el trabajo previo a la salidas, que involucró a todos los estudiantes de las escuelas. Ellos eran los encargados de planificar los objetivos del viaje y las actividades: “Llegó a darse naturalmente que los niños más grandes pensaban en las actividades para los más chicos”, aseguraron las docentes en su ponencia, y agregaron que hubo una fuerte participación de la tecnología, que permitió a los niños estudiar sobre el tema previo a las clases. Con estas salidas las maestras esperaban “salvar las diferencias entre lo teórico de los libros con el anclaje que tiene el propio lugar de los hechos”. Además de las búsquedas de información que hacían los propios niños, las maestras lograron salirse de ese rol de única fuente de información gracias a los guías turísticos que explicaban los acontecimientos históricos de cada sitio. También se vieron involucrados en esta experiencia los otros maestros de ambas escuelas y las distintas comunidades, porque los padres participaron tanto en la previa como en la reflexión posterior al viaje.