Educación Ingresá
Educación

A 10 años del bachillerato artístico, docentes, dramaturgos y actores intercambiaron sobre texto dramático y teatralidad

2 minutos de lectura
Contenido exclusivo con tu suscripción de pago
Contenido no disponible con tu suscripción actual
Exclusivo para suscripción digital de pago
Actualizá tu suscripción para tener acceso ilimitado a todos los contenidos del sitio
Para acceder a todos los contenidos de manera ilimitada
Exclusivo para suscripción digital de pago
Para acceder a todos los contenidos del sitio
Si ya tenés una cuenta
Te queda 1 artículo gratuito
Este es tu último artículo gratuito
Nuestro periodismo depende de vos
Nuestro periodismo depende de vos
Si ya tenés una cuenta
Registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes
Llegaste al límite de artículos gratuitos
Nuestro periodismo depende de vos
Para seguir leyendo ingresá o suscribite
Si ya tenés una cuenta
o registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes

Editar

Una de las tantas actividades que semana a semana se realizan en La casa de Alicia convocó a profesores de literatura, teatro y personas interesadas por las artes escénicas, que intercambiaron sobre dramaturgia y teatralidad, y en particular sobre su enseñanza en la educación secundaria. Santiago Sanguinetti, que además de ser director, actor y actual director de la Escuela Multidisciplinaria de Arte Dramático (EMAD), es docente de teatro en el liceo IAVA, reivindicó la enseñanza de la literatura y de la educación artística, a 10 años de la puesta en marcha del bachillerato que permite seguir esta última orientación.

Sanguinetti comenzó por preguntarse si el bien es la felicidad y si el estudio de la literatura –tomándola como equivalente a texto dramático– sirve para alcanzar la felicidad. Según dijo, para muchos existe una dicotomía entre la educación para el trabajo, orientada por un fin “práctico e inmediato”, y la educación para la vida, que “habilita coordenadas para desempeñarse en el mundo”. Por lo tanto, también se preguntó qué se les dice a quienes consideran que el bien tiene que ser útil. A partir de una cita del escritor y director de cine Paul Auster, reflexionó sobre “qué tiene de malo la inutilidad”. Para Auster, el valor del arte reside en su propia inutilidad y en la posibilidad de hacer algo por puro placer; en otras palabras, “por la gracia de hacerlo”.

Según Sanguinetti, la literatura es un arte en el que participa la palabra y cuya bondad radica en el relato. “Los hombres necesitan tanto relatos como platos de comida. Relatos para sentar las bases de nuestra historia personal”, reflexionó. Para el dramaturgo uruguayo, el estudio de la literatura o el arte en un ámbito educativo “no sólo debe pensarse para enfocar la recepción, sino más que nada como actividad generadora de palabra personal, como actividad pronunciadora de mundo, problematizadora y emancipadora, como ejemplo de libertad”. Sanguinetti señaló que “la escritura es libertad en sí misma” y que “no se aprende la libertad leyendo sobre ella, sino ejerciéndola”.

Analía Torres, también actriz y dramaturga, planteó que personalmente se siente interpelada por dos preguntas: para quién escribe teatro y qué es un texto dramático. Explicó que ambas respuestas la conducen a lo que considera que es su punto de partida: la escena. Para Torres, si bien un texto dramático puede leerse y analizarse en tanto texto, cobra un sentido diferente cuando se analiza en relación con la obra en que es representado y puesto en escena. Dicho de otro modo, si bien considera que la dramaturgia tiene un valor literario, sostiene que sin la escena no existiría como género de la literatura.

Torres comentó que sus textos no son planos, ya que piensa la creación como “una espesura dramática” en la que construyen planos que no tienen que ver sólo con la palabra, ya que cada uno de los elementos teatrales tiene que estar en lugares distintos para “construir el universo” que se monta gracias a la obra.

Las inquietudes que surgieron desde el público tuvieron que ver mayormente con el valor en sí mismo del texto dramático y si este puede considerarse más allá de la obra, y con la manera de encarar procesos de creación colectiva en ámbitos de formación como los que forman parte de los programas de secundaria. Acerca de este último punto, Sanguinetti señaló que el teatro al que se apunta con los bachilleratos artísticos de secundaria pone énfasis en “reforzar los mecanismos de creación”. Lo comparó con el teatro comunitario, que no busca generar obras de calidad, sino “reforzar un tejido social”, más allá de que, de todos modos, de muchos de esos procesos suelen salir buenas obras de teatro.

Torres valoró el hecho de que recientemente en Uruguay se haya creado una tecnicatura en dramaturgia en la EMAD, en conjunto con la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la República. Recordó que para formarse como dramaturga, hace unos años, tenía que emigrar al exterior, y esta situación hizo que muchos uruguayos que emprendían ese camino no accedieran a una formación específica.

¿Tenés algún aporte para hacer?

Valoramos cualquier aporte aclaratorio que quieras realizar sobre el artículo que acabás de leer, podés hacerlo completando este formulario.

¿Te interesa la educación?
Suscribite y recibí la newsletter de Educación en tu email.
Suscribite
¿Te interesa la educación?
Recibí la newsletter de Educación en tu email todos los jueves.
Recibir
Este artículo está guardado para leer después en tu lista de lectura
¿Terminaste de leerlo?
Guardaste este artículo como favorito en tu lista de lectura