Uruguay se consolida como un destino atractivo para la inversión y las expectativas son “extremadamente prometedoras y dinámicas”. En ese contexto, se enfrenta al desafío de que la tecnología y los nuevos modelos de acceso al equipamiento están redefiniendo la lógica del sector de la construcción.
Así lo explicó a la diaria Ronaldo Rizzi, el vocero de la cadena Casa do Construtor, una empresa brasileña especializada en alquiler de equipos para construcción ligera, reformas y mantenimiento. Rizzi señaló que en un ambiente regional marcado por la volatilidad, Uruguay se ha convertido en un “puerto seguro” para las inversiones en América Latina gracias a su “estabilidad jurídica y económica envidiable”.
Consultado sobre las perspectivas para la construcción, Rizzi aseguró que, pensando en 20 años para delante, el sector tendrá un “futuro industrializado, verde y digital”. “Uruguay, con su estabilidad y foco en la innovación , será un hub regional de construction tech, exportando no sólo servicios de arquitectura e ingeniería, sino soluciones tecnológicas para el mundo. El futuro es brillante para quien invierta ahora”, recalcó.
Los edificios serán “usinas de energía”, generando más electricidad de la que consumen y construidos con “biomateriales locales”, afirmó. “Dentro de 20 años, la construcción en Uruguay y en la región será mayoritariamente off-site (modular), donde partes de los edificios se fabrican en entornos controlados y sólo se ensamblan en el lugar, reduciendo el tiempo de obra a la mitad”, indicó.
Con respecto a la realidad actual del sector, el coordinador de expansión internacional de la empresa brasileña destacó que se vive un gran presente con grandes desafíos por delante.
“Datos recientes indican que la construcción civil ha sido uno de los motores del producto interno bruto uruguayo [PIB], traccionada tanto por obras de infraestructura pública (carreteras y saneamiento) como por la inversión privada residencial, apalancada por la Ley de Vivienda Promovida”; aseguró, con base en estimaciones de la Cámara de la Construcción del Uruguay (CCU) e informes de Uruguay XXI, que el sector ha mantenido niveles récord de empleo directo, superando la barrera de los 50.000 trabajadores formales en diversos momentos recientes.
“En la región, mientras los vecinos enfrentan volatilidad, Uruguay se destaca por la previsibilidad, atrayendo capitales argentinos, brasileños y europeos que buscan activos reales de valorización constante. Es un círculo virtuoso de crecimiento sostenido”, afirmó.
Ronaldo Rizzi, coordinador de Expansión Internacional.
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Sostenibilidad y materiales verdes
Rizzi remarcó que hablar de sostenibilidad en la construcción actualmente es referirse a “eficiencia integral y ciclo de vida”. “No se trata sólo de usar un ladrillo ecológico, sino de cómo el edificio respira y opera durante los próximos 50 años. En Uruguay, que ya es líder mundial en transición energética con más del 90% de su matriz eléctrica renovable, la construcción sostenible significa proyectar edificios que consuman la mínima energía posible, gestionen el agua de forma inteligente y proporcionen bienestar a los ocupantes (calidad del aire y confort térmico)”.
Por tanto, el experto consideró que hablar de sostenibilidad también significa adaptar la construcción en términos de economía circular, planificando la obra para reducir desperdicios y pensar en la futura reutilización de los materiales. “Para el inversor, esto se traduce en activos más resilientes, con menores costos operativos y mayor valor de reventa”, añadió.
Consultado sobre las prácticas sostenibles que se están adoptando en Uruguay, remarcó que las empresas están avanzando “rápidamente” en materia de certificaciones internacionales y en la incorporación de la madera de ingeniería.
“El gobierno uruguayo ha incentivado fuertemente la construcción en madera, aprovechando la vasta silvicultura nacional, lo que posiciona al país a la vanguardia de la descarbonización de la construcción en América del Sur. La gestión de residuos en obra también ha mejorado significativamente”, agregó.
No obstante, dijo que la “asignatura pendiente” está en la industrialización a gran escala del reciclaje de hormigón y en la reducción de la huella de carbono del transporte logístico de materiales, algo que remarcó como una “gran oportunidad para el país”.
“Con el avance de la electromovilidad en el país, esa brecha está a punto de cerrarse, haciendo que el proceso constructivo sea casi neutro en carbono en un futuro cercano”, añadió.
Consideró que la sostenibilidad se ha vuelto una “ventaja competitiva indispensable”, y la visión de que es un “costo extra quedó en el pasado”.
