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Cartel del expresidente de Guinea, Alpha Conde, en Conakry, el 16 de setiembre de 2021.

Foto: John Wessels / AFP

Buenas y malas juntas

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Entre China y Estados Unidos, entre Rusia y Francia, Guinea, gran país minero, se encuentra en el cruce de intereses contradictorios. Esta situación ofrece márgenes de maniobra a las autoridades de transición, que son aprovechados para reprimir a los opositores sin comprometerse en organizar elecciones.

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“No podemos ser el segundo productor [mundial] de bauxita y rebajarnos ante la comunidad internacional”1, lanzó, bravucón, Morissanda Kouyaté, el ministro de Relaciones Exteriores del gobierno de transición guineano, durante una sesión de preguntas ante el Parlamento el 26 de abril. El Comité Nacional de Reconciliación y Desarrollo (CNRD) –la junta dirigida por el coronel Mamadi Doumbouya desde el golpe de Estado del 5 de setiembre de 2021– no parece tener apuro por organizar las elecciones, previstas según el cronograma oficial para 2024, para devolver el poder a los civiles. Desde hace dos años, los golpistas de Conakri no hicieron casi ningún gesto en ese sentido. Más aún cuando sufren pocas presiones internacionales, a diferencia de sus homólogos del Sahel2.

¿Cómo explicar semejante diferencia de trato? Al contrario de los militares que tomaron el Estado en Bamako, Uagadugú y Niamey, la junta guineana optó por mantener relaciones equilibradas con las grandes potencias, lo que le valió cierta clemencia de parte de la “comunidad internacional” y en particular de Estados Unidos y Francia. Dispone para ello de una ventaja importante: la riqueza de su subsuelo. Desde hace décadas, la bauxita y, de modo más reciente, el hierro guineanos atraen a empresas tanto estadounidenses como rusas o chinas. Francia, por su parte, quiere evitar perder un aliado más en la subregión tras sus recientes reveses en el Sahel.

Cada una de las potencias parece estar satisfecha con ese statu quo, mientras que la Comunidad Económica de Estados de África Occidental dispone de pocos medios de presión sobre Guinea. En efecto, a diferencia de Burkina Faso, Mali y Níger, Guinea acuña su propia moneda, goza de un litoral marítimo y de ingresos públicos significativos gracias a su sector minero, que la hacen poco vulnerable a sanciones económicas y financieras subregionales.

Guinea es una parte importante de la geoeconomía de Pekín. El presidente derrocado Alpha Condé (2010-2021) era un aliado valioso para China, y esta no dejó de felicitarlo por su reelección, muy cuestionada, para un tercer mandato en 2020. Bajo su régimen, los intereses económicos chinos estuvieron bien atendidos. Conakri participa en las Rutas de la Seda desde 2018. En el rubro de la bauxita, el consorcio Sociedad Minera de Boké (SMB), creado en 2014 y del cual es accionista Hongqiao, gigante mundial chino del aluminio, experimentó un crecimiento fulminante3. Su producción superó con rapidez la de la histórica Compañía de Bauxitas de Guinea, fundada por la Aluminium Company of America y otras empresas en los años 1960. Además, nos recuerda Amadou Bah, director ejecutivo de la ONG Action Mines, “China firmó en 2017 un acuerdo estratégico con Guinea. Debe otorgarle, en 20 años, 20.000 millones de dólares de préstamos para construir infraestructura –rutas, puertos y universidades–. Esos préstamos están respaldados por recursos naturales, y tres empresas chinas que operan en el rubro de la bauxita deben reembolsarlos”4.

Amigos de hierro

Tras sus éxitos con la bauxita, Pekín tiene el ojo puesto en el monte Simandou, considerado el mayor yacimiento de hierro no explotado del mundo. “El convenio de base acababa de ser firmado. Con el golpe de Estado, China podía temer una reconsideración de esos dos acuerdos, pero el coronel Mamadi Doumbouya declaró de modo veloz que él respetaría todas los convenios, lo que generó tranquilidad”, prosigue Bah. El sitio está dividido en cuatro bloques. Dos pertenecen a la empresa conjunta Simfer, que reúne a la anglo-australiana Rio Tinto y a la empresa pública china Chinalco; lo otros dos, a Winning Consortium Simandou, compuesta por las mismas empresas que la SMB. Desde que el CNRD está al mando del país, China reforzó aún más su presencia: Baowu, el gigante chino del acero, firmó un convenio no vinculante con Rio Tinto para el desarrollo de la infraestructura del Simandou, acuerdo que conduciría en el futuro a un pacto de accionistas. Baowu podría posicionarse como el potencial productor siderúrgico que consumiría el hierro de Simandou. “Ese proyecto es estratégico, porque países como Irak y Siria, y pronto Ucrania, deben ser reconstruidos, mientras que Estados Unidos puso en marcha grandes obras. La cotización del acero experimentará por lo tanto una mejoría en el mercado mundial”, analiza Bah.

