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Docentes del liceo 71 Nicolás Coppelo, María José Alarcón, Daniela Burgos, Victoria Drapper y Cristina Madero, y la directora, Beatriz Guigou.

Foto: Pablo Vignali

El liceo 71 decidió incorporar la cocina a la currícula del ciclo básico

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Competencias. Los adolescentes trabajan con ternas pedagógicas multidisciplinares.

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Los jueves ya no son un día común y corriente para los alumnos de primer año del liceo 71 de Paso Molino. Ahora, entre la primera y segunda hora, en vez de alfajores del almacén de la esquina comen fainá de zapallitos, guacamole, pizza o helado de palta, dependiendo de lo que hayan hecho ese día en la cocina. El salón de clase cambia durante un rato, los bancos y el pizarrón se transforman en la mesada y la heladera pedagógica; dejan las lapiceras y los libros para agarrar los delantales y gorros de chef. Es que la cocina fue incorporada por el equipo de dirección como una actividad curricular en la que trabajan los adolescentes de ciclo básico junto con equipos pedagógicos de al menos tres profesores de distintas materias. La experiencia empezó este año, por lo que los resultados aún no están medidos; de todas formas, los docentes aseguran que el cambio en la actitud de los jóvenes es notorio.

Este lunes un equipo de docentes del liceo, junto con la directora, Beatriz Guigou, presentaron en la Casa de Alicia “La cocina como foco de intereses interdisciplinario”, una charla en el marco de un ciclo que apunta a dar a conocer experiencias de liceos de la zona oeste de Montevideo y San José, que organiza la Inspección Regional Metropolitana I del Consejo de Educación Secundaria. Allí compartieron con otros colegas los avances de esta experiencia piloto y hay dos puntos en los que todos coinciden: trabajar en equipos pedagógicos es muy beneficioso para la práctica docente, y salir del salón de clases es clave para observar el potencial de jóvenes que en contextos tradicionales no se lucen.

La idea comenzó a gestarse en setiembre de 2017, tras un taller de cocina con el programa Pelota al Medio a la Esperanza del Ministerio del Interior. Un grupo cocinó con el chef de la selección de fútbol uruguaya y volvió tan entusiasmado que Guigou no dudó en aprovechar la oportunidad y alentar a la creación de una cocina. Si bien comenzó a funcionar en un camarín del teatro del liceo, la cocina creció con el apoyo del plantel docente hasta convertirse en un espacio más amplio y con mejor equipamiento, que distintas clases usan varias veces a la semana.

En uso

En un grupo de primer año, el equipo pedagógico está compuesto por los docentes Daniela Burgos, de Matemática; María José Alarcón, de Ciencias Físicas; Nicolás Coppelo, de Inglés; Victoria Drapper, de Historia; y Cristina Madero, de Biología. En la actividad, todos ellos expusieron sobre los beneficios que encuentran cuando llevan las manos a la masa. El desarrollo de ciertas habilidades se potencia en la cocina: el área motriz, al trabajar con todo el instrumental de cocina; las competencias sociales, ya que deben colaborar con otros y trabajar en equipo, ademas de generar un compromiso y la disciplina necesaria para seguir los pasos de la receta; asimismo, hay ciertos conocimientos científicos que se explican mucho mejor mediante ejemplos culinarios.

La profesora de Biología destacó que en esta actividad semanal encontró un proyecto motivacional mediante el cual pudo trabajar conceptos que antes le costaba plantear en el aula. Por ejemplo, la importancia de la observación en ciencias; los tejidos, los órganos y los sistemas; la nutrición animal y vegetal, y la reproducción, son algunos de los conceptos curriculares que a partir de este año comenzó a desarrollar en la cocina por medio de múltiples competencias.

Todo se transforma

Los adolescentes del liceo 71 usan como ingredientes principales de sus recetas las frutas y verduras que la Red de Alimentos Compartidos www.facebook.com/Redalco/) les proporciona todos los miércoles. La organización recolecta, clasifica y distribuye las 2,4 toneladas diarias de frutas y verduras que se desechan y aún están en buen estado para ser consumidas dentro del Mercado Modelo de Montevideo. Una vez por semana llega al liceo una gran cantidad de ingredientes que les permite trabajar a todos los grupos; incluso a veces sobran o no se utilizan a tiempo, pero la institución no desaprovecha nada: idearon una compostera que luego se usa en otros proyectos como el de huerta.

La historia se repite en las demás asignaturas, y en Ciencias Físicas descubrieron una nueva forma de trabajar conceptos abstractos como las medidas, el alcance, la estimación, y encontraron en la cocina un nuevo laboratorio. En Historia aterrizaron conceptos mediante los ingredientes de los distintos países, los sistemas agropecuarios de las diferentes civilizaciones en recetas nuevas y las ideas de comercio e intercambio en interacciones de supermercado. Descubrieron que la solución a la recaudación de fondos para el paseo de fin de año era la venta de tortas y resolvieron el costo-beneficio mucho más rápido que en una clase de Matemática tradicional. La conversación en Inglés fluye mucho más cuando el profesor pica los ingredientes para la pizza sentado al lado de sus alumnos. La lista de bondades de la cocina podría continuar en cada asignatura, afirmaron los docentes.

Según la directora, todo se resume en “salir de la caja disciplinar, salir del cuadrado y empezar a trabajar con el otro”; para ella, es muy positivo que los adolescentes empiecen la receta con unos profes, la continúen con otros, entren unos a la cocinan y otros esperen. En la charla con los colegas comentó: “Nos formaron en una disciplina; trabajar con otro, con un par pedagógico, es un desafío, es un reto encontrarse y desarrollar la propuesta, pero creo que lo podemos lograr y estamos convencidos de que estamos en marcha. No es todo maravilloso, nos han salido cosas mal, pero tenemos el ida y vuelta, vemos chicos contentos aprendiendo cosas y eso es progreso”.

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