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Mural de Thomas Sankara en el barrio de Ngor, el 5 de junio en Dakar, Senegal.

Foto: Cem Ozdel / AFP

¿Quién mató a Thomas Sankara?

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El Che Guevara de Burkina Faso.

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Hace este mes 38 años, el 15 de octubre de 1987, Thomas Sankara, líder de Burkina Faso y figura destacada del panafricanismo, fue asesinado en un golpe de Estado. Un crimen impune hasta la caída del presidente Blaise Compaoré, en 2014. El 6 de abril de 2022, Compaoré y otras nueve personas fueron declaradas culpables de haber tomado parte en el magnicidio ejecutado por Hyacinthe Kafando. ¿Qué rol tuvo Francia?

El juicio contra los presuntos asesinos del presidente burkinés Thomas Sankara y sus compañeros comenzó en Uagadugú el 11 de octubre de 2021. El líder del comando, Hyacinthe Kafando, aún prófugo, y el acusado de mayor peso, el expresidente Blaise Compaoré, no estuvieron en el banquillo de los acusados. Rescatado por tropas francesas durante el levantamiento popular de octubre de 2014,1 este último se refugió en Costa de Marfil. El general Gilbert Diendéré, quien dirigió las operaciones, y Jean-Pierre Palm, entonces jefe del Estado Mayor de la Gendarmería, sí estuvieron en la audiencia, junto con otros 11 acusados.

En el poder entre 1983 y 1987, el capitán Sankara promovió un desarrollo económico autocentrado, combatió drásticamente la corrupción, apoyó la educación universal y la liberación de la mujer. Sus orientaciones revolucionarias y sociales –en particular su denuncia de la deuda y los dictados de las instituciones financieras internacionales en julio de 1987 ante la Organización de la Unidad Africana (OUA)– lo convirtieron en un símbolo de emancipación que sigue vigente en África.2 Su capacidad para movilizar a la población burkinesa y su influencia internacional, sobre todo a través de su postura en favor de Palestina, irritaron a los ministros de Relaciones Exteriores occidentales y a los líderes africanos “amigos de Francia”.

Durante mucho tiempo, y de forma repetida, el sistema judicial del régimen de Compaoré (1987-2014) intentó obstruir la investigación del crimen, a pesar de los esfuerzos realizados desde el extranjero por abogados y activistas burkineses, en particular la campaña “Justicia para Thomas Sankara, Justicia para África”. Contra toda evidencia, el certificado de defunción consignó, hasta abril de 2008, que el expresidente había fallecido por causas “naturales”. Fue necesario el levantamiento burkinés para desbloquear la situación. En febrero de 2015, bajo presión popular, el gobierno de transición reabrió el caso. Las autoridades designaron a un juez de instrucción, Yaméogo, que pronto demostró su independencia y compromiso.3

La instrucción –esta fue su primera contribución significativa– permitió reconstruir los hechos del 15 de octubre. La investigación judicial confirmó la identidad de las víctimas enterradas sumariamente en Uagadugú. Al comprobar la presencia de soldados de la guardia cercana de Compaoré entre los miembros del comando, se estableció la responsabilidad directa del entonces ministro de Justicia. Los asesinos salieron de su domicilio, algunos incluso tomaron prestado uno de sus vehículos. Irrumpieron en una sala de la organización regional del Consejo de la Entente4 donde Sankara se reunía con seis miembros de su secretaría y dispararon sin previo aviso, demostrando su intención de asesinar, no de detener a los presentes. Además, la investigación confirmó que el adjunto de Compaoré, Diendéré –entonces apenas un teniente– designó a las personas que debían ser eliminadas entre los familiares del capitán y los oficiales leales arrestados en sus cuarteles.

La vieja metrópoli

Ante la mala voluntad de los Estados involucrados, el juez Yaméogo cerró el plano “interno” del caso, dejando abiertas sus probables ramificaciones internacionales. El papel de la Costa de Marfil de Félix Houphouët-Boigny, firme partidario de París, y el de Francia, la antigua potencia colonial, entonces en plena cohabitación entre el presidente François Mitterrand y el primer ministro Jacques Chirac, no llegó a esclarecerse en esa primera etapa, en la que también surgió información sobre otros países que podrían estar implicados. En octubre de 1987, al final de la Guerra Fría, París apoyó a Chad en su conflicto con la Libia de Muamar Gadafi, antiguo aliado de Sankara, por el control de la Franja de Aozou. Fue también durante esta época que el liberiano Charles Taylor –quien gozaba de un importante apoyo en Trípoli, Abiyán y Washington– organizó la rebelión armada que ensangrentaría su país y desestabilizaría a la vecina Sierra Leona durante siete años. Desentrañar el papel de cada parte en el golpe contra Sankara, que estaba profundamente comprometido con la estabilidad regional, suponía hacer frente a secretos celosamente guardados.

