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Ceremonia de cambio de guardias de honor en la Tumba del Soldado Desconocido junto al Muro del Kremlin, Moscú, 3 de mayo.

Foto: Natalia Kolesnikova, AFP

El voto que el silencio pronuncia

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El espejismo del apoyo de los rusos a la guerra.

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En abril, los parlamentarios rusos adoptaron una ley que limita las posibilidades de esquivar el enrolamiento en el frente en Ucrania. Los convocados serán citados por vía electrónica y sometidos a una prohibición de salir del territorio. Mientras el conflicto se estanca, la presión del Kremlin sobre la población aumenta. Del lado de los opositores, ya sean partidarios o críticos de la guerra, crecen las denuncias contra las élites.

A primera vista, el barco ruso se mantiene a flote en la tempestad que provocó el Kremlin al atacar a su vecino ucraniano. Más de un año después del comienzo de la guerra, la economía del país se desacelera sin desplomarse (-2,1 por ciento en 2022). Según las encuestas, incluso aquellas llevadas a cabo por los institutos independientes del poder,1 la mayoría de la población sigue estando a favor de la continuación de las operaciones militares. No obstante, las fisuras en el tejido social se agrandan y se producen sorprendentes convergencias: cualquiera sea su opinión sobre la guerra, son cada vez más los rusos que desafían a las “élites”. Ya palpable antes del comienzo de la invasión en febrero de 2022,2 el fenómeno adquiere amplitud.

Mientras un clima de miedo se instala en Rusia, tomar el pulso de la sociedad es una hazaña. La lectura de las notas metodológicas que las encuestadoras independientes adjuntan a sus resultados aporta a veces útiles enseñanzas. Por ejemplo: el derrumbe de las tasas de respuesta. Según Russian Field, proveedora de estudios de marketing y encuestas de opinión, apenas entre el 5,9 y el 9,3 por ciento de las personas interrogadas respondieron a la totalidad de sus preguntas sobre la “operación militar especial”, una tasa tres a cuatro veces inferior que la de los sondeos realizados antes del conflicto.3 En una de sus encuestas,4 en febrero, Russian Fields también proponía elegir entre medidas que apuntaban a intensificar la ofensiva y otras a favor de la paz. Sólo el 27 por ciento de la muestra declaraba apoyar la escalada, contra el 34 por ciento de personas favorables a un camino hacia la paz.

Tres grupos sociales se destacan. El “partido de la guerra”, que, según las encuestas, representa entre el 25 y el 37 por ciento de quienes responden, aprueba la persecución de los contestatarios, se declara listo para sacrificar la política social en beneficio de objetivos militares y condena a los desertores. Esta categoría está particularmente bien representada en las personas mayores y en las franjas de ingresos superiores. En la otra punta del espectro, el “partido de la paz” –del 10 al 36 por ciento de las personas encuestadas– reúne sobre todo a jóvenes y a los encuestados más pobres. Entre esos dos polos, las personas declaran que les cuesta responder o dan respuestas contradictorias. A menudo opuestas a la escalada militar, se atienen no obstante a la posición oficial de las autoridades.

Turbo-patriotas

El partido de la guerra tiene sus voceros en las redes sociales, a través de las cuentas de aquellos que podemos llamar “turbo-patriotas”. Su libertad de expresión, por ahora, no choca con ninguna restricción, pero genera cierta inquietud entre los dirigentes que temen una escalada. “No es un Maidán liberal a lo que debemos temer: todos los liberales huyeron. [...] Hoy el único peligro para nuestro Estado es un Maidán turbo-patriótico teñido de un ligero izquierdismo y, al mismo tiempo, de debates sobre la corrupción”, declaró, en febrero pasado, Oleg Matveïtchev, diputado en la Duma del partido presidencial Rusia Unida.5

