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Avatar 2, el camino del agua. Foto: s/d de autor / Disney Company.

Imaginarios del futuro

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Pensando la revolución antropológica.

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¿Animalismo de peluche o adaptación de la lucha de clases marxista al mundo interespecies? La taquillera Avatar 2 dispara la reflexión sobre los modelos de futuro que proponen, a su vez, algunas utopías actuales y una línea de la ciencia ficción más reciente. Una revolución de las ideas y la acción que propone sacar a la humanidad del centro del universo.

“¿Llegará el porvenir? Parece casi lícito hacerse esa pregunta cuando se ven tantas sombras terribles. Sombríos enfrentamientos de los egoístas con los miserables”1. El interrogante de Victor Hugo no deja de ser de actualidad. El presente se encarga de procurarnos de manera constante una sucesión de crisis y el futuro no trae alegría en un “mundo del después” –ya nos los repitieron bastante– que parece programado para un día sin fin. Entre fatalismo, miedos generalizados y depresión, el horizonte no puede más que parecerse a una pared gris, y el estado de ánimo general queda atrapado en una resignación aplastante.

Y sin embargo... Pareciera que lo que estimula al imaginario colectivo es inventar lo que sigue, salir del callejón sin salida de una forma u otra. Soñar con ello parece, de repente, más necesario que ayer, y se avanza de nuevo a grandes pasos hacia la esfera del futuro. Se despierta el impulso hacia la utopía, y la ciencia ficción (CF) hace su gran regreso. Los que están a cargo hacen sus alusiones a ella. Los ensayistas ponen su grano de arena, las tendencias agitan las redes y la taquilla lo confirma. Sorprendente conjunción de entretenimiento popular, reflexión filosófica, declaraciones políticas y de las corrientes de opinión que se manifiestan en la sociedad.

Entre las siete películas con mayor éxito popular en Francia en 2022, cinco son de ciencia ficción, y la lista mundial es casi idéntica. La mayor ganadora (más de diez millones de entradas en tres semanas), la más memorable (objeto de muchos comentarios, incluidos los doctos), es Avatar 2, el camino del agua, de James Cameron. En un planeta lejano, esta fábula, que debemos mirar con anteojos 3D, pone en escena a humanos, cetáceos y humanoides, los Na’vis, dotados de singulares poderes psíquicos y en comunicación con otras formas de vida. Difícil resumir esta película, si no es por su mensaje. Para Cameron, “los Na’vis son la metáfora de nuestra conciencia de la Naturaleza, son lo bueno dentro nuestro. Y los humanos representan lo malo. No es un cuestionamiento de toda la humanidad, sino de esa forma de creer que podemos tomar todo sin nunca dar nada a cambio” (Huffingtonpost.fr, 17-12-2022). Dicho de manera más docta, Avatar 2 puede ser considerada como un “elogio a una reconexión con la naturaleza” y un mensaje sobre la “comunión interespecies”, incluso la “comunión con el principio mismo de la vida”2. Dicho de modo más cruel, se trata para algunos, como lo formula el investigador en ecología Frédéric Ducarme (Le Monde, 25-12-2022), de una “oposición binaria entre crueles, brutales y codiciosos humanos colonizadores que fueron entre risas a devastar un planeta magnífico, y tribus de buenos salvajes pacifistas viviendo en comunión mística con la naturaleza”. En fin, queda clara la idea. Cuestión medioambiental y crecimiento espiritual, fin del humano en lo alto de la pirámide de lo viviente, oprobio de la codicia... Pero sean cuales sean las reservas sobre su “cursilería animalista” y la “peluchización de la biodiversidad”, para citar al animado Frédéric Ducarme, no es menos cierto que este segundo opus de lo que se prevé continuará en varias películas, afirma, como su predecesora, que el porvenir impondrá, no sin conflicto, una concepción revolucionaria del mundo.

