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Ernesto Talvi en la sede de Ciudadanos, en Pocitos.

Foto: Mariana Greif

Ernesto Talvi: “Las distancias que nos separan de Manini son oceánicas”

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El candidato colorado insiste con que el eventual gobierno de coalición lo integrarán sólo el PN, el PC y el PI.

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Luego de ganarle a Julio María Sanguinetti (Batllistas) por más de 20 puntos porcentuales el domingo, Ernesto Talvi (Ciudadanos) es el flamante candidato del Partido Colorado. En su sede partidaria, mientras todavía se analiza la victoria y se empieza a pensar en el plan de campaña de cara a octubre, Talvi se toma con tranquilidad la decisión sobre quién completará su fórmula. Baraja varios nombres pero con total hermetismo, al punto de que ni siquiera los posibles candidatos a vicepresidente lo saben.

Según un estudio al que accedió Ciudadanos, 60% de los votos que te dieron la victoria fueron de gente que no votó al Partido Colorado (PC) en octubre de 2014. ¿Cuál es el plan para que también los voten en octubre?

Ya presentamos un programa de gobierno transformador, vanguardista y moderno. Vamos a mantener el curso pero con una diferencia muy sustantiva, porque ahora empieza otra campaña, ya no hay 26 precandidatos y la gente va a comparar entre tres proyectos: el del Frente Amplio (FA), el del Partido Nacional (PN) y el del PC. Y cuando eso ocurra, tengo la expectativa de que ese proceso se va a acelerar, o sea, ex batllistas que regresan porque sienten que ahora pueden volver a casa, frentistas desencantados que sienten que Ciudadanos les permite recuperar una ilusión, quizá parecida a la que tuvieron en 2004 con el FA, y los blancos, que no van a dejar de serlo porque la tradición blanca es muy fuerte y muy rica, pero que ven en este proyecto la mejor opción de cambio para el país. Confío en que ahora que la renovación logró asumir el liderazgo del PC, la gente va a ver al partido como una opción de gobierno muy clara. Además, es el único partido que hace 14 años que no está en el poder. No tiene poder, excepto el que tuvo en Rivera, con la intendencia, y eso le ha permitido el proceso más acelerado y profundo de renovación entre todo lo que hay en oferta.

¿Pudo haber pasado que algunos de esos votos fueran anti Sanguinetti antes que pro Talvi?

No tenemos indicios de eso. De hecho, es bien interesante. La hipótesis convencional era que como el doctor Sanguinetti atraía un voto más del núcleo duro colorado, y nosotros atraíamos mucho voto extrapartidario, el voto a Ciudadanos era más frágil y el de Batllistas más leal. Sin embargo, estrategas que tuve la fortuna de conocer, fuera de fronteras, me dijeron que estaban equivocados, porque ese voto extrapartidario, del que ya teníamos indicios, va a ser más leal, ya que ese voto tuvo que hacer un trasiego psicológico y afectivo de dejar un lugar para decir que te va a acompañar. Ese voto es el mismo que tuvo [Barack] Obama en 2008.

Luego de las elecciones del domingo, Cabildo Abierto (CA) –del candidato Guido Manini Ríos–, se posicionó como la cuarta fuerza, a la que no incluís en el eventual gobierno de coalición. ¿Eso es irremediable?

Esto no es anti algo. Siempre me pareció malsano decir “hay que sacar al FA”. Esa frase queda desterrada en Ciudadanos. Acá no hay que sacar a nadie sino ofrecer un proyecto alternativo para que el país tenga mejor futuro que el que puede ofrecer hoy, y me imagino construyéndolo con el PC, el PN y el Partido Independiente [PI], al que no mencioné antes porque dije los tres grandes contendientes por la presidencia, pero para mí es muy importante porque tiene trayectoria, programa y equipo, y coincidencias con nosotros y el programa de Luis Lacalle Pou. Los otros partidos son ocasionales, acaban de surgir, no sabemos de qué van y aún no tienen representación parlamentaria. Vamos a ver cómo vota Manini y que representación tiene en octubre, al igual que [Edgardo] Novick [del Partido de la Gente]. Hay que ver si tiene representatividad y compatibilidad, porque por las cosas que ha dicho hasta ahora, las distancias que nos separan de Manini son oceánicas. No es fácil sentarte a la mesa a negociar un proyecto de país en común con quien tenés diferencias enormes.

