La perspectiva de género en el deporte ha cobrado fuerza en los últimos años. La participación femenina en las distintas disciplinas deportivas implica un (re)conocimiento y visibilización del cuerpo de las mujeres, que trae aparejada la necesidad de ahondar en las particularidades del entrenamiento femenino. Uno de esos aspectos refiere al ciclo menstrual y cómo incide en la actividad física.
¿Cómo impactan los cambios hormonales en el rendimiento y el desempeño físico de las mujeres? ¿Debería adecuarse la planificación del entrenamiento a las diferentes etapas del ciclo menstrual? ¿Las y los preparadores físicos abordan el tema? Estas preguntas están cada vez más presentes en los estudios de las ciencias del deporte y, sobre todo, en los planteos de mujeres deportistas.
El ciclo menstrual
El ciclo menstrual consiste en una serie de interacciones complejas que dependen del “funcionamiento coordinado y adecuado del eje hipotálamo-hipófisis-godonal, comandado por hormonas que vienen del sistema nervioso central”, explicó a la diaria la ginecóloga especialista en endometría Deborah Laufer. Desde el hipotálamo y la hipófisis se liberan sustancias hormonales como la FSH (hormona estimulante del folículo) y la LH (hormona luteinizante), que tienen como función estimular el ovario, señaló.
A partir de este estímulo, el ovario sintetiza esteroides sexuales –fundamentalmente estrógeno y progesterona–. Estas hormonas pasan a la circulación sanguínea. Uno de los puntos de llegada de las “glándulas endocrinas” es el útero, específicamente el endometrio, “su capa interna”.
A lo largo del ciclo menstrual, que tiene un promedio de duración de 28 días, estas hormonas circulan en diferentes niveles y generan diferentes cambios. En la primera etapa, que tiene una duración media de 14 días, hay una mayor segregación de estrógenos y se produce “un crecimiento del endometrio, que tiene como finalidad última prepararse para un eventual embarazo”. Si eso no ocurre, se inicia la segunda etapa, que se caracteriza por una mayor secreción de progesterona a nivel del ovario y se desarrolla un proceso de “descamación” del endometrio. Después caen los niveles de ambas hormonas, descama el endometrio y ocurre la menstruación.
Para que el ciclo menstrual se produzca con normalidad “tienen que estar sanos todos los sectores involucrados –sistema nervioso, ovarios y útero–”, apuntó Laufer. “Influyen el estrés, el deporte, el estado metabólico, los cambios de peso ya sea por más o por menos”, sostuvo la ginecóloga.
La especialista subrayó que la menstruación no es un indicador del estado de salud de la mujer. De hecho, hay etapas en que las alteraciones en el ciclo y la ausencia de sangrado son normales. Por ejemplo, en los primeros ciclos hasta que el cuerpo se adapta y, en el otro extremo de la etapa reproductiva, cuando la mujer está cerca de la menopausia.
“Menstruar o no menstruar no es lo que preocupa. Es un síntoma y, por lo general, es el motivo de consulta. El tema es que la ausencia de menstruación puede estar acompañada de otras cosas. Ahí está la importancia de consultar con especialistas y realizar estudios para dosificar los niveles de hormonas en sangre y evitar un impacto negativo en el organismo”, señaló Laufer.
El vínculo con el deporte
Las diferencias fisiológicas y psicológicas que tienen lugar a lo largo del ciclo menstrual pueden marcar pautas de trabajo físico específico para una mejor asimilación de las cargas de entrenamiento, dijo a la diaria el preparador físico Óscar Gadea. En ese sentido, señaló que estos cambios hormonales –que ocurren en todas las mujeres– deben tomarse en cuenta al momento de planificar el esquema de entrenamiento. No obstante, aclaró que de la misma forma deben contemplarse las particularidades del ciclo de cada mujer y qué sensaciones experimenta, y en función de ello adaptar la actividad física en el caso que se requiera.
