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Ferdinand Marcos (centro) como presidente de Filipinas, su esposa Imelda y su vicepresidente, Arturo Tolentino, el 16 de febrero de 1986, en Manila.

Foto: HO / AFP

El regreso del clan Marcos

9 minutos de lectura
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Un archipiélago que oscila entre China y Estados Unidos.

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Símbolo de opresión, corrupción y del lujo más ostentoso en los años 1970 y 1980, el matrimonio Marcos cautivó a Occidente: ¿quién no escuchó hablar de los miles de pares de zapatos de Imelda? Sin embargo, 36 años después del derrocamiento de la dictadura dinástica filipina, el hijo Ferdinand Bongbong Marcos Jr. posibilitó el regreso de la familia al poder, ahora de forma democrática.

El 9 de mayo, más de 55 millones de filipinos acudieron a las urnas para elegir a casi todo el personal político del archipiélago, desde el presidente y el vicepresidente hasta los concejales municipales. Estas elecciones de una sola vuelta, que enfrentaron a diez candidatos a la presidencia y nueve a la vicepresidencia, batieron todos los récords de participación electoral con un índice del 83 por ciento.

Con más de 31 millones de votos (casi el 60 por ciento del total), Ferdinand Bongbong Marcos Jr. obtuvo una victoria aplastante sobre su principal oponente, la vicepresidenta saliente María Leonor Leni Robredo (14 millones de sufragios, es decir, el 28 por ciento). Esta victoria es una doble revancha. En primer lugar, personal: en 2016 Robredo quedó por delante de él en las elecciones a la vicepresidencia, cuyos resultados impugnó hasta finales del año pasado. En segundo lugar, familiar: permite al clan volver al poder 36 años después de la caída del padre, el dictador Ferdinand Marcos Sr., apartado en febrero de 1986 por la revolución pacífica de EDSA (abreviatura de la Avenida Epifanio de los Santos, donde tuvieron lugar las manifestaciones), y fallecido en el exilio en Hawái, en 1989.

Al regresar a Filipinas tres años más tarde, los Marcos se lanzaron nuevamente a la política. Representando los intereses de la familia, Marcos Jr. obtuvo de forma sucesiva puestos a nivel local (gobernador de la provincia de Ilocos Norte) y nacional (diputado y senador). A pesar de varios intentos no había conseguido llegar a los más altos cargos del Estado, con la esperanza de mejorar la imagen del apellido, asociado con violaciones de los derechos humanos, torturas, desapariciones y malversación de fondos públicos por un valor de al menos 10.000 millones de euros durante el período de la ley marcial, de 1972 a 1984.

Gran amigo de la familia, el presidente saliente, Rodrigo Duterte, que no podía aspirar a la reelección, trató sin embargo a Marcos Jr. con desprecio. Incluso se dice que le disgustó mucho ver a su hija Sara aliarse con quien calificó, sin nombrarlo directamente, de “líder débil” y “consumidor de cocaína”. No obstante, la fórmula Marcos-Duterte consagró la alianza entre el norte del país y el sur (isla de Mindanao),1 lo que le permitió corear el lema de “¡Unidad del país!” a lo largo de toda la campaña. Sara Duterte también fue elegida vicepresidenta con una amplia mayoría (62 por ciento de los votos).

¿Tendrá el regreso de la familia Marcos un impacto en la política exterior del país y, por tanto, en la escena internacional? Durante la campaña electoral, Marcos Jr. evitó participar en la mayoría de los debates y entrevistas de televisión, que consideraba sesgados a favor de Robredo. Por esa razón se difundió poca información sobre su programa. Sus contadas intervenciones mantuvieron, de manera meticulosa, un velo sobre las futuras relaciones con los dos poderes globales rivales, Estados Unidos y China.