Durante un viaje a Burkina Faso en noviembre de 2017, el presidente francés, Emmanuel Macron, se comprometió a levantar el secreto de defensa, tal como lo solicitó oficialmente el juez Yaméogo. Esta promesa no se cumpliría. Los dos primeros lotes de documentos desclasificados que llegaron a Uagadugú comprendían sólo elementos secundarios.

“El contenido no sólo incluye notas diplomáticas, sino también notas analíticas, informes de inteligencia y documentos locales (folletos)”, consignó el embajador francés Luc Hallade, antes de añadir, en relación con el tercer lote entregado el 17 de abril de 2021, que se trata de “archivos del Ministerio del Interior [...] relacionados con el contexto del asesinato de Thomas Sankara”.5 La entrega, como quedó claro, no comprendía ningún documento proveniente de las oficinas de Chirac y Mitterrand.

Fue la investigación judicial burkinesa la que reveló la presencia de agentes franceses en Uagadugú el 16 de octubre de 1987, al día siguiente del golpe de Estado. Desde ese momento los implicados comenzaron a hablar. “Tomamos los archivos de las escuchas telefónicas de Blaise Compaoré y Jean-Pierre Palm, que dividimos, y procedimos a destruirlos”, declaró un miembro de los servicios de inteligencia burkineses, bajo condición de anonimato. “El propio Palm acudió a nuestro departamento, acompañado por ciudadanos franceses, [...] en busca de pruebas de que lo estaban espiando”.6 Otro mencionó la presencia del mercenario francés Paul Barril. Este fue el segundo hallazgo clave de la investigación, una de las primeras pruebas de la participación francesa en este crimen.

Hasta entonces, escaseaban los elementos que corroboraran una posible complicidad de las autoridades francesas. Las reacciones hostiles de París a algunas iniciativas de Sankara, como su apoyo a la inclusión de Nueva Caledonia en la lista de territorios de las Naciones Unidas para ser descolonizados, son bien conocidas. En una carta dirigida a su ministro de Cooperación, Michel Aurillac, el primer ministro Jacques Chirac exigió, en represalia, una reducción de la ayuda francesa a Burkina Faso.7 El periodista Elio Comarin, partidario fallecido de la revolución burkinesa, recogió esta apóstrofe del jefe de gobierno francés: “Díganle a vuestro ‘capitancito’ que guarde sus despojos [restos de pollo, patas y alas cortadas]. Nos encargaremos de él en seis meses”.8

Otras maniobras surgieron del entorno del presidente Mitterrand tras un acalorado intercambio con Sankara durante una cena oficial el 17 de noviembre de 1986 en Uagadugú. El joven capitán denunció, en particular, los envíos de armas francesas a países en guerra y la invitación a París al sudafricano Pieter Willem Botha, figura emblemática del apartheid. Guy Penne, asesor para África del jefe de Estado francés, organizó entonces una campaña para denigrar la revolución burkinesa. Puso en contacto a François Hauter, entonces reportero principal de Le Figaro, con el almirante Pierre Lacoste, exdirector de la Dirección General de Servicios Exteriores (DGSE). La inteligencia francesa proporcionó al periodista documentos destinados a alimentar una serie de artículos incriminatorios que describían supuestas atrocidades cometidas por el capitán revolucionario. Se publicaron en 1986. “Tengo la terrible sensación de haber sido manipulado”, confesó Hauter.9

