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Protesta de veteranos argentinos de la guerra de las Malvinas frente a la Corte Suprema de Justicia en Buenos Aires, el 22 de marzo.

Foto: Juan Mabromata, AFP

Malvinas 40

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“Ficción orientadora”.

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La guerra por las islas del Atlántico Sur, que se cobró la vida de 1200 argentinos, la mitad de ellos en el campo de batalla, sigue siendo una gran pregunta que cuestiona las certezas políticas de ese país sudamericano.

“La historia nacional contada en clave épico-patriótica (como la aprendimos en la escuela y aún se enseña, como funge como sentido común) no alcanza con su paleta a plasmar la complejidad de matices que un hecho histórico como la guerra de 1982 significa”, sostiene el historiador Federico Lorenz1. Para dar cuenta de esa complejidad, el colaborador habitual de la edición Cono Sur de Le Monde diplomatique explica que “Malvinas es la gran ficción orientadora de la Argentina”2.

En los quioscos colgaban las portadas de las revistas Tal Cual que mostraban a la premier británica Margaret Thatcher con bigote de Adolf Hitler o dientes de vampiro. Las portadas de Gente o Siete Días habían dejado de exhibir a la farándula que solía poblar los veranos de Punta del Este o Mar del Plata para dar lugar a optimistas fotografías de una victoria militar inminente. El documental 1982 (Lucas Gallo, 2020) muestra las aristas más exacerbadas de esa propaganda, complementando los valiosos intentos de “entender Malvinas” que han hecho el cine de ficción con Iluminados por el fuego (Tristan Bauer, 2005), la literatura con Los Pichiciegos (Rodolfo Fogwil, 1983), el periodismo con Los viajes del Penélope (Roberto Herrscher, 2007) o el ensayo histórico con Unas islas demasiado famosas (Federico Lorenz, 2013).

En ese ecosistema destaca Campo minado, una obra de teatro documental de Lola Arias sobre la Guerra de las Malvinas: tres ex combatientes argentinos y tres británicos, incluido un gurkha nepalí que luchó en las tropas coloniales, se están presentando hasta el 24 de abril en el Teatro San Martín de Buenos Aires. Estrenada en Londres en 2016, y desde entonces presentada periódicamente en Gran Bretaña y en Argentina, es uno de los ejemplos mejor logrados, y menos tributario de las simplificaciones, de los intentos de ambas sociedades de lidiar con un conflicto que costó la vida -en sus 74 días de duración- de 649 soldados argentinos, 255 soldados británicos y 3 civiles isleños. A esa estadística hay que agregarle los suicidios, de los que no existe una estadística oficial aceptada, aunque las asociaciones de veteranos calculan en cerca de 500 los ex combatientes argentinos que se han quitado la vida.

La guerra de las Malvinas comenzó el 2 de abril de 1982, con el desembarco de las tropas argentinas, y culminó el 14 de junio de ese mismo año con la rendición de quienes habían recuperado efímeramente el archipiélago. Fue el episodio más dramático de un reclamo que tiene casi dos siglos. Según la cancillería argentina, la llamada Cuestión de las Islas Malvinas es una “disputa de soberanía entre la República Argentina y el Reino Unido por las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sandwich del Sur y los espacios marítimos circundantes” que tiene su origen el 3 de enero de 1833 “cuando el Reino Unido, quebrando la integridad territorial argentina, ocupó ilegalmente las islas y expulsó a las autoridades argentinas, impidiendo su regreso así como la radicación de argentinos provenientes del territorio continental”3. La Constitución del país sudamericano tiene incorporada desde 1994 una disposición transitoria donde se sostiene que “la recuperación de dichos territorios y el ejercicio pleno de la soberanía, respetando el modo de vida de sus habitantes y conforme a los principios del Derecho Internacional, constituyen un objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino”.

La guerra de 1982, vivida inicialmente con intensidad y apoyo popular, fue desatada por una dictadura militar surgida del golpe de Estado de 1976, responsable de graves violaciones a los derechos humanos, incluida la muerte y desaparición de treinta mil personas. Fue, a la vez, el comienzo del fin de esa dictadura. Tras la derrota en el campo de batalla al que habían enviado a 23 mil jóvenes, mal pertrechados y faltos de entrenamiento, a luchar contra uno de los principales ejércitos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), los militares argentinos se vieron obligados a dar paso a elecciones democráticas. O como dice Lorenz: el “efecto positivo” de la derrota, “todavía no completamente resuelto, es que deslegitimó a las Fuerzas Armadas en su rol de árbitros políticos de la Argentina y abrió la puerta para que se pensara el rol de los militares en la represión ilegal”4.

Rafael Trejo, redacción de Le Monde diplomatique, edición Uruguay


  1. Federico Lorenz: “Hay más cuadros que bajar”. Le Monde diplomatique edición Cono Sur, marzo de 2012. 

  2. Daniel Pardo. Entrevista con Federico Lorenz: “Si de repente llama la reina y nos devuelve las islas, no sabríamos qué hacer”. BBC, 2 de abril de 2022. 

  3. “La Cuestión de las Islas Malvinas” en www.cancilleria.gob.ar 

  4. Federico Lorenz: artículo citado. 

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