Por ejemplo, en un acto Manini dijo que se tenía que terminar con la “oferta de droga en este país”. Si bien en el programa de Ciudadanos se propone modificar la ley de regulación de la marihuana, no planteás que la marihuana vuelva a ser ilegal.

De las cosas que ha dicho Manini, esa es la que menos me preocupa. La tendencia en el mundo es liberalizar la producción, distribución y consumo de marihuana. Lo único que cuestionamos es la forma en que lo hizo Uruguay, en un clima festivo. Se tiene que advertir a los padres y a los jóvenes que el consumo prolongado de marihuana, aun el social, puede afectar las habilidades cognitivas, que es un depresor del sistema nervioso central y que no es inocuo. Además, nos perdimos trenes, porque podríamos haber sido vanguardistas, como Canadá, Holanda o Israel, y en industrias con base en la planta de marihuana que poco y nada tienen que ver con los elementos psicoactivos sino con las propiedades medicinales.

¿Cuál es la diferencia con Manini que te preocupa más?

Toda una actitud y un lenguaje. El día que lanzó CA dijo que el presidente [Tabaré Vázquez] tuvo actitudes canallescas, lo trató de canalla. Está bien, podés tener cuestionamientos al presidente, pero está la investidura presidencial de por medio. Después se retractó, pero dijo que los inmigrantes tenían que ir al banco de suplentes hasta que se ocuparan todos los trabajos de los uruguayos. Los dejamos entrar o no los dejamos entrar, pero si los dejamos entrar no puede haber ciudadanos clase B. También dijo que CA venía a oxigenar el sistema democráctico. ¿Oxigenar qué? Si nuestra democracia está vivita, coleando y goza de buena salud. ¿Quién se autoproclama oxigenador de nuestra democracia?

Ernesto Talvi en la sede de Ciudadanos, en Pocitos.

Foto: Mariana Greif

Te veo estoico en tu postura, pero Lacalle Pou manifestó muchas veces que incluye a Manini Ríos y también a Novick en el eventual gobierno de coalición.

Yo lo aprecio a Luis y le tengo confianza. Estoy contentísimo con que haya ganado con aire y que a ese fenómeno incipiente [Juan Sartori] los uruguayos le dijeran con claridad que a nosotros no nos venden buzones, pero tengo un matiz, porque estos partidos nuevos se tienen que probar en octubre. La gente va a ver que aquí hay un proyecto alternativo que promete, que ilusiona y que los tres vamos a votar mejor para obtener las mayorías y no permitir que los partidos de ocasión fragmenten y pulvericen el sistema, y lo transformen en ingobernable, y que quede cautivo de uno o dos diputados de un partido chico que acaba de surgir.

En octubre también vas a competir con Lacalle Pou, y de alguna manera te tendrás que diferenciar de él. ¿En qué diferencia vas a hacer énfasis?

La primera y más importante es quién cree el ciudadano que está más capacitado para liderar un proceso de transformación y cambio en el país, así que tiene que ver con las cualidades de liderazgo. Y a nivel programático, vamos a tener seguramente cuatro o cinco líneas en las que nos vamos a poner de acuerdo. Después, en otras dimensiones seguramente vamos a tener contrapuntos. Pero en este momento son más las coincidencias y los puntos de encuentro entre los programas del PI, el PN y el PC que los puntos de desencuentro. Pero ya ves que su posición frente al fenómeno Manini es una y la nuestra es otra.

¿En qué está la elección del vicepresidente para completar la fórmula de PC?