Ahora bien, esta revolución propuesta por Avatar es ciencia ficción, pero también –en una versión ciertamente simplona pero espectacular– es eso hacia lo cual tienden muchos movimientos “ecologistas”, en el sentido amplio. El debate entre el antropólogo Philippe Descola y el dibujante Alessandro Pignocchi, exinvestigador en ciencias cognitivas, titulado precisamente Ethnographies des mondes à venir [Etnografías de los mundos futuros],3 se hace eco de ello. De entrada, aluden a la necesidad de “debilitar este mundo [hegemónico], fracturarlo y dejar emerger otros mundos, más igualitarios, en los cuales el poder político sería no sólo repartido de forma equitativa entre los diversos humanos, sino también ampliado [...] a los demás seres vivos”. Philippe Descola nos recuerda las “interdependencias entre humanos y no humanos que el capitalismo puso en marcha y convirtió en valores mercantiles, desde entonces propensos a vincularse unos a otros para componer geoclases coalicionadas, a la manera en que se formó la solidaridad internacionalista en la lucha de clases puramente humanas de los siglos XIX y XX”. Osado paralelismo que indica cierta brumarización4 de las problemáticas sociales, pero que no obstante se consolida como “revolución”. La filósofa Corinne Pelluchon, autora del Manifiesto animalista, está en la misma línea de pensamiento: en su última obra considera que ya hay una “revolución antropológica en curso”. Preservar el planeta, preocuparse por los animales, serían “signos precursores de una reorganización moral y psíquica que anunciaría una nueva era”5. Porque para ella esta atención a lo viviente no es sólo un “progreso moral” sino también, y sobre todo, una victoria salvadora de “nuestra incapacidad de tener un vínculo con los otros, humanos y no humanos, que sea distinto a la dominación”. Y esta victoria se inscribe en el rechazo de los valores antropocéntricos y depredadores, marcando a la vez la finalización de un vacío existencial que a menudo se expresa por la tentación a la desesperación, o al menos la fatiga de vivir en un mundo desprovisto de sentido. Así, en estas diferentes obras y los numerosos títulos relacionados, se formula una aspiración a un nuevo humanismo, vinculado con la voluntad de superar un individualismo egoísta y mortífero. Es una ventana a un ideal. Que vuelve a dar esperanza.

Semilleros de utopías

Jóvenes destinados a convertirse en personas importantes, expertos, partidarios del orden vigente, reivindicaron a su manera este ideal. Con el trasfondo de la “ecoansiedad” y la búsqueda de darles un sentido a sus vidas y a un futuro en común, le dieron la espalda al mundo al servicio del cual debían poner sus competencias y afirmaron una exigente ética. Y, para orientar, nutrir la invención y el anclaje de lo que elaborarán, hacen un llamado al surgimiento de otros marcos de pensamiento, otras combinaciones de deseo. “A ustedes a quienes a menudo les parece que este mundo está loco, que tienen ganas de hacer algo pero no saben bien qué, les queremos decir que no están solos...”: ocho estudiantes de AgroParisTech, durante la ceremonia de entrega de diplomas, el 11 de mayo de 2022, uno tras otro, lanzan a sus condiscípulos, a sus semejantes, un “llamado a desertar de las carreras que les esperan”, dicho de otro modo, de los “trabajos destructores” de la agroindustria. Los “agros que se bifurcan” –el nombre de su agrupación– causan sensación6.

En el mismo sentido, y para la misma ocasión, diez de sus homólogos de la Escuela Nacional Superior de Agricultura de Toulouse (ENSAT), algunos días después, también comunican su voluntad de “encontrarle sentido” a su profesión y a su vida y buscan contribuir, por medio de sus acciones, a “crear futuros atractivos, más justos e igualitarios”. Denunciando la “situación anormal” que conlleva la búsqueda de ganancia, aceptan inventar lo desconocido –“caminar allí donde no hay camino”7–. De manera similar y con el mismo sistema del grupo que comparte la palabra, una agrupación de alumnos de la Universidad Politécnica, también en Francia, dan su punto de vista acerca de la manera en que quieren “servir al interés general”: “Somos cada vez más los que queremos escuchar nuestras dudas y explorar alternativas a un sistema que se volvió disfuncional”. Y allí también se escucha una aspiración profundamente movilizante: “Necesitamos nuevos relatos. Necesitamos contarnos historias que vuelvan deseable el futuro que debemos construir en el presente”. Los “X” citan a Spinoza, amo de lo que define el poder de actuar y la alegría, y piden “imaginarios” que abran puertas a futuros que les “den ganas de involucrarse, no por temor sino con entusiasmo y con pasión”8. Esos tres ejemplos no son exhaustivos. En los semilleros en los que se forma la élite dirigente del futuro, no son pocos los que sienten la necesidad de otra “esfera de los posibles”. Entonces, “gracias a los militantes y a los desertores, que empujarán los límites de lo que se considera como extremo, para inspirarnos de mejor manera a la acción”, como dice, de modo bastante magnífico, un joven graduado de... la École des Hautes Études Commerciales [Universidad de Altos Estudios Comerciales] de París, más conocida bajo el acrónimo de HEC9.

La imaginación al...

