La historia que relata esta nota es compleja y por momentos parece entreverada, aunque podría resumirse de una manera muy sencilla: es el recorrido de una madre que quiere ver a su hijo. Ese es el pedido que viene replicando desde 2018 esta mujer a quien llamaremos Luz –para preservar su identidad– ante la Justicia. Pero el proceso judicial sólo puso más trabas en el camino hacia la revinculación con Agustín –tampoco es su nombre real– y en 2022 decidió denunciar al Estado uruguayo ante el Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (Cedaw) por incumplir los compromisos internacionales asumidos para la protección de los derechos de las mujeres.
El 5 de abril de 2023, la Cedaw le notificó que solicitó al Estado uruguayo “tomar las medidas necesarias para garantizar la ejecución del derecho de visitas con su hijo”, así como “protegerla ante cualquier ataque que pueda sufrir a su vida o integridad”, según se lee en el documento enviado por el organismo de Naciones Unidas, al que accedió la diaria. Sin embargo, por motivos que veremos más adelante, ella hoy sigue sin ver a Agustín.
La última vez que compartió tiempo con él fue el 7 de julio de 2018, cuenta Luz a la diaria. En ese entonces, el niño tenía nueve años. Hoy es un adolescente de 16. Entre un momento y otro, hubo denuncias cruzadas, múltiples audiencias, distintas resoluciones judiciales, varias medidas que se cumplieron y otras que no. Después de seis años y sucesivas frustraciones, y con la resolución de la Cedaw que la ampara, ella decidió acudir a la prensa para dar a conocer su periplo y, sobre todo, que sus palabras lleguen al hijo de alguna manera.
“No conozco a mi hijo adolescente; lo vengo buscando desde hace muchos años, y lo vengo buscando por amor”, asegura Luz, que en ocasiones se refiere a lo que está viviendo como la “pérdida de un hijo en vida”. “No lo busco porque yo soy la mamá y estoy obligada a hacerlo. Lo hago porque yo quiero, porque no me imagino una vida sin mi hijo, y porque tengo amor para dar”, agrega.
Cronología del proceso
Luz intenta ordenar los hechos antes de empezar a hablar. Hace un salto en el tiempo y cuenta que se separó de su expareja en marzo de 2009, seis meses después del nacimiento de Agustín, por una situación de violencia de género que se sumó a otras que no denunció. En ese entonces, ambos firmaron un acuerdo que definió que ella se quedaba con la tenencia, él tenía que pasarle una pensión con la retención de 25% de su sueldo y se establecía un régimen de visitas para ser ampliado en la medida en que el niño fuera creciendo.
Todo esto se cumplió hasta marzo de 2018, cuando Luz le comunicó al padre del niño que su pareja, con quien tenía una relación desde hacía seis años, iba a convivir con ellos. A partir de ese momento, se “endurecieron los insultos y ataques” y él empezó a exigir ver al niño por más tiempo porque quería ser el “hombre de referencia en la vida” de su hijo, relata ella. Señala que entonces empezó una escalada que siguió con intentos de “dilatar” cada vez más el retorno del niño a la casa de su madre durante las visitas y terminó con el mensaje de que Agustín “no quería ir más” a su casa.
Luz relata que después de varios “mensajes violentos” del padre del niño y amenazas de que iba a “quitárselo”, hizo la denuncia por violencia doméstica en la Comisaría de la Mujer. En este momento es que “se prendió la mecha” –describe– y, en una de las dilaciones, el niño pasó diez días sin volver a la casa de la madre, con el pretexto esgrimido por el padre de que “no quería ir más”.
Frente a esa situación, Luz hizo una denuncia por restitución, con el objetivo de que se cumpliera el acuerdo de 2009 y el niño retornara a su casa. Pero en un giro inesperado, a los dos días, el padre de su hijo “lo llevó” al Juzgado de Familia Especializado a radicar una denuncia por “mamá violenta”, cuenta ella.
De acuerdo con la declaración judicial, a la que tuvo acceso la diaria, el niño dijo que su madre ejerció “malos tratos verbales y físicos” en su contra y que “siempre reaccionó de forma desmedida frente a circunstancias cotidianas”. Ella reconoce que en aquel momento, por el contexto que atravesaba, estaba “más irritable” y “totalmente desesperada”, pero niega haber ejercido actitudes violentas contra su hijo.
Luz afirma que en declaraciones que Agustín brindó en años siguientes, él fue “suavizando” esas acusaciones. Según se lee en la transcripción de su última declaración ante la Justicia, que tuvo lugar el 1º de noviembre de 2024, el adolescente dijo que, desde que él manifestó su deseo de vivir con el padre, su madre “empezó a maltratarlo”, “hablaba de mala manera” y “se enojaba bastante seguido”. Esta vez aclaró que “nunca le pegó” ni le “tiró cosas”. También dijo que “no sentía miedo de verla”, pero que no le interesaba tener contacto. En más de una ocasión insistió en que ella “no se disculpó nunca”.
