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Plaza Cagancha.

Foto: Gianni Schiaffarino

Ideas en disputa de cara al balotaje

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Especialistas en filosofía política y en historiografía analizan las diferencias entre los dos bloques políticos que compiten por la presidencia.

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El domingo 24 de noviembre se llevará a cabo el balotaje entre Yamandú Orsi y Álvaro Delgado, en el que se decidirá cuál de los dos candidatos será el próximo presidente de la República. Será nuevamente, al igual que en 2019, una contienda electoral pareja, lo que confirma que el país se encuentra dividido en dos bloques que representan a casi la totalidad de los votantes.

¿Dónde están las diferencias entre estos dos bloques? ¿Qué entiende cada uno por nociones como “libertad” o “justicia social”, y cuál es el papel del Estado para llevar adelante estos conceptos? ¿Qué ideas defiende cada uno y a qué actores sociales representa mayormente?

Aldo Marchesi, historiador y docente titular del Instituto de Historia, en diálogo con la diaria, consideró que es un “secreto a voces” que las dos coaliciones representan a actores sociales diferentes en el Uruguay contemporáneo.

“Creo que la principal diferencia hoy de estos dos bloques políticos es que articulan diferentes actores sociales y tienen un diálogo mayor con ciertos sectores de la sociedad. Más allá de lo que digan sus propios candidatos, todos sabemos que esto es así”, afirma. Y agrega: “Por ejemplo, respecto de movimientos que tienen que ver con la diversidad o con el feminismo, es bastante claro que el Frente Amplio [FA] ha tenido una cercanía y una capacidad de diálogo mucho mayor hacia ellos, y que, dentro de los sectores de la coalición, hay algunos que son antiderechos. El más explícito, claramente, es Cabildo Abierto, que directamente ha tenido discursos contra la identidad de género”.

Agustín Reyes, doctor en Filosofía por la Universidad de Valencia, especializado en ética y filosofía política aplicadas al área de la economía y políticas públicas, en comunicación con la diaria, afirmó que las dos bases programáticas están preocupadas por la libertad de las personas, pero las bases actuales del FA estás más cercanas a una perspectiva igualitarista.

“La preocupación real es por las posibilidades vitales de cada uno de sus ciudadanos y ciudadanas, pero sabiendo que estas posibilidades de ser verdaderamente libres dependen de las garantías de unos mínimos materiales y unos mínimos de reconocimiento. En este sentido hay una interpretación muy distinta entre ambos bloques”, afirmó.

A su vez, Reyes considera que existe una forma distinta de interpretar la noción de libertad, y cada uno de los dos bloques está tratando de darle su propia interpretación a este concepto.

“Diría que la noción de libertad para el FA es más sustantiva, donde se entiende por ella el hecho de garantizar las condiciones necesarias para que las personas puedan llevar adelante sus planes vitales y volverse ciudadanos plenamente cooperantes de la dinámica social. Esto implica no sólo reducir las interferencias que podríamos llamar ilegítimas por parte del mercado, sino también garantizar las condiciones para el ejercicio de esa ciudadanía. En esta versión más sustantiva, ser libre implica tener las capacidades necesarias para poder llevar adelante los planes de vida y poder cooperar con los demás en el sentido más amplio de lo que es la cooperación”, subrayó.

Para el filósofo, la noción de libertad que se maneja desde el FA implica no sólo que el Estado trate de corregir las alteraciones o transacciones ilegítimas del mercado, sino que también sea un actor que provea un conjunto de bienes que son necesarios para que las personas puedan realmente ejercer su libertad.

“En el documento programático de la Coalición Republicana hay una idea general de que las libertades son conquistas más de los individuos o de algunos grupos, pero no un elemento que requiera el aporte del Estado como institución colectivamente construida por la ciudadanía, donde sea proveedor de todos los elementos que parecen ser necesarios para un ejercicio pleno de esa libertad, sino sólo algunos elementos muy básicos”, agregó.

El rol del Estado, los bienes públicos y la noción de sujeto

En las bases programáticas del FA, Reyes afirma que se plantea un Estado con un rol activo a la hora de garantizar el acceso a ciertos bienes que son imprescindibles para que las personas puedan llevar adelante sus planes de vida y ser plenamente cooperadoras en el sistema social. Algunos de estos bienes están relacionados con la educación, la salud y los ingresos.

“Lo relevante de la lectura que surge de las bases programáticas del FA y de las ideas que defiende el partido en general es garantizar los mínimos para el desarrollo igualitario de las posibilidades de los ciudadanos, y que sin esa provisión del Estado como expresión de la voluntad popular, el resto de las organizaciones privadas o el mercado que funcionan en una sociedad como la nuestra no tienen la posibilidad de combinar eficiencia y justicia, o eficiencia y equidad, como sí la tiene el Estado, aun con sus defectos institucionales o prácticos”, sostiene.

