La pandemia por el coronavirus afecta a todas las personas –porque nadie está completamente libre de contagiarse en algún momento–, pero no a todas por igual. En esta crisis, como en todas, quienes se encuentran en situación de vulnerabilidad tienen más riesgos, porque se enfrentan a mayores barreras para acceder a las políticas de prevención y atención en la salud. Por eso, la gestión de la emergencia por parte de los gobiernos tiene que abordar de manera particular sus necesidades, teniendo en cuenta las barreras estructurales de desigualdad.
La Guía práctica de respuestas inclusivas y con enfoque de derechos ante la pandemia del covid-19 en las Américas, publicada este mes por la Secretaría de Acceso a Derechos y Equidad de la Organización de los Estados Americanos, apunta a eso al incluir recomendaciones para que implementen los países en la gestión de la emergencia sanitaria.
¿Qué hay que hacer para que la respuesta sea verdaderamente inclusiva? El manual propone algunos tips generales. En primer lugar, “pensarlas con enfoque de derechos humanos, y prestando particular atención a grupos en situación de vulnerabilidad”, porque “lo que sirva para estas personas servirá para toda la ciudadanía”. Otras sugerencias son “desarrollar información y comunicaciones accesibles e inclusivas de manera transversal”, “diseñar e implementar medidas de salud accesibles y con enfoque de derechos”, y poner en marcha “medidas de reducción de impactos económicos focalizadas en la población más vulnerable”.
Las mujeres y la población LGBTI forman parte de los grupos en situación de vulnerabilidad porque no pueden ejercer libremente sus derechos por razones de género, edad, orientación sexual o identidad de género. La vulnerabilidad es mayor cuando estas identidades se intersectan o cruzan con otros ejes de desigualdad, como el origen racial o étnico, la religión, la condición migratoria o una situación de discapacidad. La guía recuerda, en ese sentido, que la respuesta a la crisis sólo puede ser integral si incluye una perspectiva interseccional.
Consejos para reducir el impacto en las mujeres
En el capítulo “Mujeres, igualdad de género y covid-19”, la Secretaría de Acceso a Derechos y Equidad reconoce que la experiencia de otras epidemias confirma que “existen impactos diferenciados en hombres y mujeres de cualquier crisis, incluyendo de salud, no solamente en lo biológico sino también en lo social, económico y político”.
Las recomendaciones para los gobiernos, en materia de género, van en ese sentido:
- Promover políticas sobre la corresponsabilidad y la distribución equitativa del trabajo doméstico y de las tareas de cuidado, “para que las mujeres puedan seguir participando de sus actividades productivas, aun con el incremento en el trabajo del hogar debido a la pandemia”.
- Incorporar medidas alternativas para la prevención, atención y asistencia a mujeres en situación de violencia de género en el hogar, que se convierte en uno de los espacios más inseguros con el aislamiento y la cuarentena. La estrategia debe incluir servicios adaptados para mujeres con discapacidad y refugios para mujeres con hijas e hijos en riesgo o sin hogar, así como medidas específicas para las refugiadas y víctimas de trata.
- Es esencial también que las medidas para luchar contra la covid-19 “consideren a quienes están en primera fila de atención, y atiendan y visibilicen sus necesidades particulares”. En ese sentido, la guía recuerda que, según un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo, en América Latina y el Caribe la mitad del personal médico y más de 80% del personal de enfermería son mujeres.
- Otro consejo “esencial” es considerar en los procesos de toma de decisiones para hacerle frente a la pandemia a las instituciones y autoridades de la mujer de cada país, así como a expertas en asuntos de género.
Un abordaje que tenga en cuenta la diversidad
La población LGBTI atraviesa una situación histórica de vulneración de derechos, que corre el riesgo de agravarse en el contexto de la emergencia sanitaria. El panorama es más difícil para las personas trans, que viven en una extrema situación de exclusión social, profundizada por el estigma y la violencia a las que están expuestas. “Las Américas es la región del mundo más violenta con las personas trans”, asegura en este sentido la guía. “El no acceso y goce de sus derechos humanos, así como esa violencia, que en centenares de casos al año acaban en la muerte, hace que su esperanza de vida sea aproximadamente la mitad de la del resto de la población”, agrega.
El documento recuerda que los varones homosexuales y las mujeres trans “están entre los grupos prioritarios en la respuesta al VIH por su sobrerrepresentación entre las personas que conviven con el virus en términos porcentuales”, pero que el estigma hace que muchas veces no accedan a los testeos y, por consiguiente, a los tratamientos. Si no pueden iniciar el tratamiento, “están más expuestos a la muerte por coronavirus”, alerta.
La brecha en el acceso a la salud de estas poblaciones también incluye las dificultades de visibilizar la orientación sexual abiertamente –que “lleva incluso a diagnósticos y estrategias de atención inadecuadas para esta población”– y una atención de las personas trans que es “absolutamente deficiente en relación a temáticas específicas de salud”, como por ejemplo los tratamientos hormonales.
El manual asegura por otro lado que no se pueden abordar las problemáticas de la población LGBTI sin una mirada interseccional, especialmente en América Latina y el Caribe, donde las disidencias “están atravesadas por otros ejes de desigualdad que las exponen a situaciones de discriminación particularmente compleja”. Menciona algunas situaciones interseccionales particularmente relevantes frente a esta pandemia, como la de las trabajadoras sexuales trans que se quedaron sin ingresos económicos, las personas LGBTI con HIV “sin confirmación de su status serológico o sin acceso a antirretrovirales”, o las disidencias privadas de libertad que están “sometidas a situaciones cotidianas de abuso”.
La guía plantea tres ejes prioritarios que debería incluir cualquier plan de respuesta a la pandemia para atender a las necesidades de esta población:
- Garantizar información relevante, oportuna y pertinente: “Es importante generar contenidos con información relevante –con perspectiva interseccional–, dando cuenta de desigualdades que agravan especialmente las situaciones de vulneración de derechos en personas LGBTI. Muchas veces esta información no está disponible por la pervivencia de miradas heteronormativas en los medios masivos de comunicación”.
- Generar estrategias de apoyo oportuno a las personas LGBTI a distancia. Una modalidad recomendada es la apertura de una línea telefónica para asesorar y orientar a las personas en relación a los recursos y servicios en base a un protocolo definido y articulado con instituciones públicas y organizaciones sociales. La Intendencia de Montevideo habilitó un número con estas características a fines de marzo.
- Garantizar asistencia directa a las personas LGBTI más vulneradas, en particular personas trans, garantizando el derecho a la alimentación y el derecho a la salud mediante la provisión de productos de higiene y alimenticios de forma directa o por medio de transferencias monetarias. Del mismo modo, dice la guía, “es importante promover la creación de redes de apoyo social junto con organizaciones y colectivos sociales, con especial atención a personas mayores, personas con VIH, personas trans, personas migrantes y niñas, niños y adolescentes LGBTI expuestos a situaciones de violencia intrafamiliar”.