Tras la denuncia contra Luz y con base en la primera declaración del niño, la Justicia resolvió en mayo de 2018 otorgarle la tenencia provisoria al padre y se definió para la madre un régimen de visitas de un fin de semana cada dos semanas y una noche a la semana. “Esto se cumplió dos semanas nomás”, resalta ella: “La primera tarde que me tocaba, que tenía unos nervios terribles porque hacía un montón que no lo veía, lo fui a buscar al club y se quedó en casa, y después un fin de semana”.
Luego de esas dos visitas, el padre del niño declaró que incumpliría el régimen de visitas establecido por el Juzgado Especializado porque el niño vivía situaciones de violencia. En agosto de 2019, Luz firmó un convenio por el que cedió la tenencia total a cambio de la revinculación con el hijo, pasarle una pensión alimenticia con retención de 20% de su sueldo y pagar 50% de la terapia. “Yo estaba desesperada, hacía un año y medio que no veía a mi hijo y no entendía qué era lo que estaba sucediendo”, cuenta sobre el contexto en el que firmó ese acuerdo, que hoy en día reconoce como “desfavorable”. Insiste en que si bien ella cumple “siempre en regla” con su parte, la revinculación sigue estando pendiente.
En este escenario, asumiendo que las vías locales se empezaban a agotar, decidió recurrir a un organismo internacional. En 2021 inició el proceso junto con el estudio del abogado Gonzalo dos Santos y en diciembre de 2022, luego de un año de investigación, ingresó la denuncia ante la Cedaw.
La denuncia contra el Estado
Luz denuncia al Estado por el incumplimiento de normativas internacionales que Uruguay ratificó para la protección de los derechos de las mujeres. “Lo que denuncio es que no puedo ejercer mi derecho a ejercer mi maternidad, que recibo violencia de género, violencia institucional, violencia económica y que el Estado es omiso a mis reclamos”, sintetiza.
Para ella, es “central” remarcar que su “gran pelea es con el Estado” y que no tiene “otro contrincante”. “Él es el padre de mi hijo y va a ser el padre de mi hijo siempre, entonces no siento que esto sea un ring en donde está él y estoy yo. Para mí esto es otra cosa: hay un Estado que lo que hace es perpetuar la violencia de género, permitirla, y dilatar el proceso judicial, que eso es violencia también”, señala Luz.
El 5 de abril de 2023, la Cedaw le notificó que había aceptado su caso y pedido al Estado “garantizar la ejecución del derecho de visitas con su hijo” y “protegerla ante cualquier ataque que pueda sufrir a su vida o integridad”. Para eso, solicitó “como medidas cautelares el restablecimiento del vínculo a través del Instituto Nacional del Niño y Adolescente [INAU]”. Ese informe del organismo de Naciones Unidas también señala que, “ante las presuntas denuncias de agresiones” contra Luz por parte del padre del niño, “la familia de la víctima hubiese sido la mejor opción de cuidado frente a un hombre violento, con una clara postura de rechazo hacia la figura de la mujer”.
Esta solicitud de la Cedaw llegó a la cancillería, que la derivó a distintas instituciones involucradas: la Suprema Corte de Justicia (SCJ), el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) del Ministerio de Desarrollo Social y el INAU.
Seis meses después, el 5 de octubre, la cancillería envió los informes de todas las instituciones y, con base en ese contenido, solicitó al comité internacional que declare la “inadmisibilidad y/o el archivo” del caso, por entender que “no surgen elementos que permitan interpretar la vulneración de derechos que se señala”, según consta en el documento, al que accedió la diaria, junto con los demás.
La respuesta más contundente es la de la SCJ, que alegó que si bien Luz “se esforzó por superar conductas pasadas de reacciones disruptivas e inadecuadas con su hijo, generó en él actitud de rechazo y alejamiento, acentuado por su incesante insistencia”. Concluyó que “del cúmulo de procesos tramitados se evidencia una clara negativa del hijo adolescente a la revinculación materno-filial, a pesar del abordaje terapéutico”, y que “no puede forzarse la voluntad del joven a un reencuentro no querido por él mismo”.
En tanto, Inmujeres respondió que no tiene “competencias” para “adoptar medidas necesarias para la ejecución del derecho de visitas” que solicitó la Cedaw ni para proteger a Luz, algo que “se está dilucidando en las sedes competentes del Poder Judicial, con las garantías del debido proceso”. Además, puso a disposición sus servicios de atención a mujeres en situación de violencia de género.