El filósofo considera que la cultura uruguaya tiene una percepción de que el Estado cumple un rol importante en general para las posibilidades de crecimiento y estabilidad. Asimismo, en este sentido, afirma que la perspectiva que tiene el programa de la Coalición Republicana es de un Estado presente en la provisión del bien público educación, pero tiene una forma distinta de pensar este asunto.

“Se entiende la educación como bien público de forma diferente a como se entiende desde el otro bloque, entre otros sentidos porque, más allá de que también presenta la idea de que la educación tiene un valor intrínseco para la autorrealización de las personas, está más atada a la idea de la educación como una inversión social que permitiría desarrollar un conjunto de competencias que permitan desarrollar, a su vez, el crecimiento del país y su inserción internacional. En la perspectiva de las bases programáticas del FA, el bien educación es valorado tanto intrínsecamente como instrumentalmente”.

De la misma forma, Reyes afirma que desde la Coalición Republicana el Estado en su conjunto está valorado bajo el mismo criterio, de manera “más instrumental que como valor intrínseco en el alcance común de cuestiones de justicia”.

“Hay una noción más de ciudadanos y de las necesidades que requieren desarrollar la ciudadanía en la versión del FA, y en la Coalición Republicana, una versión más de sujeto como insumo valioso para el desarrollo económico o el crecimiento del país, o, en algunos casos, un sujeto como consumidor que puede aumentar su capacidad de consumo y de alcanzar ciertos niveles de bienestar para obtener crecimientos bajo ciertos estándares económicos o desde perspectivas más economicistas”, valoró.

La reconfiguración de los programas y el devenir de las ideas

Los programas o bases programáticas de un partido político son aquellos documentos que sintetizan las principales ideas y planes de gobierno de una fuerza política. Marchesi considera que dentro de estas bases no se observan mayores diferencias, porque “la forma en la que se piensan estos documentos programáticos está muy marcada por el marketing político”.

“En otros momentos estos documentos eran identitarios de las fuerzas políticas, el programa era el resultado de cómo aplicar el conjunto de ideas que definía la fuerza política y que le daba sentido a esta. Ahora, en los dos programas actuales concretamente, se ve una fuerte apuesta electoral que está marcada por cálculos políticos”, afirma.

Temas como las primeras infancias o cuestiones relacionadas con la salud mental se han vuelto cada vez más relevantes en la discusión social y esto ha ganado peso en el debate político, pero el historiador considera que el hecho de que formen parte de la discusión pública tiene que ver más con la intención de conquistar votos que con una verdadera intención de llevar adelante políticas relacionadas con estos asuntos.

“Las implicancias, en un sentido más programático, no son poner que la infancia es una prioridad, sino ver concretamente cómo cambiar la vida de este sector tan importante de la población uruguaya. La centralidad de la salud mental también es extremadamente relevante en la sociedad contemporánea, pero no necesariamente es el resultado de un pensamiento político sobre cómo transformar la sociedad para lograr estos objetivos, sino que es algo que parece venir más desde el marketing político y cómo esto se incorpora a estos documentos, que de una reflexión más sistemática de los partidos sobre estos asuntos”.

El caso central que el historiador considera ilustrativo de esta visión es el del excandidato a la presidencia por el Partido Colorado (PC) Andrés Ojeda. “Fue un caso muy claro en el que parecía que su programa lo iba definiendo a partir de focus groups o grupos de discusión y donde, según lo que se hablaba ahí, se tomaban las ideas”, afirmó.

Agrega Marchesi: “Esto trasciende a Ojeda, es un giro de época y en toda la política pasa esto. Los políticos tratan de tomar lo que se discute y tratan de interpretarlo, pero no hay una reflexión más profunda de esta idea del programa como un conjunto de principios que va a llevar a una transformación del país en una dirección concreta”.

Asimismo, el historiador también reflexiona sobre el curso de las ideas y las transformaciones que sufrieron los partidos políticos en las últimas décadas. Considera que la izquierda representó una determinada cosa en la década de 1970 y en la de 1980, y que a partir de 1990 se va transformando y moderando, y lo mismo ocurrió con las derechas.

Según el historiador, “no hay una continuidad en ninguno de los partidos”. “El Partido Nacional [PN] en 1971 tenía el programa “Nuestro compromiso con usted” que era de centroizquierda, desarrollista, que planteaba ideas sobre la nacionalización de ciertas áreas de la economía, una reforma agraria moderada, y en los 80 algunas de estas ideas seguían circulando. Ya en el período del herrerismo esas ideas prácticamente desaparecen y comienza a tener una orientación mucho más liberal en lo económico, y va a liderar la oposición en el siglo XXI contra el FA con ese tipo de argumentaciones, pero cuando llega al gobierno modera un poco ese liberalismo”, sostuvo.

