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Juan Pedro Mir, Nilsa Perez y Emilia Ahvenjarvi.

Foto: Federico Gutiérrez

Especialistas uruguayos y finlandeses compararon estrategias educativas

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Sin imitar modelos, se mira a Europa para posibles cambios en el sistema educativo.

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Finlandia se presenta como el país más feliz del mundo, el segundo en la formación de su población y el tercero menos corrupto. En ese contexto favorable, el país europeo logró montar un sistema educativo que se mantiene desde hace años en lo alto de los rankings mundiales y es ejemplo para el resto de los países, entre ellos Uruguay. Por eso la Cámara de Comercio Uruguay-Países Nórdicos (Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega y Suecia) organizó el martes un encuentro entre especialistas para debatir el modelo de enseñanza europeo y qué aspectos pueden ser considerados en una futura reestructura del sistema educativo uruguayo.

En la mesa central estuvo Emilia Ahvenjärvi, experta en calidad educativa que representa en la región a Team Finland Knowledge, una red finlandesa que propone hacer alianzas con el extranjero sobre temas relacionados a la educación superior y la investigación. La acompañaron Juan Pedro Mir, representante de Eduy21, una asociación civil que trabaja en temas educativos, y Nilsa Pérez, directora general del Consejo de Educación Técnico Profesional (CTEP-UTU). Entre el público estaba Gabriel Quirici, representante del equipo de educación del candidato presidencial del Frente Amplio, ya que, según comentaron desde la cámara de comercio, en un primer momento se planteó hacer un debate entre los representantes políticos, pero debido a temas de agenda el Partido Nacional no pudo participar.

Ahvenjärvi destacó que los resultados actuales de su país son consecuencias de grandes reformas educativas que se hicieron en la década de 1960 y que responden a movilizaciones sociales anteriores que buscaban democracia y equidad. En diálogo con la diaria, Mir reconoció que tanto el sistema finlandés como el uruguayo surgieron al mismo tiempo: “Ambos modelos tienen un desafío de origen. A principios del siglo XX el Uruguay batllista y vareliano que emergía se dio cuenta de que la educación era una de las herramientas de inclusión social centrales para un país pequeño que tenía que desarrollar e incluir. Ese es el origen común de los procesos educativos”.

De allá

El sistema educativo finlandés se estructura en un año de enseñanza preescolar (nivel seis) y nueve años de educación media básica; la mayoría de los estudiantes continúan la enseñanza media superior y luego estudios universitarios, pero como no es obligatorio, muchos deciden quedarse sólo con el nivel básico, y eso es algo que preocupa a las autoridades del país europeo, según comentó la especialista.

Ahvenjärvi afirmó que el modelo educativo finlandés se basa en cuatro pilares: la educación de calidad accesible para todos; docentes con altas competencias profesionales (todos deben tener un nivel de maestría universitaria); renovación constante en base a evidencia científica; y aprendizaje continuo para todos. La especialista europea comentó a la diaria que “hay muchos elementos del sistema educativo finlandés que pueden ser adaptados a otros contextos, como la formación docente universitaria o la forma de diseño curricular, que es muy participativa, lo que provoca que todos los participantes estén comprometidos con el documento final”.

En esta línea también opinó Mir, quien destacó que “en los países nórdicos hay un gran peso de las comunidades y de la descentralización; Uruguay, por el contrario, optó por un modelo centralizado”. El representante de Eduy21 señaló que en el diseño curricular hay una gran diferencia entre los países nórdicos y Uruguay, ya que en los europeos hay un mayor destaque de las competencias por sobre los contenidos: “Hay un mayor peso del vínculo con el trabajo productivo, con el trabajo de las emociones, hay una enorme libertad en las instituciones educativas para construir parte del currículo, y hay herramientas muy interesantes para que niños, jóvenes y sus familias puedan elegir qué partes del currículo llevan adelante en las escuelas. Eso es algo que no está presente dentro de Uruguay, así que, más que similitudes, veo diferencias”.

Más allá del éxito del modelo finlandés, Mir subrayó que “la transposición de modelos es un ejercicio peligroso”, y aseguró que “Uruguay tiene profesionales muy importantes, maestros y profesores de primerísimo nivel. Lo primero [que el país debería hacer] sería una valoración de esos profesionales como pasa en los países nórdicos”. Además, dijo que el modelo de sistema educativo que rinde cuentas y se evalúa es algo que Uruguay debería mirar con atención: “La gente en los países nórdicos sabe por dónde va la educación; hay una profesionalización de los procesos de construcción de perfiles de aprendizaje y grandes marcos en los que cada institución se mueve de acuerdo a su contexto y a sus posibilidades”.

Más tarde, durante su charla, Mir se concentró en definir el punto de partida en el que está Uruguay para empezar un cambio en el sistema educativo. Se centró en tres puntos que considera desafíos a enfrentar de cara al futuro. El primero es que el sistema educativo debería ser un actor central en la superación de inequidades, pero no el único. Otro desafío es que el sistema logre constituirse como tal, porque hoy “existen espacios segmentados, superpuestos y descoordinados en la oferta educativa pública. Esto implica transformar el sistema de gobernanza”. El último desafío que marcó el docente es la construcción de un marco curricular común desde la educación inicial hasta los 18 años, “identificando claramente perfiles de salida y la educación continua”.

La UTU en Finlandia

Nilsa Pérez, directora general de UTU, comentó a la diaria que desde este año su institución tiene un convenio con la universidad de ciencias aplicadas JAMK, de Finlandia, con el objetivo de formar a directivos y docentes sobre el trabajo por competencias, vinculado a la cadena agroforestal; además, se hará un estudio de las propuestas curriculares uruguayas sobre el tema y se buscará “desarrollar nuevas propuestas necesarias, así como cambios de formatos que se adapten a las necesidades de impartir educación en un contexto de trabajo real”. Pérez señaló que “esto tiene que ver con la necesidad de la UTU de ajustarse a los nuevos tiempos y a las necesidades de trabajar en relación directa con las empresas, con el sector productivo y brindar la formación pertinente, necesaria y de calidad para el desarrollo de un sector”. El convenio está financiado por el Banco Interamericano de Desarrollo, el Instituto Nacional de Empleo y Formación y la Sociedad de Productores Forestales.

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