Conversatorio 4
Fecha: jueves 7 de noviembre, Museo Ralli (Punta del Este)
Panelistas: Luis Carrizo, Cátedra Unesco - Teresa Herrera, Cátedra de Género y Generaciones, Uclaeh - Analía Correa, Udelar/Cure
Moderación: Luis Faral, Cluster Punta del Este, Ciudad Universitaria
El encuentro, que contó con unos 70 asistentes de distintas generaciones, dio muestra de la importancia de que la obra de Edgar Morin pueda hoy, en 2024, conversar con la realidad y la actualidad, sobre temas fundamentales como la ética, la comprensión y la construcción de la paz.
Comenzó con Luis Carrizo relatando una anécdota sobre su amigo y moderador Luis Faral. En la introducción, Faral había recordado a su abuelo, nacido en Beirut y de apellido Nahum, el nombre de origen de Edgar Morin antes de adoptar su conocido seudónimo. Carrizo recordó las circunstancias en las que Edgar adoptó el nom de guerre “Morin”, como integrante de la resistencia francesa en Toulouse, en plena ocupación nazi. Al culminar la guerra, Edgar decidió mantener el apellido Morin, opción que el propio autor explica diciendo: “De esta forma, sin dejar de ser hijo de mi padre, me hice hijo de mis actos”. La adopción de esa nueva identidad, señaló Carrizo, refleja no sólo la vivencia personal de Morin, sino también la importancia de asumir los actos y la identidad como motor de la vida.
En este marco, se resaltó la profundidad del pensamiento de Morin, quien defiende lo que denomina el “pensamiento mestizo”, una concepción que entiende y valora la riqueza de la mezcla de razas y culturas, un concepto que hoy, paradójicamente, sigue siendo percibido por muchos como un problema. Invitó a reflexionar sobre cómo las contradicciones, lejos de ser un obstáculo por superar, deben ser comprendidas en una perspectiva dialógica y aceptadas como parte fundamental de la vida.
Su intervención dio paso a la doctora en Ciencias Sociales Teresa Herrera, quien se adentró en la reflexión ética y la empatía desde una perspectiva de género y generaciones. Destacó la importancia de la empatía con las víctimas de violaciones múltiples (objeto de su reciente investigación), especialmente en contextos donde la violencia y el control sobre las mujeres son prevalentes. “Es fundamental ponernos en el lugar de la otra persona, no juzgar ni revictimizar”, afirmó, señalando cómo las víctimas suelen ser aisladas y marginadas.
En un momento conmovedor, Herrera compartió su experiencia personal como víctima de violencia de género, recordando que en la década de los 90 se reconoció a sí misma como tal durante la elaboración de su primera investigación, invitando al público a una reflexión sobre el proceso de autocomprensión y sanación.
En su intervención, abordó la problemática de las violaciones grupales, mencionando casos recientes como el de Milagros Chamorro en Uruguay y Giselle Pelicot en Francia, enfatizando la necesidad de revertir la vergüenza impuesta a las víctimas, empoderándolas a través de la empatía y la comprensión.
Por su parte, Analía Correa, docente de la Universidad de la República en el Centro Universitario Regional Este, intervino para reflexionar sobre la función social de la universidad en la formación de personas comprometidas con su tiempo. “La ética no se enseña sólo con libros, debemos involucrarnos en la realidad de nuestras comunidades”, expresó. En ese sentido, llamó a los estudiantes universitarios a involucrarse en experiencias vivenciales de solidaridad y empatía, como las que surgen de los movimientos sociales y populares. Correa insistió en la necesidad de reflexionar sobre el concepto de “ética de la comprensión” en un mundo fragmentado, muchas veces desconectado de las realidades más crudas de la vida cotidiana.
En relación al impacto del pensamiento de Edgar Morin en las nuevas generaciones, Luis Carrizo contó cómo surgió la idea de lanzar una plataforma educativa que acercara sus ideas a las juventudes y comunidades estudiantiles. Gracias a un socio convencido, el proyecto pudo materializarse, y hoy en día más de 70.000 estudiantes de toda América Latina utilizan la aplicación digital educativa La vía de los 7 saberes (descargable en sistemas Android), que invita a los jóvenes a reflexionar sobre su vida a través de los “siete saberes” de Morin, proporcionando un espacio para la reflexión ética y la empatía.
En el final, dos momentos muy significativos cerraron el conversatorio y el ciclo, a partir de la presencia en el auditorio del sacerdote Mateo Méndez y su compañero John Díaz. Uno de ellos, cuando Teresa Herrera recordó su primer libro publicado en 1989, donde reconocía la importancia del Movimiento Tacurú –obra liderada por el padre Mateo–, y que Herrera ofreció al salesiano como recuerdo de esa etapa. En ese momento, se constató una significativa coincidencia histórica: ese libro fue impreso en el taller gráfico que (su colega en el panel) Luis Carrizo supo instalar para sostener su etapa como estudiante universitario. Y allí no quedó la cosa: como coincidencia suprema, el artista Guillermo Büsch, presente en el público, reconoció el libro cuya portada había diseñado 34 años atrás.
La anécdota venía a cuenta de algo muy significativo para todos quienes asistieron al conversatorio: la presencia de Mateo Méndez y su equipo, que llegaron especialmente al Museo Ralli para presentar el estreno de una pieza audiovisual de flamante producción, que presenta la importancia y fundamento del Movimiento Minga: El tesoro de la educación. De esta forma, el equipo del padre Mateo, panelista del Conversatorio III sobre “La condición humana”, había visto en este ciclo el lugar ideal para realizar esta presentación, y de esta forma, ilustrar la coherencia integral del ciclo.
Los encuentros que se dieron en este último conversatorio no fueron casuales: los vínculos entre pasado y presente, los lazos entre las personas, las ideas, sus trabajos y las experiencias nos conectan de maneras profundas e inesperadas, pero muy significativas, como sucedió aquel jueves en el Museo Ralli.