“Hoy, los fondos de inversión internacionales y los compradores finales exigen criterios ESG [ambientales, sociales y de gobernanza, por su sigla en inglés]. Los inmuebles sostenibles en Uruguay han demostrado tasas de vacancia menores y mayor velocidad de venta. Además, el gobierno ofrece beneficios fiscales para proyectos que cumplen metas de eficiencia energética. Por lo tanto, ser sostenible no es sólo ético, es financieramente inteligente. Quien no se adapta, pierde valor de mercado; quien lidera, atrae el capital más calificado”, remarcó.
El papel de la tecnología
Rizzi sostuvo que la tecnología está teniendo un rol clave en la transformación del sector de la construcción.
“La tecnología es el gran catalizador de la productividad. Estamos viendo la consolidación del BIM [Building Information Modeling o modelado de información para la construcción, en español] en Uruguay, que permite construir el edificio virtualmente antes de colocar el primer ladrillo, eliminando errores y sobrecostos”, señaló.
Además, el uso de drones para topografía, sensores de IoT (Internet de las Cosas) para monitoreo de estructuras y software de gestión integrados están transformando “obras caóticas en líneas de montaje precisas”, añadió.
“La tecnología aporta transparencia para el inversor, que puede seguir el avance físico-financiero de la obra en tiempo real, aumentando la confianza en el mercado”, remarcó.
Consultado sobre si el acceso a la tecnología sigue siendo un privilegio de las grandes empresas, señaló que su uso se está “democratizando de forma acelerada”. “La computación en la nube y los dispositivos móviles han puesto herramientas poderosas en manos de todos. Hoy, un capataz usa una aplicación en el celular para gestionar pedidos de materiales o verificar planos digitales”.
“Existen startups uruguayas y soluciones regionales ofreciendo software as a service (SaaS) a costos muy accesibles. La barrera de entrada ha caído drásticamente, y la cultura de innovación está permeando desde los grandes desarrolladores hasta los subcontratistas especializados”, consideró.
Asimismo, dijo que la tecnología puede ser una aliada para mejorar la calidad del empleo en la construcción y aseguró que “humaniza” el sector al automatizar tareas pesadas, peligrosas o repetitivas, reduce accidentes y enfermedades laborales.
“La operación de máquinas modernas, por ejemplo, se realiza en cabinas climatizadas y ergonómicas o incluso de forma remota. Esto exige una mano de obra más calificada, lo que conlleva mejores salarios y mayor valoración profesional. Estamos atrayendo a una nueva generación de jóvenes que no querían cargar peso pero que están entusiasmados por operar drones, modelar en 3D o gestionar robots de construcción. Estamos transformando el trabajo físico en trabajo intelectual y técnico”, afirmó.
Alquiler de equipos
El mercado de alquiler de equipos, rubro al que se dedica Casa do Constructor, presenta un crecimiento sostenido en la región. En América Latina, de acuerdo con Grand View Research, alcanzará los 7.600 millones de dólares hacia 2030, con incrementos anuales cercanos al 5%. Análisis de Reports & Data anticipan incluso tasas superiores (6%) hacia 2034.
En este sentido, Rizzi consideró que en América Latina se está viviendo un “cambio de paradigma” enfocado en la eficiencia del capital. “Las empresas se dieron cuenta de que inmovilizar grandes sumas de dinero en la compra de maquinaria reduce su liquidez y capacidad de inversión en nuevos proyectos. El modelo de alquiler transfiere la responsabilidad del mantenimiento, la depreciación y la logística al arrendador. Esto garantiza que la constructora tenga siempre el equipo más moderno y adecuado para cada fase de la obra, sin costos ocultos por tiempos inactivos”, explicó.
En Uruguay, donde la eficiencia es clave para el margen de ganancia, esta flexibilidad operativa ha sido el “gran motor del crecimiento del mercado de renta”, agregó.
Consideró que este modelo permite democratizar el acceso a la tecnología para pequeñas empresas y obras de menor escala. “Es el gran factor de inclusión del modelo. Antiguamente, sólo las grandes constructoras podían comprar una excavadora de última generación con telemetría avanzada. Hoy, a través del alquiler, una pequeña empresa o un contratista individual puede utilizar esa misma máquina por unos días o semanas. Esto nivela el terreno de juego, permitiendo que las pequeñas y medianas empresas ejecuten obras con la misma calidad, velocidad y seguridad que los gigantes del sector, fortaleciendo toda la cadena productiva nacional”, remarcó.