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Foto: Mariana Greif

Terapia menstrual: conocerse a través de la sangre

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Entrevista con Silvia Copello, educadora sexual y terapeuta menstrual.

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Silvia Copello es educadora sexual y terapeuta menstrual. Trabaja con mujeres de forma individual o grupal para ayudarlas a reconectarse con su ciclo menstrual, con su energía sexual, a conocerse y a empoderarse. Sentada en el living de su apartamento, un ambiente cálido donde ocurren algunas de las sesiones, nos cuenta de qué se trata este tipo de terapia.

Empecemos por lo básico: ¿qué es la terapia menstrual?

Es una técnica de raíces ancestrales, creada por Zulma Moreyra, que se basa en conectar a la mujer con su propio ciclo menstrual. Trabaja con temas ginecológicos y también con lo emocional, que está muy ligado. Busca reeducar, que como mujeres sepamos que somos poderosas. No hablo de poder desde lo patriarcal y masculino, eso de pasar por arriba de los demás, sino del poder de crear. Cada mes tenemos un óvulo que, energéticamente, es capaz de crear vida. Ese potencial puedo utilizarlo en cualquier cosa a la que le ponga intención. La idea es darnos cuenta de ese poder. Antiguamente, en algunas religiones, las mujeres menstruaban en los campos para que hubiera más producción.

¿Cuáles son sus fundamentos?

El poder de la sangre, los beneficios de menstruar, la capacidad creativa. La terapia menstrual trabaja con lo que se llaman heridas portales, que son las que se generan a edad muy temprana, de las que a veces no somos conscientes y que tienen una carga emocional tan grande que repercute en nuestro cuerpo. Entonces, pueden provocar infertilidad, amenorrea, abundante sangrado, dolores intolerables, miomas, quistes, vaginitis, bajo deseo sexual, entre otras cosas. Se trabaja con el árbol, el linaje femenino, para ver cuáles son los mandatos de ese linaje, cuáles son los pactos inconscientes que hicimos y nos hacen mal. Al conectar con la herida, podemos entenderla y sanarla.

¿Por qué el linaje femenino?

El útero guarda toda la información de nuestro linaje femenino. Somos como mamushkas. El óvulo con el que fuimos creadas se formó en el cuerpo de nuestra madre mientras ella se formaba dentro de nuestra abuela. Venimos de útero en útero en útero. Eso se da sólo en las mujeres, la información que baja. En esa relación están los pactos inconscientes que pueden generar heridas portales, cargas que no nos corresponden, pero llevamos sin saber por qué.

¿Cómo conecta una persona con las heridas y con el ciclo menstrual?

Mediante ejercicios y meditaciones de reactivación de la energía sexual, que es muy poderosa. Muchas veces la vemos reducida a tener relaciones sexuales, pero en realidad eso es una parte muy chica. La energía sexual se puede utilizar para sanar y desbloquear. Se realizan meditaciones activas, durante las que se utiliza el útero y la respiración para que la energía recorra el cuerpo. Ahí te podés reír, podés gritar, podés llorar, lo que sea. Te escuchás. A veces viene algo a vos que no sabés por qué; bueno, justamente con eso trabajamos. Empezamos a ver la importancia que tiene la sangre y a poder leerla. Por ejemplo, si tiene muchos coágulos, ahí hay un enojo. Si está muy oscura, hay temas viejos que tratar.

Decías antes que conectar con el ciclo es un medio para descubrirse como mujer. ¿Y con eso, qué viene?

El empoderamiento, la posibilidad de elegir. Es como esa frase que dice: “No soy responsable de mis sentimientos, pero sí soy responsable de lo que hago con ellos”. Si no, somos una especie de títeres de nuestro propio inconsciente o de nuestras propias heridas. Si me conozco a mí misma, conozco mis luces y mis sombras, voy a saber reaccionar ante ciertas situaciones. Si yo me pongo frente a la alarma, y sé a qué responde eso, puedo trabajar sobre una carga emocional que no me corresponde. Quizás el sentimiento aminore, quizás no, pero soy consciente de mi reacción. El conocimiento, ese es el beneficio.

En tu opinión, ¿por qué las mujeres estamos desconectadas de lo que pasa en nuestro propio cuerpo?

