Conversatorio 3
Fecha: jueves 17 de octubre, librería Más Puro Verso
Panelistas: Claudia Brovetto, Ceibal - Zelmira May, Unesco - Mateo Méndez, Movimiento Minga
Moderación: Lucía Pardo, Cátedra Unesco
La interacción entre individuo, sociedad y especie es uno de los temas que el sociólogo francés Edgar Morin propone como clave en su texto Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. En la obra, señala que la tríada se relaciona en un bucle en el que cada término influye y es influido por los otros. Su propuesta pareció confirmarse en las intervenciones de Claudia Brovetto, Mateo Méndez y Zelmira May en el tercer conversatorio sobre el texto, organizado por la Cátedra Unesco de Transformaciones Sociales y Condición Humana de la Universidad Claeh.
Brovetto, directora del área de enseñanza de inglés de Ceibal y especialista en aplicación de nuevas tecnologías digitales en el aprendizaje, dijo que la enseñanza tradicional en las aulas está atravesando un momento difícil porque se ha puesto en cuestión su importancia. Aparecen opiniones que desacreditan los espacios tradicionales alegando que actualmente el conocimiento circula por medios más interesantes, apuntó.
Si bien es cierto que la información está accesible en diversos formatos y ya no es propiedad de los libros, las bibliotecas o los maestros, siguen siendo la comunidad docente, científica y los especialistas en educación quienes tienen la función de seleccionar los conocimientos necesarios para la sociedad, sostuvo Brovetto. “La transmisión de saberes en el vínculo entre el joven y el adulto sigue siendo clave para generar comunidad; la escuela sigue teniendo un lugar imprescindible”, afirmó.
La especialista dijo que las habilidades básicas como la lectura, escritura o el manejo matemático inicial, aun apoyándose en desarrollos tecnológicos, necesitan la guía docente. Informó que en Ceibal se han hecho estudios que confirman que los aprendizajes de matemática son mucho mayores cuando las plataformas de trabajo con la materia están medidas por la maestra. “La tecnología puede ayudarnos a cerrar brechas y a mejorar aprendizajes, pero eso ocurre mejor cuando hay un vínculo entre personas y una guía adulta”, comentó.
El sacerdote Mateo Méndez lleva más de 40 años trabajando en experiencias de obras sociales para la atención de niños y adolescentes con derechos básicos vulnerados. Como Brovetto, destacó la relevancia de la escuela y puntualizó que es necesario desarrollar una educación que no genere dependencia, sino capacidad y libertad para que los niños puedan hacer lo que ellos elijan. A veces los encuadres educativos no pasan por la consulta a los alumnos acerca de sus deseos, criticó Méndez.
Abogó por una formación que dé a las personas herramientas para poder ganarse el sustento propio. “Parece que nos gusta que los pobres sigan dependiendo de papá Estado”, dijo. Y agregó: “No; que se ganen el pan, pero dales la oportunidad de que se lo ganen”. Para avanzar hacia ese objetivo, enfatizó el sacerdote, hay que “apostar por una educación que crea en los que están delante suyo en el salón de clase”.
La apuesta debe ser por “la educación como bien público, como derecho humano, como primer paso hacia un mundo más justo en el que todos tengamos las mismas posibilidades”, sostuvo a su turno Zelmira May, integrante del equipo del Programa de Educación de Unesco. Destacó que son muchos los estudios que, como Los siete saberes de Morin, postulan que el ser humano debe ser el centro de cualquier abordaje en el campo de la educación.
Los enfoques humanistas de la enseñanza, repasó, alertan que en el momento actual la educación debe enfrentar el desafío de un planeta que cambia a gran velocidad. May llamó la atención sobre el tema del cuidado ambiental y la salud planetaria como una de las líneas que la educación debe atender particularmente. “Vivimos y consumimos de una forma que no es sostenible y que nos lleva a la degradación ambiental”, comentó.
Por otro lado, el desarrollo de la tecnología, que para May “tiene grandes beneficios”, desafía y trae incertidumbres para la sociedad y especialmente para la educación. Sostuvo que la escuela tiene que poder adaptarse a las innovaciones tecnológicas, en los aspectos pedagógicos, pero también en cuanto a los cambios de expectativas que generan en los niños. “Hoy ya nadie quiere ser futbolista, bombero o maestra, pero sí youtuber”, ejemplificó.
La escuela está muy desafiada, pero sigue siendo el lugar para orientar, intentar subsanar carencias, mostrar posibilidades y ayudar a definir preferencias, apuntó May. Resaltó que es muy difícil para niños que vienen de situaciones precarias pensar en trayectorias educativas porque no todos tienen las herramientas y la libertad como para proyectarlas. “Los desafíos para la educación son cada vez más grandes, pero no por eso tenemos que dejar de apostar a ella”, concluyó.