Si la ecoansiedad, y a veces una vaga espiritualidad, pueden ser los motores de una denuncia de la injusticia constitutiva del “sistema”, es el rechazo de la aceptación de aquello que es presentado como la “normalidad”, tal como las leyes del sentido común, lo que tal vez sea, muy en lo profundo, el elemento más dinámico de estos posicionamientos. Si bien la imaginación no basta para cambiar el mundo, es sin embargo indispensable para no estar satisfecho con el que tenemos y para anhelar otras configuraciones. Por supuesto, acá es donde volvemos a encontrarnos con la ciencia ficción. Pensar lo imposible, abrir caminos inexplorados y burlarse del realismo para mostrar mejor las problemáticas de la realidad son sus más bellas características. Esta tensión hacia una utopía concreta, hacia un mundo en el que se elabora la lucha contra aquello que mata, incluso de manera mental, y que impulsa a numerosas agrupaciones hoy en día, es lo que se ve cada vez más en muchas novelas del género. En esto, el sorprendente éxito de la obra de Alain Damasio es, sin dudas, el síntoma de ese apetito. Les Furtifs [Los furtivos] (La Volte, 2019) es una distopía cercana, que de modo progresivo hace las veces de una utopía. En una sociedad de control ampliamente aceptada, se inventa una disidencia, Zonas Auto-Gobernadas (ZAG), islotes que van a reunir a “aquellos que no tienen más que un punto en común: pensar que el sistema es el mal”, personajes que quieren hibridarse con los misteriosos “furtivos”. Y con esos desobedientes se revela una verdad bastante fulminante: “Todos los poderes tienen interés en entristecernos. Nada los perjudica más que la alegría. La alegría no obedece”. Sin embargo, esta utopía no es sostenida de forma primaria y antes que nada por la ecoansiedad, sino por el rechazo a la petrificación de la vida, lo cual es un mal mayor.

Sin duda, el lienzo del sondeo mundial de Ipsos dedicado a las “Predicciones de 2023: los pronósticos de los franceses” no parece indicar un amplio movimiento hacia la invención de un futuro radicalmente diferente. El pesimismo arrasa en todos los ámbitos: económico, geopolítico, medioambiental. Incluso la ciencia ya no suscita entusiasmo: la hipótesis de que avances tecnológicos puedan frenar el calentamiento climático es considerada como “improbable” por el 67 por ciento. El informe preparatorio del Foro Económico Mundial de Davos (16-20 de enero de 2023) tampoco es más alegre. Parece que se da por hecho que la famosa globalización es hoy por hoy “más un legado de los últimos 20 años que una promesa de futuro”10, y el informe preparatorio enumera los mismos motivos de preocupación de los franceses. Poniendo sin titubear a la “crisis del costo de vida” a la cabeza de la lista de los temas que causan incertidumbre (“riesgo global nº 1 para los próximos dos años”), acá también Davos coincide con las encuestas de opinión11. El sondeo del IFOP del 2-3 de enero de 2023 que da cuenta de la “perspectiva de los franceses acerca del clima social en el Hexágono [uno de los nombres coloquiales de Francia] y sobre la reforma de las jubilaciones”, en efecto señala que 48 por ciento de los ciudadanos están “indignados” y que “cerca de la mitad desea [...] una explosión social”.

Esto no refuerza para nada su tenaz “tasa muy baja de optimismo”. El éxito de las distopías y series de ciencia ficción “horríficas” parece acompañarlo. Desde hace algunos años, 1984 (1949), de George Orwell, se convirtió en un best-seller; la serie El cuento de la criada (2017), adaptación de la novela homónima (1985) de Margaret Atwood, también tuvo una sobrecogedora repercusión. Los zombis tuvieron un fuerte resurgimiento, al punto de que la surcoreana Estamos muertos (2022) es la serie de habla no inglesa más vista en Netflix Francia; el “post-ap”, la ciencia ficción que se desarrolla después del Apocalipsis, es un gran éxito... No obstante, no es seguro que, por más sombríos que sean, esos imaginarios acentúen la desolación íntima y colectiva. Estos relatos “permiten metaforizar las luchas sociales y políticas”12, y su proliferación también atestigua, quizá, la necesidad de confrontarse de forma honesta con lo que encierran las sombrías potencialidades del presente. La ciencia ficción practica una forma de tomar distancia de esas potencialidades, excediéndolas, agotándolas, haciendo crujir sus amenazas y sus contradicciones. Esto deja expuesto el relato de los dominantes, permanente proyecto de embellecimiento de las problemáticas y de las luchas actuales. No es poca cosa...