“En el caso del PC hubo dos grandes vertientes; una más liberal en lo económico que expresa Jorge Batlle, y otra con elementos neoliberales pero que también va a intentar recrear algunas cosas del batllismo, como hizo Sanguinetti en los 80 cuando hablaba del tercer batllismo que venía después de José Batlle y Ordóñez y Luis Batlle; Sanguinetti era quien lo representaba. Luego, este batllismo va a quedar desfigurado en los 90 y el PC se va a ir derechizando, y también va a ir perdiendo su identificación ideológica y programática. Tal vez el último reconocimiento de que ellos eran batllistas, el último gesto que fue en esa dirección fue con Sanguinetti en el plebiscito sobre la privatización de las empresas públicas y su apoyo para derogar esta ley”, afirmó.

“El FA también va a ir cambiando. En la década del 70 tenía un proyecto de transformación bastante radical, que continuó en los 80, en la posguerra fría lo va a ir rearticulando, y ese proyecto se va a ir acercando o va a ir revalorizando aquel modelo del batllismo de mitad del siglo XX, lo que lo irá llevando a un proceso de moderación. El mejor ejemplo de propuestas más radicales del FA en la década del 70 es lo relacionado a la reforma agraria y las propuestas que tenían que ver con la nacionalización de comercio exterior y la estatización de la banca. Creo que la radicalidad mayor del FA en aquel momento tenía que ver con la discusión sobre la propiedad, y es un punto que después se va a abandonar”, concluyó.

Coaliciones sociales y la idea de justicia social

Marchesi observa que los dos bloques políticos de cara al balotaje son más que asociaciones partidarias o ideológicas con un fin determinado como lo es ganar una elección y llevar adelante un gobierno.

En el tejido social, estas fuerzas representan diferentes actores o sectores con intereses diversos u opuestos, pero que se necesitan mutuamente.

“La Coalición Republicana tiene una cercanía mucho mayor con el sector empresarial y cuestiona al FA porque hay dirigentes sindicales en sus listas, pero no se dan cuenta de que hay muchos dirigentes empresariales en las suyas propias. El FA tiene una cercanía mucho mayor con el movimiento sindical, que, aunque no deja de ser conflictiva, es algo indiscutible, pero el FA, desde sus líderes, también tiene un discurso en el que aspira a integrar a los sectores empresariales porque también los necesita, así como el PN necesita a los sectores de trabajadores”, sostiene.

Y afirma que “está claro que cuando uno ve la pelea redistributiva en el siglo XXI, el momento en el que los trabajadores perciben más en términos de salario fue en el período del FA”. “Creo que este es su mayor logro, en el sentido de que sectores mayoritarios de la población reconocen esto”, sostuvo.

“Hay trabajadores que votan al PN y empresarios que votan al FA, esto es complejo. En un sentido más general, son coaliciones políticas, pero también coaliciones sociales”, subrayó.

Asimismo, la idea de que cada bloque es una coalición social que representa mayormente determinados actores en detrimento de otros, se plasma, entre otras cosas, en lo que cada uno de los bloques entiende por conceptos como el de “justicia social”.

Reyes considera que en las bases programáticas del FA hay una relación intrínseca entre “justicia social” y “perspectiva igualitaria”, o “justicia social” y “reducción de las desigualdades sociales, económicas y de reconocimiento”. El filósofo considera que no existe separación entre ellas y que son “las dos caras de una misma moneda”.

“La justicia social implica la reducción de las desigualdades porque una sociedad justa es aquella en la que, al menos en términos de mínimos, están garantizadas las condiciones necesarias para que los ciudadanos sean plenamente cooperantes y lleven adelante su proyecto de vida. Reducción de la desigualdad y justicia social están de la mano, y aquí le agregaría el tercer punto, que es que para reducir la desigualdad y tender a esta noción sustantiva de la justicia social, el Estado, como un actor equitativo y eficiente en la provisión de bienes, es también otro elemento central”, opina. Agrega, a su vez, que la articulación de estos tres elementos le da la “sustancia” a la idea de justicia social.

Por otro lado, en las bases programáticas de la Coalición Republicana el filósofo analiza que existe una idea más limitada de justicia social. “Por un lado, está la idea de que una sociedad justa reduce las interferencias del Estado para que el mercado pueda ser más libre, es decir que las personas tendrían mayores libertades de hacer cosas, pero no toma la idea de que esa mayor libertad implica la garantía de un conjunto de bienes para poder hacerlo. Estas terminan siendo cuestiones más vacías de justicia, con menos elementos”, concluyó.

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