Gadea divide el ciclo menstrual en dos etapas: “anabólica” y “catabólica”. En la primera fase, el óvulo está maduro y pronto para ser fecundado. Además, el metabolismo “tiende a generar estructura, a crecer”, y, en esa línea, “puede recibir mayores cargas que tengan como objetivo el desarrollo”, explicó.
Si el óvulo no es fecundado, a partir de entre el día 17 y 19 del ciclo se inicia la etapa catabólica. Esta fase se caracteriza por un proceso de “destrucción” de esas “estructuras que se habían preparado en la maduración del óvulo”. En esa etapa, “el organismo de la mujer está ‘menos preparado’, por decirlo de alguna manera, para soportar cargas muy exigentes, además de los malestares –retención de líquido, dolores de vientre o de cabeza, cambios de ánimo– que pueden sentir algunas mujeres en los días previos a la menstruación y los primeros días de sagrado”, planteó.
El preparador físico remarcó que “no hay una etapa del ciclo que sea positiva o negativa para el rendimiento físico”, sino que durante las primeras semanas “el organismo va a aprovechar o asimilar de mejor manera las cargas de entrenamiento” por el tipo de hormonas presentes, en espacial los estrógenos. “Por ejemplo, si se trabaja en fuerza, el entrenamiento va a ser mejor recibido en la primera que en la segunda mitad del ciclo. Lo mismo ocurre al trabajar en resistencia o en velocidad”, sostuvo. Durante la segunda etapa hay una asimilación menor de las cargas de trabajo por la mayor presencia de progesterona.
Gadea consideró que hablar de menstruación aún hoy es un tabú a nivel social y, como consecuencia, lo es también en el ambiente deportivo. Asimismo, sostuvo que es una responsabilidad de las mujeres del deporte poner el tema sobre la mesa y subrayó la necesidad de que las y los profesionales se informen al respecto y establezcan vínculos de confianza para hablar con las deportistas.
En los centros de formación profesional el vínculo entre ciclo menstrual y deporte se aborda de forma “muy superficial”, manifestó Gadea, y agregó que las y los entrenadores “ignoran” este tema. “Primero, nunca se toma en cuenta para planificar. Segundo, somos tan tontos que no nos damos cuenta de que el ciclo menstrual normal dura 28 días, que es la misma duración que un mesociclo de entrenamiento: cuatro semanas, aunque puede también puede variar”, expresó.
Experiencias de deportistas
Gloria Daners, nadadora profesional y presidenta del básquetbol femenino, contó a la diaria que su ciclo menstrual no impacta en su desempeño ni en su rendimiento físico. De hecho, “nunca” lo tuvo en cuenta para la planificación de su esquema de entrenamiento. Al no ser un “problema”, nunca lo habló con sus entrenadores. De todas formas, reconoció que es un tema del que se habla poco en el ambiente y consideró que es necesario que se trate más. “Si bien a mí no me afecta, sé que hay muchas mujeres a las que sí, porque tienen ciclos molestos o muy prolongados, porque les afecta física y anímicamente, y eso impacta en su rendimiento”, dijo. Para la nadadora, la falta de abordaje del tema del ciclo menstrual en el deporte no responde a características particulares del ambiente, sino a una cuestión social.
Por su parte, Agustina Sánchez, golera de Nacional, señaló que, por lo general, no siente molestias durante los días anteriores y primeros de menstruación, aunque hay ciclos en los que tiene un sangrado abundante y siente “mucho dolor”, por lo que su “rendimiento es menor”. Señaló que ninguna preparadora o preparador físico le habló del tema y consideró que “muy pocos profesionales” se forman en este aspecto. Apuntó que específicamente en el fútbol se habla poco al respecto por ser un deporte masculinizado. “Es súper importante tenerlo en cuenta, porque es posible que una jugadora baje su desempeño o esté más desanimada en entrenamientos o partidos y no se sepa por qué”, manifestó la futbolista.