La pista Washington

El historiador estadounidense Brian Peterson, que pudo consultar los archivos del Departamento de Estado, relata un intento de desestabilizar Burkina Faso organizado por regímenes africanos cercanos a París: la llamada “Guerra de Navidad” entre Malí y Burkina Faso de diciembre de 1985. Esta crisis se fabricó a partir de falsas acusaciones contra Uagadugú de que elementos armados habían cruzado ilegalmente la frontera hacia Malí. Bamako, pero también Costa de Marfil y Togo, respaldaron estas acusaciones a pesar de no haber prueba alguna que las apoyara. Los esfuerzos de Sankara por demostrar su buena fe fueron sistemáticamente socavados. “Es difícil creer que las autoridades malienses ignoren que los rumores que circulan son falsos”, afirmó el entonces embajador estadounidense Leonardo Neher, citado por Peterson. Un cable de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) confirma la manipulación: “La guerra nació de la esperanza de Bamako de que el conflicto desencadenara un golpe de Estado en Burkina Faso”.10

La investigación judicial arrojó luz sobre otro punto crucial: la presencia de liberianos, compañeros de Taylor, en el lugar del asesinato no había sido confirmada, contrariamente a lo que afirmaron algunos testigos.11 Sin embargo, ¿debería descartarse su participación? Algunos sí estaban en Uagadugú. Se sabe que el propio Taylor viajó a Burkina Faso en enero de 1987 para solicitar la ayuda de Uagadugú para tomar el poder en Liberia. Sankara se la habría negado, según varios testimonios. Compaoré, por su parte, habría comprometido su respaldo a cambio de un apoyo al golpe de Estado del 15 de octubre de 1987, según el exmercenario liberiano Prince Johnson.12 La investigación no pudo verificar este punto, ya que el juez burkinés no logró obtener la cooperación de los tribunales de Sierra Leona y Liberia. Costa de Marfil se negó, por su lado, a extraditar a Compaoré [quien tuvo un breve retorno para una reunión de reconciliación” promovida por el entonces presidente interino burkinés Paul-Henri Damiba, pero retornó a su exilio].

Preocupado por la influencia de la revolución burkinesa, el presidente marfileño Houphouët-Boigny, entonces pilar de la influencia francesa en la región, acogió con complacencia y financió a los opositores.13 El presidente libio Gadafi fustigó a su vez a Sankara por no haberlo apoyado en su conflicto con Chad por la Franja de Aozou y por haberse negado a permitir que una de sus legiones islámicas se instalara en Uagadugú. Estas tensiones se confirman con numerosos elementos de los archivos estadounidenses.14 La sangrienta guerra civil en Liberia unió al marfileño Houphouët-Boigny, al burkinés Compaoré y al libio Gadafi, quien apoyaba a Taylor. François-Xavier Verschave, especialista en “Françafrique”, describe el asesinato de Sankara como un “sacrificio fundacional”15 que selló la inesperada alianza entre los tres hombres. Esta es también la opinión de Mousbila Sankara, entonces embajador de Burkina Faso en Libia, según informó su homólogo francés, Michel Lévêque, en un telegrama diplomático fechado el 9 de noviembre de 1987. Peterson rechaza la hipótesis de una implicación directa de Estados Unidos en el golpe de Estado del 15 de octubre de 1987, a pesar de que esta es mencionada en varios testimonios de actores liberianos.16 Reveló en cambio la participación de Michel Kafando,17 líder de la oposición burkinesa exiliado en Costa de Marfil, junto con Jean-Claude Kamboulé, en una reunión de la Liga Mundial Anticomunista (WACL). Las relaciones entre Uagadugú y Washington se tensaron cuando Burkina Faso rompió las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI), en julio de 1987. El historiador también indicó que numerosos oficiales burkineses participaron en el programa estadounidense de Educación y Entrenamiento Militar Internacional. Durante una reunión con el presidente Houphouët-Boigny en abril de 1978, Herman Cohen, embajador de Estados Unidos en Senegal y Gambia, habría insistido para que el marfileño lo “desembarazara de la influencia de Sankara en la región”.18

Bruno Jaffré, editor del sitio Thomassankara.net, autor de L’Insurrection inachevée. Burkina 2014, Syllepse, París, 2019. Artículo publicado originalmente en Le Monde diplomatique, París, octubre de 2021, actualizado en su información. Traducción: Le Monde diplomatique, edición Uruguay.

El camino de la honestidad

Una tarea inmensa

Nacido el 21 de diciembre de 1949, toma el poder al frente de militares revolucionarios el 4 de agosto de 1983 tras meses convulsos de golpes de Estado de diferente orientación.