Por los mensajes que se dan: que la menstruación duele, que molesta, que hay que esconderla, que es asquerosa. Antes se decía que menstruar era estar enferma. Se asocia con algo que es sucio, que está mal. También porque hay intereses detrás. Nuestra sangre es muy poderosa; si nosotras sabemos que la sangre del ciclo menstrual es la única que tiene células madre, capaces de regenerar y sanar, sabemos que podemos hacer con ella lo que queramos: mascarillas faciales y de pelo, por ejemplo. Además influye la vorágine del mundo actual, la prohibición de descansar y el consumo de métodos anticonceptivos hormonales, que son todos para nosotras y que ya hasta te cortan el ciclo. Se instaló la idea de que si tomo pastillas y no menstrúo, de más. Terminamos sintiendo que la menstruación es horrible, lo peor que nos puede pasar. No estoy diciendo que no hay que cuidarse, pero remarco que está bueno que la información circule y que sepamos que no es gratis consumir métodos químicos.

¿Cuál es el precio de hacerlo?

Lleva a que el ciclo menstrual no sea real. A veces, cuando se deja de tomar pastillas, cambia el humor durante la menstruación o duele mucho, y eso no es porque menstruar sea horrible, es porque el cuerpo hacía años que no podía hacerlo.

¿Cómo se conjuga conectar con el ciclo con vivir al ritmo que se nos exige?

Es verdad que no le podés decir a tu jefa o jefe que estás menstruando y como conectaste con tu ciclo estás muy para adentro y querés hacer nidito en tu casa, pero sí podés entender que estás con esa energía, por qué, y no exigirte tanto. En vez de decir: “¡Qué horrible, estoy baja de energía, no puedo hacer todo lo que tenía pendiente!”, capaz que podés cancelar alguna cosa, sin culpa, porque querés estar para adentro, desenchufada, reflexionando. La idea es aceptar esa energía y poder manejarla dentro del día, exigirse menos, dejar de hacer cosas si es posible y, si hay que hacerlas, que sea al ritmo que cada una necesite.

¿Qué actividades se puede hacer a diario para empezar a conectar con el ciclo?

Reconocer y sacar de nuestra mente los mensajes sobre la menstruación y el ser mujer, que nos quitan la autonomía y el empoderamiento. Hacerse más caso, escuchar lo que el cuerpo está pidiendo, día a día. Después de que te diste cuenta y empezaste, ya no podés hacerte trampa al solitario. Sirve llevar un registro del ciclo, ver qué energía tenés en cierto momento, qué querés hacer. Te entrás a sentir distinta y ya sabés por qué es. La mayor ventaja al trabajar con la terapia menstrual es saber que vos tenés algo en tu cuerpo que es maravilloso. A la menstruación en el tao le dicen el elixir. En terapia menstrual se enseña, por ejemplo, cómo limpiar la sangre, junto con meditaciones, y son ejercicios que pueden repetirse siempre.

¿Por qué motivos te consultan más?

En este momento porque no menstrúan. Atiendo una cantidad de casos de mujeres de 30 años que empezaron a tomar pastillas a los 15, ahora quieren tener hijos y pasan meses sin menstruar. Trabajo también con mujeres que tienen infertilidad, miomas, endometriosis.

¿Qué rol juega la terapia menstrual en el tratamiento de enfermedades ginecológicas clínicas?

Nosotras trabajamos desde lo emocional. No hay recetas para adjudicar enfermedades, pero a veces se repiten patrones. Vemos a qué responde algo que ya está manifestado en el cuerpo. Al trabajar en la base emocional probablemente eso aminore o desaparezca, que no quiere decir que no hay que ir al médico o hacer un tratamiento, eso lo elige cada mujer. Acá se trata de que vos misma puedas sentirte y decir “ah, mirá, estoy ovulando”, o “tengo la sangre llena de coágulos, el mes pasado estuve re enojada, tengo que achicar”. Y que descubras las heridas portales que se conectan directamente con esa enfermedad. Creo que todas las enfermedades tienen una base emocional.

¿Menstruar duele?