Por su parte, el INAU reportó que no pudo mantener un encuentro con Agustín porque “su progenitor no lo habilitó”, con el argumento de que no había una resolución judicial que obligara la intervención, y señaló que, ante los intentos, el hombre se mostró “poco colaborativo” e “irritable”. A su vez, el organismo indicó que de los expedientes judiciales se desprende que el padre del adolescente “no habría promovido el vínculo” entre él y su madre, “incluso aunque judicialmente se acuerda iniciar este proceso”. De todas formas, y en línea con las demás instituciones, concluyó que la habilitación de las visitas debe resolverse en el ámbito judicial, donde debería “valorarse la voluntad del adolescente”.
La respuesta de la madre
Luz envió su respuesta a la Cedaw unos días después. En un documento de 44 páginas, que pudo leer la diaria, reafirmó que Uruguay ejerce “violencia institucional” al no cumplir con la ejecución del derecho a visitas, como mandató el comité. A su vez, señaló “obstáculos de acceso a la Justicia” y una formación de los magistrados que “no fue suficiente” para detectar “abusos y violencia” en su contra. Aseguró también que calificar su conducta de “disruptiva” es una “clara evidencia de la violencia de género institucional” que denuncia.
La mujer cuestionó en particular el argumento de que es necesario contemplar el interés superior del niño, esgrimido por el Estado para denegar el derecho a las visitas. Entre otras cosas, mencionó que es “muy difícil” plantear que el adolescente está en “pleno ejercicio de su libertad” cuando está bajo la tutela de una persona que ejerció violencia contra ella, manifestó “probadas expresiones de odio” en su contra y también “repulsión a la defensa de los derechos de las mujeres y disidencias en general”.
“Respeto el principio de autonomía progresiva de su voluntad, pero también a que crezca en un ambiente libre de todo tipo de violencia, sometimiento y sujeción que le impida expresarse libremente”, así como que “disponga de los medios y condiciones suficientes para la libre toma de decisiones”, agregó la madre en el texto.
Además, recordó que ella manifestó estar abierta a la posibilidad de ver a su hijo bajo la supervisión del Estado. De hecho, es lo que está buscando ahora: en julio de 2024 presentó ante un juzgado las medidas cautelares que solicitó la Cedaw junto con el pedido de que exista una revinculación con la intermediación del Departamento de Asistencia Social (DAS), dependiente del Instituto Técnico Forense del Poder Judicial. “Es decir, que se dé un encuentro supervisado, porque entiendo que pasaron muchos años [...]. Me parece que en una institución que sea neutral es mucho mejor para los dos poder mantener una charla; conversar las cosas es lo más sano”, explica Luz.
Ese mes, el DAS decretó que se le debe hacer una pericia social al adolescente y evaluar si es posible la revinculación. Hasta el momento no se hizo.
Ahora una jueza de feria tomó el caso y ordenó al DAS mandar un informe detallando los motivos por los que no se hizo esa pericia. Esa respuesta abrirá otra etapa del proceso.
“Aspiro a recuperar el amor de mi hijo”
Consultada sobre cuál es su horizonte a alcanzar, después de tantos años de trámites y traspiés, Luz responde: “Yo aspiro a recuperar el amor de mi hijo. Quiero que sepa que tiene una mamá, una mamá que lo quiere, que la pelea acá, que se va hasta la ONU y la pelea en la ONU, y que si pudiera la pelearía en la luna igual, pero que no lo hago porque tengo el título de mamá, lo hago porque quiero; lo hago porque lo quiero y porque me encantaría conocer a este adolescente. Verlo, charlar, que me cuente cómo le va, que sepa que tiene su cuarto intacto como lo dejó, incluso el libro que estábamos leyendo juntos está ahí, con el marcador. ¿Por qué? No porque sea algo que quiero preservar como un museo, es porque así como tiene su cuarto en casa, en mi vida tiene su espacio y es un espacio de total amor. Yo lo hago por amor”.
En lo práctico, lo que espera es que se concreten las visitas supervisadas y sean “un reencuentro” para “reconocer” las “cosas hermosas” que vivieron juntos antes de todo esto y también las que vivieron en los últimos años. “Quiero saberlo todo de él. Que él sepa que yo lo quiero. Para pedir perdón uno tiene que poder charlar, porque pasaron tantas cosas en el medio, está todo tan desdibujado, que quizás necesitamos mirarnos realmente y no por intermedio de otro. Donde él quiera, como sea. Diez minutos, 15 minutos. Un mensajito, una carta, una foto”, propone. Cuenta que le escribió una carta por cada cumpleaños en que no lo vio. Las tiene todas guardadas en un cajón.