Ingresá

Ilustración: Horacio Guerriero

Gran literatura

3 minutos de lectura
Contenido exclusivo con tu suscripción de pago

Julius Fučík (1903-1943)

Contenido no disponible con tu suscripción actual
Exclusivo para suscripción digital de pago
Actualizá tu suscripción para tener acceso ilimitado a todos los contenidos del sitio
Para acceder a todos los contenidos de manera ilimitada
Exclusivo para suscripción digital de pago
Para acceder a todos los contenidos del sitio
Si ya tenés una cuenta
Te queda 1 artículo gratuito
Este es tu último artículo gratuito
Nuestro periodismo depende de vos
Nuestro periodismo depende de vos
Si ya tenés una cuenta
Registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes
Llegaste al límite de artículos gratuitos
Nuestro periodismo depende de vos
Para seguir leyendo ingresá o suscribite
Si ya tenés una cuenta
o registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes

Editar

Fue uno de los heraldos de la revolución obrera en Europa. Viajó en reiteradas ocasiones a la Unión Soviética y vivió el socialismo estalinista con entusiasmo y de primera mano. En un calabozo de Praga escribió uno de los reportajes más conmovedores del siglo XX. Luchó contra los nazis, que lo ahorcaron en Berlín. En su memoria se instauró el Día Internacional del Periodista (8 de setiembre).

Durante una entrevista con Dorothy Parker, en 1929, Ernest Hemingway definía el coraje humano como un ejercicio de “gracia bajo presión”, es decir, como la capacidad de actuar con serenidad y elegancia en las condiciones más difíciles. Esa definición le calza justo a uno de sus más ilustres contemporáneos, el escritor y periodista checoslovaco Julius Fučík, quien narró con exactitud y sensibilidad excepcionales la agonía de muchos de sus compañeros, y la suya propia, a manos de los ocupantes nazis.

Tras capturarlo, la Gestapo lo tuvo prisionero en la cárcel de Pankrác, en Praga, donde fue torturado durante meses. Fučík era judío y además miembro del comité central del clandestino Partido Comunista. Esos datos marcaron su sentencia y redoblaron la saña de sus captores.

A veces ocurre que la gran literatura ni siquiera busca ser literatura. Los ejemplos abundan en las obras más relevantes de Janet Malcolm, Béla Zsolt, Carlos María Gutiérrez, Rodolfo Walsh y muchos otros. Tal el caso de Fučík, quien pese a los horrores cotidianos resolvió no abandonar su oficio en ningún momento. Preso, fue periodista y escritor las 24 horas de cada uno de esos días interminables. Se las ingenió para redactar unos textos excepcionales sobre el nazismo, los judíos, la guerra, el amor, la condición humana. Escritas a mano y con letra pequeñita, esas crónicas fueron recopiladas y publicadas después de la guerra en un único volumen, con el título Reportaje al pie del patíbulo.

Son textos notables por varias razones. La primera es su calidad, tanto informativa como literaria. Sobrecoge pensar que, en esas condiciones de reclusión y tormento, alguien pudiera pensar y escribir con tal claridad y delicadeza. Al despertar luego de una larga sesión de torturas a las que sobrevivió casi por milagro, escribió Fučík: “La resurrección se parece a la primavera. Y como la primavera, te descubre encantos inesperados en los paisajes más conocidos”. Es la esencia misma de la “gracia bajo presión” a la que se refería Hemingway.

Reportaje al pie del patíbulo es el trabajo final de un periodista que honró su profesión hasta el último aliento. Cada palabra fue escrita en condiciones extremas, entre paliza y paliza. Detalla con crudeza pero sin regodeo el tratamiento que recibían los checos por parte de los invasores alemanes. El redactor, aislado del mundo en una celda con otros dos prisioneros, no abjuró de sus ideas ni se quejó de su destino.

Y tuvo además la sagacidad de encontrar un guardia lo bastante honesto como para arriesgarse a sacar de la prisión esos papelitos y guardarlos como un tesoro. El guardia, llamado Adolf Kolínský, logró rescatar 167 pequeños rollos redactados por Fučík en un mes y medio, entre abril y mayo de 1943, antes de que lo trasladaran a Berlín para ser juzgado.

Fučík pensaba, vivía y sentía como los comunistas de la primera hora. Y así escribía sus novelas, estudios críticos y análisis culturales, ensayos y relatos. Los elaboraba con la convicción de que el comunismo era el único futuro digno para la sociedad humana. Uno de sus reportajes más extensos sobre la URSS lo tituló La tierra donde el mañana ya es ayer (1932). Ese título lo dice todo.

Los papeles de Reportaje al pie del patíbulo fueron recogidos por Gusta Fučíkova, la viuda del escritor –sobreviviente de un campo de concentración–, agrupados y publicados como libro en 1945, apenas culminada la guerra. Poco más de 100 páginas que tuvieron una enorme repercusión mundial. El volumen se tradujo a unos 90 idiomas, desde el inglés hasta el chino mandarín. En español la primera edición data de 1950, y a partir de entonces se han realizado más de 100 reediciones.

Hay una breve reflexión, en el segundo capítulo del reportaje, en la que Fučík proclama su credo: “He vivido para la alegría y por la alegría muero. Y sería un agravio colocar sobre mi tumba el ángel de la tristeza”. Sangrando y ya en agonía, el prisionero escribió esas palabras llenas de luz. Gracia bajo presión. Gran literatura que ni siquiera busca ser literatura.

Fernando Butazzoni, periodista y escritor.

¿Tenés algún aporte para hacer?

Valoramos cualquier aporte aclaratorio que quieras realizar sobre el artículo que acabás de leer, podés hacerlo completando este formulario.

Este artículo está guardado para leer después en tu lista de lectura
¿Terminaste de leerlo?
Guardaste este artículo como favorito en tu lista de lectura