Idas y vueltas

En una entrevista otorgada a la radio DZRH, por ejemplo, el futuro presidente consideró “ineficaz” el laudo de la Corte de Arbitraje de La Haya sobre el litigio del Mar de China Meridional del 12 de julio de 2016, aunque fuera favorable a Manila en detrimento de Pekín,2 ya que el gobierno chino nunca lo reconoció. Y añadió: “Introducir a Estados Unidos en el juego es asegurarse tener a China como enemigo. Creo que podemos llegar a un acuerdo con ella. De hecho, la gente de la embajada china es mi amiga y hablamos de todo esto”.3

Unos días después, dio marcha atrás. Reafirmó la importancia crucial de la decisión de arbitraje que confirma los derechos marítimos de Filipinas y su firme determinación de no ver “invadido” ningún centímetro cuadrado del territorio marítimo. Por supuesto, el gobierno debería “estar en constante comunicación” con su vecino, pero con “voz firme”. Incluso aseguró que podría enviar a la guardia costera y a la marina para proteger los intereses de los pescadores filipinos.

El candidato presidencial destacó la importancia de la “relación especial” con Estados Unidos y del Tratado de Defensa Mutua de 1951, que obliga a ambos países a la defensa mutua en caso de que el territorio (o los símbolos del Estado, como un buque de guerra) de uno de ellos se vea atacado. Pero ante la pregunta sobre una posible adhesión al Diálogo de Seguridad Cuadrilateral (QUAD), considerado un arma estadounidense contra China, declaró: “Debemos trazar nuestro propio camino y, por tanto, dependerá realmente de lo que haya allí, de lo que digan estos acuerdos [...], de lo que hagan nuestros otros socios por Filipinas”.4

Aunque muy a menudo ha sido descrito por sus oponentes como un testaferro de Pekín, su política externa podría ser más compleja y estar inspirada en la de su padre, en un contexto geopolítico diferente. En efecto, contrariamente a sus apodos de “American Boy” o “marioneta” de los estadounidenses, Marcos Sr., elegido en las urnas en 1965, y luego en 1969, antes de imponer la ley marcial en 1972, lanzó en plena Guerra Fría numerosas operaciones diplomáticas, a menudo clandestinas, para gran disgusto de Washington. Así, desde finales de los años 60, envió equipos de contacto a la Unión Soviética, Vietnam y China.5

“Tres contra el mundo”

Además, Manila creía desde 1933 que las Spratly le pertenecían, por lo que envió un equipo de soldados para tomar posesión de los islotes en 1968 y reclamó oficialmente todas las islas en 1976.

Algunas de las operaciones clandestinas lanzadas por Marcos Sr. tuvieron consecuencias catastróficas, como la creación de un comando de fuerzas especiales para infiltrarse en la región de Sabah, en Malasia, y luego generar caos allí para crear la oportunidad de intervenir e invadir el territorio que reclamaba desde 1962. La operación fue descubierta, lo que provocó la ruptura de las relaciones con Kuala Lumpur y la génesis de rebeliones musulmanas en Sulu y Mindanao. Frente a Washington, el dictador tampoco dudó en utilizar la amenaza de cierre de las dos principales bases militares estadounidenses y sus 10.000 soldados permanentes para conseguir lo que quería.

Como parte de esta intensa actividad, Marcos Jr. y su madre Imelda fueron enviados a China en 1974, un año antes de que se formalizaran las relaciones diplomáticas. Allí conocieron, entre otros, a Mao Zedong, que entonces tenía 81 años. Este viaje se considera el punto de partida de la fascinación del nuevo presidente filipino por su gran vecino. Las relaciones con el clan Marcos eran tan sólidas que la embajada china en Manila abrió su primer consulado provincial en 2007 en Laoag, la capital de la provincia de Ilocos Norte, feudo de la familia. Su principal objetivo es desarrollar la cooperación bilateral local en un amplio abanico de campos –desde el turismo hasta la cultura– para promover las inversiones o proporcionar apoyo médico.

