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¿Cómo eran nuestras vidas antes de la llegada del agua potable?

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La decisión del gobierno de empezar a mezclar agua del Río de la Plata con la del Santa Lucía para abastecer la zona metropolitana generó un descontento muy grande entre la población, descontento que seguramente irá aumentando con el paso de los días. Pero ¿qué opinarían las personas que se quejan si les dijéramos que en el Montevideo antiguo, allá por el año 1310, no existía el agua potable? Pues bien, así era. En el siglo XIV (período conocido como la Belle Époque montevideana) ni las casas ni los edificios de apartamentos tenían canillas de OSE. ¡Ni siquiera las estaciones de servicio las tenían! Quizás una mirada a cómo se vivía hace 700 años pueda servirnos de consuelo para atravesar esta crisis hídrica.

La gente iba a comprar agua Salus en carretas cuando había sequía

En aquellos tiempos no existían los automóviles, por lo que las personas iban al supermercado caminando o en carretas. El problema era que en el Montevideo de entonces no había un supermercado en cada esquina, como ahora, y para colmo la mayoría no aceptaba tarjeta de débito. Cuando el agua se acababa, no había más remedio que ir a buscarla en carreta.

Las personas que tenían caldera eran consideradas hechiceras

Contrariamente a lo que se podría pensar, en los tiempos pre OSE el mate no era muy popular. Para la inmensa mayoría de las personas, calentar el agua era un lujo inaccesible, por lo que el mate se hacía con agua fría. Pero esto no sólo reducía significativamente su sabor, sino que además era muy peligroso, debido a las enfermedades transmitidas por el agua no potable. Las calderas capaces de hervir el agua se veían como objetos mágicos y quienes las poseían eran considerados depositarios de poderes sobrenaturales.

La obesidad era una pandemia porque todo el mundo tomaba Coca Cola

Muchos creen que en aquella época las personas eran más delgadas que ahora y prácticamente no se veían gordos por la calle. Pues no. En realidad, como las personas no tenían la posibilidad de cambiar la Coca Cola por agua dulce cuando este recurso escaseaba, no tenían más remedio que tomarla. De hecho, los médicos recomendaban consumir ocho vasos de esta gaseosa por día. ¿Suena loco? Sí, pero el Montevideo del Siglo de las Luces era así.

El agua salada era considerada asquerosa por todo el mundo

Si uno de aquellos montevideanos hubiese viajado en el tiempo hasta nuestros días y viese que estamos tomando agua salada, se caería de espaldas. Es que en el 1300 cualquiera podía ir al Miguelete o al Pantanoso y beber agua de allí tal como hacían los caballos y los apaches. De hecho, las únicas personas que tomaban agua salada de mar eran los prisioneros sometidos a tormentos. De ahí es que viene la expresión “¡Qué salado!”, que inicialmente tenía una connotación exclusivamente negativa, pero luego, tras la llegada al poder del comunismo bienpensante, en 1789, se decretó que debía ser usada también para referirse a cosas buenas.

Julio María Sanguinetti y Jorge Batlle eran amigos

En el siglo XIV estos dos expresidentes no eran figuras de peso dentro del Partido Colorado, sino unos jóvenes y promisorios dirigentes. En general, coincidían en todos los temas, pero las primeras diferencias surgieron cuando Sanguinetti tuvo la idea de crear una compañía estatal que distribuyera agua potable entre la población. Para Batlle, esta idea era absolutamente incompatible con el proyecto liberal que estaba planeando para Uruguay. Además, Batlle tenía la sospecha de que su correligionario quería crear una empresa estatal simplemente para colocar a su hijo Julio Luis, que en ese momento había perdido su trabajo como gestor de permisos para cazar gliptodontes luego de un sonado escándalo de corrupción. La relación entre ambos dirigentes nunca volvió a recuperarse, algo que marcó al Partido Colorado por los siguientes 900 años, que aún no terminaron.

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