“Este 2023 nos invitó a crear una editorial que nos va a permitir visibilizar textos que creemos pertinentes para llevar otro tipo de lenguaje y de ideas, y sobre todo para territorializar una literatura más comprometida con nuestras causas, ideas y sentires”, dijo Stéfani Tedros, que rompe el hielo y realiza un racconto sobre el recorrido de Harta desde 2018 hasta 2023.
Este proyecto autogestionado y sin fines de lucro –que surge del colectivo Encuentro de Feministas Diversas (EFD)– inició como una revista digital con el fin de acercar contenido con perspectiva de género a las adolescentes y, así, “conversar, dialogar, horizontalizar información desde un lugar que consideramos más sano”, dado que antes las revistas y páginas web “tenían una visión clarísima de un sistema patriarcal y opresor”, según señaló Tedros, al reproducir estereotipos de género y heteronormativos, y naturalizar distintos micromachismos.
Durante 2019 y hasta principios de 2020, las integrantes de Harta llevaron a cabo talleres en instituciones educativas formales y no formales. Si bien durante la pandemia el proyecto quedó un poco en stand by, esa pausa les permitió reflexionar acerca de cómo querían y podían seguir. Hubo algunas modificaciones en la pospandemia: se concibieron como un medio de difusión y comunicación, se independizaron del EFD, realizaron conversatorios junto a otros colectivos y se expandieron a otro público objetivo, además de las adolescentes: mujeres y disidencias adultas.
La semana pasada, el proyecto pasó a una nueva etapa al inaugurar Harta Editora, una editorial que nace con el objetivo de difundir producciones literarias de mujeres y disidencias, “sobre todo que no sean muy conocidas”, dado que “a veces es muy difícil acceder a espacios”, explicó a la diaria María Eugenia Mahía, integrante de Harta. La inauguración del proyecto fue justamente con la presentación del libro Yo soy la sed, de su autoría.
Mahía contó que “soñaban desde hace mucho tiempo” con construir una editorial, pero en su momento no lo podían “gestionar”. Ahora fue posible porque se presentaron al fondo Frida, que ayuda a proyectos feministas impulsados por jóvenes en todo el mundo, que subvencionó este proyecto y otros anteriores. Además, la activista y joven autora adelantó que para 2024 hay nuevos proyectos, aunque ahora la energía está concentrada en la editorial.
Durante la presentación del proyecto y del libro, que tuvo lugar en Aló Arte Bar, Eugenia Ribeiro, otra de las integrantes de Harta, agradeció a amigos, familiares y a compañeras que estuvieron durante los últimos cinco años y dijo que, “sin ellas, esto no sería posible, fueron base y cemento”. “¡Estamos hartas, pero hartas juntas!”, exclamó al finalizar su discurso.
Mahía, por su parte, tomó el micrófono y destacó que presentar este libro en colectivo y que “sea nuestro, de Harta”, es “un sueño hecho realidad”.
Momento de compartir poesías
Antes de que Mahía compartiera algunos fragmentos de Yo soy la sed, Tedros y Guillermina Larriera, amiga de la autora, leyeron poemas propios.
“Mi cuerpo está para mí / para mi disfrute / para mi placer / para el placer/ en todas las horas / en todas las posibilidades / que le habían sido negadas / que no se le había permitido / que le fueron robadas / por el prejuicio / el asco / la imposición de un estereotipo/ burdo, absurdo, imposible”, leyó Tedros.
“Un libro de poesía que tuve el placer de leer, de conmoverme, de movilizarme. Espero que quienes se hagan de él logren identificarse y sentirlo desde el lugar que lo sentimos todas las que lo editamos”, dijo la integrante de Harta antes de darle lugar a Mahía, que nació en 1993 en Las Piedras y que se describe a sí misma como “realizadorx audiovisual, perfórmer, transfeminista y lesbiana”.
“Su cola se mueve entre mis piernas, / mis pechos acarician los suyos. / Somos, por un rato, la esencia del goce. / En una tierra que tanto sufre / los instantes de amor son revolucionarios”, leyó ante el público.
Yo soy la sed surgió de un proceso colectivo, con la colaboración de la ilustradora brasileña Giovanna Castilho y su editora y correctora Magdalena Sagarra, quien fue “muy cuidadosa y respetuosa con su texto”. El poemario busca atravesar el cuerpo y la sensibilidad de quienes lo leen y visibilizar que “se vive y se sobrevive con otras realidades” más allá de las “cisheteronormadas y las normadas desde la no locura”, afirmó Mahía a la diaria.
El proceso de escritura y de ilustración empezó antes de que Harta decidiera ser una editorial, según contó la autora. Con Castilho se conocieron en el proyecto Florecer –una iniciativa solidaria que propone realizar tatuajes a precio de costo para tapar cicatrices hechas intencionalmente–, y comparten “padeceres similares” y la pasión por el arte. Tras leer algunos de los poemas que publicó Mahía en sus redes sociales, Castilho le dijo que “tenía ganas de ilustrarlos”. Los colores rojo y negro de las ilustraciones fueron elegidos por ambas y Castilho propuso algunas texturas como pasteles y crayones para mostrar “una textura bien cruda”, similar a los temas principales del poemario: “la locura (depresión, manía, ansiedad), la erótica lésbica, y el amor y los corazones rotos”.
Para Mahía fue “ideal” publicarlo a través de Harta, ya que le permitió tener “una libertad muy grande como autora”, algo que pretenden sostener como editorial. Su inspiración y deseo de publicar nacen a raíz de leer a las escritoras Cristina Peri Rossi (uruguaya) y Vir Cano (argentina), que le demostraron que había espacio para hablar de estos temas.
Mahía dijo que, en comparación con el lanzamiento de la revista digital Harta en 2018, ahora están más organizadas y con otras expectativas. Parten de una “cabeza más realista” enfocada en lo que “realmente podemos, queremos y nos gusta hacer”, lo que hace que estén “igual o más entusiasmadas” que hace cinco años.