Si Pekín invirtió tanto en Guinea es también para garantizar su abastecimiento en materias primas y diversificar sus fuentes. En efecto, China busca emanciparse de su dependencia de Australia –gran país minero aliado de Estados Unidos–, con la cual ya experimentó guerras comerciales. Es un hecho en el rubro de la bauxita, de la que actualmente China importa el 40 por ciento de Guinea, mientras que el proyecto de Simandou la ayudaría a diversificar sus fuentes de abastecimiento de hierro, que aún hoy importa en un 60 por ciento de Australia.

Moscú era otro gran apoyo de Condé. El embajador ruso Alexandre Bregadzé había incluso defendido en público el principio de un tercer mandato. “Las Constituciones no son dogmas. Ni la Biblia ni el Corán; se adaptan a la realidad”, lanzó ante una audiencia de diplomáticos en 2019. No obstante, el golpe de Estado enfrió un poco las relaciones entre Conakri y Moscú. Si bien Guinea se abstuvo –o ausentó– durante los diferentes votos de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas sobre el tema de la guerra en Ucrania5, el coronel Doumbouya prefirió, a diferencia de sus homólogos maliense y burkinés –y de Condé en 2019–, no presentarse en la cumbre Rusia-África del pasado mes de julio, sin dudas para no ofender a los occidentales. Conakri renunció a comprar helicópteros de combate rusos, quizá por temor a las sanciones estadounidenses6.

Sin embargo, Moscú sigue siendo un socio central de Guinea. Las relaciones son antiguas: la Unión Soviética reconoció de inmediato la independencia del país en 1958, tras su ruptura con Francia, y apoyó al régimen de Ahmed Sékou Touré (1958-1984). La empresa Rusal explota la bauxita local desde los años 19707. A pesar de la desestabilización provocada por la guerra en Ucrania, esta sociedad minera continúa sus actividades en Guinea. Si bien la refinería de Nikolaiev dejó de funcionar, la de Limerick, en Irlanda, continúa funcionando a pleno: no fue objeto de sanciones, en tanto los europeos dependen de ella para su abastecimiento de aluminio. También debe tomarse en consideración que Rusia recibe muchos estudiantes guineanos.

Lazos franceses

En cuanto a París, su prioridad es evitar una nueva disputa, como sucedió con los golpistas de Mali y Burkina Faso, de donde Francia tuvo que retirar a sus tropas8, y de Níger, donde ello parece inminente. Por cierto, el golpe fue una oportunidad para templar las relaciones entre París y Conakri, que se habían enfriado mucho bajo la presidencia de Condé –cuyo tercer mandato fue criticado por el presidente Emmanuel Macron–. Tras una breve interrupción provocada por el golpe de Estado, Francia retomó rápidamente la cooperación militar. Asegurar la frontera con Mali sigue siendo una meta importante en un contexto de expansión de la amenaza yihadista hacia el Golfo de Guinea. El coronel Doumbouya, exlegionario del ejército francés y casado con una gendarme francesa, pidió la ayuda de París. Por otra parte, su ministro de Defensa, Aboubacar Sidiki Camara, apodado “Idi Amin”, fue a la última feria de armamento Eurosatory, a mediados de junio de 2022 en París, y fue recibido por el jefe de Estado Mayor del Ejército, Thierry Burkhard.

Que una junta dirija el país no impide que el gobierno y las empresas francesas firmen contratos; muy por el contrario. La empresa Egis, que ya supervisaba las obras de restauración de la ruta Coyah-Dabola, fue elegida como asesora del gobierno en ingeniería para el proyecto de Simandou. Durante su visita a Guinea en abril, la secretaria de Estado ante el ministro francés de Relaciones Exteriores, Chrysoula Zacharopoulou, recordó la disponibilidad de Francia para “acompañar” la transición de Guinea hacia el régimen civil. Por cierto, la empresa francesa Aztelco estaría a punto de ser elegida para realizar el censo biométrico de votantes, destinado a establecer el nuevo registro electoral. Y en términos más recientes, París otorgó dos préstamos para proyectos en el sector de la salud y de la comunicación (radio y televisión) por un monto total de más de 150 millones de euros9.