En junio de 2021, Imelda Marcos recibió de manos del propio embajador chino el premio a la “personalidad destacada que ha fomentado y promovido el entendimiento y la amistad entre los dos países”. Estos vínculos también interfieren en cuestiones de seguridad nacional. Por ejemplo, en enero de 2022, el gobernador de la provincia de Cagayán (norte de Luzón), Manuel Mamba, se opuso a unas maniobras militares conjuntas con Estados Unidos (Balikatan) que iban a ocurrir en parte en su feudo. Su argumento fue que solamente los inversores chinos ayudan al norte de la isla de Luzón y que los ejercicios de fuego reales podrían irritar a las autoridades chinas y disuadirlas de seguir invirtiendo: “Soy realmente prochino. ¿Qué vamos a hacer con los estadounidenses? Ellos [los chinos] son quienes invierten aquí. Ellos [los estadounidenses] no están interesados en nosotros”.6

Sin embargo, Marcos Jr. deberá tener en cuenta las lecciones del “pivote chino” de su predecesor. Durante su viaje a China en octubre de 2016, Duterte esbozó su estrategia: “Me he realineado con su orientación ideológica y también, quizá, iré a Rusia para hablar con el presidente Vladimir Putin y decirle que somos tres contra el mundo: China, Filipinas y Rusia. Es la única vía posible”.7 El objetivo era entonces distanciarse de Washington y normalizar las relaciones diplomáticas, comerciales y de inversión con Pekín.

Vueltas e idas

A cambio de un importante paquete de ayudas públicas de 9.000 millones de dólares, el presidente decidió dejar de lado el laudo arbitral de 2016, que calificó de “pedazo de papel” que sólo servía para tirar a la basura. Al mismo tiempo, anunció el fin del Visiting Forces Agreement (VFA) que autorizaba a las tropas estadounidenses a estar estacionadas en rotaciones desde 1999. Y, a más largo plazo, pretendía acabar con el Tratado de Defensa Mutua.

Cuatro años después, el gobierno de Duterte dio un giro al reconocer la victoria legal en el Mar de China Meridional. El propio presidente, durante su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 23 de setiembre de 2020, confirmó que la decisión de arbitraje era ahora “parte del derecho internacional” y no podía ser impugnada más allá de los gobiernos. También agradeció a los países que habían reconocido oficialmente la decisión, como Malasia, Indonesia, Estados Unidos, Australia, Reino Unido, Francia y Alemania.8 Asimismo, en junio de 2020 renunció a la derogación del VFA y confirmó la continuación de la cooperación entre Estados Unidos y Filipinas en materia de defensa y seguridad.

Este giro diplomático expresa un cierto rencor hacia el presidente chino. De hecho, el ambicioso programa de construcción de infraestructuras del presidente Duterte, denominado Build Build Build, iba a ser financiado, en parte, por ayudas públicas chinas en forma de subvenciones y préstamos a bajo interés. Sin embargo, cuatro años después, solamente se ha desembolsado el 10 por ciento del dinero prometido y se han terminado dos puentes de los 14 previstos. Según Benjamin Diokno, exdirector del Banco Central de Filipinas y nuevo ministro de Economía, los chinos prometieron mucho, pero hicieron poco.9

En realidad, el acontecimiento clave tuvo lugar el 17 de febrero de 2020. Aquel día, la corbeta BRP Conrado Yap, el buque de guerra antisubmarino más sofisticado de la armada, patrullaba las islas Spratly, cerca del arrecife Commodore, cuando fue iluminada repentinamente por el radar de control de fuego de una corbeta china. Aunque los dos buques continuaron sus respectivas rutas sin más incidentes, este acto se considera inaceptable en la práctica militar habitual, ya que puede llevar a un error de cálculo y, luego, a una escalada de tensiones o incluso a un conflicto abierto. Se trata del primer acto hostil directo de un buque militar chino contra un equivalente filipino.

“Compromiso crítico”

La pandemia de covid-19 le permitió al gobierno de Duterte reorientar sus opciones políticas hacia una estrategia de “cobertura” (hedging) más tradicional destinada a suavizar sus relaciones con Pekín y Washington. Filipinas se encontró en el centro de la diplomacia de la vacuna de los dos gigantes. Para atraer el máximo número de dosis e inmunizar al 90 por ciento de los adultos antes de las elecciones de mayo de 2022, el presidente Duterte jugó la carta de amistad con China y acusó a Estados Unidos y otras naciones ricas de monopolizar las vacunas, mientras que los dos secretarios de Defensa y Asuntos Exteriores se centraron en Washington y amenazaron a Pekín con convertir el Tratado de Defensa Mutua de 1951 en una herramienta abiertamente antichina. El resultado fue una afluencia de vacunas chinas (Sinovac y Sinopharm) entre abril y octubre de 2021 y luego mayoritariamente estadounidenses desde noviembre de 2021.