En diálogo con la diaria, Paula Eastman, jugadora y entrenadora de hándbol en el club Layva, dijo que tomar en cuenta su ciclo menstrual a la hora de planificar el entrenamiento posiblemente sea uno de los “grandes debes” consigo misma. “Recuerdo que desde muy chica tenía que ir a entrenar con mucho dolor y, sin embargo, me cuidé poco y lo tuve muy poco en cuenta”, señaló. Así como ella no lo planteó, tampoco nadie se acercó a ella para hablar de ese asunto.
Eastman recuerda que en 2018, durante un viaje con la selección uruguaya de hándbol femenino a China, sus niveles hormonales se desajustaron y al volver a Uruguay tuvo amenorrea deportiva durante un año. “Las deportistas que entrenan muchas horas y que tienen un alto porcentaje de masa muscular y prácticamente un inexistente porcentaje de grasa pueden tener una ausencia de menstruación. La grasa en sí tiene funciones endocrinas, sintetiza hormonas y tiene que ver con el estado metabólico del cuerpo y puede tener ese efecto. Por otra parte, el estrés de la competición también es un elemento que puede vincularse con el cese de la menstruación”, explicó Laufer. “Hoy en día, por diversos motivos de la vida, elijo no tomar pastillas anticonceptivas y tengo un período irregular, pero lo tomo más en cuenta y eso me hace sentir mejor. A la vez, veo que hay una gran carencia en considerar el ciclo menstrual y su incidencia en la planificación, así como otros aspectos del deporte femenino. Lo veo como jugadora y como entrenadora. Entreno adolescentes de 15 años y siento que me falta poder acercarme a esa faceta de mis jugadoras”, comentó.
Para Eastman, la falta de abordaje del ciclo menstrual en el deporte se debe a dos aspectos. Por un lado, sostuvo que culturalmente “aún es tema tabú” con el que “no nos sentimos cómodas y cómodos”. Por otro lado, señaló que el mundo del deporte es “muy patriarcal” porque desde sus orígenes ha estado más asociado a la figura masculina. “Todavía está la idea de que el hombre representa la fuerza y el vigor, y eso no va de la mano con una mujer que es vista como débil porque menstrúa todos los meses”, expresó.
En el Iberoamericano de Río de Janeiro 2016, María Pía Fernández tuvo su “mejor carrera”; corrió los 1.500 metros en 4 minutos, 12 segundos y 61 centésimas. Ese día, Fernández estaba menstruando. La atleta profesional contó a la diaria que hubo un tiempo en que modificaba su ciclo menstrual en relación al calendario de competiciones, pero por ansiedad y estrés “la menstruación hacía lo que quería”. Por eso, “no tenía mucho sentido hacer esa planificación o tomar pastillas con hormonas para modificarlo. Empecé a dejarlo al azar y adaptarme a que si me toca correr en los días de menstruación no es problema”, manifestó.
Fernández sostuvo que no siente molestias en ninguna etapa del ciclo, pero sí está presente la “incomodidad” de tener que competir con un tampón y el “típico miedo” de que la sangre manche su ropa. Por eso, en esos días utiliza prendas más oscuras. Asimismo, señaló que durante los meses del año con entrenamiento más intenso no menstrúa. “No es saludable, pero es más cómodo. Después de terminar la última competencia importante, tanto con mi nutricionista como con mi médico empezamos a regular esa situación para que mi cuerpo vuelva al correcto funcionamiento”, dijo. La primera vez que tuvo amenorrea buscó información por su propia cuenta y conversó con otras atletas sobre sus experiencias personales.
“Pienso que se habla poco porque es algo más personal. No tengo problema de hablarlo, pero siento que hay cosas que una no va hablándolas por la vida. No sólo eso: también, por ejemplo, si tenés o no relaciones sexuales antes o después de una competencia”, consideró Fernández. No obstante, opinó que es importante considerar este tema porque es un aspecto que “influye en el rendimiento” de algunas deportistas. “Cada atleta debe conocer su cuerpo, a sí misma, y es un poco eso: ir probando. No hay una regla que diga es esto o esto otro”, agregó.