Excluir y profundizar

Por su parte, Estados Unidos da señales mixtas. Siguiendo con sus costumbres frente a los golpes de Estado, suspendió su cooperación militar y excluyó al país de la American Growth and Opportunity Act, un acuerdo de libre comercio con varios países africanos. El embajador estadounidense Troy Fitrell no deja de reclamar al gobierno de transición el respeto de las libertades y el diálogo con la clase política y los movimientos sociales. Pero es difícil imaginar a Washington abandonando a Conakri en un contexto en el que Pekín se impone como su principal socio. Por cierto, las negociaciones entre el Estado guineano y la empresa estadounidense West Africa LNG Group se aceleraron en 2023. Esta última anunció la construcción de una terminal de gas natural licuado en la ciudad minera de Kamsar para refinar la bauxita en suelo guineano.

Las autoridades de transición aprovechan esta situación para debilitar a las principales fuerzas opositoras sin aislarse en el campo diplomático, a diferencia de las de Mali y Burkina Faso. Los dos principales líderes políticos del país, Alpha Condé y Cellou Dalein Diallo, se exiliaron. Turquía acogió al primero, demandado por corrupción y por la mortal represión de manifestaciones durante su presidencia. El segundo, que fue primer ministro del general-presidente Lansana Conté (1984-2008) y luego principal opositor de Condé, se vio obligado a dirigir su partido, la Unión de Fuerzas Democráticas de Guinea, y a preparar las elecciones desde el exterior. Él también es objeto de demandas por corrupción en el caso de la privatización de la compañía Air Guinée en 2002. Desde París, nos afirma que esas “persecuciones [son] disparatadas” y lamenta la debilidad estadounidense: “La embajada de Estados Unidos había publicado en su sitio de internet un contador indicando el número de días para el final de la transición y el retorno de los civiles al poder. Pero lo sacaron después de la protesta del gobierno”.

Los coordinadores del Frente Nacional para la Defensa de la Constitución, el movimiento popular que dirigió la lucha contra el tercer mandato de Condé, lanzaron varios llamados a manifestar por el retorno de los civiles, a pesar de la prohibición de la junta: en julio, agosto y octubre de 2022, y en febrero, marzo y setiembre de 2023. Los militares no dudaron en hacerlos arrestar: algunos pasaron diez meses en prisión sin juicio, otros prefirieron huir del país; su movimiento fue disuelto. Desde junio de 2022 ya fueron asesinados 30 manifestantes por las balas de los policías y de los militares, que patrullan todo Conakri.

Tangi Bihan, geógrafo, Universidad París 1 Panthéon-Sorbonne. Traducción: Micaela Houston.


  1. Sekou Sanoh, “Révélations sur les sanctions contre la Guinée”, Guinéenews, Conakri, 26-4-2023. 

  2. Véase Anne-Cécile Robert, “¿Por qué tantos golpes en el Sahel?”, Le Monde diplomatique, edición Uruguay, setiembre de 2023. 

  3. Olivier Blamangin, Akoumba Diallo y Agnès Faivre, “Les bons comptes offshore du champion de la bauxite guinéenne”, Afrique XXI, París, 10-2-2022. 

  4. Se trata de Chalco (filial de Chinalco), de CDM China y de State Power Investment Corporation. 

  5. Véase Anne-Cécile Robert, “La guerre en Ukraine vue d’Afrique”, Le Monde diplomatique, París, febrero de 2023. 

  6. “La junte de Mamadi Doumbouya en quête d’hélicoptères de combat”, Africa Intelligence, París, 11-4-2023. 

  7. Véase Julien Brygo, “Les Russes et le ‘petit bijou’ de la Guinée”, Le Monde diplomatique, París, noviembre de 2009. 

  8. Véase Rémi Carayol, “La France partie pour rester au Sahel”, Le Monde diplomatique, París, marzo de 2023. 

  9. “Signature de deux accords intergouvernementaux en Guinée”, Dirección General del Tesoro, París, 2-2-23. 

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