Se espera que Marcos Jr. continúe con la política de “compromiso crítico” con China llevada a cabo por su padre o por el gobierno de Duterte en los últimos dos años, dice Clarita Carlos, exprofesora de Relaciones Internacionales en la Universidad de Filipinas y nueva directora del Consejo de Seguridad Nacional.10 El secretario de Asuntos Exteriores, Enrique Manalo, hijo de diplomáticos y diplomático él mismo, declaró en la conmemoración del 6º aniversario del laudo arbitral: “Rechazamos firmemente cualquier tentativa de sabotear[lo] o incluso erradicarlo de la ley, de la historia y de nuestra memoria colectiva”.11 En su discurso ante la nación, Marcos Jr. confirmó su compromiso de proteger de forma celosa el territorio del archipiélago al tiempo que afirmaba que “Filipinas será amiga de todos y enemiga de nadie”.12

En las Spratly, Reed Bank, con sus considerables reservas de gas, podría convertirse en un importante desafío de cooperación con el vecino chino, debido a las tensiones en el mercado mundial del gas y al programado fin de la explotación del yacimiento de Malampaya (frente a Palawan) que hoy abastece el 40 por ciento de las necesidades de electricidad de la isla de Luzón.

Según el embajador australiano en Manila, Steven James Robinson, que se reunió con el nuevo presidente, este adoptará un enfoque “muy medido y equilibrado” en la disputa con China.13 No puede permitirse perder ni un centímetro de las islas Spratly, un legado directo de su padre.

François-Xavier Bonnet, geógrafo, investigador asociado en el Instituto de Investigación sobre el Sudeste Asiático Contemporáneo (Irasec), autor (con Elisabeth Luquin) de “Philippines. Covid-19 An II”, en Christine Cabasset y Jérôme Samuel (dir.), L’Asie du Sud-Est 2022 : bilan, enjeux et perspectives, Irasec, París, 2022. Traducción: Emilia Fernández Tasende.


  1. Véase Antoine Hasday y Nicolas Quénel, “L’avenir sourit à l’Organisation de l’État islamique”, Le Monde diplomatique, París, abril de 2020. 

  2. Véase François-Xavier Bonnet, “Quand Manille manœuvre”, Le Monde diplomatique, París, mayo de 2017. 

  3. Frances Mangosing, “Marcos presidency a boon for China, awkward for US”, Philippine Daily Inquirer, Makati, 12-5-2022. 

  4. Leila Salaverria, “Marcos supports security dialogue with US, 3 other countries”, Philippine Daily Inquirer, 16-2-2022. 

  5. Entrevista con el general José Almonte, exdirector del Consejo de Seguridad Nacional del presidente Ramos (1992-1998) y una de las figuras de las actividades diplomáticas clandestinas. 

  6. Frances Mangosing, “Pro-China governor opposes PH-US live-fire drills”, Inquirer.net, 13-1-2022. 

  7. “Duterte: it’s Russia, China, PH against the world”, ABS-CBN.com, 20-10-2016. 

  8. “Duterte affirms arbitral win vs China before UN: It’s now part of international law”, Inquirer.net, 23-9-2020. 

  9. “Diokno: China fell short of vow to help finance ‘Build, build, build’”, GMA, www.gmanetwork.com, 28-5-2022. 

  10. “Clarita Carlos advises ‘critical engagement’ with China on West Philippine sea”, Philstar.com, 9-6-2022. 

  11. “Statement of foreign affairs secretary Enrique A. Manalo on the 6th anniversary of the award on the South China Sea arbitration”, Departamento de Asuntos Externos de Filipinas, dfa.gov.ph, 12-7-2022. 

  12. Daniza Fernández, “Bongbong Marcos stands firm on protecting PH waters”, Inquirer.net, 25-7-2022. 

  13. Catherine Valente, “Marcos will ‘tread carefully’ in sea row”, The Manila Times, 18-6-2022. 

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