Desde el comienzo de la invasión, supuestos “corresponsales de guerra” (voïenkory), compuestos por militantes de extrema derecha con competencias militares o paramilitares, garantizan la cobertura de las operaciones en las redes sociales. El más famoso es Igor Strelkov, exoficial del FSB (Servicio Federal de Seguridad) partidario de la monarquía. En 2014, a la cabeza de un destacamento de voluntarios rusos, se apoderó de la ciudad de Slaviansk, en el Donbás ucraniano. En ese entonces, Moscú apoyaba militarmente a los separatistas, pero los dirigentes demasiado turbulentos y exaltados de esa índole inquietaban al Kremlin.6 Strelkov tuvo que irse del Donbás. Hoy, en su canal de Telegram, seguido por cerca de un millón de personas, lamenta la falta de firmeza de las autoridades contra el enemigo ucraniano. Tras los reveses militares del otoño de 2022, denunció, al igual que otros nacionalistas radicales, las taras del régimen de Vladimir Putin: mala organización del abastecimiento del ejército, debilidad de la industria armamentística, incompetencia y corrupción de los generales, mediocridad de una élite dirigente que vive en el lujo mientras la patria está en peligro. Insinúan incluso que una parte del entorno de Putin busca en secreto reconciliarse con Occidente, aun al precio de una capitulación. “Si hunden a Rusia en esta guerra, probablemente no podremos tocar a sus queridos socios occidentales, pero, en cuanto a ellos, haremos todo lo posible para alcanzarlos”, escribió Strelkov el 3 de febrero. Duda de que el gobierno actual sea capaz de ganar la guerra. “La Gran Perturbación [llama así a la entrada en guerra] es hoy por hoy inevitable. En la cúpula son muy conscientes de ello, y eso los inquieta. En cuanto a nosotros, nuestro objetivo es transformar la Perturbación en una victoria nacional y patriótica”, escribe Maxime Kalachnikov,7 admirador de la política de poderío y de expansionismo de Stalin, y aliado de Strelkov.

La “ira” de los patriotas antisistema conquistó a los lealistas del bando de la guerra, un motivo de fuerte inquietud para el Kremlin. En un contexto de competencia con los generales del ejército regular, Evgueni Prigojine, propietario del grupo de mercenarios Wagner, a la cabeza de una milicia privada desplegada en Ucrania, especula hoy por hoy con los problemas de desigualdad social, de corrupción y de incompetencia de la jerarquía militar. Pero su activismo público disgustó a la administración presidencial, que le cerró el acceso a las prisiones donde reclutaba, entre los detenidos, voluntarios para el frente. El nuevo jefe del Estado Mayor, el general Valeri Guerassimov, redujo el abastecimiento de Wagner en municiones. La reacción de este exultra incondicional del presidente: obligar a sus combatientes a filmar videos al estilo de Strelkov, en los cuales tanto el mando como los funcionarios públicos son acusados de traición. En uno de ellos, un combatiente, parado delante de los cadáveres, declara: “Déjense de macanas [...] déjennos defender nuestra patria”.8 Prigojine cruzó otro umbral cuando, en un video publicado el día de las celebraciones del 9 de mayo, aludió a un “viejito feliz [que piensa que todo está bien]. ¿Qué sucederá con Rusia si resulta –no es más que una suposición– que ese viejito es un tonto ya acabado?”, añade con una alusión a Putin prácticamente directa.

En las trincheras la ira afecta también a los soldados y a los oficiales. La movilización anunciada a fines de setiembre de 2022 enroló a entre 320.000 (según las cifras oficiales) y 500.000 (según las estimaciones independientes) soldados.[^9] Las recientes disposiciones adoptadas por la Duma en abril de 2023 –convocatoria por vía electrónica, prohibición de salir del territorio para los convocados, congelamiento de los bienes inmuebles de los exiliados– deberían aumentar aún más su número. La movilización llegó ante todo a las regiones más pobres, en particular a las pequeñas ciudades y a los pueblos de las provincias desoladas, que constituyen la base electoral tradicional de Putin. Primero, las autoridades reclutaron a los oficiales de reserva y a los hombres con especialización militar: hombres de mediana edad, provenientes de las regiones alejadas de Moscú, con ingresos bajos o medios. Es tal cual el retrato sociológico de los “neutralistas”, aquellos que apoyan la guerra no por convicción militarista, sino por lealtad. Ahora bien, en efecto, el peso de los combates recayó sobre sus espaldas.