En el lugar que tiene que estar en este momento. No hay apuro. Los resultados nos dieron un mandato para renovar, y por ende vamos a asumirlo tomando en cuenta que nuestros hoy compañeros de partido y de ruta tienen que estar satisfechos y participar en la decisión que tomemos. La formula es un asunto de partido, y por más que nosotros seamos la mayoría en este momento, creo que es mejor consensuar para que todo el partido esté conforme. Tengo muy claros cuáles son los criterios para tomar la decisión: que sea una persona de gran integridad y capacidad, especialmente para cumplir con la función que la Constitución le asigna al vicepresidente, que no es ser el suplente cuando se resfría el presidente sino el presidente del Senado, el gran articulador político en representación del Poder Ejecutivo. Además, que sea una persona que potencie la fórmula, porque vamos por un triunfo en octubre y queremos la mejor fórmula posible. Por último, que sea aceptado por todas las corrientes del PC, para que podamos ir con un partido unido y que todo el mundo se sienta cómodo para trabajar para esa fórmula.

¿Te ponés como obligación que la fórmula sea paritaria?

No, porque si es una mujer va a representar a hombres y mujeres por igual, y si es un hombre también. Yo soy hombre y de Montevideo. En mi equipo de campaña, de las 16 personas que trabajan día a día, 11 son mujeres y ocupan cargos estratégicos y de dirección muy importantes. Así que yo no tengo que demostrarle nada a nadie.

En el debate con Óscar Andrade en Canal 4 dijiste que si alguien ve un empresario en la calle lo tiene que abrazar. Eso generó memes y todo tipo de comentarios en internet. ¿Qué quisiste decir?

Que el único fabricante de empleos es el emprendedor. No hay vuelta. Puede ser una cooperativa, que son formas alternativas de organizar un emprendimiento, pero no deja de ser un conjunto de personas con vocación de emprender. No sólo fabrican los empleos en los que todos trabajamos, sino que además, con sus impuestos, pagan los empleos con los que contratamos a los funcionarios públicos. La lógica de que acá hay un explotador y un explotado es dañina, porque así no funciona la vida. La vida es, desde la propia familia, una experiencia en la cooperación, no en la explotación. En donde funcionan bien las relaciones laborales hay un espíritu cooperativo, y el trabajador y el empresario se sienten parte del mismo barco. A eso vamos a apuntar. Fue mi manera de decirle que tu empleo depende de que alguien haya decidido emprender. Si seguimos con la dicotomía entre explotados y explotadores, terminamos en estas relaciones permanentemente conflictivas que son destructivas.

En tus actos solés pregonar el batllismo, que tenía un fuerte contenido de estatismo y monopolio de empresas, es decir, donde el Estado daba trabajo. ¿Cómo se conjugan esas dos visiones?

El batllismo fundacional fue liberal, progresista y construyó uno de los primeros estados de bienestar del mundo. El Estado de bienestar no es estatismo, sino un simple seguro colectivo. Si por algún motivo te incapacitás, te enfermás, perdés tu empleo o llegaste a una edad en la que ya no te podés sostener por ti mismo, yo me voy a ocupar de ti. Y si ocurre lo contrario, tú te vas a ocupar de mi. O sea que, como vivimos en la misma comunidad, a través de un sistema de protección social nos vamos a dar un seguro que nos permita tener la certeza de que no vamos a caer en ninguna situación extrema porque nos protegemos mutuamente. Cuando me dicen que los estados europeos son grandes, no tienen idea de lo que están hablando. Porque el Estado de bienestar, cuando está bien armado, es una formidable herramienta de coexistencia social. Eso no es estatismo, que nunca lo hizo [José] Batlle y Ordóñez, que era un ortodoxo. Sacarle un mango a Batlle y Ordóñez era imposible, el tipo andaba con un superávit atrás del otro.

¿Qué votaste en el referéndum de empresas públicas de 1992?

Creo que no estaba en el país y no voté. Pero la privatización que se planteó en 1992 era mala, porque estábamos transformando un monopolio público en un monopolio que era una suerte de engendro.

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