Entonces, contra las rutinas y las palabras un poco demasiado usadas de la “izquierda triste”, como dice François Ruffin, sin duda es satisfactorio constatar la multiplicación de los talleres de escritura, como recuerda Alice Carabédian en su trabajo Autour des questions de l’usage de la fiction pour rouvrir des imaginaires [Alrededor de las cuestiones del uso de la ficción para reabrir imaginarios], trabajando en caminos de “prácticas antifatalistas”. Si bien, por el momento, la cuestión social se presenta como poco encantadora; si bien las sociedades, anheladas o temidas a menudo son archipiélagos; si bien el Edén se parece a una ZAD, ello no impide que el “estrangement” sea portador de la paradójica alegría que provoca la toma de conciencia sensible de que no se han jugado todas las cartas. Que queda tanto por tirar abajo y tanto por inventar.

Traducción: Micaela Houston.

Vadear el río

Feria del libro de Buenos Aires

Siempre es un acontecimiento literario, comercial y político. Durante el discurso de apertura de este año, a cargo de Martín Kohan, hubo un reclamo epocal contra la sociedad de la interrupción (1) más que un golpe directo como el que había lanzado el responsable de abrir el evento en 2022, Guillermo Saccomano, quien se había preguntado: “¿Es una paradoja o responde a una lógica del sistema que esta Feria se realice en la Rural, que se le pague un alquiler sideral a la institución que fue instigadora de los golpes militares que asesinaron escritores y destruyeron libros?” (2).

Quien cruce el Río de la Plata en la ocasión número 47 de ese rito inabarcable tendrá tiempo hasta el 15 de mayo para renovar sus votos o sumergirse en su pila bautismal (3). Además de recorrer los 45.000 metros cuadrados de la feria del libro más concurrida del mundo de habla hispana, podrá elegir entre múltiples actividades (4).

Para el tramo final se pueden hacer cuatro recomendaciones. El martes 9, la mesa “La violencia nuestra de cada día. La literatura como campo privilegiado para narrar las agresiones que van de lo político a lo íntimo”, con participación de Fernanda Melchor (México), Nona Fernández (Chile), Gonzalo Baz (Uruguay), Juan Mattio (Argentina) y moderación de Osvaldo Aguirre (18.30 horas, sala Victoria Ocampo). El miércoles 10, el director de Le Monde diplomatique edición Cono Sur, José Natanson, modera la presentación de Diccionario arbitrario de política (Clave Intelectual), de Andrés Malamud (19 horas, sala Bioy Casares). El viernes 12 se realizará el panel “Ficción al límite: cuando la frontera entre lo personal y la ficción se desdibuja”, en el que participan Damián Huergo, Juan Pablo Meneses, Ana Navajas, Natalia Zito y Maxi Legnani (19 horas, sala Sarmiento). El sábado 13, también a las siete de la tarde, pero en la sala Tulio Halperín, Luis Moreno Ocampo y Peter Lanzani dialogan con María O’Donnell sobre Cuando el poder perdió el juicio: Argentina, 1985 (Capital Intelectual).

(1). “‘La Feria puede ser un caballo de Troya’: el discurso completo de Martín Kohan para abrir el mayor encuentro editorial de la Argentina”, Infobae, 28-4-2023.

(2). “Guillermo Saccomanno inauguró la Feria del Libro”, Página 12, 30-4-2022.

(3). Av. Santa Fe 4201, lunes a viernes de 14.00 a 22.00, y sábados y domingos de 13.00 a 22.00.

(4). Programa completo en www.el-libro.org.ar.


  1. Victor Hugo, Les Misérables, 1862. NdR: En 2013 Alianza Editorial publicó una renovada traducción de Los miserables realizada por María Teresa Gallego Urrutia. 

  2. Tribuna de Perig Pitrou, Le Monde, 15-1-de 2022. 

  3. Alessandro Pignocchi, Philippe Descola, Ethnographies des mondes à venir, Le Seuil, París, 2022. 

  4. NdR: Por el 18 de Brumario de Luis Bonaparte (1851), donde Carlos Marx desarrolla su idea de la lucha de clases. 

  5. Corinne Pelluchon, L’espérance, Rivages, París, 2022. 

  6. Ver en YouTube el video de su discurso, “Des agros qui bifurquent” [Agros que se bifurcan]. 

  7. Ver en YouTube el video de su discurso, “Bifurquer ne veut pas dire fuir” [Bifurcarse no significa huir]. 

  8. Video disponible en el artículo de Marina Fabre Soundron, “Polytechnique, Sciences Po, AgroParisTech: comment la remise des diplômes, vitrine des grandes écoles, est devenue politique”, www.novethic.fr, 17-6-2022. 

  9. “Polytechnique, HEC, Centrale...”, https://energie-partagee.org, 8-7-2022. 

  10. France Inter podcasts/géopolitique, 17-1-2023. 

  11. La Tribune de Genève, 10-1-2023. 

  12. Alice Carabédian, Utopie radicale. Par delà l’imaginaire des cabanes et des ruines, Seuil, París, 2022. 

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