El mensaje está. Todo lo iniciático es con dolor: menstruar, parir, tener relaciones sexuales. Aunque no hayas pisado nunca una iglesia, aunque no seas religiosa. Entonces, ¿cómo no va a doler? Si el dolor no responde a causas biológicas, ahí hay que trabajar con la aceptación del femenino, de la menstruación. Nos educaron con que menstruar es espantoso, y así lo recibimos. Hay que preguntarse qué hay detrás del dolor, qué me está queriendo decir.

¿Síndrome premenstrual?

Es un invento de las farmacéuticas. No existe como algo médico a atender. Inventamos miles de eufemismos para no decir menstruación, es algo chancho, tengo que rechazarlo, te empiezan a decir que “estás ovárica”: esos mensajes entran, y el cuerpo rechaza menstruar.

¿La copa menstrual te parece una buena alternativa a las toallitas y tampones?

Sí, o se puede usar directamente una toalla, como las abuelas. También trabajamos sobre eso. Las toallitas y tampones tienen químicos muy nocivos que van directo a nuestro cuerpo, y que son los que generan el mal olor que sentimos en la sangre. La menstruación no huele mal, es igual que cortarse un dedo. Es la sangre mezclada con esos químicos lo que tiene feo olor.

Tu trabajo se desarrolla en sesiones individuales y en círculos grupales, según los deseos y necesidades de cada mujer. ¿Qué puede aportar cada modalidad?

En lo individual se diseñan ejercicios específicos para cada persona y el trato es directo, una a una. Cada modo tiene lo suyo. Trabajar en círculo es sanador. Nos han criado en una sociedad machista, con esa idea de que las mujeres somos conflictivas y nos peleamos. Hemos sido criadas en el “divide y reinarás”, porque saben que todas juntas tenemos poder. El poder de crear, de generar, de cambiar. Por eso cuando vas a un círculo de mujeres salís con tremenda energía, porque así como “si tocan a una, tocan a todas”, si sana una, sanamos todas. Tenemos historias bastante parecidas, cada una con su particularidad, pero somos mujeres en esta sociedad. En los círculos se cantan mantras, que elevan la vibración y la seguridad. Cantar con otras sana, surge el sentimiento de estar todas en el mismo ritual, ceremonia, acto conjunto. Somos hermanas.

¿En qué consiste la formación para ser terapeuta menstrual?

Primero tenés que sanar tus propias heridas, para no hacer espejo en la otra. En las instancias de formación, a cargo de terapeutas menstruales, aprendemos sobre las distintas energías de cada etapa, sobre el ciclo, sobre anatomía. Trabajamos con las distintas energías, con ejercicios para vivenciar qué sucede en cada una. Se trabaja la madre y la mujer sexual, sin separarlas. Meditamos y ejercitamos para ver en qué tenemos que enfocarnos, y después aprendemos técnicas de cómo llevar un círculo o una sesión individual. Los componentes de la sangre, qué cosas podemos hacer con ella, desde estéticas hasta curar heridas. Hay que trabajar para vencer el asco de nuestra propia sangre, que es impuesto. Es, básicamente, la aceptación y la conexión. Para trabajar con las otras, primero lo vivenciamos.

¿Hay prejuicios sobre la terapia menstrual?

El prejuicio es resultado del desconocimiento y del rechazo a la menstruación. Últimamente esto está cambiando, se acercan muchas mujeres. Desde la red de terapeutas menstruales estamos trabajando para romper con esas barreras y comunicar lo beneficioso de aprender sobre nuestra menstruación.

Formación de terapeutas menstruales en Uruguay

Del 1° al 4 de marzo se llevará a cabo una instancia de formación en terapia menstrual, facilitada por Zulma Moreyra, creadora de la técnica. Es “un entrenamiento intensivo para mujeres que deseen laborar con el método de la terapia menstrual, ser guías de otras mujeres, para recuperar los conocimientos del ciclo de la menstruación”, explican en su evento de Facebook.

Para Silvia Copello es “un privilegio” que Moreyra venga a Uruguay. Según se expresa en la página oficial, “la terapia menstrual tiene 14 años como terapia individual y circular y desde 2014 ha formado a mujeres” en distintos países.

Las actividades serán de 10.00 a 18.00. Los cupos son limitados. Para inscribirse se debe enviar un mail a vientresagradouruguay@gmail.com.

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