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Cristina Jenaro Río, Mabel Ruíz Badort, Elda Monetti y Adriana Cristófono, en el Salón de Actos de la Facultad de Psicología.

Foto: Alessandro Maradei

Especialistas en formación universitaria expusieron sobre evaluación en contextos de masividad

3 minutos de lectura
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El Congreso Internacional de Psicología tuvo la producción de conocimiento como eje transversal.

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“Producción de conocimientos: desafíos emergentes y perspectivas de futuro” es el nombre del I Congreso Internacional de Psicología organizado por la Universidad de la República (Udelar), que se celebra desde el 29 de octubre hasta hoy. Profesionales nacionales de diferentes facultades se unieron a colegas de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, España, Estados Unidos, México y Suecia para disertar en sesiones regulares, simposios, conversatorios o mesas redondas, bajo seis ejes de trabajo.

Estudiantes y docentes colmaron los distintos espacios de la Facultad de Psicología para debatir con los expositores en las distintas instancias. El eje 6 se denominó Producción de Conocimientos en Psicología y Formación Académica, y tuvo su simposio ayer sobre “Producción de conocimiento en evaluación de los aprendizajes”. En la instancia participaron Cristina Jenaro Río, de la Universidad de Salamanca, España; Elda Monetti, de la Universidad Nacional del Sur, Argentina; y Mabel Ruiz Barbot, de la Facultad de Psicología, con la moderación de la uruguaya Adriana Cristóforo. Las especialistas disertaron sobre el rol de la evaluación en la formación universitaria, las formas de cambiar los métodos para que sean un incentivo al aprendizaje en vez de un castigo y sobre cómo el docente puede “caminar junto al estudiante” en los procesos de enseñanza.

Jenaro Río contó su experiencia en España trabajando –y evaluando– en competencias. En sus palabras, este cambio dejó de lado la forma expositiva con la que se enseñaba antes y se constataron mejoras en el rendimiento de los estudiantes; sin embargo, el mayor costo ha sido una recarga en el trabajo de los profesores. Comentó que una de las dificultades que tenían para aplicar una enseñanza basada en competencias era la masividad de las clases; para solucionarlo decidieron dividir las clases, pero como no aumentó la cantidad de recursos humanos, el mismo profesor tiene que repetir su clase hasta nueve veces a distintos grupos de alumnos.

También presentó algunos puntos que han evaluado en la formación de los estudiantes desde el cambio. “Una línea muy importante es la participación activa del estudiante; no sólo en el aula, sino participar en otras actividades alrededor de la universidad. Los estudios indican que hacer algo más allá de lo obligatorio está correlacionado con un mejor resultado”, aseguró.

Por otra parte, apuntó que “es muy importante distinguir entre un examen continuo y aprendizaje continuo. Una cosa es pedir a los alumnos mil tareas y en cada una de ellas esperar que apruebe, lo que se convierte en un estrés; mientras que lo otro es una tarea de aprendizaje, el aprobado lo consiguen por haber entregado ciertos trabajos, que son corregidos y procesados en conjunto”. Destacó que esta modalidad trae consigo otro problema: “Dadas las tasas de alumnos, muchas veces lo que hacemos son exámenes eliminatorios, algo que deriva en un continuo estrés y malestar para alumnos y profesores; mientras que la otra solución es presentarles a los 200 alumnos 15 trabajos continuos, con su devolución, pero también se vuelve inviable”.

A su turno, Monetti habló de la demanda de formación que exigen los docentes universitarios en Argentina. Según ella, los profesionales cuestionan su desempeño cuando los estudiantes no aprueban o abandonan las carreras. En su oratoria marcó algunos puntos para discutir sobre la formación en general y la evaluación en particular. En primer lugar señaló que “los docentes universitarios tienen una fuerte dificultad para desnaturalizar su práctica de enseñanza: no lo pueden ver como una función universitaria separada de la investigación y la extensión, por lo que cuesta más analizarla y cambiarla”. También incentivó a los docentes a que exploren diferentes caminos de enseñanza, acompañados de distintas formas de evaluar. A su entender “se trabaja sobre experiencias de aprendizaje y enseñanzas significativas, y en ese camino también se dan modificaciones en la evaluación, porque no es algo aislado”.

Asimismo, Monetti cuestionó lo que los docentes entienden por importante y reflejan en las evaluaciones. Afirmó: “Con los sistemas de evaluación vemos la jerarquización que se hace de los conocimientos. Llama la atención que en muchos casos se evalúa lo que no se enseña: por ejemplo, la alfabetización académica –saber escribir y hablar en nuestras disciplinas– está ausente en la enseñanza, pero se evalúa”. En esta línea, remarcó: “Los docentes hablamos de evaluación y se equipara con acreditación, pero no es lo mismo. Acreditar quiere decir mostrarle a un otro, mientras que evaluar es producir conocimiento”.

Finalmente, Ruiz Barbot se centró en los estudios de posgrado y destacó la diferencia que hay con los niveles de grado. Señaló que cuando el nivel es más alto los estudiantes son menos, pero además generan una relación con el tutor de su tesis doctoral mucho más estrecha, por lo que se da “una metamorfosis del proceso de evaluación”, en la que los saberes “van y vienen” y se construye el conocimiento desde “lo relevante que trae el otro”.

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