Revuelta y deserción

Para conjurar la rebelión, el Estado no escatima en recursos. Los sueldos alcanzan en promedio 200.000 rublos por mes (cerca de 2.500 euros), diez veces más que el salario que una persona puede llegar a percibir en una pequeña ciudad de una región desindustrializada. En abril, Putin anunció la creación de un fondo especial para las familias en luto y los veteranos de guerra. Pero Kalachnikov, en un video subido el 5 de febrero al canal de Youtube Roï, considera que solamente una victoria permitirá la supervivencia del régimen: “Una realidad totalmente nueva está surgiendo. Los hombres volverán del frente, con sus armas en la mano. Se parecerán a los veteranos alemanes e italianos de la Primera Guerra Mundial: volverán como maximalistas, con un fuerte sentimiento de justicia pisoteado. Y no escucharán las obscenidades de Rusia Unida”.

Por el momento, los soldados más bien expresaron su “maximalismo” de otra manera. Estallaron revueltas espontáneas, por supuesto esporádicas; los movilizados protestan contra la falta de material y de entrenamiento, abandonando por sí mismos sus unidades, peleándose con sus oficiales y frenando los trenes de transporte. Las autoridades lograron sofocar la primera ola de descontento reprimiendo: los soldados fueron encerrados en sótanos, golpeados e intimidados. Varios de estos insurrectos fueron ejemplarmente condenados a duras penas.9 En enero, los reclutas fueron transferidos en masa de las unidades de retaguardia hacia el frente, y las pérdidas aumentaron de manera significativa. Mientras que en 2022 los periodistas lograban determinar los nombres de los 200 a 250 militares rusos muertos por semana (las pérdidas reales podrían ser mucho más elevadas), en marzo de 2023 la lista puede alcanzar más de 800 nombres semanales.10

La prensa da cuenta de casos de deserción, probablemente más numerosos en la realidad. Los soldados huyen de los hospitales,11 saltan de los trenes que los transportan hacia el frente,12 recorren decenas de kilómetros y se pierden en la retaguardia.13 Los allegados de los movilizados crean grupos de conversación en internet para ayudar a los desertores a establecer su itinerario, a encontrar alojamiento y a escapar de las patrullas militares. En febrero y a comienzos de marzo no menos de 18 videos fueron difundidos en internet, en los cuales unidades enteras de movilizados rechazaban efectuar misiones de combate y pedían ser llevados nuevamente a retaguardia.14

Oposición civil

La antropóloga Alexandra Arkhipova contabilizó al menos 85 lugares en 65 ciudades donde las personas llevaron flores o juguetes, un gesto sin eslogan y silencioso para expresar solidaridad con los ucranianos y oposición a la guerra.15 A pesar de esa voluntaria discreción, varias personas fueron arrestadas en las cercanías de esos “memoriales florales” y luego condenadas por haber “desacreditado al ejército ruso”. No obstante, varios miles de rusos tomaron ese riesgo con total conocimiento de causa, entre ellos, muchos que nunca habían participado en reuniones de la oposición, como constataron la investigadora y su equipo. Aparecieron memoriales en ciudades que nunca habían sido centros de protesta antigubernamental: Oremburgo, Nizhni Taguil, Omsk, Gorno-Altaisk.

Sólo una cuarta parte de estos memoriales florales apareció en lugares asociados con Ucrania, tales como calles que llevan nombres “ucranianos”. En 47 de los 85 casos esas conmemoraciones se llevaron a cabo en sitios asociados a víctimas de crímenes, o de negligencias, del Estado: monumentos en memoria de las víctimas del terror estaliniano y de catástrofes de origen humano como Chernóbil, o lugares donde murieron opositores. “El mensaje es inequívoco: el Estado ya mató gente, la mata hoy y la seguirá matando”, declara Arkhipova. En las ciudades de Shajty y Sarátov las personas eligieron monumentos a las víctimas del fascismo como lugares de conmemoración, estableciendo un paralelo entre la guerra de agresión contra Ucrania y la invasión de la Unión Soviética por parte de los nazis. Otra ola de “protestas florales” tuvo lugar en ocasión del primer aniversario de la guerra. A pesar de una represión policial más dura, al menos 82 lugares espontáneos de recogimiento reaparecieron en 59 ciudades.16 Depositar flores sobre los monumentos a las víctimas del Estado se convirtió así en una forma duradera de acción colectiva de los opositores a la guerra.

