Margaret Randall. Tinta Limón, Buenos Aires, 2023. 416 páginas, 1.490 pesos.
Margaret Randall es escritora y fotógrafa, creadora de una vastísima obra que cuenta con más de un centenar de libros publicados. Su autobiografía, Nunca me fui de casa, es, paradójicamente, la historia de una vida en fuga. Fuga, primero, de su Estados Unidos natal, del Alto Desierto de Nuevo México y del previsible destino burgués en Nueva York –donde, no obstante, se había vinculado con el expresionismo abstracto y el movimiento beat–. A fines de los años 1950, con un hijo de sólo unos meses –luego tendrá tres más– se establece en la Ciudad de México, donde funda la revista de poesía bilingüe más importante de ese momento: El Corno Emplumado. Perseguida por su apoyo a las revueltas estudiantiles de Tlatelolco, a finales de la década de 1960 se refugia en La Habana, donde se dedica a recoger testimonios que dan cuenta del lugar de la mujer en los primeros años de la revolución cubana. También en esa época viajará a Vietnam y dará voz a las mujeres que resisten la invasión estadounidense, y una labor similar llevará a cabo un tiempo después en Nicaragua, invitada por Ernesto Cardenal, donde permanecerá hasta la derrota del sandinismo.
Como el resto de su vida, la “vuelta a casa” no estuvo exenta de conflictos y decisiones radicales, sobre todo porque debió librar una larga batalla contra el gobierno de Ronald Reagan (1981-1989), que negándole la ciudadanía intenta expulsarla del país. En esos años, y en otra fuga, aceptará su identidad lésbica. Una fuga, se dijo, paradójica, porque la escritura y la poesía le permitirán permanecer siempre a resguardo, como en su propia casa.