La tarea era inmensa, el Alto Volta era entonces uno de los países más pobres del mundo: una tasa de mortalidad infantil estimada en 180 por 1.000, una esperanza de vida de sólo 40 años, una tasa de analfabetismo de hasta el 98 por ciento, una tasa de matriculación escolar del 16 por ciento y, finalmente, un producto interior bruto per cápita de poco más de 72 euros.

Sankara apenas oculta sus influencias marxistas. Por otro lado, quienes se agolpan a su alrededor a menudo están lejos de compartir sus referencias políticas. Sobre todo, buscó rodearse de personas competentes y motivadas, y reunió a cerca de 150 colaboradores cuidadosamente elegidos, algunos ideólogos, pero sobre todo los mejores ejecutivos del país.

Para él, la revolución se entendía como la mejora concreta de las condiciones de vida de la población. Fue una ruptura en todos los ámbitos: transformación de la administración; redistribución de la riqueza; liberación de la mujer; empoderamiento y movilización de los jóvenes; disminución del poder de las jefaturas tradicionales, que considera responsables del atraso rural; intento de hacer de los campesinos una clase social revolucionaria; reforma del ejército para ponerlo al servicio del pueblo asignándole también tareas de producción; descentralización y búsqueda de la democracia directa a través de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) encargados de implementarla localmente; lucha despiadada contra la corrupción; etcétera. En un acto de gran simbolismo, el 4 de agosto de 1984, el Alto Volta pasó a llamarse Burkina Faso, el “país de los hombres honestos”.

Bruno Jaffré - Fragmento de “Thomas Sankara o la dignidad de África”, Le Monde diplomatique, París, octubre de 2007.


  1. Ver David Commeillas, “Coup de Balai citoyen au Burkina Faso”, Le Monde diplomatique, París, abril de 2015. 

  2. Ver “Thomas Sankara ou la dignité de l’Afrique”, Le Monde diplomatique, octubre de 2007. 

  3. Ver Amber Murrey (bajo la dirección de), Certain Amount of Madness: The Life, Politics and Legacies of Thomas Sankara, Pluto Press, Londres, 2018. 

  4. Allí se reunían los jefes de Estado miembros de esta organización regional (Costa de Marfil, Burkina Faso, Níger, Benín, Togo) cuando se daban cita en Uagadugú. 

  5. “Affaire Thomas Sankara: la France ‘a tenu parole’, en déclassifiant les documents couverts par le secret national”, lefaso.net, 18-4-2021. 

  6. Hervé d’Afrik, “Assassinat de Thomas Sankara: comment le complot a été organisé et exécuté”, Courrier confidentiel, n° 226, Uagadugú, 15-2-2021. 

  7. Le Canard enchaîné, París, 21-10-1987. 

  8. L’Humanité, Saint-Denis, 11-4-2021. 

  9. Pierre Firtion y Léa-Lisa Westerhoff, “Le rôle de la France: soupçons et démentis”, quatrième chapitre du webdoc Qui a fait tuer Sankara?, Radio France internationale (RFI), 2017. 

  10. Revolutionary in Cold War Africa, Indiana University Press, Bloomington, 2021. 

  11. Silvestro Montanaro, Ombre africane, documental difundido el 15 de julio de 2009 en el canal público italiano RAI 3. 

  12. Testimonio ante la Comisión de Verdad y Reconciliación de Liberia, 29 de agosto de 2008, retomado en “Derrière les révélations de Prince Johnson, les soutiens burkinabé et ivoirien à la rébellion du Liberia”, rfi.fr, 28-10-2008. 

  13. Ver Lona Charles Ouattara, Les Dessous de la révolution voltaïque. La mélancolie du pouvoir, L’Harmattan, París, 2017. 

  14. Ver Brian Peterson, Thomas Sankara: A Revolutionary in Cold War Africa, op. cit. 

  15. François-Xavier Verschave, Noir Silence. Qui arrêtera la Françafrique?, Les Arènes, París, 2000. 

  16. Silvestro Montanaro, Ombre Africane, op. cit. 

  17. Kafando ocupó el cargo de presidente de transición entre noviembre de 2014 y diciembre de 2015. 

  18. “Quand Herman J Cohen voulait la peau de Thomas Sankara”, Africa Intelligence, 17-6-2015. 

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