Si bien efectivamente la guerra genera un efecto de unión tras la bandera, este debe ser matizado. En todas las capas de la sociedad y bandos ideológicos asistimos al mismo proceso: el “nosotros” y el “ellos” cobra un nuevo sentido. Si bien el primero abarca diversos significados (“personas comunes”, “verdaderos patriotas”, “víctimas del Estado”), el segundo padece menor ambigüedad: se trata de las autoridades, y ya no solamente del enemigo externo. Si el Kremlin no logra un giro en el campo de batalla, el frente podría desplazarse a la retaguardia. Y para las personas de todas las opiniones, desde los nacionalistas hasta los pacifistas, este poder que condujo al país al borde de la catástrofe aparecerá como el único culpable. La batalla por Ucrania se convertirá entonces en una batalla por una nueva Rusia.

Alexeï Sakhine y Lisa Smirnova. Traducción: Micaela Houston.

  1. “Casémonos. El aumento del número de matrimonios muestra que al menos 492.000 personas estaban movilizadas en Rusia a mediados de octubre” (en ruso), Mediazona, www.zona.media, 24-10-2022.

  1. Las cifras adelantadas en el artículo fueron tomadas de las investigaciones de tres organismos: el Instituto Levada, Re: Russia y Russian Fields, que no reciben ningún financiamiento público. Registraron entre el 56 y el 77 por ciento de opiniones favorables a la “operación especial” entre enero y febrero, según la formulación de la pregunta. 

  2. Karine Clément, Contestations sociales à bas bruit en Russie. Critiques sociales ordinaires et nationalismes [Protestas sociales silenciosas en Rusia. Críticas sociales comunes y nacionalismos], Éditions du Croquant, Vulaines-sur-Seine, 2021. 

  3. “Un año de operación militar especial: la opinión de los rusos” (en ruso), Russian Field (www.russianfield.com), Moscú, encuesta realizada entre el 31-1-2023 y el 6-2-2023. 

  4. Ibid

  5. “Miembros de Rusia Unida aluden a la amenaza de un Maidán turbo-patriota” (en ruso), Politnavigator, www.politnavigator.net, 3-2-2023. 

  6. Juliette Faure, “¿Quiénes son los halcones rusos?”, Le Monde diplomatique, edición Uruguay, abril de 2022. 

  7. “Dangers et démons de la Grande perturbation” [Peligros y Demonios de la Gran Perturbación], www.m-kalashnikov.livejournal.com, 7-1-2023. 

  8. “Razbruzka_vagnera”, Telegram, 17-2-2023. 

  9. “Un soldado que agredió a un oficial fue condenado a cinco años y medio de prisión en régimen severo” (en ruso), Gazeta.ru, 11-1-2023. 

  10. www.zona.media/casualties 

  11. “Un soldado herido en la región de Tiumen se escapó del hospital de Mirny” (en ruso), Tiumen Online, Tiumen, 7-2-2023. 

  12. “Movilizados se escaparon del tren en la región de Vorónezh” (en ruso), RBK, 5-2-2023. 

  13. “En la frontera con el Donbás, en la región de Rostov, un desertor fue arrestado” (en ruso), Bezformata, 3-2-2023. 

  14. “Los movilizados envían quejas”, canal Viorstka, Telegram, www.t.me/svobodnieslova/1566, 9-3-2023, 

  15. Alexandra Arkhipova, “La empatía como protesta” (en ruso), Kholod, www.holod.media, 2-2-2023. 

  16. Conteo realizado por Alexandra Arkhipova y publicado en su hilo de Telegram, www.t.me/anthro_fun/2075, el 27-2-2023. 

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