“Urgente es saber dónde están nuestras gurisas”, se leía en la bandera que lideró la marcha convocada el miércoles en el Centro de Montevideo, en el marco del quinto aniversario del #NiUnaMenos. Es que este año, además de condenar los femicidios y todas las formas de violencia machista, los colectivos feministas pusieron el foco de la convocatoria en el silencio, la complicidad y la impunidad en torno a los casos de trata y explotación sexual de niñas, adolescentes y mujeres.
La movilización transcurrió a lo largo y ancho de 18 de Julio desde la plaza Independencia hasta la plaza Libertad. Entre la multitud había mujeres y disidencias de todas las edades. No fue impedimento el frío y tampoco el contexto de emergencia sanitaria, que obligó a que la gran mayoría de las manifestantes cubriera la mitad de su rostro con tapabocas para prevenir el contagio de covid-19.
“No, no, no están perdidas, las desaparecen para ser prostituidas”, cantaban, y de a ratos alternaban con el grito de una consigna que se repitió en carteles y pancartas: “Sin clientes, no hay trata”. Mientras tanto, sonaban los tambores de las integrantes del Bloque Antirracista, uno de los colectivos que convocó a la movilización junto a ¿Dónde Están Nuestras Gurisas? y Pan y Rosas Uruguay. “No somos mercancía”, decía un cartel violeta que sostenían varias chiquilinas. A unos metros, un cartón blanco pedía en letras rojas: “Duelo nacional por las pibas que no están”.
La problemática de la explotación sexual tuvo repercusión mediática en las últimas semanas después de que saliera a la luz el caso de explotación sexual de adolescentes que involucra a hombres vinculados al poder político, económico e incluso jurídico, ya que uno de los imputados es el ex juez de menores Washington Balliva. Pero el problema no es nuevo y tiene como trasfondo “la cultura de la violación que naturaliza las diversas violencias que se ejecutan sobre nuestros cuerpos, y una percepción generalizada de que hay vidas que no importan y que pueden ser compradas, vendidas, desechadas y despojadas de su humanidad”, según la proclama que leyeron las manifestantes, de manera colectiva, al final de la marcha.
“Basta de mirar para otro lado y de naturalizar las opresiones. Los explotadores sexuales están al lado nuestro, caminan por nuestras calles con total impunidad, cuentan con la legitimidad y el poder de ser jueces, abogados, docentes, exitosos empresarios, altruistas referentes, hoteleros, diputados, asesores expertos, vendedores de imagen, marketing y publicidad, narcotraficantes, dueños de prostíbulos y whiskerías”, aseguraron las voces al unísono.
Hicieron énfasis en la situación del interior del país, que describieron como “un mundo paralelo donde el silencio se vuelve un pacto institucional, prevalece una cultura de la impunidad y la justicia no llega”. También denunciaron el mayor impacto en los sectores populares, las mujeres trans, las afro y las migrantes, que están “en la primera línea en el foco de explotación y trata” porque son “hipersexualizadas y vulnerabilizadas por el capitalismo, el patriarcado y el racismo estructural”.
La proclama denunció, por otra parte, la falta de políticas públicas efectivas contra la trata y la explotación sexual, así como de dispositivos de protección para las mujeres que se animan a denunciar. Al mismo tiempo, exigió al Estado el tratamiento de los crímenes sexuales “con la premura que necesitan”, la asignación de presupuesto para la creación de organismos especializados en el combate y prevención de la trata y la explotación sexual, la implementación efectiva de la ley de combate a la trata –aprobada en 2018-, la condena a las redes de explotación sexual y la protección de las víctimas y familiares de desaparecidas.
“¿Dónde están nuestras gurisas? ¿Por qué no se las busca? ¿Por qué cuando una gurisa o una mujer desaparece es ella la principal sospechosa?”, interpelaron las mujeres y disidencias, rodeadas por un lazo violeta del que colgaban fotos de los rostros de las que continúan desaparecidas.
La lectura de la proclama se realizó frente a las puertas del Poder Judicial. “Acá es donde se encuentran los culpables y los que protegen a los culpables”, dijo una de las manifestantes por el altavoz mientras señalaba el edificio, “así que el mensaje es bien directo”.
Antes de la lectura de la proclama, representantes de la Coordinadora de Feminismos repudiaron los femicidios ocurridos en las últimas horas en Uruguay. Recordaron así el caso de la niña y el niño asesinados por su padre en Cebollatí (Rocha), el de la mujer que fue asesinada por su hijo en Tacuarembó y el último femicidio, que tuvo lugar el lunes, cuando un hombre arrojó a su pareja de un séptimo piso en un edificio de Malvín Norte. “Tocan a una, tocan a todas”, aseguraron al final, y las demás manifestantes replicaron el grito.