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Universidad de la Educación: es ahora, el interior lo necesita

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Estudiantes de magisterio ayer en la barra de la Cámara de Senadores durante la discusión de la ley en el Palacio Legislativo. / Foto: Sandro Pereyra

No es lo que existe, sino lo que podría y debería existir, lo que tiene necesidad de nosotros. (Castoriadis, 1998)

La foto que antecede pertenece a un artículo de la diaria publicado el 11 de setiembre de 2014. En la imagen se aprecia un conjunto de estudiantes magisteriales de Tacuarembó en la barra de la Cámara de Senadores mientras se trataba el proyecto de ley para la creación de la Universidad de la Educación (UNED). Sus rostros serios y preocupados adelantan el desenlace negativo que ocurriría en esa oportunidad.

Aún recuerdo el viaje de regreso, volvimos en silencio y con desánimo. Fuimos en dos ómnibus, los acompañé como docente del Instituto de Formación Docente, compartíamos la esperanza de que ese fuera un día de reconocimiento para la formación en educación. Además, queríamos ver en vivo la actuación de nuestros representantes, esos que nos mencionan en los discursos electorales como figuras gravitantes para lograr el desarrollo del país.

Hoy, casi 11 años después, vuelve a estar en discusión la posibilidad de crear la UNED, y quienes creemos en la educación como motor del desarrollo nuevamente alimentamos la esperanza. Son numerosos los argumentos y evidencias empíricas que fundamentan la necesidad de contar con profesionales de la educación, quienes resultan indispensables para construir una sociedad más equitativa y empática. La exclusión, como signo de las sociedades actuales, se acrecienta generando múltiples formas de violencia que afectan especialmente a los más vulnerables. Para combatirla, es necesario atrevernos a idear nuevas formas de construcción colectiva. Construir lo social requiere profesionales dispuestos a transitar caminos desconocidos, animados por el compromiso con la construcción de “lo común”.

Coincidimos con Duschatzky (2023) cuando afirma que “la escuela no es un voucher, no es un lugar de mercado, es un lugar donde se juegan las afectividades y donde se juega la existencia: no puede ser reducida a la economía, no puede ser reducida a la mera burocratización para regular poblaciones, no puede ser reducida a ninguna cosa que se olvide de que el mundo son muchas cosas. La escuela cada vez me interesa más como escenario donde se juega y se balbucea en torno de lo común”.

Este nuevo proyecto de la UNED va en esa línea, ya que propone una formación profesional integral en la que se articulen la enseñanza con la investigación y la extensión. El énfasis que se debe hacer en la investigación educativa permitiría generar conocimientos que resultan indispensables para modificar las prácticas docentes tradicionales. A su vez, el docente que investiga se posiciona como autor de saberes contextualizados y pertinentes para su medio, con lo cual se favorece un cambio paradigmático, pasando de una posición tecnicista, como mero transmisor de saberes, a una postura reflexiva y crítica. Los cambios sociales vertiginosos han puesto en jaque a la enseñanza tradicional, por tanto, para lograr prácticas docentes significativas para enseñar en este tiempo, es necesario articular la investigación educativa con la enseñanza y la extensión.

Los diputados tienen la oportunidad de crear un factor de desarrollo para el interior, históricamente relegado. Con su voto de aprobación de la UNED colaboran en la reducción de las inequidades y están construyendo oportunidades para los pobladores más postergados.

El trabajo en extensión educativa no debe ser minimizado, sólo en estrecho compromiso con la comunidad se logran conquistas relevantes. Los antecedentes de trabajo con experiencias de extensión con los que cuenta la enseñanza pública, como las misiones sociopedagógicas, son muy ricos y pueden ser resignificados, con las modificaciones que requieren las sociedades actuales.

Con esta propuesta de la UNED, los 33 centros de formación en educación de nuestro país pasarían a ser centros universitarios. Dado que la mayoría de ellos se encuentran en el interior, significaría un factor de desarrollo muy relevante para nuestras localidades. Es de Perogrullo recordar la histórica desigualdad de oportunidades que representa residir en el interior, más aún en el norte del país. Si se lograra la aprobación de la UNED, los jóvenes tendrían la oportunidad de alcanzar una formación universitaria en su propia tierra, evitando el desarraigo y combatiendo el macrocefalismo, tan propio de Uruguay.

A su vez, el proyecto incluye la posibilidad de ofrecer otras carreras que resultan vitales para la realidad en que nos encontramos. Una de ellas es la formación para quienes trabajan en contextos de encierro; considerando que tenemos una de las tasas más altas del mundo en encarcelamiento, esta formación es de primerísima necesidad. Otra oportunidad sería la formación para quienes integren el sistema de cuidados, tarea que se verá cada vez más requerida dada la prolongada tendencia de envejecimiento de la población. A estas se suman las necesidades de cuidado de las personas con discapacidades, que requieren personal sensible y actualizado. La formación en posgrados también estaría incluida, concretando la idea de que debemos aprender toda la vida.

Es momento de actuar con coherencia, de que las palabras se transformen en hechos. Los diputados tienen la oportunidad de crear un factor de desarrollo para el interior, históricamente relegado. Con su voto de aprobación de la UNED colaboran en la reducción de las inequidades y están construyendo oportunidades para los pobladores más postergados. Deben hacerlo quienes prioricen las necesidades ciudadanas y no se limiten a la visión reducida de hacer política. Cuando estén en su pago podrán mirar a la cara a otros jóvenes, como los de la foto inicial, verlos sonreír y defender su posición como representantes que han sido elegidos para defender derechos ciudadanos.

Es la hora de construir “otro mundo posible”.

Sheila Tarde es docente del Instituto de Formación Docente del CFE en Tacuarembó.

Referencias

Castoriadis, C (1998). Hecho y por hacer. Pensar la imaginación. Buenos Aires: Eudeba.

Duschatzky, S (7 de octubre de 2023). “La escuela es el lugar donde se construye la experiencia de lo común”, Infobae.

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